Aurora derramaba lágrimas, sentada sobre el cómodo sofá de Massimo. Aquellas palabras que Leandro le había dicho, no la habían lastimado en realidad, sin embargo, que aquel hombre en el que había confiado durante tantos años le dijera tales cosas, la había dejado con una sensación de vacío inmensa…parecía que, en realidad, no lo había conocido en lo absoluto. Escuchando como la puerta del departamento se abría, Aurora se secó las lágrimas.—¿Cómo estás? — preguntó Massimo.Aurora sonrió, aunque el rubio magnate pudo ver como sus ojos estaban rojos por el llanto.—Mentiría si te dijera que estoy bien…el Leandro que yo conocí, y el Leandro que es en verdad, son personas distintas…si me hubieran dicho que el me diría tales cosas, no lo habría creído en lo absoluto hace unos años…y aun ahora me cuesta trabajo creerlo…estos últimos meses han sido maravillosos a tu lado, pero son muchos desafíos. Mis padres, aunque nunca fueron amorosos, ahora simplemente han decidido hacer como si yo no e
Aurora caminaba entre los pasillos de aquella tienda departamental, buscando los ingredientes para preparar una cena deliciosa para Massimo. Estaba feliz, pues había un cien por ciento de probabilidad, de que en esa misma semana pudieran adoptar al encantador Ángelo. Tomando todo lo necesario, lo dejó en el carrito de compras y caminó para pagarlo, entonces, sintió como una mano la sostuvo con fuerza obligándola la desviar la mirada.—Qué casualidad encontrarte aquí, Aurora. Tú y yo tenemos mucho de qué hablar, pequeña perra oportunista. — dijo Brunella mirando con odio a la pelirroja.Aurora se zafó del agarre de aquella cruel mujer, y le dio una mirada de desprecio.—Ya no soy esa niña pequeña a la que disfrutabas de intimidar, Brunella, así que no hablare contigo. — le respondió Aurora ferozmente.Furiosa por aquello, la cruel mujer fingió ser empujada, y luego dio un gritó desgarrador.—¡Ayúdenme, esa mujer me ha empujado! — gritó Brunella, armando un alboroto.En el hospital.Mas
Aquella tarde, Juliana Hancock y Brunella Bensiali, habían decidido seguir a Aurora después de sus clases en la universidad. Brunella había decidido pasar a la acción y apresurar sus planes…era el momento de poner a aquella mujer en su lugar. Siguiéndola hasta el centro comercial, la cruel mujer, sin embargo, no esperaba que la sumisa chiquilla a quien intimidaba cuando era apenas una niña, se rehusara a hablar con ella.—¡Ayúdenme, esta mujer me ha empujado! — gritó Brunella después de haberse dejado caer a propósito ante la mirada incrédula de Aurora.Rápidamente, un par de personas ayudaron a levantarse a la cruel mujer, que le dio una mirada de burla a la pelirroja.—¿Se encuentra bien? — preguntó una mujer evidentemente preocupada.En ese momento, Brunella comenzó a llorar. —Me duele la cadera…me duele mucho…esa mujer de la nada me ha empujado violentamente, yo no le he hecho nada. — dijo la cruel mujer señalando a Aurora entre lágrimas falsas.Una anciana, repentinamente abofete
En los jardines de aquel edificio departamentos, aquella tarde, casi noche, Juliana bebía una copa de vino y disfrutaba de una agradable cena al aire libre con Brunella, después de arreglar algunos asuntos pendientes con alguna importante persona en particular, sin decirle a nadie, mientras esperaba a su chofer.— Entonces, ¿Esa mosquita muerta de Aurora conoce también al abogado del diablo? ¿Quién lo diría?, a estas alturas pensaría que ya deberíamos haber logrado deshacernos de ella, pero ha resultado una misión bastante difícil. — dijo con arrogancia la cruel mujer de cabellos rubios.— Es como una cucaracha, difícil de eliminar. Pero creo que voy a lograrlo, aunque nos será sencillo. — respondió Juliana.— Señora Bensiali, le he traído el postre que pidió, y le agregamos más arándanos como agradecimiento por ayudarnos con los alimentos para el refugio de animales de mi sobrino. — dijo una empleada de aquel lujoso edificio de departamentos, que dejaba algunos pasteles en la mesa de
“Lo siento, Henry, pero sé que mi esposo es un buen hombre…aunque nadie más lo crea, yo lo se…y lo amo.”Henry Russo se estacionaba en su lugar designado en la mansión Bensiali, mientras recordaba las palabras que Aurora le había dicho antes de despedirse en aquella cafetería. Negando en silencio, el llamado abogado del diablo preparó sus documentos, y salió de su lujoso auto para dirigir sus pasos al lugar en donde, finalmente, se daría lectura del testamento del señor Mauro Bensiali, por petición que rayaba en exigencia, de la familia extendida de Massimo.Algo para sus adentros le decía que, en aquella tarde, encontraría la respuesta que había estado buscando sobre aquello sobre el matrimonio de Aurora con el heredero Bensiali, que no le terminaba de cuadrar. Entrando en aquel estudio privado, Henry dio una mirada rápida a todos los asistentes; Massimo ya se encontraba allí, y Enzo Bensiali, quien fue quien lo contrató, también ya estaba en el lugar junto a su madre y los demás par
En el departamento de Massimo y Aurora, aquella noche daba comienzo.—¿Qué tal tu día? — preguntó el rubio magnate al ver a su esposa tomar un par de platos y luego sacar una botella de soda.—Algo cansado, ¿El tuyo qué tal? — dijo y preguntó Aurora al servir un par de porciones de pizza en cada plato.—Bien. — respondió Massimo secamente, al no desear recordar su pesada tarde en la lectura del testamento de su padre. — ¿Y la universidad? ¿Saliste temprano? — volvió a cuestionar el, sin necesitar respuesta para su última pregunta…cada día, desde que había comenzado su vida junto a Aurora, él esperaba por ella después de volver de la empresa que prontamente quedaría completamente bajo su responsabilidad, y si no, los hombres que había destinado a protegerla, se mantenían al pendiente…no había otra manera, pero no podía evitarlo, Aurora lo preocupaba, esos lugares no eran seguros.—Todo bien, creo que comienzo a acostumbrarme a todo. — dijo la pelirroja sin darle importancia.—Y dime, J
Aquella noche pasional, Aurora gimió sobre los labios de Massimo, mientras él la levantaba luego de haberla privado del placentero tormento de sus dedos en su interior. Ella bajó su mirada y apreció la masculinidad de su hombre, perderse entre sus piernas al ser guiado por una de las manos de Massimo… los ojos de ella temblaron ante la impaciencia de experimentar ese placer de sus cuerpos unidos; ese placer que la quemaba en pasión y angustia—Massimo…— musitó la pelirroja.Escuchando su nombre en los labios de su esposa, Massimo gimió roncamente al interrumpir las palabras de la pelirroja y comenzar a penetrarla al dejarla caer sobre su rigidez… la piel de ambos ardió y Aurora compartió su gemido.—Massimo… — lo nombró ella y apretó sus piernas a los costados de las de él y sus brazos en el fuerte cuello del rubio. Gimió en su oído provocando que el rubio reaccionara apretando sus manos en su cadera y obligándola a caer sobre su erección, introduciendo la totalidad de la misma dentro
Aquella mañana en la mansión de los Russo, Leandro miraba a su medio hermano desayunado en la misma mesa que él, mientras hablaba calmadamente con su padre. En aquel momento, sentía no existir para ninguno de ellos, y comenzaba a sentirte cada vez más y más frustrado. Aurora lo había despreciado nuevamente, y él se sentía completamente humillado y rechazado; ver a su padre siendo tan condescendiente, le irritaba de sobre manera, pues no estaba dispuesto tampoco a perder su lugar como el heredero, ahora que había decidido retomar su posición.—Supe que estas representando a Enzo Bensiali y su familia extendida, ¿Tiene algo que ver con el testamento que Mauro dejó? — cuestionó Alessandro Russo.Henry se limpió educadamente el rostro con su servilleta.—Sabes que no puedo dar detalles de mis casos, padre, pero puedo decirte que nada es lo que parece… — respondió el abogado dando una mirada de soslayo a su medio hermano mayor.Leandro resoplo molesto al escuchar la respuesta de Henry.—Es