CAPÍTULO 15. Una solución desesperada.Salió de allí apurado para no ver la pequeña sonrisa de triunfo en la diabólica boquita de aquella mujer y sacó el teléfono para llamar a su abuelo.—Está bien. Me caso —escupió como si aquella aceptación le quemara la boca—. No sé qué haya que hacer ahora pero... organízalo.Aquello iba a ser un suplicio, pero a Scott no le quedó más remedio que asumirlo. Esa noche Gerard Hamilton y Daniel Craig se pusieron de acuerdo y para el día siguiente ya le habían organizado más de veinte entrevistas con candidatas elegibles para ser su esposa.Scott se sentía como un condenado a muerte que aguardaba su ejecución. Aquella noche no durmió nada bien y al día siguiente, cuando llegó la hora de empezar las entrevistas, casi le dio un ataque al corazón.La primera candidata fue una joven de veinticinco años llamada Emily Walters. Era alta, delgada y rubia, con unos ojos azules que parecían mirarlo como si él fuera un dios o algo así. Scott supo en el acto que
CAPÍTULO 16. NO con N de Nunca Jamás.Scott sentía que se ahogaba solo de imaginar la idea de Daniel y su abuelo.—¿La bruja? ¡Ni loco! —espetó con rabia mientras todavía se doblaba de dolor y Alexa los miraba todos con el ceño fruncido.—¿Y por qué no? —preguntó su abuelo—. Daniel, ven acá, ayúdame por favor —pidió mientras intentaba levantar a su nieto—. Alexa, hija, quédate aquí un momento por favor.Los tres hombres salieron de la oficina y Alexa escudriñó la habitación, sus ojos se toparon con la agenda del abogado y miró alrededor antes de hojearla rápidamenteHabía allí una lista de mujeres, defectos y rechazos. Sobre el escritorio había agrupadas una pila de carpetas con hojas de vida y se dio cuenta de que también había una lista en la pizarra.—"Sin perros ni hijos..." —leyó intrigada—. "Con carácter, que no discuta, que no sea idiota, que lo odie... Una perra sin sentimientos..." ¡Bueno, eso sí lo puedo ser! —declaró con sorna y de repente se dio cuenta de lo que era aquell
CAPÍTULO 17. Sin amor, sin perros, sin hijosUn minuto después se habían quedado solos, y tanto el abuelo como Daniel tenían la decepción retratada en los rostros. Por alguna razón que Scott tampoco podía entender, para él también era un poco decepcionante, la diferencia era que él ya no podía darse el lujo de esperar ni un solo minuto más. Así que cuando ese día terminó, se subió a su Ferrari y se apareció en la puerta de la casa de Alexa.Pasó saliva cuando la muchacha le abrió, enfundada en un vestidito corto y vaporoso de andar por casa.—Ya te dije que no, Hamilton, deja de molestar —fue el recibimiento de Alexa, pero antes de que pudiera cerrarle la puerta en la cara, la mano de Scott Hamilton se cerró sobre su brazo y la detuvo.—¿Puedes dejarme pasar un momento? —pidió mientras la miraba a los ojos—. Esto es importante.Alexa pasó saliva, sabía que todo, absolutamente todo en el resto de su vida dependía de lo que lograra en aquel instante. Debía casarse con Scott Hamilton a c
CAPÍTULO 18. La mitad de una camaAlexa repasó cien veces aquel documento. Las condiciones eran claras y aun si no lo hubieran sido, ella debía aceptarlas. Necesitaba a Scott Hamilton si quería vengarse de Alberto y de Claudette y recuperar todo lo que era suyo.Firmó con el corazón atenazado, era la segunda vez en su vida que firmaba un acta de matrimonio, pero era la primera vez que sabía a ciencia cierta en lo que se estaba metiendo.Le entregó el documento al abogado Daniel Craig y luego ella y Scott se miraron con evidente molestia.—Bien, solo quiero que queden claras las cosas más importantes —sentenció el abogado—. No pueden tener hijos.Daniel los miró a los dos y Alexa sonrió con sarcasmo.—Tranquilo, señor Craig, yo no me puedo reproducir en cautiverio.Scott le gruñó y el abogado continuó:—Tienen que convencer a Migración de que son una pareja enamorada y feliz. Alexa, creo que sobra decir que si Scott es deportado todo esto se cancela.—Entiendo —murmuró ella.—Y no se p
CAPÍTULO 19. Un sueño terribleY Scott no tenía idea de que realmente eso era: un depredador hambriento, pero aquella maldita mujer le despertaba todos los instintos. ¡Los peores!—Tú no vas a dormir al lado mío así... —aseguró Alexa viéndolo salir del baño solo en bóxer, con aquel abdomen cincelado y esas gotas de agua corriendo por pecho...Mientras miraba el cuerpo semidesnudo de Scott, sintió que su corazón empezaba a acelerarse y que la respiración se le agarrotaba en la garganta. Tenía el cuerpo musculoso y tonificado, un dios nórdico con justo lo necesario para enloquecerla.Y era normal, hacía tanto que no estaba con ningún hombre que ni siquiera recordaba cómo era. Atrapada en esos pensamientos, Alexa se dio cuenta de repente de que Scott la miraba fijamente con una mirada intensa y una sonrisa de satisfacción.Así que hizo lo lógico: fastidiarlo.Se pelearon por la parte derecha de la cama, acabaron agarrándose a almohadazos y finalmente el whisky y el cansancio los venciero
CAPÍTULO 20. No se puede pelear sin caféScott la acostó en la enorme cama y le pasó un paño húmedo por la cara, intentando refrescarla. Lo mejor del caso era que sabía que no estaba borracha, lo peor era que aquella reacción tan espontánea sí había sido causada por la idea de acostarse con él.El ego se le había subido al cielo cuando la había escuchado pronunciar su nombre en sueños, pero eso no era suficiente. Quizás el cuerpo de Alexa Carusso quisiera una cosa, pero su mente consciente definitivamente encontraba repulsiva la idea de acostarse con él, y ese sin dudas era un golpe para el ego del CEO.La dejó descansar, se veía suave y un poco indefensa cuando dormía, y Scott apenas pudo dormir después de eso. Se levantó temprano, se duchó y salió a dar una vuelta por el hotel, pero la llovizna fina pronto se convirtió en una lluvia demasiado intenta como para regresar al exterior.—Pensé que tendríamos buen clima —le dijo a uno de los empleados del hotel, que se acercó a él con una
CAPÍTULO 21. Un huracán en forma de mujer.Scott la vio sonrojarse en un segundo y rumiar un:—¡Cochino! Otra: ¿Cuál es la cosa que más amas en todo el mundo?—¡Eso es fácil! Beast.—¿Beast? —preguntó Alexa con curiosidad.—Ya lo conocerás —respondió él y realmente Scott tenía toda la intención de que su mastín le diera un susto de muerte a Alexa.Para las once de la mañana el día se había puesto oscuro y llovía a cántaros. Los truenos eran ensordecedores y las luces parpadeaban, como si estuvieran a punto de morir.—¿Qué demonios es esto? —murmuró ella sobrecogida.Estaban en la cocina de la suite, ella bebiendo un té y él un café, cuando el corte de luz los dejó en la oscuridad.—¡Mierda! —exclamó Scott, y se levantó para ir a por velas—. Seguro que el huracán provocó algún corte.Los árboles se doblaban bajo la fuerza del viento y en el horizonte se veían las luces de los edificios que iban y venían. Parecía como si fuera ya de noche, pero era todavía temprano.—Tenemos que irnos —
CAPÍTULO 22. ¿Dónde está Alexa?El viento había causado grandes daños en todo el lugar, y muchos árboles y plantas habían sido arrancados y arrojados por el paisaje. Apenas Alexa condujo fuera del estacionamiento del edificio, pudo sentir la fuerza del viento impactando contra el auto."Estoy loca. ¡Tengo que estar loca!", pensó mientras aceleraba hacia la pequeña ciudad.Los faros del coche iluminaban el camino a través de la tormenta, y en la distancia, pudo ver los destellos de las señales de emergencia.El corazón le latía con fuerza mientras intentaba no pensar en el peligro que estaban corriendo, sin embargo, no podía sacarlo de su cabeza.—Scott... ¡Oye! ¡Hamilton! —gritó sacudiéndolo solo para darse cuenta de que había perdido el conocimiento.Scott estaba recostado en el asiento, inconsciente. Necesitaba atención médica inmediata. Tenía que llevarlo al hospital más cercano, pero aunque solo eran pocos kilómetros, el huracán hacía que fuera un camino largo y peligroso.—Vas a