CAPÍTULO 125. Nuestro espacio—No sé qué habría hecho sin ti, Ale —confesó—. Has sido mi fuerza y mi paz en estos meses, y Dios sabe que he estado tenso y resentido creyendo que Daniel podía ser liberado. Gracias por apoyarme.—Bueno, ya sabes lo que dicen, en las buenas y en las malas —respondió ella—. Siempre voy a estar para ti, y tú siempre vas a estar para mí.—¿Eso quiere decir que ya estamos juntos de nuevo? —preguntó el haciéndole ojitos—. Sé que no te lo he preguntado apropiadamente, solo me he dedicado a robarte besos y gemidos...—¡Oye en tu defensa, han sido muy buenos gemidos! —dijo ella.—Ya sé, pero creo que debería preguntártelo de veras —dijo él con seriedad—. Y esta vez más me vale hacer las cosas bien. ¿Alejandra, quieres ser mi novia? —le pidió.—¿Novia? —ella se aguantó la risa—. ¿Por ahí vas a empezar?—¡Claro que sí, como toda relación que se respete!—¿Quieres que sea tu novia de manita sudada? —se le insinuó Alejandra y él pareció pensarlo mejor.—¿Y no te pue
CAPÍTULO 126. Un nuevo comienzoAlejandra no pudo evitar el grito de alegría, De verdad había sentido algo.—¡Hazlo de nuevo! ¡Por favor hazlo de nuevo! —le pidió y volvió a sentir cómo aquel cosquilleo subía por su pierna—. ¡Ay, Dios, lo sentí! ¡Scott lo sentí! —gritó emocionada y él la estrechó con todas sus fuerzas, con el corazón aliviado por fin después de tantas penas.Aunque no lo había dicho, él había estado tan aterrorizado de que ella no pudiera volver a caminar, porque sabía cuánto la afectaría, pero también tenía fe en su fuerza y esa fe había dado frutos.—¡Esto es increíble, amor! —exclamó emocionado.—¿Lo hacemos de nuevo?—¡Sí, claro que sí!Scott y Alejandra pasaron las siguientes horas intentando averiguar hasta dónde llegaba aquel cosquilleo. Probaron diferentes partes, diferentes velocidades y diferentes cantidades de presión. Finalmente, se dieron cuenta de que la sensibilidad era mucho mayor en las pantorrillas que en los pies, pero poco a poco todo mejoraría.Al
CAPÍTULO 127. Una confrontaciónAlejandra comprendió. Por muy íntimos que fueran los amigos, a veces las parejas simplemente necesitaban privacidad.—¡Además! ¡Tu piscina de rehabilitación está a pocos metros! —exclamó él con un gesto sugerente señalando el invernadero.—¡Uy sí! ¡Y mi terapeuta personal que siempre está listo también! —ella le hizo un guiño coqueto y sabía que si no hubiera sido por Mar, ya se la hubiera llevado a allí, a hacerle el amor como conejito en celo—. Me parece estupendo, cariño. Me parece genial, ¿cuándo nos mudamos?—Ahora mismo, ya —se entusiasmó él—. Solo vamos, hacemos tus maletas y las de Mar y las traigo. ¡Quiero que esta noche duerman aquí!Alejandra asintió emocionada y poco después comenzaron con la pequeña mudanza.Mientras hacían las maletas, Alejandra podía sentir la excitación por un nuevo comienzo. Tenía un novio, a su hija, al adorable abuelo y una piscina de rehabilitación a pocos pasos de la casa. Sabía que esta mudanza era exactamente lo q
CAPÍTULO 128. Una gran ideaScott tenía que reconocerlo: Estaba preocupado, muy preocupado por la forma en que Lucy se estaba comportando con él. Por suerte ella quedaba atrás, solo cuidando la casa de Alejandra, mientras su mujer y su hija se iban con él a un nuevo hogar."¿En qué demonios estará pensando esa mujer?", gruñó mentalmente mientras subía a Beast a su caja de transporte en la camioneta.Lucy había estado actuando de forma extraña desde que Alejandra había ingresado en el hospital. Al principio, Scott había pensado que tal vez solo estaba preocupada por su amiga, pero ahora no estaba tan seguro.Había algo diferente en Lucy. Parecía casi... molesta. La forma en que lo miraba cuando hablaban lo hacía sentir incómodo. Y siempre parecía estar ahí cuando él necesitaba ayuda, ofreciéndose a hacer cosas por él que Alejandra podía hacer.El hecho de que ahora le dijera eso sobre ella solo lo ponía más alerta.Sabía que eventualmente tendría que contarle, pero justo aquel día Ale
CAPÍTULO 1. El dolor de la traición.Alejandra sonrió mientras saludaba amablemente a todos los invitados de su boda. Había más de quinientas personas, casi todas celebridades o gente importante de la industria chocolatera del mundo. Y era que a su modo, Alejandra Sanromán era también una celebridad.Era una rica heredera de California, y a pesar de haberse quedado huérfana a los catorce años, había crecido para ser una mujer fuerte y trabajadora. A sus veintidós años dirigía con éxito la empresa de sus padres, y acababa de casarse con el hombre que amaba.Lo tenía todo, su vida era perfecta, pero en cuanto se puso a buscar a su marido, Alberto, ni siquiera imaginaba lo pronto que aquella sensación de felicidad desaparecería.Alejandra lo buscó por toda la mansión, sin embargo se quedó petrificada al pasar frente a la habitación de su prima Claudette. Adentro se escuchaban los gemidos y jadeos característicos de dos personas teniendo sexo, y de repente su prima mencionó un nombre que
CAPÍTULO 2. Una mujer que quiere venganza.Un año después.Alexa Carusso era una mujer hermosa y lo sabía, pero más que eso, era una mujer determinada, fuerte y con una voluntad de arrasar con todo a su paso, por un simple motivo: había perdido todo, y venía dispuesta a recuperarlo.Precisamente por eso había pasado un año preparándose, un año tejiendo sus hilos para ganarse aquel puesto como analista en el departamento económico de Hamilton Holding Enterprise, más conocido como el grupo HHE. Era la empresa más poderosa en el área de la tecnología, y su dueño era el único hombre que a Alexa le interesaba en el mundo: Scott Hamilton.El señor Hamilton era un hombre escurridizo, al punto de ocultarle exitosamente su rostro a los medios, y eliminar cualquier noticia privada o foto suya de internet. Sin embargo todos los que lo conocían estaban de acuerdo en algo: Era un hombre despiadado, feroz, horrible... ¡y Alexa estaba allí para conquistarlo!Manejó su discreta camioneta Honda hasta
CAPÍTULO 3. ¡Tú!Y como no existe nada más fuerte que la voluntad de una mujer que quiere venganza, Alexa se llevó el trabajo a casa, apenas durmió, pero cuando estaba amaneciendo por fin aquel error se reveló ante ella.—Alguien lo está robando —sonrió Alexa y corrió a preparar café mientras Howard salía de su habitación medio dormido.—¿Qué pasa? ¿Por qué gritas como gata en celo? —protestó.—¡Alguien está robándole a Scott Hamilton! —exclamó Alexa emocionada—. ¡Nadie es invulnerable en la vida, y alguien le está robando al ogro, así que ya tengo mi camino abierto hacia él!Sin embargo muy pronto Alexa se daría cuenta de que aquella alegría era demasiado prematura. En cuanto le dijo al señor Malcovich que había encontrado problemas en los números, el supervisor le quitó los documentos sin siquiera preguntarle dónde estaba el problema.—¡Oiga, yo debería hablar con el señor Hamilton de esto! —sentenció ella sin saber las intenciones de Malcovich.—Esto está muy por encima de su nivel
CAPÍTULO 4. Un hombre que no tolera desafíosAlexa quería que la tierra se la tragara. Había ido a aquella empresa a conquistar al CEO y había acabado ofendiéndolo de la peor forma posible. Sabía que tendría suerte si no la ponía de patitas en la calle antes de dejarla hablar ¡y encima llegaba peleándose con su supervisor!"¡Mierda!" pensó mientras Malcovich entraba corriendo tras ella, con cara de espanto.Sin embargo las emociones de Scott Hamilton parecían tan controladas como una bomba a punto de explotar. Se levantó despacio y miró a Alexa de arriba abajo. Estaba despeinada, descalza, desarreglada, el sudor le corría desde la frente y caía en pequeñas gotas entre sus pechos, mientras jadeaba por el esfuerzo de subir las escaleras... Parecía exactamente la bruja que era y lo peor de todo era que Scott Hamilton solo quería quitarle aquel sudor entre los pechos con la lengua. ¡¿Pero a él qué diablos le pasaba con aquella mujer?!—¿Qué demonios es esto? —gruñó cuando la vio detenerse