CAPÍTULO 118. Evita la violencia domésticaQuince minutos antesAlejandra miraba la pantalla de su celular como si su propia vida dependiera de eso. Aquella llamada era importante, más que importante. Había programado el teléfono de Scott para que le diera una alarma cada dos horas. Incluso recordaba lo que le había dicho al respecto:—¿Pretendes que no vuelva a dormir nunca más en la vida? —había rezongado él.—Solo hasta que vuelvas a mí —le había dicho Alejandra y era en serio.Así que cada dos horas recibía sin falta una llamada de Scott para avisarle que estaba bien. Ella simplemente no podía descansar hasta que esa dichosa llamaba entraba y con todo lo que estaba pasando, el haber vaciado las cuentas de Daniel ese día... simplemente no podía confiarse.Miró el teléfono por enésima vez y se giró hacia el abuelo.—No ha llamado —le dijo como si fuera una sentencia.—Solo son diez minutos...—Exacto, Scott no se demora ni diez minutos porque tiene una alarma en su teléfono. Abuelo,
CAPÍTULO 119. Hasta las últimas consecuenciasPoco a poco, gracias a Jack y a Bas, que no lo dejaron en ningún momento, Scott sintió que se iba calmando. Había sido increíblemente afortunado al contar con un equipo de rescatistas tan valiente y efectivo, y estaba agradecido porque habían llegado a tiempo.También ayudó mucho que el Comisionado Asistente llegara acompañado de una señora muy distinguida que él también conocía.Daniel salió de allí esposado, pero Scott también tuvo que subirse en una patrulla para ser llevado a una de las comisarías de la Policía Metropolitana de la ciudad. Allí rindió su declaración sobre todo lo que había ocurrido, desde el momento en que Daniel lo había drogado hasta el rescate de los agentes.La señora acompañante del Comisionado Asistente también venía con un interesante equipo de abogados que enseguida lo ayudaron a redactar su denuncia.Ella le aseguró que no necesitaba preocuparse por nada.—Todo estará bien —le dijo—. Yo me encargo de todo.Pero
CAPÍTULO 120. ¡Te amo, niño bonito!Era suave, y su piel bajo el agua se sentía como la gloria. Y Scott la necesitaba tanto que casi le dolía. La sentó sobre él despacio, acariciando sus pechos mientras hundía la lengua en su boca con movimientos lentos y seductores, quería llevarla al borde de la locura y más allá.Sus manos eran expertas, y sabían exactamente dónde tocarla y cómo hacerla gemir de placer.—¡Dios, te necesito tanto! —susurró contra la piel de su cuello y ella suspiró de gusto.Sintió cómo acariciaba sus senos, pellizcando uno de sus pezones mientras se lo llevaba a la boca. Lamió y chupó, deslizando los dedos por su piel, explorando cada centímetro de su cuerpo mientras ella se retorcía contra su boca, en éxtasis.Finalmente, la agarró de los muslos, acercándola más a él, y ella lo rodeó con sus brazos mientras aquella erección desenfrenada latía ardiente entre los dos.Alejandra sintió cómo Scott la penetraba despacio, centímetro a centímetro, llenándola por completo
CAPÍTULO 121. Acepte el tratoDurmieron por la mitad de aquel día, y Scott se despertó sonriendo de nuevo cuando sintió un peso ligero y saltarín sobre él. Mar gateaba sobre la cama hasta colarse entre él y su mamá, y traía unos juguetes en la mano. Con ellos y muy cariñosamente estuvieron molestando a Alejandra hasta que se despertó, y luego hicieron un agradable almuerzo familiar.Aun así era evidente que Scott tenía las emociones a flor de piel, estaba alerta y estresado, así que cuando anunciaron que el Comisionado Asistente de la Policía Metropolitana estaba ahí, fue el primero en ir a recibirlo.El comisionado no venía solo, sino que con él venía un hombre alto y fornido, que parecía más un leñador que un policía. A todas luces era irlandés y a pesar de su aspecto se notaba un hombre de ingenio agudo.—Mi nombre es Patrick McAllan, señor Hamilton, soy el inspector a cargo del equipo de la Interpol que está investigando el caso de Daniel Craig —se presentó el hombre y tanto Ale c
CAPÍTULO 122. Tú lo sabíasScott sintió como si el estómago se le revolviera al ver la satisfacción oscura en el rostro de Daniel, era cierto eso de que estaba dispuesto a hundirse con tal de hundirlo con él. ¿Qué clase de psicópata maniático tenía que ser para lastimar tanto y regodearse por eso?Por suerte las celdas estaban divididas por paredes y Daniel fue llevado a la última, por lo que no pudo ver cuando el inspector McAllan abrió la puerta de la celda de Scott y lo dejó salir.—Tenemos su fianza en custodia, todo está en orden, así que puede irse —le dijo devolviéndole su ropa y sus efectos personales—. Usted tenía razón, Daniel Craig es mucho más peligroso de lo que pensamos en un principio, así que pondré un equipo de guardia para ustedes mientras permanezcan aquí. ¿De acuerdo?Scott asintió y se cambió antes de marcharse. Alejandra no se había movido de su sitio, esperándolo.—Ya hay un equipo viajando a Estados Unidos para conseguir las pruebas que Daniel declaró. Quisiera
CAPÍTULO 123. Es una sorpresaA él le temblaron los labios y la abrazó con fuerza, mientras le susurraba un "te amo" lleno de gratitud y amor.—Gracias por salvarme, Ale. Eres la mujer más inteligente y valiente del mundo.—Te amo, Scott —murmuró Alejandra acariciando su cabello.Con la tranquilidad reflejada en los rostros por primera vez en meses, Alejandra y Scott se regresaron a casa, con el abuelo y Sebastian. Poco después Bas tuvo que regresar a Mónaco para seguir al frente de la empresa y Scott aprovechó la oportunidad para enseñarle a Ale todo sobre el lugar en el que había crecido.Pasearon juntos por los senderos de la mansión, donde él había pasado tantas horas en su juventud y le mostró sus lugares favoritos. Le enseñó también la casita modesta en la que había nacido cuando el abuelo todavía no había hecho su fortuna y le contó anécdotas de su vida.—Es hermoso —susurró Alejandra viendo el paisaje de la casa desde una pequeña colina.—Sí, lo es —convino Scott—, aunque a ve
CAPÍTULO 124. El final de una pesadillaGunter Phelps. No había razón alguna para que Scott o Alejandra siquiera imaginaran la aparición de semejante persona, pero al parecer el inspector McAllan no se había dado por vencido, sino que había tirado de cada cabo suelto posible.Mientras el fiscal lo llamaba a declarar, McAllan se inclinó sobre el hombro de Scott.—Le ofrecí un trato, espero que no te moleste —dijo.—¿Lo van a dejar libre por el testimonio? —preguntó Scott.—No, para nada, pero le bajaremos cinco años a su sentencia si esto sale bien. Igual va a pasar mucho tiempo en la cárcel, eso no lo dudes —lo tranquilizó el inspector.Diez minutos después, mientras se estaba interrogando a Phelps por su asociación con Daniel y Malcovich por el caso del desfalco, o incluso por dar la orden para poner una bomba en la camioneta de Alejandra o su secuestro unas semanas más tarde, Daniel se ponía rojo de la rabia y su abogado comenzaba a objetar a cada pregunta del fiscal.—¡Es que no lo
CAPÍTULO 125. Nuestro espacio—No sé qué habría hecho sin ti, Ale —confesó—. Has sido mi fuerza y mi paz en estos meses, y Dios sabe que he estado tenso y resentido creyendo que Daniel podía ser liberado. Gracias por apoyarme.—Bueno, ya sabes lo que dicen, en las buenas y en las malas —respondió ella—. Siempre voy a estar para ti, y tú siempre vas a estar para mí.—¿Eso quiere decir que ya estamos juntos de nuevo? —preguntó el haciéndole ojitos—. Sé que no te lo he preguntado apropiadamente, solo me he dedicado a robarte besos y gemidos...—¡Oye en tu defensa, han sido muy buenos gemidos! —dijo ella.—Ya sé, pero creo que debería preguntártelo de veras —dijo él con seriedad—. Y esta vez más me vale hacer las cosas bien. ¿Alejandra, quieres ser mi novia? —le pidió.—¿Novia? —ella se aguantó la risa—. ¿Por ahí vas a empezar?—¡Claro que sí, como toda relación que se respete!—¿Quieres que sea tu novia de manita sudada? —se le insinuó Alejandra y él pareció pensarlo mejor.—¿Y no te pue