No puedo negar que las pesadillas no me dan tregua por las noches. Fragmentos borrosos, imágenes que se diluyen apenas abro los ojos, pero que me dejan con el corazón latiendo demasiado rápido y una presión en el pecho difícil de ignorar. He ordenado triplicar la seguridad. Todo estará cubierto. No hay razón para temer. Y aun así... esta sensación no desaparece. Es como si algo me estuviera observando desde la oscuridad, esperando el momento justo para hacer su jugada. Respiro hondo, pero no me calma. Acaricio la superficie suave de la caja cerrada. Aun con el anillo en mis manos, con todo planeado, con el amor latiendo en cada paso... siento que algo no está del todo bien. El sonido de unos pasos me alerta, siento cómo se acercan hasta la puerta de mi despacho y, en el último segundo, alcanzo a guardar la cajita en el cajón. “¿Qué tienes ahí?” pregunta Isabela, analizándome con la mirada como solo ella sabe hacerlo. “Nada que sea de tu incumbencia… solo cosas. Cosas mías” respon
Le susurré la invitación, casi temiendo su respuesta… pero me dijo que sí. Algunas preguntas por la intriga de no dar detalles, pero con ese simple “sí” que aún resuena en mi pecho. Gracias a nani María, por empujarla a mis brazos. Después de eso, nos retiramos a descansar. Con el corazón más liviano. Con el alma un poco más cerca. Mañana Samantha Zimmerman se volverá mi prometida. El estruendo me arrancó del sueño y, antes de que pudiera entender qué pasaba, mi cuerpo salió despedido por los aires. Sentí el impacto contra el suelo, el golpe seco en mis costillas al dar contra lo que parecía ser un poste… o tal vez el clóset o la puerta. La habitación temblaba a mi alrededor. Un zumbido agudo me ensordeció, dejándome aturdida por unos segundos. Toso, tragando polvo, y abro los ojos con dificultad. La oscuridad se ha vuelto densa; el aire caliente huele a cenizas. Mi corazón late con fuerza cuando me esfuerzo por incorporarme. Lo primero que ven mis ojos es el caos. La mitad de la
Samantha, a mi lado, aún intentaba sanar sus heridas. Su respiración era entrecortada, su energía baja. La explosión la había golpeado fuerte, pero en cuanto vio a su padre, su cuerpo se endureció.“¿Qué demonios haces aquí?” escupió, la furia impregnando cada palabra.Álvaro sonrió, esa sonrisa fría y vacía que me hacía querer arrancarle la cabeza.“hija querida, vine a ver cómo se derrumba tu mundo” dijo con calma, como si hablara del clima.Mis colmillos se alargaron en respuesta. Mi instinto vampírico rugía dentro de mí, exigiendo muerte, sangre, venganza.“Hijo de puta… te vas a arrepentir en el infierno por lo que acabas de hacer” di un paso al frente, mi voz saliendo como un gruñido bajo.Álvaro ladeó la cabeza, fingiendo sorpresa.“¿No me digas? ¿Crees que podría arrepentirme de verte así? ¿Destruida? Perdón... ¿se han visto?”Samantha temblaba de ira. Su respiración se volvió errática y sus ojos pardos brillaron con un fuego peligroso.“Vete al infierno.”Él se rió. Una risa
Yo me lancé directo contra Álvaro, quien, como era de esperarse, no dudó ni un segundo en esconderse detrás de sus monstruos. El alejarnos peleando comenzó a surtir efecto. Lo que había inhalado de polvo de plata se iba disipando, y con cada segundo, me sentía más fuerte. Miré hacia atrás y vi cómo los guardias comenzaban a moverse rápidamente hacia el punto que habíamos dejado abierto para la evacuación. Pero justo cuando estaban por llegar… lo vi. Álvaro se dio cuenta de la estrategia y levantó la mano. Como si fuera una orden, varios de sus híbridos avanzaron, bloqueando el paso de los nuestros. Sus ojos estaban llenos de malicia. “¡Malditos bastardos!” gruñí, con los dientes apretados, pero no podía hacer nada. Tenia a dos lobos gigantes bloqueándome el paso. Y entonces, en cámara lenta, lo vi todo. Santiago, uno de mis más leales guardias, voló hacia atrás con María en los brazos, como si fuera un muñeco de trapo. En mitad de su caída, un lobo lo atrapó al vuelo y le dest
“Esto te va a salir muy caro, maldito demonio” escupí con rabia. “como si pudieras tocarme, eres tan estúpida Cassandra” “llegare hasta ti, entre todos te enseñaremos que a la familia no se toca” “Dime algo, Cassandra… ¿confías en los tuyos?” Su pregunta me desconcertó. ¿A qué se refería? “¿De verdad confías en ellos?” volví al ataque mientras el resto se encargaba de los híbridos y lobos, pero esos ojos… inyectados en sangre y odio. La furia en ellos era tan palpable que me detuvo en seco. Comenzó a transformarse en un gran lobo negro, el más grande que he visto en toda mi larga existencia y luego comenzó a gruñir. Un gruñido ronco, áspero, casi imposible de soportar. Como si su cuerpo luchara por contener una bestia que ya no podía ser controlada. Sus ojos cambiaron a un plateado con centro oscuro. Mi mente apenas procesaba lo que estaba sucediendo, un grito de mi cachorra llamo mi atención, al mirar a Samantha… intenté entender. Ella estaba blanca como el papel. Su cuerpo vi
La veo volver a mirarme, y en sus ojos veo la lucha interna, el dolor. De nuevo, su cabeza se retuerce, pero esta vez… ella está peleando. Está luchando, por nosotras.“Vamos, amor. Tú puedes” la animo, mientras derribo y arranco la cabeza a un lobo asqueroso que se me acerca.Pero el caos no cesa. De repente, siento una mano gigante atrapándome por detrás. Uno de los híbridos, un lobo gigantesco a medio transformar, me tiene con fuerza. Otro se acerca, una estaca en mano, y en un parpadeo, siento cómo la muerte se acerca a mí.“¿Qué mierda? ¿Tan bajo caímos?” me pregunto, sintiendo el frío metal de la estaca a punto de atravesarme.Y en ese instante, una sombra se desplaza hacia mí. En un parpadeo, todo cambia.“Si sigues así, de verdad te mataré. ¡Defiéndete, maldición! No puedes ser tan débil, tengo muchos que matar como para estar cuidando tu maldito culo” Katty está a mi lado nuevamente. Me ha salvado otra vez.Sus palabras hacen clic dentro de mí. Comienzo a luchar con más fuerz
¿Cómo fui tan ciega?Todo era parte de este maldito juego del destino, y ahora me arrastra sin piedad hacia una verdad insoportable.“Ahora sí lo entiendes” dice él, su voz impregnada de veneno. “El destino nos une siempre. Siempre es la misma historia… tú y tu maldita presencia, siempre robando lo que es mío. Por eso… jamás podré perdonarte., estoy seguro que si hubieras conocido a nelly seria la misma mierda de historia”Su risa es amarga, llena de resentimiento y odio. Pero ya no lo escucho. Sus palabras son ecos distantes, ahogados por la furia que arde dentro de mí. Por la culpa. Por la pena.“Jamás te dejaré ser feliz. Jamás…” su voz se diluye en el aire, como una sombra que me persigue.Pero no puedo perderme en él. No puedo dejar que ese pasado me trague.Tengo que luchar. Por ellos. Por quienes aún están de pie. Por quienes creen en mí.“La condesa estaba loca… igual que tú” le escupo, con la mirada fija en la pistola que ahora empuña.“¿Y tú?” responde con una sonrisa torcid
“¿Y aquí sí?” pregunta ella, afilada como siempre.La miro. No sé si su voz suena interesada o solo curiosa. Blue nunca muestra todo lo que piensa.“Aquí al menos no me exigen sonreír todo el tiempo. Nadie me pregunta si estoy bien. Nadie me mira con esa maldita compasión disfrazada de ternura” respondo, con el vaso entre los dedos. “Me gusta este lugar. Pero no me ilusiono. Tampoco creo que tenga espacio aquí.”Blue se inclina, sus ojos fijos en los míos.“Te has ganado un rincón, Katty. Aunque te hagas la fuerte, aunque escupas fuego cada vez que respiras… estás hecha de lealtad. Y eso vale oro, incluso en este antro.”“No sé cuánto tiempo pueda quedarme en ningún lado, Blue. A veces siento que ya no pertenezco a ningún lugar.”“Entonces quédate donde no te pidan pertenecer” dice, y levanta su copa.Chocamos los vasos. No hay promesas, ni consuelos vacíos. Solo entendimiento. Solo esa noche, ese momento, donde ambas sabemos lo que significa estar rotas… pero seguir de pie.Me siento