El sonido de un auto deteniéndose en la entrada la hizo mirar por la ventana, luego escucho el claxon. Sorprendida de ver a Damián abrirse paso entre la lluvia con un paraguas negro y una bolsa en sus manos se quedó inmóvil mirando la escena por mucho tiempo. Con el cielo cayendo a cantaros no esperaba verlo tal cual habían prometido, asumió que simplemente no vendría; su celular empezó a brillar con un número desconocido, eso la trajo a la realidad, haciéndola correr a la entrada, con las manos temblorosas y la sorpresa marcada en el rostro. Cuando abrió la puerta el hombre entró en una ventisca cálida y mojada, como si amaneciera dentro de su oscuridad, respiro la esencia masculina que le calentó hasta las uñas de los pies. Vestía vaqueros azules, aparentemente nuevos por el color brillante, una camisa manga larga negra con estampado dorado en los hombros, usaba un sombrero negro y botas oscuras de piel. Parecía sacado de alguna feria ganadera, lucía masculino y guapo, con esa
Afuera la lluvia aumentó su fuerza, dejándose caer contra la tierra en un vago intento de inundarla, los rayos sonaban uno detrás de otro prometiendo destruir todo a su paso, pero eso no era nada comparado con la tormenta que se desato en su interior; Camila miró la devoción en Damián, aquellos ojos sinceros hicieron mella en su pecho llegando a estremecer cada fibra de su cuerpo, la sinceridad en cada una de sus palabras era latente como un ser vivo, tan tangible que podía tomarla entre sus dedos, sería tan fácil cerrar los ojos a su amargo dolor y dejarse subir a las nubes con aquella maravillosa promesa de un amor profundo.Tan sencillo como respirar, tan doloroso hacerlo, la agonía dentro de su ser se resistió a la esperanza de aquellas sublimes palabras, la tristeza la abrazo por la espalda, aferrándose a ella con sus filosas garras que se clavaban en su piel, le susurró al oído la posibilidad de caer en una trampa tan cruel como el amor, aquel monstro le dijo lo egoísta que ser
A Damián se le hizo piedra el corazón apenas escucho el sollozo de su mujer, se dio la vuelta y aunque llovía sobre ellos, las lágrimas de ella no pasaban desapercibidas, no podía irse aunque su orgullo o su reputación dependiera de eso, sus piernas se movieron solas, corriendo hacia ella, sus brazos rápidamente la rodearon, un cuerpo tan pequeño, indefenso y temblosos; la abrazo fuerte, tratando de pegar alguna parte que estuviera rota, ella volvió a sostenerlo pero esta vez agarró un puño de su camisa mojada. — Por favor...vamos adentro. — Susurro acurrucada en su pecho. Él la levanto entre sus brazos como una princesa, besándole la frente, protegiéndola del clima. Suspiro agradecida del buen corazón de Damián, se sentía como una vil mentirosa, uso la última arma: las lágrimas; desgraciadamente solo puede usarse tres veces, más de tres dejan de perder efecto. Escurriendo agua lo llevó a su habitación, donde la dejo ponerse en pie con suavidad, sosteniéndola con cuidado. Una vez
Nuevamente el calor empezó a subir y la sabana que los cobijaban a empezó a estorbar, Camila se frotó contra su erección, cuando lo escucho gemir sonrió contra su boca.Ella se alejó para apreciar la vista, acarició su pecho y bajó hasta su abdomen marcado. —Te ves tan exquisita desnuda... — Sus pechos al aire parecían dos melones maduros y grandes, los amaso con sus manos, firmes y redondos, los pezones se pusieron duros bajo su toque. —Quiero meterlos a mi boca. Ronroneo con una voz seductora y viril. La respiración de Damián estaba agitada, se imaginaba juntado los pechos de Camila y succionar los pezones juntos, sintió que su amigo se ponía más duro haya abajo, levantó las caderas para que ella lo sintiera, quería estar en su interior, hacerla gritar de placer; Camila disfrutaba de la impaciencia del muchacho, sonrió lasciva y agarro las manos de él con las suyas, empezando mover sus senos de arriba hacia abajo, mientras ella movía las caderas contra su pene para conseguir una
El tiempo pasa y las cosas siguen ahí, la casa aunque un poco más vieja luce exactamente igual que hace siete años; la misma pintura, las mismas flores blancas que adornan el portón de la entrada, los mismo dueños.Camila Barragán era una persona particularmente callada y muy habladora cuando estaba inspirada. Ella miraba por la ventanilla del auto el paisaje que nunca cambiaba; los ranchos, las vacas. Las gallinas caminaban en las calles de terracería, la gente chismosa asomándose por las ventanas para ver pasar la ostentosa camioneta tipo lobo de la familia Orteaga; Ella vestía un sexi vestido corto de color vino con estampado de flores, botines color negro de tacón delgado y hermosas joyas de oro que adornaban su cuello y orejas; su largo cabello negro se alborotaba por la brisa caliente que entraba por la ventana, y su muy cuidadoso maquillaje lentamente parecía estarse derritiendo por el calor asfixiante del día.El clima de Tabasco no se parecía en nada al de Cancún y es obvio
Eran las dos de la mañana y la fiesta no parecía tener fin, Camila se había refugiado en la sala de don Damián después de haber soportado tanto escándalo. Se dejó caer en el viejo y muy costoso sillón de la sala, era tan cómodo que podría dormirse fácilmente, si no fuera por la música a todo volumen que hacía vibrar las ventanas y los cuadros en las paredes, o el doloroso dolor de pies por los tacones y el de espalda por estar perfectamente erguida, bien podría cerrar sus ojos y dormir placenteramente.Un largo suspiro lleno de cansancio abandono su cuerpo, a esta hora, estuviera en su cama acostada, con el celular en la mano escribiéndose con su enamorado, Camila tenía pésimo gusto con los hombres o mala suerte, siempre escogía a puros canallas que llenaban de piedras su corazón, en este momento Arturo era el amor de su vida por decirlo de alguna manera, él es casi diez años mayor que ella; Él tiene treinta y cuatro años, es fotógrafo profesional, soltero, sin hijos aparentemente, c
Camila estaba atrapada en el frenesí del deseo, sus manos actuaban por voluntad propia recorriendo la ancha espalda de aquel hombre, su perfume le había lavado el cerebro y ahora sólo podía desear una sola cosa, más, más de él.La boca de Damián besó el cuello de la chica, sus manos masajeaban sus senos, quería más de ella, Camila dejó escapar un largo y placentero grito cuando los dedos de Damián encontraron la entrada a su sexo, aquel sonido desapareció cualquier razonamiento en su cabeza, no podría ser más un caballero con ella, al menos no durante lo que quedaba de oscuridad.— Gracias por el favor— Camila miró a su acompañante salir del auto, espero pacientemente a que le abrieran la puerta, Damián seguía siendo un caballero, desde muy pequeño siempre se portaba así con cualquier mujer, estaba feliz que no hubiera cambiando eso, se mordió el labio y recorrió con la mirada el porte del susodicho, estaba tan bueno, más que el pan recién hecho, o las tortillas de maíz.— Para eso es
La señora Marbella había mandado a construir una pequeña terraza en el jardín cuando Camila tenía quince años, así su preciada hija estudiaría sin que nadie le molestara, un reconfortante escondite al que siempre podía ir cuando necesitaba privacidad. Habían llegado al lugar con la botella de vodka y varias cajas de jugo de arándano, Camila había puesto música para ambientar el oscuro espacio, mientras que Damián se había sentado en el suelo, el joven se sentía mareado después de beber el segundo trago, sus piernas se sentían ligeramente entumecidas y la boca reseca; abrió tanto como pudo los ojos, en la oscuridad, la dureza de Camila desaparecía; la silueta de su cuerpo lo seducía con un suave baile al ritmo de una lenta canción que se reproducía en el celular de la joven. —¿Estás bien?— Le pregunto a la chica, que había dejado de tararear y permanecía inmóvil, Damián encendió la lámpara de su celular, aunque la luz de la luna iluminaba perfectamente no le bastaba para observar el