Capítulo 4

Samantha Montier Dalton  -año 2020-

Llevamos varios días de viaje, y estar en este autobús con los demás se está volviendo incómodo. La mayoría solo anhela entrar en el bosque y desaparecer, sentirse libres. Yo también quiero entrar, correr y sentir el viento en mi cara. Necesito naturaleza, necesito sentirme viva y dejar de escuchar a esto idiotas.

Nos han informado que en dos días llegaremos a nuestro destino, un bosque en las afueras de un pueblo bastante grande o una ciudad, no lo sé con claridad.

"Estoy aburrida, solo se puede dormir y sentir el olor a pedos del resto", comento con un suspiro.

"Jajaja, siente los míos son más ricos", bromea Clara.

"Asquerosa, ¡wuacala!" Me río con cara de asco. Clara es mi mejor amiga, aunque más que amigas somos como hermanas. Ella nunca me ha mirado con desprecio debido a mi condición. No es como el resto, a quienes tuve que enseñarles con mucho esfuerzo y entrenamiento que no soy mejor ni peor que ellos, simplemente igual y aun así me tratan como lo peor del grupo. Algún día seré la mejor, lo demostraré cumpliendo mis misiones.

Los días pasan hasta que finalmente llegamos a nuestro destino, es una pequeña aldea en la parte más profunda del bosque. Nuestro líder asigna nuestros dormitorios (lo que vendría siendo como una bodega con paja y techo) y nos cita a una reunión por la tarde.

Los mayores tienen sus casas y rango superior, por lo que se les debe respetar y se han ganado su privacidad, y a eso aspiramos nosotros, nuestras costumbres son así, debemos ganar nuestro lugar en la manada. Somos un grupo de 35 personas, entre mayores y menores. Cinco de nosotros solo necesitamos cumplir con una misión bien y lo tendremos todo, la casa, el respeto y la verdad, la verdad de como es afuera y porque debemos escondernos si somos únicos y privilegiados. También vienen con nosotros otros tres son pequeños, de 5 y 6 años, recién comenzando esta carrera, ellos al igual que nosotros duermen aquí, pero el día a día se la pasan aprendiendo a dominar la transformación con los adultos.

De los 5, el líder es Mark, alto, atlético, rubio y según Clara, muy guapo (aunque yo personalmente lo encuentro más parecido al vómito de un burro, o podría ser la popo por el olor que emana, da igual al final es un idiota natural). Le sigue en el mando Yohan, igual de musculoso y atlético, como si pasaran todo el tiempo en el gimnasio, aunque ni siquiera saben que es un gimnasio. Luego está Tim, el pequeño, que es tímido y no se siente cómodo con su cuerpo, se nota que no le gusta, aunque es igual de musculoso que los otros dos, él es más reservado y siempre está pensando y debe ser algo triste, porque sus ojos lo dicen. Bueno finalmente, estamos Clara y yo.

Clara es hermosa, y cuando digo hermosa, me refiero a que tiene a todos locos. Con sus ojos verdes, piel morena, cabello negro y un cuerpo que parece esculpido por los dioses, además de un carácter bastante complicado, se enoja por todo, y controla muy poco sus impulsos. Yo soy la única que le sigue el ritmo, y gracias a ella se ha disminuido las bromas de mal gusto que los demás me hacían.

Llega la hora de la reunión. Estamos todos frente a una fogata, y nuestro guía se encuentra a la cabeza del triángulo designado. Es un hombre musculoso y gigante, debe medir fácilmente dos metros tiene algunas cicatrices en el rostro que le dan una apariencia siniestra.

"Tienen una carpeta a su lado", nos informa. "La misión es recopilar información de este monstruo, no sabemos cuál es su apariencia solo los datos que están escritos en la primera hoja. Pero sabemos que es letal, no se acerquen a menos que sea necesario, hasta que sepamos todo. Necesito que se mezclen con el pueblo. Se han inscrito en distintas escuelas para investigar. Tendrán distintas direcciones y usarán dos teléfonos. El primero es el típico de un adolescente, y el otro lo mantendrán oculto para enviar información. Deben aprenderse sus historias para que sean creíbles a la hora de mezclarse. ¿Entendido?"

"Sí, señor", respondemos al unísono, hemos sido entrenados para acatar ordenes, jamás discutimos las misiones.

El idiota de Mark se atreve a hacer la pregunta que más detesto: "Señor, tengo una pregunta..."

"Adelante", responde el guía, y aquí va como siempre.

"¿Samantha va como la chacha? ¿O tendremos que protegerla durante la misión?", pregunta de manera despectiva.

"Samantha va como una más de ustedes. Es más fácil que se mezcle con los demás, dado que aún no ha realizado el cambio", responde el guía. Miro a Mark con la cabeza en alto.

"Samantha", me mira el guía, "si algo pasara, estarás sola. Debes cuidarte. Ya no son niños, no podemos protegerlos o matamos o nos matan."

"O matamos o nos matan", repetimos todos al unísono, de verdad somos todos unos soldados, el orgullo me corre por el cuerpo, aunque a veces no puedo negar que me siento estúpida repitiendo esta frase.

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