Capítulo 17: Jaula de oro

MARCOS SAAVEDRA

Después de mostrarse adolorida y arrastrar su alma por el suelo de la habitación, la presencia de Emilia y su demanda de desayuno pareció revitalizar a Katia, que de inmediato se levantó, se vistió y salió corriendo con una gran sonrisa. Me temía que, después de mi desempeño, su alegría no era por mí, sino por Emilia. 

Cuando bajé hacia el comedor, acompañado de mi pequeña princesa, me quedé sorprendido. Había un enorme plato con pan francés, fruta picada y una jarra grande de jugo de naranja. Fue curioso darme cuenta de la habilidad de Kat para cocinar, después de que desapareciera ese par de días dejándome con la mesa vacía. 

Emilia de inmediato se trepó a su

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