“¿Y aquí sí?” pregunta ella, afilada como siempre.La miro. No sé si su voz suena interesada o solo curiosa. Blue nunca muestra todo lo que piensa.“Aquí al menos no me exigen sonreír todo el tiempo. Nadie me pregunta si estoy bien. Nadie me mira con esa maldita compasión disfrazada de ternura” respondo, con el vaso entre los dedos. “Me gusta este lugar. Pero no me ilusiono. Tampoco creo que tenga espacio aquí.”Blue se inclina, sus ojos fijos en los míos.“Te has ganado un rincón, Katty. Aunque te hagas la fuerte, aunque escupas fuego cada vez que respiras… estás hecha de lealtad. Y eso vale oro, incluso en este antro.”“No sé cuánto tiempo pueda quedarme en ningún lado, Blue. A veces siento que ya no pertenezco a ningún lugar.”“Entonces quédate donde no te pidan pertenecer” dice, y levanta su copa.Chocamos los vasos. No hay promesas, ni consuelos vacíos. Solo entendimiento. Solo esa noche, ese momento, donde ambas sabemos lo que significa estar rotas… pero seguir de pie.Me siento
El suelo me recibió como si fuera de plomo. La sangre brotó sin piedad, empapándome la ropa, cubriéndome las manos. Quise gritar, pero no pude. Solo gemí y salió sangre de mi boca.No veía bien. Todo era borroso. El mundo giraba, se contraía. Mi mente se nublaba mientras la vida se escurría de mi cuerpo. Pero aun así… los escuchaba. A lo lejos.Escuchaba a Cassandra gritar. Escuchaba mi nombre.Escuchaba a Samantha llorar.Quise hablar. Quise decirle que estaba bien. Que no tenía que llorar. Que todo iba a estar bien.Mentira.Nada estaba bien.Cada latido era más débil. Sentía cómo mi alma se desprendía lentamente. Como si la muerte me llevara poco a poco, envuelta en una manta de fuego y hielo.Y entonces… lo escuché. Un grito ahogado. Un golpe en el suelo, a mi lado.Allí estaba ella. Samantha. Tirada junto a mí.Pero no duró mucho.Una mano con grandes garras negras la levantó por los cabellos, como si fuera una muñeca.Él. Era él. Lo sabía.No lo vi. No tenía que verlo. Su presen
Y un miedo tan profundo que se puede tocar en el aire. “Te lo ruego… llévame. Haz lo que quieras conmigo. Pero déjala vivir…” El maldito hijo de perra sonríe. Esa sonrisa torcida, cruel… La sonrisa de quien se cree un dios. “Qué interesante eres cuando suplicas, Cassandra… Siempre escuché historias sobre ti: una mujer fría, impenetrable, destinada a acabar conmigo algún día. Te admiraban. Te temían. Pero mírate ahora… llorando como una simple mortal.” Hace una pausa. Observa su rostro bañado en lágrimas. “Soy el creador de lo más fuerte que existe en este mundo. Soy tu creador.” “Nunca fue mi intención levantarme contra ti. Lo que te dijo Álvaro, o quien sea, no es verdad… por favor…” la voz de Cassandra ya es apenas un susurro. “Álvaro solo fue un títere” responde él, con desprecio. “Pero la que no era un títere… fue la condesa. Y tú la mataste.” Cassandra palidece aún más. Siento su dolor como si fuera mío. Está dejando ir todo lo que la mantenía en pie. “Por favor… me ar
Samantha zimmerman Fue una pesadilla. Fue solo una pesadilla. Una horrible pesadilla… En cuanto abra los ojos, ella estará aquí, junto a mí. Ella me mirará y me sonreirá. Me besará. Acariciará mi cabello. Ella… Ella no se ha ido. Ella no pudo haberse ido. Es imposible. Porque me juró que siempre estaría conmigo. Me lo juró la primera vez que hicimos el amor sin tocarnos. Me lo juró en cada mirada que dejó en mí. Ella nunca me ha fallado. Ella está aquí. Tiene que estarlo. Katty me miente… Ella jamás quiso vernos juntas. Ella está mintiendo. No es verdad lo que dijo… no es verdad… ¡Ella miente! ¡Ella me odia! No puedo moverme. Mis lágrimas se escapan, incluso con los ojos cerrados. Espero… Espero sentir su mano limpiando el rastro que dejan. Espero su caricia. Ese susurro que me diga que todo fue solo una pesadilla. Que abra los ojos… Y que esté allí. "Sam… por favor, mírame…" La voz no es la que espero. Es Clara. La voz de Clara no es l
No respondo. Solo me acerco y la beso en la frente. "Cuídate…" susurra, casi sin voz. "Pero… ¿leíste su carta? ¡La leíste! Por favor, Sam…" "La leí…" respondo, con la garganta cerrada. "Y sé que me pide todo lo contrario. Pero no puedo…" Salgo de la casa dejando atrás a Clara, a los pequeños… a mis amigos. Camino sin mirar atrás. Llego hasta la estación de trenes y, con una última mirada, me despido. Del lugar donde fui la persona más feliz del mundo… y también, el lugar donde sentí el mayor dolor que un ser humano puede soportar. Busco en mi mochila y saco el papel. Ese que, en algún momento, arrugué con furia. Con rabia. Con dolor. Lo estrujé como si eso pudiera callar lo que decía. Como si destruirlo fuera suficiente para no sentir. Pero después… lo extendí. Y ahora, aunque ya no es el mismo, aunque las arrugas lo atraviesan como cicatrices… su contenido aún me quema. Y, de algún modo… me acerca a ella. Mis manos tiemblan al sostenerlo. Sus palabras est
Actualidad en alguna cueva del bosque de Australia 2023Es asombroso, después de tantos años sin sentir nada, hoy lo experimento todo a flor de piel. Cada una de mis células palpita con un dolor que me recorre como una corriente eléctrica. Paradojas de la vida, me encuentro al borde de mi existencia, y de manera irónica, siento que estoy más viva que nunca.Hago el esfuerzo por abrir los ojos, o al menos uno de ellos. Los brutales golpes que recibí me dejaron cegada del ojo derecho, aunque a mi favor me llevé como treinta idiotas. Se que he perdido una oreja, estoy segura que alguno de estos imbéciles se la llevo como trofeo, así como varios de mis dientes, lo cual seguramente descalifica mi candidatura al premio a la sonrisa más hermosa, aquella que ella, tanto solía elogiar. -Suspiro pesadamente- aunque sus elogios eran una farsa, solo una farsa y yo lo creía todo, no sabía que sus palabras eran solo una mentira, aun no puedo creer que todo haya sido una mentira.Finalmente, logro a
Hace 18 años atrásComo buen día lunes me encontraba absorta en mi trabajo, detrás de la puerta ya llevaba esperando varios minutos Estefan, el cual se decidió a tocar la puerta de mi oficina con un golpe discreto.“Adelante, Estefan” le indiqué con un tono frío, me molesta que me interrumpan cuando trabajo, pero si está aquí es porque algo sucede. Estefan es mi asistente, a simple vista es un joven bastante atractivo, mide 1,80 de altura, es musculoso, de cabello castaño, ojos negros, tez blanca, que aparenta unos 20 años de edad, pero lo que más me gusta es su intelecto y la facilidad que tiene para cumplir mis ordenas, y me refiero a todo tipo de órdenes, pero siempre ha sido un poco indeciso al momento de interrumpirme. Tal vez es porque no soy muy sociable, no lo sé, talvez algún día se lo pregunte.“Bien, dime ¿qué información has conseguido?” le pedí, sin perder mi semblante serio.“Han desaparecido un total de 12 niños, todos ellos de entre 3 y 4 años de edad, todos de famili
"Gracias, Estefan", le agradecí mientras él abandonaba mi oficina. Espero sinceramente que él encuentre la manera de distraer y mantener alejada a Isabela. A menudo resulta insoportable y parece no comprender que no necesito su compañía. No respeta los límites, y en ocasiones, me dan ganas de gritarle o, en mis pensamientos más oscuros, arrancarle la cabeza, la mataría y después la metería a un refrigerador gigante. No puedo permitirme pensar en esas cosas, “debo recordar que no debo causarle daño” me repito a mí misma, aunque Isabela es una excepción a todo razonamiento. Pero tengo muy claro que, si le hiciera daño a Isabela, nunca me lo perdonaría. Además, ella es extremadamente útil, y más que eso, no puedo dañarla porque es la hija de los que fueron los mejores amigos de mis padres. En teoría, deberíamos haber sido las mejores amigas, pero Isabela siempre parece tener intenciones que van más allá de la amistad, lo cual me resulta incómodo.Mientras tanto, el misterio de los niños