En aquella planicie, las pasiones desbordaban. El rubio magnate se coló entre las hermosas y cremosas piernas de su esposa, y volvió a su boca; buscó desnudarla, pero le era imposible con ese maldito vestido al que rápidamente odio, mordió su labio al terminar insatisfecho ese beso.—Ven…— Massimo le pidió a ella, y la tomó de la mano para incorporarla mientras él se sentaba.—Massimo… ¿de verdad…? — Aurora logró hablar y su voz sonó entrecortada.Su cabello tan rojo como el fuego, se había revuelto y sus blancas mejillas se encontraban encendidas. El apuesto magnate tan solo la tomó de la cintura, y la obligó a montarse sobre él. Su estado físico también estaba alterado, su atormentada virilidad, se presionó contra la expuesta intimidad de Aurora al sentirla sobre él y con ello, la respiración del rubio se hizo profunda y pausada, y buscó moverse suavemente bajo ella, anhelando ya el placer que ese curvilíneo cuerpo podía proporcionarle.—Aurora…— él gimió roncamente cuando ella se m
Aquella noche, el reloj no reflejaba las horas, y tan solo el viento entre las hojas de los altos árboles, se escuchaba fuera de las ventanas de aquel lujoso auto. Afuera y frente a ellos, se extendía la planicie casi infinita de las ciudades pequeñas que, una a una, construían un camino luminoso hasta llegar al gran orbe de la ciudad de Palermo mucho más lejos, la obscuridad que los rodeaba, solo era desvanecida suavemente por la enorme luna que se alzaba sobre ellos, y varias luciérnagas presentes solo en lugares como esos. El silencio casi total solo era quebrado por el sonido de las voces y gemidos de ese par de amantes dentro de ese costoso auto.Aurora movió su cadera alargando el suave y tortuoso ritmo que Massimo había impuesto, sorprendiéndose a ambos con ello.—Así, Aurora…así…— Massimo jadeó al continuar probando de los perfectos senos de su amada esposa, pero con sus manos apretadas en sus caderas, indicándole un delicioso ritmo para ambos… por el momento.Cuando Aurora ap
— ¿Has averiguado algo sobre de ellos? — cuestionaba Brunella a su femenina asistente. — No señora, nada en realidad salvó lo que ya sabemos, es algo extraño considerando que ambos Bianco tan solo son un par de sirvientes, pero nadie en realidad parece saber nada sobre ellos, antes de que llegaran a trabajar a la mansión Bensiali. — respondió la joven acomodando sus gafas. Brunella Bensiali frunció el entrecejo, resultaba en realidad bastante curioso que nadie supiese nada al respecto del pasado de los Bianco; era casi como si no hubiese nada en su vida que no fuese la mansión de su fallecido esposo. Algo de aquello, se sentía extraño, quizás, demasiado. — Llama al detective Ramírez, de la DEA, si alguien puede escombrar en el pasado de alguien, definitivamente es el. — ordenó la mujer. Viendo salir a su joven asistente, la cruel mujer observó con detalle aquellas fotografías de los padres de Aurora Bianco, disfrutando por todo lo alto de sus vidas como si hubiesen nacido en c
Aquella tarde lluviosa se sentía, quizás, demasiado oscura. Aurora escuchaba la clase del profesor Hancock mientras observaba aquellas brillantes gotas de lluvia, deslizarse sobre los cristales de las ventanas de aquella aula. Lo que había hecho con Massimo en aquel páramo desolado, había sido bastante atrevido, y los recuerdos de ese ardiente encuentro, llegaban a ella una y otra vez haciendo que sus mejillas se sonrojaran.—Los embarazos en menores de edad, conllevan una serie de riesgos cuya importancia puede ser desde leve hasta de suma gravedad. Las madres adolescentes tienen un mayor riesgo de sufrir eclampsia, endometritis puerperal, infecciones sistémicas, anemia, enfermedad gestacional hipertensiva, traumatismo y sangramientos durante el parto que una mujer en una óptima edad adulta, en cuanto a los bebés de madres adolescentes, tienen un mayor riesgo de padecer bajo peso al nacer, nacimiento prematuro, afección neonatal grave, infecciones bacterianas, sífilis congénita, pala
En su lujoso auto de camino a casa, Massimo se detuvo en una tienda de dulces. Había recordado que los caramelos suaves de fresa y los dulces de leche, eran los preferidos de su amada Aurora cuando aún era una niña. Tomando un par de bolsas de cada uno, el apuesto magnate los pagó en la caja; se los entregaría a Aurora después de la fiesta de Halloween.Las calles comenzaban a llenarse, y en los barrios normales que tenía que atravesar para llegar a su lujoso departamento, Massimo observó con ternura a los niños pequeños luciendo coloridos y originales disfraces, siendo llevados de la mano por sus padres en su divertida travesía para conseguir dulces.Muy pronto, esperaba, Aurora le daría la feliz noticia de que serían padres…y el problema con su herencia también quedaría resuelto.Mirando a los pequeños, repentinamente Massimo comenzó a imaginarlo, una hija o un hijo nacido de Aurora. ¿Cómo sería una criatura nacida de su amor, con la belleza de su esposa y su prominente apellido? Es
La pista de baile se había llenado repentinamente de un mar de estudiantes que bailando se divertían. Aurora, en los brazos de Massimo, bailaba animadamente esperando pronto encontrarse con su querida profesora Kristen, la única razón por la que estaba allí. Halloween era una de sus festividades extranjeras predilectas. Massimo observaba el iluminado rostro de su esposa, que parecía estar disfrutando mucho de aquel momento, y animándose también, el rubio magnate también comenzaba a disfrutar de aquello.Ser un hombre poderoso y acaudalado, no era tan divertido como cualquiera que viese desde afuera pudiese creer; en realidad pocas eran las veces que podía divertirse tan solo por el placer de hacerlo, todo el tiempo, sus deberes para mantenerse en aquella posición con la que había nacido, lo absorbían casi por completo…sin Aurora, no habría soportado tal presión, meditó.Tomando por la cintura a su princesa, el magnate ataviado de príncipe, sonrió enormemente y bailo como no lo había n
Aurora se sintió terriblemente mareada, mientras miraba su hermoso disfraz de princesa arruinado, y sentía su largo cabello pegajoso. Dando una mirada hacia el frente, pudo ver como todos los estudiantes la señalaban y se burlaban cruelmente de ella.—¡Te mereces eso por ser una completa zorra! — gritó una estudiante que le lanzó con toda la intención de lastimarla, una botella con agua a la cara que golpeo el rostro de la hermosa pelirroja con crueldad.—¡Muérete maldita cerda! — gritó otra estudiante que arrojó aquel papel arrugado que había caído desde el techo.Aurora sentía que todo le daba vueltas sobre aquel escenario, mientras se esforzaba por no estallar en llanto, y sentía como todos los estudiantes la señalaban y le arrojaban cosas al mismo tiempo en que se burlaban de ella.¿Por qué?Se pregunto. ¿Por qué la trataban de aquella manera tan cruel si ella jamás les había hecho nada?, su único delito, había sido convertirse en la esposa de un millonario…y nada más.—¡Eres una
Aquella mañana el canto de las aves los despertaba. Aurora abría los ojos, sintiendo el reconfortante calor de Massimo abrigándola después de tan terrible suceso que había casi logrado arruinar tan hermosa velada que habían estado pasando en el baile de Halloween. La pelirroja sonrió al mirar a su esposo durmiendo plácidamente, y la neblina que nacía del lago frente a ellos, daba un espectáculo de sombría belleza extraordinaria. Se habían bañado juntos sin hacer nada más que ayudarse mutuamente a sacar los restos de aquella pintura que con tan mala intención habían arrojado sobre ella, y luego habían regresado a aquellos cómodos sofás exteriores a sentarse e intentar olvidarlo todo.Se habían quedado dormidos mientras comían dulces, charlaban, y admiraban la belleza nocturna que el lago tenía para ofrecerles como un consuelo para aquella noche que habían disfrutado y sufrido…y Aurora se sentía realmente en paz…Massimo, contra todo lo que aquella situación podría haber sido, decidió pr