Dos días ya habían transcurrido desde aquella hermosa y romántica velada a la luz de las velas en la playa, aquel día, era doblemente especial, pues la pelirroja y el rubio magnate se casaban por segunda vez en un país extranjero, y también, era el cumpleaños de Massimo. Aurora jadeó sorprendida al verse al espejo enorme de su habitación; usaba un vestido blanco largo y de diversas capas delgadas, totalmente fresco, suave tela se abrazaba a sus senos y se estiraba hasta su cuello, donde desaparecía, dejándola lucir como una juvenil princesa de cuentos de hadas.El cabello de fuego de la bella pelirroja, fue recogido en un sencillo peinado y algunos mechones caían sutilmente bajo el tocado de pequeñas flores, no hubo velo, ni un enorme ramo como el que había utilizado en su primera boda, pero estaba feliz…nerviosa y feliz, aquello era su propio cuento de princesa y príncipe, un sueño color de rosa…aunque añoraba a todos aquellos a los que amaba con el alma.—Ojalá estuvieran las herman
Las horas del par de días que le siguieron, Aurora descubriría que se podía unir de una forma más fuerte y menos carnal, de lo que jamás pensó, a ese hombre de antes fría mirada en color zafiro, y eso la fascinaba. El móvil del rubio se mantendría apagado lo que restara del viaje, ninguno estaba interesado en nada que no fuera el otro y hacerlo feliz, complaciéndose mutuamente; Aurora no recordaba cuándo había sido la última vez que había reído tanto hasta que las costillas dolieran, o cuándo había visto a Massimo esbozar sonrisas más largas que las torcidas que siempre solía dedicar al resto del mundo.Massimo estaba consciente que era egoísta, y mucho, pero no importaba… ¿Qué si era cobarde?, se decía a sí mismo, nada realmente importaba y nadie realmente importaba salvo ellos dos, porque la quería de él y para él, y por eso la había asegurado a su lado, tampoco importaba lo muy deshonesto que aquello fuera…si al final de su vida, ella estaba a su lado, entonces todo habría valido l
Varias horas habían transcurrido desde que aquel vuelo había comenzado, y Aurora se sentía cada vez más ansiosa.—En menos casi dos horas estaremos aterrizando en Palermo. — informó el rubio cuando Aurora suspiró luego de casi un minuto en silencio.—Será difícil volver a la rutina luego de holgazanear y disfrutar tanto. — la pelirroja se quejó con cierta gracia, mientras recargada en su pecho, jugaba a dibujar círculos con su dedo en el marcado abdomen masculino.El rubio asintió en silencio. — Pasaremos lo que quede de la noche en el departamento, y luego iremos a la mansión, allí estaremos mientras buscamos la casa de la que hablamos. — dijo Massimo teniendo en cuenta que llegarían entrada la madrugada. — Pasado mañana nos reincorporaremos a la rutina, ¿está bien? — le cuestiono.Aurora asintió. —Muero de sueño… y por ver a Cheshire. — dijo con voz cansada antes de bostezar.Él sonrió de medio lado y no dijo nada más, pero dejó de acariciar el firme trasero de su esposa para llevar
La mañana daba comienzo y ya con la claridad del día entrando por la ventana en la parte superior de esa habitación, los ojos azules de Massimo comenzaron a abrirse. La manta que cubría su cuerpo desnudo, se arrugó entre sus piernas al sentarse, y volteó de medio lado a ver a Aurora notando que ella se abrazaba a una almohada, completamente dormida y con el cabello ahora suelto y revuelto.El rubio magnate se frotó las sienes y se obligó a ponerse en pie, era el comienzo del mes de diciembre, y tenía varias cosas que resolver antes de que terminara ese año, medito. Optó por subir a ducharse al baño de arriba para dejar dormir a Aurora que seguía luciendo agotada, el viaje había sido muy largo, pero no habían dormido el tiempo suficiente desde que se fueron de viaje.Un poco más de media hora más tarde, Massimo, de pie frente al enorme espejo del closet, se ajustaba la corbata de un tono más oscuro al azul de su camisa, que acompañaban al traje negro que en esa ocasión portaba. Los ojo
Momentos atrás en B&H:—¿Qué demonios es esto? — Massimo había preguntado al entrar a la oficina presidencial del corporativo que pertenecía a los Bensiali, luego de varias carpetas afiladas sobre el escritorio, justo a un costado de su computadora.—Me avisaron que llegaste. —Andreu había entrado hasta pararse frente a él.El rubio alzó ambas cejas, al parecer luego de esos días sin verse, la cortesía no era algo que a su Director Ejecutivo le interesase exhibir, evitó preguntar por los asuntos pendientes en esas carpetas, mientras con un sencillo interés las hojeaba.—¿Qué está ocurriendo? — preguntó alzando sus ojos azules de zafiro al hombre de elegantes gafas.Andreu esbozó una especie de sonrisa fríamente irónica.—He de suponer que no ha navegado por internet, abierto su correo o siquiera tomado un periódico. — dedujo el asistente al avanzar un par de pasos con sus manos en los bolsillos del elegante traje de vestir que usaba, y dirigirse al enorme ventanal de esa oficina.Mass
—M-Mi mamá…— dijo ella apretando el traje del rubio y sus piernas, temblorosas, flaquearon. —mi mamá se…murió… — añadió cuando no pudo mantenerse en pie. Su llanto se hizo más audible y sus lágrimas le quemaron ojos y mejillas al resbalar. — No… — negó sin poderlo creer lo que le habían dicho. — No puede ser… — Massimo cayó al suelo con ella, cuidando que no se golpease y sus ojos azules mostraron todavía mayor consternación.La destrozada pelirroja siguió llorando e intentando levantarse para ir con ella, el desgarrador e infructuoso intento de Aurora hicieron a Virma derramar el llanto; ella ni siquiera podía imaginar lo que su mejor amiga estaba sintiendo, aun y cuando aquella mujer muerta no era su madre, toda su vida Aurora la había visto de tal manera…y a pesar de todo, aquello debía ser terrible para ella.La sonrisa que se apagó en el rostro de Aurora, la incredulidad que mostró al escuchar por primera vez del fallecimiento de su madre, su rostro ladeándose y meneándose suplic
En la mansión Bensiali, todos avanzaban hacia la casa donde solía descansar la servidumbre.—Aurora. — la llamó Massimo y ella volteó a verlo como si no tuviera idea de qué estaba haciendo ahí de pie.Virma y Vicenzo estaban de pie tras ellos.Los ojos de verde y preciosa esmeralda de la pelirroja, temblaron cuando dejó escapar el aliento que fue visible como un suave vapor.—Yo no… — dijo ella con voz trémula y entrecortada.— Entremos. — la voz varonil y segura de Massimo la hizo sentir un poco menos cobarde.—Sí… — asintió ella y se aferró al brazo de su esposo.Todos caminaron hacia la casa en donde la servidumbre de la mansión vivía, y en donde Giorgia Bianco estaba siendo velada. Nunca subir cinco escalones había cansado tanto su cuerpo, y nunca antes había sentido su alma tan pesada. Aquella situación se sentía completamente falsa e irreal para Aurora, quien recordaba con dolor que la última ocasión en la que vio a sus falsos padres, los Bianco, había sido el mismo día en que e
Aurora sollozaba amargamente a los pies de aquel féretro cerrado, en donde se encontraban los restos mortales de su Giorgia Bianco, la única madre que ella había conocido, y a quien ya jamás tuvo la oportunidad de volver a ver para aclarar las cosas, después de ser vendida por ella y su padre a su esposo.Aquellos sentimientos tan contradictorios el uno del otro, se enfrentaban dolorosamente dentro de ella, dejándole una sensación tan terriblemente amarga que la devastaba. Por un lado, conocía ya la verdad sobre su origen; ella había sido robada por alguna razón por los Vani, ahora Bianco, cuando apenas era una recién nacida, y ellos durante toda su vida la habían tratado con fría indiferencia, los odiaba a ambos por ello…y sin embargo, siendo ella la única madre a la que conoció, la única madre a la que amó, y la única madre que recordaría para siempre, se sentía tan desolada y rota que no lograba calmar su llanto.Virma sostenía a Aurora mientras ella sollozaba, y las lágrimas tambi