—Señor, no puede seguir retrasando lo inevitable, la familia extendida se está poniendo cada vez más impaciente, y exigen que el testamento de su padre sea leído ante todos de inmediato, no sé por cuánto tiempo más podré seguirlo evitando, pero le aseguro que no será mucho. — decía Giuseppe al teléfono, mientras miraba desde la ventana de su estudio en la mansión Bensiali, como nuevamente Enzo llegaba para volver a insistir al respecto, esta vez, acompañado de un hombre vestido con un elegante traje al que reconoció como Henry Russo. — Su primo Enzo esta nuevamente aquí, y esta vez viene acompañado de un abogado…el hijo de Alessandro Russo.Desde el otro lado de la línea, Massimo frunció el entrecejo, sabía muy bien que el hijo bastardo de Alessandro Russo, no era alguien para tomar a la ligera, pues de hecho ya había logrado ocasionarle algunos problemas. A Henry Russo, lo llamaban el abogado del diablo. Apretando el celular en sus manos, vio que Aurora dormía plácidamente aun, apena
Aquel día era domingo, y apenas amanecía. La lluvia había, por fin, cesado, y acurrucado en la cama con su esposa, vio como el viento cimbraba los ventanales. El viento afuera soplaba frío, tal y como debía ser en noviembre, y con un deje de nostalgias cargadas de recuerdos. El aroma de aquel perfume natural que emanaba de Aurora, embriagaba sus sentidos, y aquella mujer en sus brazos era todo lo único que realmente le importaba en el mundo. Apretándola contra sí mismo, nuevamente aquellos temores que le decían que podía perderla, golpeaban con fuerza en sus pensamientos, sin embargo, haciéndolos hacia un lado, Massimo se sintió por primera vez plenamente dichoso, y deseo más que nunca proteger a la única mujer que había amado siempre.Acariciando su sedosa cabellera de fuego, Massimo se sintió aliviado de saberla en paz. ¿Cómo había llegado a esto? Era sencillo, bastó con verla una sola vez acariciando su pequeño vientre mientras hablaba con su hijo por nacer, y supo que ella, a pesa
En su departamento privado en un edificio de super lujo, Leandro compartía el lecho con su joven sirvienta, y la miraba dormir plácidamente. Después de ver a la heredera de los Hancock y pasar la noche con ella, le había dicho a Juliana que saldría a un viaje de negocios en nombre de su padre, pues no quería ni tenía ganas lidiar con la caprichosa mujer. La sirvienta a su lado dormía después de su sesión de sexo, y saliendo de la cama, el pelinegro heredero caminó hacia la sala al tiempo que leía los mensajes de su celular.“Ven a verme a mi departamento a eso de las cuatro de la tarde, tengo algunas preguntas que hacerte, y es importante.” decían los mensajes de Henry, su medio hermano menor.Frunciendo el entrecejo, Leandro se negó a ir a ver a su medio hermano, que recién había regresado a la ciudad; su presencia le molestaba, y después de saber todo lo que el bastardo hijo de su padre había logrado por sí mismo, lo toleraba menos aún.Sacando una botella de agua de su refrigerador
El olor de la comida en la cafetería de la universidad, le revolvía el estómago a Aurora, y disimuladamente, la joven pelirroja salía de aquel lugar con el estómago revuelto, para tomar un poco de aire fresco. Tan solo ella y Massimo sabían sobre su embarazo, y por mutuo acuerdo, habían decidido no decirle a nadie más al respecto de ello, pues con las cosas tan agitadas como estaban con sus oponentes, era mejor mantener aquello en completo silencio…al menos hasta que el primer trimestre pasara sin ninguna complicación, de lo contrario, podría ser peligroso.El cielo estaba completamente gris, y nuevamente caía una lluvia ligera sobre la ciudad. Posando sus ojos verdes en las nubes, Aurora suspiró…aún se sentía asustada sobre ser madre, pues ciertamente no tenía ninguna buena referencia de lo que debía de ser una. Mirando el registro de llamadas en su celular, vio que tenía registradas al menos doscientas llamadas hechas a su madre, y Georgia, por supuesto, no había respondido ni una s
La noche había caído sobre Palermo. Aurora se acomodaba aquel hermoso vestido de corte sencillo en cuello de Peter Pan de color azul marino, que era perfecto para una reunión informal sin perder la clase. Su largo cabello rojo, lo había peinado en una cola alta con algunas perlas para decorar, el maquillaje se lo había hecho ligero, y su bolso blanco de diseñador la hacían lucir simplemente perfecta.—¿Estás lista? — cuestionó Massimo quien se quedó sin palabras inmediatamente después de verla. La elección de su esposa para era noche, era perfecta.—Si, ya estoy lista, ¿Crees que esto luce bien? — cuestionó la hermosa pelirroja.Massimo asintió, y acercándose a ella, la tomó por la cintura.—Te ves hermosa, mi Aurora…aunque ya muero de ganas por volver y arrancarte ese vestido para tenerte en tu traje de Eva… — dijo el rubio magnate seductoramente sobre los labios de su mujer.Aurora sintió sus mejillas arder.—A veces eres tan atrevido… — respondió Aurora dejando un beso fugaz en los
—Por favor señor Calloway, no se rinda. — decía Aurora mientras realizaba maniobras de primeros auxilios al importante hombre que yacía inconsciente en el suelo.Martin Calloway y Massimo Bensiali, habían llamado ya a los servicios de emergencia, mientras ambos miraban como la pelirroja intentaba reanimar a Albern. El heredero Calloway avanzó para intentar detener a Aurora al ver que presionaba el pecho de su padre una y otra vez, sin embargo, Massimo lo detuvo.—Confía en mi esposa, ella es una destacada estudiante de medicina, y está cerca de graduarse, sabe lo que hace. — aseguró Massimo dando una mirada seria a los ojos verdes de aquel joven.Martin apretó los dientes, sintiéndose sumamente nervioso, y mirando a Aurora Bensiali, entendía la razón por la cual su padre se había desvanecido repentinamente…aquella mujer, era idéntica en apariencia a la fallecida primera esposa de su padre. ¿Qué significaba eso? Se cuestionó.Repentinamente, Albern Calloway exhalaba profundamente, y ab
Aquella mañana, Massimo salió temprano de su departamento, para dar una visita al señor Calloway, quien, según lo que su propio hijo le había avisado, se encontraba ya fuera de peligro, y pedía hablar a solas con él. Aquello, por supuesto era extraño, sin embargo, él también quería saber que era lo que los Calloway tenían entre manos, y que tanto era lo que Aurora tenía que ver con ello. Dejando a su hermosa esposa durmiendo, salió rápido y sin hacer más ruido del necesario, esperando poder aclarar sus dudas.Llegando al estacionamiento, el rubio magnate no reparó en el auto de lujo que iba entrando al estacionamiento, y no se percató que Leandro Russo, era quien lo estaba conduciendo. Leandro observó como el heredero Bensiali salía del edificio…esa era su oportunidad para hablar con Aurora.Mirando la salida de emergencia, sonrió al saber exactamente como llegar al departamento que la hermosa pelirroja compartía con su esposo…había pasado un par de días estudiando el lugar para hacer
Aurora derramaba lágrimas, sentada sobre el cómodo sofá de Massimo. Aquellas palabras que Leandro le había dicho, no la habían lastimado en realidad, sin embargo, que aquel hombre en el que había confiado durante tantos años le dijera tales cosas, la había dejado con una sensación de vacío inmensa…parecía que, en realidad, no lo había conocido en lo absoluto. Escuchando como la puerta del departamento se abría, Aurora se secó las lágrimas.—¿Cómo estás? — preguntó Massimo.Aurora sonrió, aunque el rubio magnate pudo ver como sus ojos estaban rojos por el llanto.—Mentiría si te dijera que estoy bien…el Leandro que yo conocí, y el Leandro que es en verdad, son personas distintas…si me hubieran dicho que el me diría tales cosas, no lo habría creído en lo absoluto hace unos años…y aun ahora me cuesta trabajo creerlo…estos últimos meses han sido maravillosos a tu lado, pero son muchos desafíos. Mis padres, aunque nunca fueron amorosos, ahora simplemente han decidido hacer como si yo no e