CAPÍTULO 121. Acepte el tratoDurmieron por la mitad de aquel día, y Scott se despertó sonriendo de nuevo cuando sintió un peso ligero y saltarín sobre él. Mar gateaba sobre la cama hasta colarse entre él y su mamá, y traía unos juguetes en la mano. Con ellos y muy cariñosamente estuvieron molestando a Alejandra hasta que se despertó, y luego hicieron un agradable almuerzo familiar.Aun así era evidente que Scott tenía las emociones a flor de piel, estaba alerta y estresado, así que cuando anunciaron que el Comisionado Asistente de la Policía Metropolitana estaba ahí, fue el primero en ir a recibirlo.El comisionado no venía solo, sino que con él venía un hombre alto y fornido, que parecía más un leñador que un policía. A todas luces era irlandés y a pesar de su aspecto se notaba un hombre de ingenio agudo.—Mi nombre es Patrick McAllan, señor Hamilton, soy el inspector a cargo del equipo de la Interpol que está investigando el caso de Daniel Craig —se presentó el hombre y tanto Ale c
CAPÍTULO 122. Tú lo sabíasScott sintió como si el estómago se le revolviera al ver la satisfacción oscura en el rostro de Daniel, era cierto eso de que estaba dispuesto a hundirse con tal de hundirlo con él. ¿Qué clase de psicópata maniático tenía que ser para lastimar tanto y regodearse por eso?Por suerte las celdas estaban divididas por paredes y Daniel fue llevado a la última, por lo que no pudo ver cuando el inspector McAllan abrió la puerta de la celda de Scott y lo dejó salir.—Tenemos su fianza en custodia, todo está en orden, así que puede irse —le dijo devolviéndole su ropa y sus efectos personales—. Usted tenía razón, Daniel Craig es mucho más peligroso de lo que pensamos en un principio, así que pondré un equipo de guardia para ustedes mientras permanezcan aquí. ¿De acuerdo?Scott asintió y se cambió antes de marcharse. Alejandra no se había movido de su sitio, esperándolo.—Ya hay un equipo viajando a Estados Unidos para conseguir las pruebas que Daniel declaró. Quisiera
CAPÍTULO 123. Es una sorpresaA él le temblaron los labios y la abrazó con fuerza, mientras le susurraba un "te amo" lleno de gratitud y amor.—Gracias por salvarme, Ale. Eres la mujer más inteligente y valiente del mundo.—Te amo, Scott —murmuró Alejandra acariciando su cabello.Con la tranquilidad reflejada en los rostros por primera vez en meses, Alejandra y Scott se regresaron a casa, con el abuelo y Sebastian. Poco después Bas tuvo que regresar a Mónaco para seguir al frente de la empresa y Scott aprovechó la oportunidad para enseñarle a Ale todo sobre el lugar en el que había crecido.Pasearon juntos por los senderos de la mansión, donde él había pasado tantas horas en su juventud y le mostró sus lugares favoritos. Le enseñó también la casita modesta en la que había nacido cuando el abuelo todavía no había hecho su fortuna y le contó anécdotas de su vida.—Es hermoso —susurró Alejandra viendo el paisaje de la casa desde una pequeña colina.—Sí, lo es —convino Scott—, aunque a ve
CAPÍTULO 124. El final de una pesadillaGunter Phelps. No había razón alguna para que Scott o Alejandra siquiera imaginaran la aparición de semejante persona, pero al parecer el inspector McAllan no se había dado por vencido, sino que había tirado de cada cabo suelto posible.Mientras el fiscal lo llamaba a declarar, McAllan se inclinó sobre el hombro de Scott.—Le ofrecí un trato, espero que no te moleste —dijo.—¿Lo van a dejar libre por el testimonio? —preguntó Scott.—No, para nada, pero le bajaremos cinco años a su sentencia si esto sale bien. Igual va a pasar mucho tiempo en la cárcel, eso no lo dudes —lo tranquilizó el inspector.Diez minutos después, mientras se estaba interrogando a Phelps por su asociación con Daniel y Malcovich por el caso del desfalco, o incluso por dar la orden para poner una bomba en la camioneta de Alejandra o su secuestro unas semanas más tarde, Daniel se ponía rojo de la rabia y su abogado comenzaba a objetar a cada pregunta del fiscal.—¡Es que no lo
CAPÍTULO 125. Nuestro espacio—No sé qué habría hecho sin ti, Ale —confesó—. Has sido mi fuerza y mi paz en estos meses, y Dios sabe que he estado tenso y resentido creyendo que Daniel podía ser liberado. Gracias por apoyarme.—Bueno, ya sabes lo que dicen, en las buenas y en las malas —respondió ella—. Siempre voy a estar para ti, y tú siempre vas a estar para mí.—¿Eso quiere decir que ya estamos juntos de nuevo? —preguntó el haciéndole ojitos—. Sé que no te lo he preguntado apropiadamente, solo me he dedicado a robarte besos y gemidos...—¡Oye en tu defensa, han sido muy buenos gemidos! —dijo ella.—Ya sé, pero creo que debería preguntártelo de veras —dijo él con seriedad—. Y esta vez más me vale hacer las cosas bien. ¿Alejandra, quieres ser mi novia? —le pidió.—¿Novia? —ella se aguantó la risa—. ¿Por ahí vas a empezar?—¡Claro que sí, como toda relación que se respete!—¿Quieres que sea tu novia de manita sudada? —se le insinuó Alejandra y él pareció pensarlo mejor.—¿Y no te pue
CAPÍTULO 126. Un nuevo comienzoAlejandra no pudo evitar el grito de alegría, De verdad había sentido algo.—¡Hazlo de nuevo! ¡Por favor hazlo de nuevo! —le pidió y volvió a sentir cómo aquel cosquilleo subía por su pierna—. ¡Ay, Dios, lo sentí! ¡Scott lo sentí! —gritó emocionada y él la estrechó con todas sus fuerzas, con el corazón aliviado por fin después de tantas penas.Aunque no lo había dicho, él había estado tan aterrorizado de que ella no pudiera volver a caminar, porque sabía cuánto la afectaría, pero también tenía fe en su fuerza y esa fe había dado frutos.—¡Esto es increíble, amor! —exclamó emocionado.—¿Lo hacemos de nuevo?—¡Sí, claro que sí!Scott y Alejandra pasaron las siguientes horas intentando averiguar hasta dónde llegaba aquel cosquilleo. Probaron diferentes partes, diferentes velocidades y diferentes cantidades de presión. Finalmente, se dieron cuenta de que la sensibilidad era mucho mayor en las pantorrillas que en los pies, pero poco a poco todo mejoraría.Al
CAPÍTULO 127. Una confrontaciónAlejandra comprendió. Por muy íntimos que fueran los amigos, a veces las parejas simplemente necesitaban privacidad.—¡Además! ¡Tu piscina de rehabilitación está a pocos metros! —exclamó él con un gesto sugerente señalando el invernadero.—¡Uy sí! ¡Y mi terapeuta personal que siempre está listo también! —ella le hizo un guiño coqueto y sabía que si no hubiera sido por Mar, ya se la hubiera llevado a allí, a hacerle el amor como conejito en celo—. Me parece estupendo, cariño. Me parece genial, ¿cuándo nos mudamos?—Ahora mismo, ya —se entusiasmó él—. Solo vamos, hacemos tus maletas y las de Mar y las traigo. ¡Quiero que esta noche duerman aquí!Alejandra asintió emocionada y poco después comenzaron con la pequeña mudanza.Mientras hacían las maletas, Alejandra podía sentir la excitación por un nuevo comienzo. Tenía un novio, a su hija, al adorable abuelo y una piscina de rehabilitación a pocos pasos de la casa. Sabía que esta mudanza era exactamente lo q
CAPÍTULO 128. Una gran ideaScott tenía que reconocerlo: Estaba preocupado, muy preocupado por la forma en que Lucy se estaba comportando con él. Por suerte ella quedaba atrás, solo cuidando la casa de Alejandra, mientras su mujer y su hija se iban con él a un nuevo hogar."¿En qué demonios estará pensando esa mujer?", gruñó mentalmente mientras subía a Beast a su caja de transporte en la camioneta.Lucy había estado actuando de forma extraña desde que Alejandra había ingresado en el hospital. Al principio, Scott había pensado que tal vez solo estaba preocupada por su amiga, pero ahora no estaba tan seguro.Había algo diferente en Lucy. Parecía casi... molesta. La forma en que lo miraba cuando hablaban lo hacía sentir incómodo. Y siempre parecía estar ahí cuando él necesitaba ayuda, ofreciéndose a hacer cosas por él que Alejandra podía hacer.El hecho de que ahora le dijera eso sobre ella solo lo ponía más alerta.Sabía que eventualmente tendría que contarle, pero justo aquel día Ale