Esta historia se desarrolla en un universo ficticio, una fantasía contemporánea sin magia, sin dragones, sin androides. Imaginen un lugar donde la estética pulcra y tecnológica de Japón se fusiona con el fuego vibrante y multicultural de Latinoamérica. Un mundo donde la disciplina y el avance tecnológico coexisten con la pasión, la diversidad y el calor humano que solo los hispanos pueden aportar.Aquí, las calles están impecables, los trenes siempre llegan a tiempo y los edificios, aunque no sean rascacielos, tienen un encanto modesto pero ordenado, como si cada ladrillo hubiera sido colocado con cuidado y propósito. Es una ciudad de pequeña a mediana escala, donde no hay lugar para lo marginal; la pobreza existe, pero luce diferente, más discreta, como si estuviera envuelta en un manto de dignidad. Hay talleres familiares, mercados al aire libre y pequeños negocios que dan vida a cada barrio, creando un tejido social donde todos tienen un lugar, ya sea para trabajar, estudiar o sim
Johana se detuvo frente a Mike, su figura esbelta y curvilínea bañada por la luz tenue de la habitación. Con movimientos lentos y deliberados, giró sobre sus tacones, exhibiendo su silueta como si fuera una escultura griega encarnada. Cada gesto suyo estaba calculado: el arqueo de su espalda, la forma en que sus dedos acariciaban su propio brazo, como si explorara su piel por primera vez. Mike, sentado al borde de la cama, la observaba con una mezcla de admiración y deseo, su sonrisa confiada revelando que sabía que esta noche sería inolvidable.La blusa de tirantes escotada que Johana llevaba parecía hecha para resaltar cada curva de su cuerpo. La tela, ajustada pero suave, se movía con ella, acariciando su piel como si fuera una extensión de su sensualidad. La minifalda brillante que llevaba capturaba la luz con cada movimiento, creando destellos que parecían hipnotizar a Mike. Johana sonrió de manera provocativa, sus labios pintados de un rojo intenso que contrastaba con la palidez
El malecón de la ciudad costera brillaba bajo la luz tenue de las farolas, mientras las olas rompían suavemente contra el muro de piedra. Un grupo de hombres, vestidos con trajes que delataban su procedencia foránea, caminaba por el paseo marítimo. Sus risas y conversaciones se mezclaban con el murmullo del mar y el eco lejano de la música que salía de los bares cercanos."Estamos lejos de nuestras esposas, deberíamos buscar algo de diversión," dijo uno de ellos, ajustándose el nudo de la corbata con una sonrisa cómplice."Si quieren, sigan ustedes. Yo ya tengo planes para esta noche," respondió Julian."¿Planes? ¿Vas a pasar la noche hablando por teléfono con tu familia?" preguntó el primero, riendo entre dientes."No, esta vez no," contestó Julian, sacudiendo la cabeza con una sonrisa astuta. "Ya hablé con ellos lo suficiente esta semana. Alguien más me espera aquí.""¿Alguien más? ¿Quién? ¿Melisa? ¿La del año pasado?" preguntaron los otros, sorprendidos y con una mezcla de curiosid
“no piensas venir???"El mensaje apareció en la pantalla de su teléfono, directo y sin rodeos. Vicente se quedó mirando las palabras, sintiendo cómo un suspiro se escapaba de sus labios. Había olvidado que ya había quedado con sus amigos, y aunque lo último que quería era ir, tampoco quería fallarles.Se levantó de la cama con cierta pesadez, su mente todavía divagando entre la idea de quedarse en casa y buscar mas videos, o salir y terminar de una vez con aquello que consideraba una obligación social. Caminó hacia el clóset y eligió lo primero que encontró: unos pantalones caqui algo arrugados y una playera polo morada con rayas horizontales blancas. No era su mejor combinación, pero no planeaba impresionar a nadie. Con el tiempo justo, tomó un desodorante y lo roció generosamente sobre su piel y su ropa. No había tiempo para una ducha; de todos modos, su plan era regresar temprano.Al bajar las escaleras, su madre lo detuvo. Estaba en la cocina, limpiándose las manos en un trapo y m
Las paredes estaban cubiertas por cortinas de terciopelo rojo sangre, un foco estroboscópico giraba desde el techo y una neblina artificial flotaba sobre el suelo como si el cuarto estuviera poseído por el espíritu de una discoteca abandonada. Gloria, ataviada con un corpiño de látex negro que brillaba bajo la luz morada, avanzaba hacia el centro de la habitación. Sus tacones de aguja, de 15 centímetros, crujían sobre tablas mientras una música latía con un beat hipnótico.Julian y Pablo estaban sentados en sendos tronos de oro, sus miradas clavadas en ella como lobos ante un banquete. Julian, con una camisa blanca desabrochada hasta el ombligo y pantalones de cuero ajustados, mordía una rosa artificial. Pablo, por su parte, llevaba un uniforme de béisbol inexplicablemente desgarrado, mostrando un torso grueso y velloso.—¿Alguien quiere una zorra caliente? —preguntó Gloria con una voz que pretendía ser ronca, pero que sonó más a resfriado de invierno.Sin esperar respuesta, comenzó a
El contraste entre la sala y el patio era inmediato. El sonido amortiguado de la música quedaba al fondo, como un eco lejano, y la iluminación era más tenue, con solo un par de lámparas de mesa encendidas.Rick e Iván estaban sentados en un sofá doble, enfrascados en una conversación sobre videojuegos. Las manos de Rick hacían gestos rápidos, como si estuviera explicando una mecánica complicada, mientras Iván asentía con la cabeza, claramente metido en el tema.En un sillón individual, Fumiko estaba reclinada cómodamente, con una pierna cruzada sobre la otra, absorta en la pantalla de su celular. Sus dedos se movían con rapidez sobre el teclado, y la luz azul del dispositivo iluminaba su rostro con un resplandor sutil.Vicente apenas dio un paso dentro cuando los dos chicos levantaron la vista.—¡Vicente! —Iván fue el primero en saludarlo, con un gesto de alivio—. Qué bueno que llegaste.Rick sonrió y le hizo una seña para que se acercara.—Estábamos tratando de cerrar un debate.Vice