Capítulo 128:  Pagando su deuda

LISA GALINDO

—Lo primero será curar su piel… Si empezamos por la columna, durante el manejo podemos provocar que la piel quemada se desprenda, haciendo que se vuelva un proceso complicado y doloroso —dijo la doctora del otro lado del escritorio mientras permanecía con la mirada perdida.

Antes de aceptar formalmente el puesto de corresponsal, había algo más que tenía que hacer y eso era pagar mi deuda. No quería irme sin hacerlo.

—Entiendo… —contesté melancólica, recordando como borré cada foto de Arturo que había atesorado, entregándole a él la única copia de mi más grande tesoro. Supongo que no tenía problemas en admitir a mí misma que me gustaba más que como un amigo. Era un hombre muy guapo, no por nada se había convertido en un actor muy acosado—. Solo que… el paciente no creo que esté dispuesto a escucharme. ¿Hay manera de que ustedes…?

Que extraña consulta. ¿Cómo podía pedirles a los médicos que fueran ellos los que acudieran al paciente cuando en realidad debía de ser al revé
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