CAPÍTULO 130. No me hagas pasar por idiotaScott abrió mucho los ojos y se la llevó de allí para que Mar no se llegara a despertar, porque tenía la impresión de que las cosas iban a acalorarse.—¡A ver a ver! ¡Está grandecita pero nada fuera de la más estricta normalidad! —respondió Scott mientras Alejandra le dirigía una mirada asesina, y aquel dedito de ella haciéndole una señal para que se acercara, fue suficiente para que Scott pasara saliva.—¿Lucy te ha estado molestando de alguna manera? —preguntó ella y cuando lo vio apretar los labios golpeó un brazo de su silla—. ¿Por qué no me lo dijiste, Scott?—¿Y qué te iba a decir? ¿Tu amiga es una zorra y no me agrada? —replicó él.—¡No puede ser solo eso! ¡Tú no te molestarías solo por eso y el tiempo en que nos ocultábamos las cosas creo que ya pasó! ¿No es así? —lo regañó Alejandra y Scott se sentó en la cama.—No tuve la intención de ocultártelo, pero preferí que te concentraras en tu rehabilitación, de cualquier forma ya nos había
CAPÍTULO 131. El motivo más antiguo del mundoScott perdió la expresión rabiosa en un segundo y su rostro se volvió taciturno y pensativo por un segundo. Lucy casi podía ver los engranajes de su cerebro trabajando.—Scott, Alejandra es mi amiga, yo la adoro, pero por eso mismo la conozco bien y sé que pasarás momentos muy amargos cuando se recupere y pueda valerse por sí misma —dijo, sintiendo que por fin él estaba escuchando—. Yo solo quiero lo mejor para los dos, pero a veces lo mejor para dos personas es no estar juntos. Ustedes merecen ser felices, pero hay demasiado resentimiento en su relación, demasiados conflictos, ¡pasaron años! No puedes pretender que las cosas sean como cuando se conocieron.—Eso no importa, Alejandra quiere estar conmigo —replicó Scott con testarudez.—Alejandra simplemente no puede soltar —murmuró Lucy con un suspiro molesto mientras apoyaba el trasero en una de las mesas—. Ella está acostumbrada a tenerlo todo y tiene que conseguirlo todo. No es mala, pe
CAPÍTULO 132. Él era todo para ella¡Alejandra estaba eufórica, histérica y con ganas de golpear a alguien o a algo! Frente a Lucy había sacado toda aquella fuerza que la caracterizaba, pero cuando se había ido no había podido evitar que las lágrimas le subieran a los ojos.—¡Soy una tonta! ¡Vi las señales, te juro que las vi! ¡Solo no quise darme cuenta! ¡Sabía que iba a dolerme demasiado que Lucy me traicionara! —lloró molesta, pero Scott se sentó frente a ella y se secó las lágrimas.—Lo siento, amor. De verdad no quería que algo como esto te pasara, pero en cualquier caso la verdad siempre es preferible. ¿Verdad?—¡Me siento tan estúpida por... por sentirme mal! —gruñó ella—. Como si fuera débil o algo así.—No, claro que no. La gente puede decir cualquier cosa de Alejandra Sanromán menos que es una mujer débil —replicó Scott—. Lo que sí puedo asegurarte es que es una superviviente, una mujer fuerte, valerosa... y humana, con un corazón enorme, y no hay corazón bueno que no sienta
CAPÍTULO 133. ¡Esto es una pesadilla!—¿Scott...? —jadeó Alejandra.—¿Sí, Ale? —respondió atorado en su propia necesidad.—Te amo —susurró ella, y él sintió que su cuerpo se estremecía a su alrededor mientras los orgasmos sacudían a ambos. Ya no pudo contenerse más, y llegó junto a ella con un grito gutural de placer.La atrajo contra su pecho temblando, y enterró la cara en su cuello mientras sus movimientos se volvían lentos y pesados hasta que se detuvieron por completo. Alejandra estaba exhausta, pero también se sentía increíblemente satisfecha. ¡Aquella nadadita había valido la pena!Y lo más interesante fue que a Scott le gustó tanto como para repetírsela cada noche después de eso.—¡No puedes decir que no soy un excelente motivador! —se regodeaba y Alejandra lo dejaba porque la verdad era que cada vez iba sintiendo más fuertes sus piernas.La semana que siguió pasó demasiado rápido para ellos. Estuvieron trabajando juntos en el diseño de las sillas, incluso trajeron un prototip
CAPITULO 134. Una mujer desconocidaAquellas palabras fueron como un puñal para el pecho de Alejandra.—¿Alguien...? Espere, ¿quiere decir alguien de la familia... de nosotros? —exclamó poniéndose lívida.—Bueno, quizás no alguien de la misma familia, pero sí alguien que los frecuenta mucho, alguien a quien el mastín esté acostumbrado a ver y que no lo considere una amenaza para la niña —explicó McAllan—. Mi primera opción también fue pensar en Daniel Craig, incluso mientras salía para acá mandé a uno de mis hombres a interrogarlo a la prisión, pero el asunto del perro lo cambia todo. De verdad espero que mi intuición no me falle en esto, pero apostaría mi carrera a que fue alguien cercano a ustedes.Alejandra y Scott se miraron y McAllan la señaló a ella.—Ahí, ese. Dígame ese primer nombre que pensó —dijo el inspector—. La primera intuición de una madre suele ser la correcta, ¿en quién pensó mientras miraba a Scott?—En Lucy —murmuró Alejandra—. Era la niñera de Mar y por supuesto
CAPÍTULO 135. ¡¿Esta mujer se encontró con Lucy?!—Vamos a preguntarle a Alejandra y Scott, a lo mejor ellos saben —dijo McAllan.Se encontraron con ellos en uno de los saloncitos de televisión, alejados de la gente, y el inspector les dijo lo que estaban haciendo por sugerencia del abuelo. Finalmente les entregó aquella foto y si bien Scott arrugó el ceño, porque le parecía familiar, el rostro de Alejandra se puso lívido en un segundo.—¡¿Esta mujer se encontró con Lucy?! —gritó porque ya no le cabía dudas de que la muchacha estaba involucrada.—Sí...—¿Cuándo? ¿Cuándo habló con ella? —lo interrogó Alejandra.McAllan buscó en su libreta de notas.—El día del cumpleaños de Mar, apenas salió de esta casa. Las cámaras de la calle la captaron hablando con esta mujer y luego se subieron juntas a un taxi —le dijo—. Tú sabes quién es.—¡Claro que lo sé! ¡Es mi prima Claudette, Claudette Villegas! —respondió Alejandra—. La esposa de Alberto Mejía. No hay ninguna razón para que ellas dos se c
CAPÍTULO 136. TraicionesLucy no podía decir que no estaba tanto asustada como impresionada. El revuelo que había en la comisaría era demasiado grande.Claudette le había dicho que sería algo fácil, un poco de drama y muchos millones de por medio, solo había que esperar a que Alejandra y Scott estuvieran lo suficientemente desesperados como para decir que sí cuando los llamaran para pedir rescate. Pero ni por asomo había llegado a imaginar que incluso la Interpol estaría metida en el asunto.Vio a los policías preparándose y recordó aquellas palabras: “en media hora salimos”.O sea que iba con media hora de ventaja. Apuró al chico de la recepción para que le devolviera sus cosas y no encendió su teléfono, solo por si acaso.Se subió al primer taxi y le dio la dirección de una pastelería en la periferia de la ciudad. Llegó allí, caminó un par de calles y volvió a subirse a otro taxi que la llevó a los suburbios. Tres veces cambió de taxi esperando despistar por si alguien la seguía. Pe
CAPÍTULO 137. ¡Tú eres un genio!—¡No, claro que no! ¿Por qué crees que vine a avisarte? ¡Si te atrapan me denunciarías como tu cómplice y no puedo dejar que eso pase!—¿Cuánto tiempo tenemos? —preguntó Claudette.—No lo sé... Minutos tal vez. Tenemos que irnos, ahora mismo —dijo con tono nervioso—. ¿Dónde está Mar?—En el cuarto de arriba, se quedó dormida después de que comió, ¡hasta que al fin se cansó de llorar la mocosa! —gruñó Claudette—. ¡Recoge todo, nos vamos!Claudette y Lucy se apresuraron a recoger todas sus pertenencias y escapar de la casa. Si aquello era verdad, tenían que huir antes de que la policía las atrapara. No podían arriesgarse a ir a la cárcel.—¿Y si la dejamos a ella? —preguntó Lucy de repente bajando del segundo piso con Mar en los brazos.—¿Estás loca? —ladró Claudette molesta.—¡No, pero si dejamos a la niña no nos perseguirán...!—¡Pues yo quiero mi dinero! —siseó Claudette—. ¡Quiero que la mosca muerta de Alejandra me pague, a mí y a mi marido! ¡Él nos