La noche había caído sobre Palermo. Aurora se acomodaba aquel hermoso vestido de corte sencillo en cuello de Peter Pan de color azul marino, que era perfecto para una reunión informal sin perder la clase. Su largo cabello rojo, lo había peinado en una cola alta con algunas perlas para decorar, el maquillaje se lo había hecho ligero, y su bolso blanco de diseñador la hacían lucir simplemente perfecta.—¿Estás lista? — cuestionó Massimo quien se quedó sin palabras inmediatamente después de verla. La elección de su esposa para era noche, era perfecta.—Si, ya estoy lista, ¿Crees que esto luce bien? — cuestionó la hermosa pelirroja.Massimo asintió, y acercándose a ella, la tomó por la cintura.—Te ves hermosa, mi Aurora…aunque ya muero de ganas por volver y arrancarte ese vestido para tenerte en tu traje de Eva… — dijo el rubio magnate seductoramente sobre los labios de su mujer.Aurora sintió sus mejillas arder.—A veces eres tan atrevido… — respondió Aurora dejando un beso fugaz en los
—Por favor señor Calloway, no se rinda. — decía Aurora mientras realizaba maniobras de primeros auxilios al importante hombre que yacía inconsciente en el suelo.Martin Calloway y Massimo Bensiali, habían llamado ya a los servicios de emergencia, mientras ambos miraban como la pelirroja intentaba reanimar a Albern. El heredero Calloway avanzó para intentar detener a Aurora al ver que presionaba el pecho de su padre una y otra vez, sin embargo, Massimo lo detuvo.—Confía en mi esposa, ella es una destacada estudiante de medicina, y está cerca de graduarse, sabe lo que hace. — aseguró Massimo dando una mirada seria a los ojos verdes de aquel joven.Martin apretó los dientes, sintiéndose sumamente nervioso, y mirando a Aurora Bensiali, entendía la razón por la cual su padre se había desvanecido repentinamente…aquella mujer, era idéntica en apariencia a la fallecida primera esposa de su padre. ¿Qué significaba eso? Se cuestionó.Repentinamente, Albern Calloway exhalaba profundamente, y ab
Aquella mañana, Massimo salió temprano de su departamento, para dar una visita al señor Calloway, quien, según lo que su propio hijo le había avisado, se encontraba ya fuera de peligro, y pedía hablar a solas con él. Aquello, por supuesto era extraño, sin embargo, él también quería saber que era lo que los Calloway tenían entre manos, y que tanto era lo que Aurora tenía que ver con ello. Dejando a su hermosa esposa durmiendo, salió rápido y sin hacer más ruido del necesario, esperando poder aclarar sus dudas.Llegando al estacionamiento, el rubio magnate no reparó en el auto de lujo que iba entrando al estacionamiento, y no se percató que Leandro Russo, era quien lo estaba conduciendo. Leandro observó como el heredero Bensiali salía del edificio…esa era su oportunidad para hablar con Aurora.Mirando la salida de emergencia, sonrió al saber exactamente como llegar al departamento que la hermosa pelirroja compartía con su esposo…había pasado un par de días estudiando el lugar para hacer
Aurora derramaba lágrimas, sentada sobre el cómodo sofá de Massimo. Aquellas palabras que Leandro le había dicho, no la habían lastimado en realidad, sin embargo, que aquel hombre en el que había confiado durante tantos años le dijera tales cosas, la había dejado con una sensación de vacío inmensa…parecía que, en realidad, no lo había conocido en lo absoluto. Escuchando como la puerta del departamento se abría, Aurora se secó las lágrimas.—¿Cómo estás? — preguntó Massimo.Aurora sonrió, aunque el rubio magnate pudo ver como sus ojos estaban rojos por el llanto.—Mentiría si te dijera que estoy bien…el Leandro que yo conocí, y el Leandro que es en verdad, son personas distintas…si me hubieran dicho que el me diría tales cosas, no lo habría creído en lo absoluto hace unos años…y aun ahora me cuesta trabajo creerlo…estos últimos meses han sido maravillosos a tu lado, pero son muchos desafíos. Mis padres, aunque nunca fueron amorosos, ahora simplemente han decidido hacer como si yo no e
Aurora caminaba entre los pasillos de aquella tienda departamental, buscando los ingredientes para preparar una cena deliciosa para Massimo. Estaba feliz, pues había un cien por ciento de probabilidad, de que en esa misma semana pudieran adoptar al encantador Ángelo. Tomando todo lo necesario, lo dejó en el carrito de compras y caminó para pagarlo, entonces, sintió como una mano la sostuvo con fuerza obligándola la desviar la mirada.—Qué casualidad encontrarte aquí, Aurora. Tú y yo tenemos mucho de qué hablar, pequeña perra oportunista. — dijo Brunella mirando con odio a la pelirroja.Aurora se zafó del agarre de aquella cruel mujer, y le dio una mirada de desprecio.—Ya no soy esa niña pequeña a la que disfrutabas de intimidar, Brunella, así que no hablare contigo. — le respondió Aurora ferozmente.Furiosa por aquello, la cruel mujer fingió ser empujada, y luego dio un gritó desgarrador.—¡Ayúdenme, esa mujer me ha empujado! — gritó Brunella, armando un alboroto.En el hospital.Mas
Aquella tarde, Juliana Hancock y Brunella Bensiali, habían decidido seguir a Aurora después de sus clases en la universidad. Brunella había decidido pasar a la acción y apresurar sus planes…era el momento de poner a aquella mujer en su lugar. Siguiéndola hasta el centro comercial, la cruel mujer, sin embargo, no esperaba que la sumisa chiquilla a quien intimidaba cuando era apenas una niña, se rehusara a hablar con ella.—¡Ayúdenme, esta mujer me ha empujado! — gritó Brunella después de haberse dejado caer a propósito ante la mirada incrédula de Aurora.Rápidamente, un par de personas ayudaron a levantarse a la cruel mujer, que le dio una mirada de burla a la pelirroja.—¿Se encuentra bien? — preguntó una mujer evidentemente preocupada.En ese momento, Brunella comenzó a llorar. —Me duele la cadera…me duele mucho…esa mujer de la nada me ha empujado violentamente, yo no le he hecho nada. — dijo la cruel mujer señalando a Aurora entre lágrimas falsas.Una anciana, repentinamente abofete
En los jardines de aquel edificio departamentos, aquella tarde, casi noche, Juliana bebía una copa de vino y disfrutaba de una agradable cena al aire libre con Brunella, después de arreglar algunos asuntos pendientes con alguna importante persona en particular, sin decirle a nadie, mientras esperaba a su chofer.— Entonces, ¿Esa mosquita muerta de Aurora conoce también al abogado del diablo? ¿Quién lo diría?, a estas alturas pensaría que ya deberíamos haber logrado deshacernos de ella, pero ha resultado una misión bastante difícil. — dijo con arrogancia la cruel mujer de cabellos rubios.— Es como una cucaracha, difícil de eliminar. Pero creo que voy a lograrlo, aunque nos será sencillo. — respondió Juliana.— Señora Bensiali, le he traído el postre que pidió, y le agregamos más arándanos como agradecimiento por ayudarnos con los alimentos para el refugio de animales de mi sobrino. — dijo una empleada de aquel lujoso edificio de departamentos, que dejaba algunos pasteles en la mesa de
“Lo siento, Henry, pero sé que mi esposo es un buen hombre…aunque nadie más lo crea, yo lo se…y lo amo.”Henry Russo se estacionaba en su lugar designado en la mansión Bensiali, mientras recordaba las palabras que Aurora le había dicho antes de despedirse en aquella cafetería. Negando en silencio, el llamado abogado del diablo preparó sus documentos, y salió de su lujoso auto para dirigir sus pasos al lugar en donde, finalmente, se daría lectura del testamento del señor Mauro Bensiali, por petición que rayaba en exigencia, de la familia extendida de Massimo.Algo para sus adentros le decía que, en aquella tarde, encontraría la respuesta que había estado buscando sobre aquello sobre el matrimonio de Aurora con el heredero Bensiali, que no le terminaba de cuadrar. Entrando en aquel estudio privado, Henry dio una mirada rápida a todos los asistentes; Massimo ya se encontraba allí, y Enzo Bensiali, quien fue quien lo contrató, también ya estaba en el lugar junto a su madre y los demás par