“Esto te va a salir muy caro, maldito demonio” escupí con rabia. “como si pudieras tocarme, eres tan estúpida Cassandra” “llegare hasta ti, entre todos te enseñaremos que a la familia no se toca” “Dime algo, Cassandra… ¿confías en los tuyos?” Su pregunta me desconcertó. ¿A qué se refería? “¿De verdad confías en ellos?” volví al ataque mientras el resto se encargaba de los híbridos y lobos, pero esos ojos… inyectados en sangre y odio. La furia en ellos era tan palpable que me detuvo en seco. Comenzó a transformarse en un gran lobo negro, el más grande que he visto en toda mi larga existencia y luego comenzó a gruñir. Un gruñido ronco, áspero, casi imposible de soportar. Como si su cuerpo luchara por contener una bestia que ya no podía ser controlada. Sus ojos cambiaron a un plateado con centro oscuro. Mi mente apenas procesaba lo que estaba sucediendo, un grito de mi cachorra llamo mi atención, al mirar a Samantha… intenté entender. Ella estaba blanca como el papel. Su cuerpo vi
La veo volver a mirarme, y en sus ojos veo la lucha interna, el dolor. De nuevo, su cabeza se retuerce, pero esta vez… ella está peleando. Está luchando, por nosotras.“Vamos, amor. Tú puedes” la animo, mientras derribo y arranco la cabeza a un lobo asqueroso que se me acerca.Pero el caos no cesa. De repente, siento una mano gigante atrapándome por detrás. Uno de los híbridos, un lobo gigantesco a medio transformar, me tiene con fuerza. Otro se acerca, una estaca en mano, y en un parpadeo, siento cómo la muerte se acerca a mí.“¿Qué mierda? ¿Tan bajo caímos?” me pregunto, sintiendo el frío metal de la estaca a punto de atravesarme.Y en ese instante, una sombra se desplaza hacia mí. En un parpadeo, todo cambia.“Si sigues así, de verdad te mataré. ¡Defiéndete, maldición! No puedes ser tan débil, tengo muchos que matar como para estar cuidando tu maldito culo” Katty está a mi lado nuevamente. Me ha salvado otra vez.Sus palabras hacen clic dentro de mí. Comienzo a luchar con más fuerz
¿Cómo fui tan ciega?Todo era parte de este maldito juego del destino, y ahora me arrastra sin piedad hacia una verdad insoportable.“Ahora sí lo entiendes” dice él, su voz impregnada de veneno. “El destino nos une siempre. Siempre es la misma historia… tú y tu maldita presencia, siempre robando lo que es mío. Por eso… jamás podré perdonarte., estoy seguro que si hubieras conocido a nelly seria la misma mierda de historia”Su risa es amarga, llena de resentimiento y odio. Pero ya no lo escucho. Sus palabras son ecos distantes, ahogados por la furia que arde dentro de mí. Por la culpa. Por la pena.“Jamás te dejaré ser feliz. Jamás…” su voz se diluye en el aire, como una sombra que me persigue.Pero no puedo perderme en él. No puedo dejar que ese pasado me trague.Tengo que luchar. Por ellos. Por quienes aún están de pie. Por quienes creen en mí.“La condesa estaba loca… igual que tú” le escupo, con la mirada fija en la pistola que ahora empuña.“¿Y tú?” responde con una sonrisa torcid
“¿Y aquí sí?” pregunta ella, afilada como siempre.La miro. No sé si su voz suena interesada o solo curiosa. Blue nunca muestra todo lo que piensa.“Aquí al menos no me exigen sonreír todo el tiempo. Nadie me pregunta si estoy bien. Nadie me mira con esa maldita compasión disfrazada de ternura” respondo, con el vaso entre los dedos. “Me gusta este lugar. Pero no me ilusiono. Tampoco creo que tenga espacio aquí.”Blue se inclina, sus ojos fijos en los míos.“Te has ganado un rincón, Katty. Aunque te hagas la fuerte, aunque escupas fuego cada vez que respiras… estás hecha de lealtad. Y eso vale oro, incluso en este antro.”“No sé cuánto tiempo pueda quedarme en ningún lado, Blue. A veces siento que ya no pertenezco a ningún lugar.”“Entonces quédate donde no te pidan pertenecer” dice, y levanta su copa.Chocamos los vasos. No hay promesas, ni consuelos vacíos. Solo entendimiento. Solo esa noche, ese momento, donde ambas sabemos lo que significa estar rotas… pero seguir de pie.Me siento
El suelo me recibió como si fuera de plomo. La sangre brotó sin piedad, empapándome la ropa, cubriéndome las manos. Quise gritar, pero no pude. Solo gemí y salió sangre de mi boca.No veía bien. Todo era borroso. El mundo giraba, se contraía. Mi mente se nublaba mientras la vida se escurría de mi cuerpo. Pero aun así… los escuchaba. A lo lejos.Escuchaba a Cassandra gritar. Escuchaba mi nombre.Escuchaba a Samantha llorar.Quise hablar. Quise decirle que estaba bien. Que no tenía que llorar. Que todo iba a estar bien.Mentira.Nada estaba bien.Cada latido era más débil. Sentía cómo mi alma se desprendía lentamente. Como si la muerte me llevara poco a poco, envuelta en una manta de fuego y hielo.Y entonces… lo escuché. Un grito ahogado. Un golpe en el suelo, a mi lado.Allí estaba ella. Samantha. Tirada junto a mí.Pero no duró mucho.Una mano con grandes garras negras la levantó por los cabellos, como si fuera una muñeca.Él. Era él. Lo sabía.No lo vi. No tenía que verlo. Su presen
Y un miedo tan profundo que se puede tocar en el aire. “Te lo ruego… llévame. Haz lo que quieras conmigo. Pero déjala vivir…” El maldito hijo de perra sonríe. Esa sonrisa torcida, cruel… La sonrisa de quien se cree un dios. “Qué interesante eres cuando suplicas, Cassandra… Siempre escuché historias sobre ti: una mujer fría, impenetrable, destinada a acabar conmigo algún día. Te admiraban. Te temían. Pero mírate ahora… llorando como una simple mortal.” Hace una pausa. Observa su rostro bañado en lágrimas. “Soy el creador de lo más fuerte que existe en este mundo. Soy tu creador.” “Nunca fue mi intención levantarme contra ti. Lo que te dijo Álvaro, o quien sea, no es verdad… por favor…” la voz de Cassandra ya es apenas un susurro. “Álvaro solo fue un títere” responde él, con desprecio. “Pero la que no era un títere… fue la condesa. Y tú la mataste.” Cassandra palidece aún más. Siento su dolor como si fuera mío. Está dejando ir todo lo que la mantenía en pie. “Por favor… me ar
Samantha zimmerman Fue una pesadilla. Fue solo una pesadilla. Una horrible pesadilla… En cuanto abra los ojos, ella estará aquí, junto a mí. Ella me mirará y me sonreirá. Me besará. Acariciará mi cabello. Ella… Ella no se ha ido. Ella no pudo haberse ido. Es imposible. Porque me juró que siempre estaría conmigo. Me lo juró la primera vez que hicimos el amor sin tocarnos. Me lo juró en cada mirada que dejó en mí. Ella nunca me ha fallado. Ella está aquí. Tiene que estarlo. Katty me miente… Ella jamás quiso vernos juntas. Ella está mintiendo. No es verdad lo que dijo… no es verdad… ¡Ella miente! ¡Ella me odia! No puedo moverme. Mis lágrimas se escapan, incluso con los ojos cerrados. Espero… Espero sentir su mano limpiando el rastro que dejan. Espero su caricia. Ese susurro que me diga que todo fue solo una pesadilla. Que abra los ojos… Y que esté allí. "Sam… por favor, mírame…" La voz no es la que espero. Es Clara. La voz de Clara no es l
No respondo. Solo me acerco y la beso en la frente. "Cuídate…" susurra, casi sin voz. "Pero… ¿leíste su carta? ¡La leíste! Por favor, Sam…" "La leí…" respondo, con la garganta cerrada. "Y sé que me pide todo lo contrario. Pero no puedo…" Salgo de la casa dejando atrás a Clara, a los pequeños… a mis amigos. Camino sin mirar atrás. Llego hasta la estación de trenes y, con una última mirada, me despido. Del lugar donde fui la persona más feliz del mundo… y también, el lugar donde sentí el mayor dolor que un ser humano puede soportar. Busco en mi mochila y saco el papel. Ese que, en algún momento, arrugué con furia. Con rabia. Con dolor. Lo estrujé como si eso pudiera callar lo que decía. Como si destruirlo fuera suficiente para no sentir. Pero después… lo extendí. Y ahora, aunque ya no es el mismo, aunque las arrugas lo atraviesan como cicatrices… su contenido aún me quema. Y, de algún modo… me acerca a ella. Mis manos tiemblan al sostenerlo. Sus palabras est