Aquella mañana, Aurora y Massimo recién despertaban bastante animados, y disfrutaban el uno del otro después de aquella nueva e inesperada propuesta de matrimonio, que el rubio magnate le había hecho a su esposa. Luego de haber salido del acuario, Massimo llevó a un yate a la hermosa pelirroja, y este les dio un recorrido por las islas cercanas que se extendió hasta la madrugada, todavía desayunado en ese lugar antes de tirarse a hacer el amor en su cama una y otra vez sin cansarse del otro. Aurora se había negado rotundamente a pensar en “su verdadero origen”, y había decidido guardar los problemas en una maleta y simplemente dedicarse a disfrutar el resto del viaje junto a su amado.—Buenos días, mi reina. — dijo Massimo dejando un beso sobre los labios de su esposa.Aurora sonrió. —Buenos días, cariño, en verdad me siento agotada, creo que dormimos muy poco anoche, ¿No lo crees? — respondió la pelirroja y luego bostezó.Massimo sonrió de medio lado. — Si descansar no fuera necesari
En Hawái, la noche había llegado después de un largo día de compras y preparativos para la ceremonia que habría dentro de dos días más, Aurora, sin poder evitarlo, se sentía completamente nerviosa, pues aun y cuando no era su primera boda, sí que era la primera que realmente había deseado...nadie la estaba obligando a casarse. —¿Preocupada o arrepentida? — preguntó Massimo al sentarse al lado de su esposa, y besarle un hombro desnudo.—Nada de eso, sólo un poco nerviosa. — admitió ella al voltear a verlo y besarle sus labios.—¿Dónde quieres que cenemos? — volvió a preguntarle el rubio sobre sus labios. — Mañana será un día de preparaciones pues pasado mañana será el gran día. — agregó Massimo dándole un suave golpe a Aurora, con su dedo en la punta de la nariz.—Lo sé. — dijo ella sintiendo su estómago revolverse nervioso y ansioso. —¿Tú dónde quieres cenar? — devolvió a cambio, y sintiendo un escalofrió recorrerla, vio que estaban a 25 de noviembre, en tan solo un mes seria su fies
Dos días ya habían transcurrido desde aquella hermosa y romántica velada a la luz de las velas en la playa, aquel día, era doblemente especial, pues la pelirroja y el rubio magnate se casaban por segunda vez en un país extranjero, y también, era el cumpleaños de Massimo. Aurora jadeó sorprendida al verse al espejo enorme de su habitación; usaba un vestido blanco largo y de diversas capas delgadas, totalmente fresco, suave tela se abrazaba a sus senos y se estiraba hasta su cuello, donde desaparecía, dejándola lucir como una juvenil princesa de cuentos de hadas.El cabello de fuego de la bella pelirroja, fue recogido en un sencillo peinado y algunos mechones caían sutilmente bajo el tocado de pequeñas flores, no hubo velo, ni un enorme ramo como el que había utilizado en su primera boda, pero estaba feliz…nerviosa y feliz, aquello era su propio cuento de princesa y príncipe, un sueño color de rosa…aunque añoraba a todos aquellos a los que amaba con el alma.—Ojalá estuvieran las herman
Las horas del par de días que le siguieron, Aurora descubriría que se podía unir de una forma más fuerte y menos carnal, de lo que jamás pensó, a ese hombre de antes fría mirada en color zafiro, y eso la fascinaba. El móvil del rubio se mantendría apagado lo que restara del viaje, ninguno estaba interesado en nada que no fuera el otro y hacerlo feliz, complaciéndose mutuamente; Aurora no recordaba cuándo había sido la última vez que había reído tanto hasta que las costillas dolieran, o cuándo había visto a Massimo esbozar sonrisas más largas que las torcidas que siempre solía dedicar al resto del mundo.Massimo estaba consciente que era egoísta, y mucho, pero no importaba… ¿Qué si era cobarde?, se decía a sí mismo, nada realmente importaba y nadie realmente importaba salvo ellos dos, porque la quería de él y para él, y por eso la había asegurado a su lado, tampoco importaba lo muy deshonesto que aquello fuera…si al final de su vida, ella estaba a su lado, entonces todo habría valido l
Varias horas habían transcurrido desde que aquel vuelo había comenzado, y Aurora se sentía cada vez más ansiosa.—En menos casi dos horas estaremos aterrizando en Palermo. — informó el rubio cuando Aurora suspiró luego de casi un minuto en silencio.—Será difícil volver a la rutina luego de holgazanear y disfrutar tanto. — la pelirroja se quejó con cierta gracia, mientras recargada en su pecho, jugaba a dibujar círculos con su dedo en el marcado abdomen masculino.El rubio asintió en silencio. — Pasaremos lo que quede de la noche en el departamento, y luego iremos a la mansión, allí estaremos mientras buscamos la casa de la que hablamos. — dijo Massimo teniendo en cuenta que llegarían entrada la madrugada. — Pasado mañana nos reincorporaremos a la rutina, ¿está bien? — le cuestiono.Aurora asintió. —Muero de sueño… y por ver a Cheshire. — dijo con voz cansada antes de bostezar.Él sonrió de medio lado y no dijo nada más, pero dejó de acariciar el firme trasero de su esposa para llevar
La mañana daba comienzo y ya con la claridad del día entrando por la ventana en la parte superior de esa habitación, los ojos azules de Massimo comenzaron a abrirse. La manta que cubría su cuerpo desnudo, se arrugó entre sus piernas al sentarse, y volteó de medio lado a ver a Aurora notando que ella se abrazaba a una almohada, completamente dormida y con el cabello ahora suelto y revuelto.El rubio magnate se frotó las sienes y se obligó a ponerse en pie, era el comienzo del mes de diciembre, y tenía varias cosas que resolver antes de que terminara ese año, medito. Optó por subir a ducharse al baño de arriba para dejar dormir a Aurora que seguía luciendo agotada, el viaje había sido muy largo, pero no habían dormido el tiempo suficiente desde que se fueron de viaje.Un poco más de media hora más tarde, Massimo, de pie frente al enorme espejo del closet, se ajustaba la corbata de un tono más oscuro al azul de su camisa, que acompañaban al traje negro que en esa ocasión portaba. Los ojo
Momentos atrás en B&H:—¿Qué demonios es esto? — Massimo había preguntado al entrar a la oficina presidencial del corporativo que pertenecía a los Bensiali, luego de varias carpetas afiladas sobre el escritorio, justo a un costado de su computadora.—Me avisaron que llegaste. —Andreu había entrado hasta pararse frente a él.El rubio alzó ambas cejas, al parecer luego de esos días sin verse, la cortesía no era algo que a su Director Ejecutivo le interesase exhibir, evitó preguntar por los asuntos pendientes en esas carpetas, mientras con un sencillo interés las hojeaba.—¿Qué está ocurriendo? — preguntó alzando sus ojos azules de zafiro al hombre de elegantes gafas.Andreu esbozó una especie de sonrisa fríamente irónica.—He de suponer que no ha navegado por internet, abierto su correo o siquiera tomado un periódico. — dedujo el asistente al avanzar un par de pasos con sus manos en los bolsillos del elegante traje de vestir que usaba, y dirigirse al enorme ventanal de esa oficina.Mass
—M-Mi mamá…— dijo ella apretando el traje del rubio y sus piernas, temblorosas, flaquearon. —mi mamá se…murió… — añadió cuando no pudo mantenerse en pie. Su llanto se hizo más audible y sus lágrimas le quemaron ojos y mejillas al resbalar. — No… — negó sin poderlo creer lo que le habían dicho. — No puede ser… — Massimo cayó al suelo con ella, cuidando que no se golpease y sus ojos azules mostraron todavía mayor consternación.La destrozada pelirroja siguió llorando e intentando levantarse para ir con ella, el desgarrador e infructuoso intento de Aurora hicieron a Virma derramar el llanto; ella ni siquiera podía imaginar lo que su mejor amiga estaba sintiendo, aun y cuando aquella mujer muerta no era su madre, toda su vida Aurora la había visto de tal manera…y a pesar de todo, aquello debía ser terrible para ella.La sonrisa que se apagó en el rostro de Aurora, la incredulidad que mostró al escuchar por primera vez del fallecimiento de su madre, su rostro ladeándose y meneándose suplic