CAPITULO 113. ...Porque somos ecologistas—¡Esto no se va a queda así, Alejandra! ¡Te juro que vas a acordarte para siempre de este día! —le gritó Alberto desesperado mientras otro lo golpeaba.Alejandra se acomodó en su silla y miró pacientemente cómo aquellos cinco titanes se turnaban para literalmente romperle la cara a su ex marido, hasta que uno de ellos puso en sus manos los cuatro dientes superiores del hombre.—¿Quiere los de abajo también, señora? —preguntó el guardaespaldas con tanta amabilidad que casi era tierno.Alejandra miró a Alberto, tenía la nariz deformada y sangrante y la boca hinchada y rota por todos lados. Su cara estaba irreconocible, porque no siempre le atinaban a los dientes y Ale juraba que había escuchado cómo el hueso de su pómulo se rompía, pero el resto de su asqueroso cuerpo estaba intacto, así que no iba a morir, solo sería feo de ahí en adelante.—No, así está bien. Ahora muchachos, la basura al contenedor porque somos ecologistas, y luego nos vamos.
CAPÍTULO 114. Ayuda"Crema de afeitar". Fue lo primero que le llegó a Scott a la cabeza.—Crema de afeitar —dijo señalando la puerta de su baño—. Vine a ver si tenías. La mía se acabó y no ando de ánimo para salir de la casa.Daniel arrugó el ceño.—¿Te vas a quitar la barba? —lo increpó.—Sí, ya me pica. Mejor me la quito y dejo que crezca desde cero —respondió Scott. "Eso, y parecer cerdito lampiño, en fin...", pensó mientras se encogía de hombros—. ¿Me prestas la tuya?Daniel hizo un gesto de resignación.—Espera, tengo de reserva... Y para que conste, no te ves bien sin barba.Scott le agradeció, tomó el bote de crema de afeitar y salió de allí como si el diablo le pisara los talones.Apenas estuvo en la privacidad de su habitación sacó su celular y le pasó aquel mensaje a Alejandra:"140692. Prueba con este".Alejandra recibió aquel mensaje y se apresuró a abrir la computadora. El hacker que había contratado Sebastián lo había dejado todo listo, incluso una cuenta fantasma de des
CAPITULO 115. No te preocupes por lo que te hice...Veinte minutos después Alejandra respiraba con más calma sabiendo que había conseguido una buena protección para Scott... sin embargo estaba lejos de imaginar lo pronto que la necesitaría, tal como estaba lejos de imaginar que algunas horas más tarde, varios días después de la soberana paliza que Alejandra había ordenado para él, Alberto Mejía por fin conseguía despegar las mandíbulas lo suficiente como para empezar a hablar, y su primera llamada fue para el único aliado que creía tener.—Hace dos años me ayudaste a librarme de ella... ¡esta vez tiene que ser definitivo! —exclamó Alberto con el odio vibrando en su lengua enredada—. ¡No puede ser tan difícil!—Tienes razón, no lo es —siseó una voz al otro lado de la línea telefónica—, pero ya es hora de que resuelvas tus propios problemas, Alberto. Encárgate tú de ella.—¡Ya traté y no funcionó! ¡La seguí hasta Suiza, pensé que estaba sola! Pero en lugar de eso sus guardaespaldas me d
CAPÍTULO 116. Como un hombreScott trató de abrir los ojos, pero era como si alguien se los cerrara a la fuerza. Tenía algo en la boca, algo que no lo dejaba hablar, pero incluso aunque no lo hubiera tenido, sentía que no podía hilvanar una idea con otra.La cabeza le daba vueltas y no entendía nada de lo que estaba pasando. Recordaba vagamente haber bebido algo, pero después de eso todo se volvió borroso.De repente su mente comenzó a aclararse. En la última imagen que recordaba, Daniel estaba acusándolo de haberlo traicionado, recordó una copa de champaña, una jeringa... y ahora estaba en un sótano oscuro, colgando del techo de las muñecas, con los pies atados a dos clavijas separadas en el suelo.La sensación era como si hubiera estado allí durante horas, luchando contra sus ataduras. Tenía la garganta seca y ardiente, y sus extremidades estaban entumecidas.Oyó un ruido a su espalda y trató de girar la cabeza para ver qué era, pero no podía moverse. El ruido se acercaba lentamente
CAPÍTULO 117. ¡Te voy a matar!—¿Y qué más te iba a decir, si yo hacía todo por ti y tú nunca me veías...? Hasta que me di cuenta de que nunca sería más que un amigo para ti. Un amigo al que no querías, solo me necesitabas por el trabajo... así que decidí tomar las riendas de mi propio destino. Y ahora, finalmente, después de todo este tiempo, yo soy...—¡Tú eres un maldito enfermo! —lo interrumpió Scott—. ¡Y encima eres un asesino! ¡Mataste a un hombre cuando la camioneta de Alejandra explotó!—¡No, no, no, no! ¡Eso lo hizo Malcovich!—¡Pero tú lo ordenaste! ¡Posiblemente como ordenaste el accidente de Alejandra! ¿No es así?—¿Y qué? —gritó Daniel, ya sin control—. ¡Ella estaba en el camino, Scott! Siempre en el camino. ¡Tú la querías, pero ella nunca te amó de verdad, solo estaba impidiendo que tú me quisieras!—¡Te equivocas! —le espetó Scott—. ¡Nunca te he querido de esa forma y Alejandra no tiene nada que ver con eso!—¡Pues esa zorra nunca más se va a levantar de una silla de ru
CAPÍTULO 118. Evita la violencia domésticaQuince minutos antesAlejandra miraba la pantalla de su celular como si su propia vida dependiera de eso. Aquella llamada era importante, más que importante. Había programado el teléfono de Scott para que le diera una alarma cada dos horas. Incluso recordaba lo que le había dicho al respecto:—¿Pretendes que no vuelva a dormir nunca más en la vida? —había rezongado él.—Solo hasta que vuelvas a mí —le había dicho Alejandra y era en serio.Así que cada dos horas recibía sin falta una llamada de Scott para avisarle que estaba bien. Ella simplemente no podía descansar hasta que esa dichosa llamaba entraba y con todo lo que estaba pasando, el haber vaciado las cuentas de Daniel ese día... simplemente no podía confiarse.Miró el teléfono por enésima vez y se giró hacia el abuelo.—No ha llamado —le dijo como si fuera una sentencia.—Solo son diez minutos...—Exacto, Scott no se demora ni diez minutos porque tiene una alarma en su teléfono. Abuelo,
CAPÍTULO 119. Hasta las últimas consecuenciasPoco a poco, gracias a Jack y a Bas, que no lo dejaron en ningún momento, Scott sintió que se iba calmando. Había sido increíblemente afortunado al contar con un equipo de rescatistas tan valiente y efectivo, y estaba agradecido porque habían llegado a tiempo.También ayudó mucho que el Comisionado Asistente llegara acompañado de una señora muy distinguida que él también conocía.Daniel salió de allí esposado, pero Scott también tuvo que subirse en una patrulla para ser llevado a una de las comisarías de la Policía Metropolitana de la ciudad. Allí rindió su declaración sobre todo lo que había ocurrido, desde el momento en que Daniel lo había drogado hasta el rescate de los agentes.La señora acompañante del Comisionado Asistente también venía con un interesante equipo de abogados que enseguida lo ayudaron a redactar su denuncia.Ella le aseguró que no necesitaba preocuparse por nada.—Todo estará bien —le dijo—. Yo me encargo de todo.Pero
CAPÍTULO 120. ¡Te amo, niño bonito!Era suave, y su piel bajo el agua se sentía como la gloria. Y Scott la necesitaba tanto que casi le dolía. La sentó sobre él despacio, acariciando sus pechos mientras hundía la lengua en su boca con movimientos lentos y seductores, quería llevarla al borde de la locura y más allá.Sus manos eran expertas, y sabían exactamente dónde tocarla y cómo hacerla gemir de placer.—¡Dios, te necesito tanto! —susurró contra la piel de su cuello y ella suspiró de gusto.Sintió cómo acariciaba sus senos, pellizcando uno de sus pezones mientras se lo llevaba a la boca. Lamió y chupó, deslizando los dedos por su piel, explorando cada centímetro de su cuerpo mientras ella se retorcía contra su boca, en éxtasis.Finalmente, la agarró de los muslos, acercándola más a él, y ella lo rodeó con sus brazos mientras aquella erección desenfrenada latía ardiente entre los dos.Alejandra sintió cómo Scott la penetraba despacio, centímetro a centímetro, llenándola por completo