El mundo es movido por el poder y el dinero, eso lo sabe todo el mundo, al igual que todos saben que no existe familia más poderosa que los Bach, una familia que además de ser numerosa, eran multimillonarios, dueños o socios de cada empresa a nivel mundial, y quien tiene dinero, posee poder, y el poder te hace intocable, inalcanzable, dadores que brindaba su ayuda a cambio de que les debieras un favor, ni buenos ni malos, navegaban por aguas grises, a veces siendo imparciales, otras veces, inclinando la balanza a su favor, más cuando su familia estaba involucrada.La que llevaba las riendas de la familia era Lucero Bach, esposa de Eros Zabet, verlos era ver el poder y la riqueza ir de la mano, su trabajo no era fácil, tener ojos, oído, manos en todo el mundo, era algo complicado de manejar, mas cuando el pedido de ayuda, para encontrar a una persona, complicaba los lazos de amistad y parentescos que existían.— ¿Qué sucede amor? — la voz de su esposo la hizo bajar la carpeta que había
Luc no podía sacar de su mente la imagen de los relicarios que había recibido, tanto él como su hijo León. ¿Quién podría haberlos enviado? ¿Y por qué? La curiosidad y la inquietud lo consumían, y decidió que debía investigar más a fondo, a riesgo de descuidar su trabajo como dueño de la empresa, Luc se tomó un tiempo para visitar una de las joyerías más reconocidas de París. La tienda que era un establecimiento de lujo, con vitrinas llenas de joyas y relojes de alta calidad, abrió sus puertas con gusto por solo verlo bajar de su vehículo, y sin perder tiempo Luc se acercó al mostrador y sacó el relicario de su bolsillo.— Bienvenido señor Ambiorix, ¿Puedo ayudarlo en algo? — no era de extrañar que el empleado, que lo atendía supiese su nombre, más porque allí había comprado el anillo de compromiso para su ex y difunta prometida, la modelo Baggio.— buenas tardes, sí, me gustaría saber más sobre este relicario. ¿Puede decirme algo sobre su origen? — El empleado tomó el relicario y lo e
Nammi estaba sentada en el jardín con León, disfrutando del sol y la brisa fresca, cuando Máximo apareció a su lado.— León, Mimi te está buscando para que bebas tu té. — informo como un buen tío con una sonrisa tirando de sus labios, y fue allí cuando Nammi se puso ansiosa, aunque no sabía por qué.Había algo en la mirada de Máximo que la hizo sentir incómoda, más cuando este se sentó a su lado al borde del rosal, en el perfecto césped del jardín trasero.— Nammi. — la llamo con una voz suave y seductora. — ¿Alguna vez alguien te dijo lo raro y bello que es tu nombre? — la joven dejo salir un suspiro pesado, antes de verlo.— Sí, cada idiota que ha querido ligar conmigo comienza con esa frase. — rebatió de forma mordaz, meditando si debiera o no irse del lugar, el sol era agradable en su piel, no tenía ganas de irse solo por él.— ¿Y que frase uso Luc para conquistarte? — Nammi lo pensó por un segundo, sin desearlo, aun extrañándole que así sea ella le hubiese dirigido la palabra a
Nammi decidió solo alejarse de Máximo lo que más podía, por lo que decidió ingresar a la mansión por la puerta trasera, ya que el medio hermano de su novio había tomado el camino de la puerta principal, sentía que ese hombre se pavoneaba por el lugar como si fuese suyo, y no terminaba de comprender que era lo que realmente le molestaba de él, además del reciente coqueteo, se sintió mal del estómago por solo recordarlo, por lo que sin perder tiempo y luego de ingresar a la cocina, fue por un vaso de agua, pero sus ojos se detuvieron en un lugar preciso de la isla de la cocina, donde una tetera vacía aguardaba que alguien la lavara, aunque no fue la tetera en si lo que llamo su atención, sino el polvo blanco que había sobre la cobriza madera, sus pies y curiosidad la guiaron allí, mientras olfateaba a su alrededor, pensando que tal vez Mimi estaba horneando algun pastel pero, lamentablemente nada olía a pastel y aun así, aquel polvo se le hacía muy conocido a Nammi.Movida por la curios
Nammi estaba concentrada en su trabajo, ser una enfermera no era fácil y Dios lo sabía, pudiera ser que no ostentara un gran título como los doctores que la rodeaban, quienes muchas veces la felicitaban por su trabajo, pero ella hacia el trabajo sucio, el tedioso, pero además, era quien brindaba esa primera sonrisa, esa palabra de aliento y quien llevaba tranquilidad, todo se trataba de la empatía, desde el niño más pequeño, al adulto mayor, ella no hacia distinción, no importaba si era tomar la temperatura, colocar una inyección, dar una píldora, sostener la mano de los pacientes al vomitar, no importaba que, ella estaba siempre dispuesta a estar allí, era su segunda pasión, y ¿Cuál era la primera? Ser diseñadora de modas, desde pequeña soñó con ello.— ¿Has pensado en lo que te dije? — la joven giro a ver a la morena y su peinado afro.— No lo sé Mirra, se dice muchas cosas de ese club, más de Valentina Constantini y su harem de hombres. — respondió botando las gasas con sangre que
Y así comenzó todo para Nammi, horas y horas en las que la reina de chicago, le explico el porqué de tan sustanciosa paga, y es que en su club ingresaba solo gente importante, políticos, magnates, empresarios, mafiosos, asesinos, todos eran bienvenidos al infierno, como se llamaba el club principal que dirigía Valentina Constantini, todo estaba permitido allí, siempre que fuera para placer de ambos y consensuado, al menos de eso se trataba el club en lo que el edificio se refería, aunque en sus sótanos…era otra cosa, allí, era donde el verdadero infierno se desataba, un lugar neutro dispuesto para que las mafias hicieran sus acuerdos, y los mejores calabozos de torturas para quienes necesitaran implementar su justicia, la de la mafia, por supuesto, y Nammi, debería guardar silencio, sin importar lo que viera o escuchara, nada salía del infierno que la reina de Chicago manejaba, esa era su garantía, ni identidades, ni gustos, nada, y Nammi sería una tumba, o iría a parar a una.Las sem
Luc cerró la puerta, se aseguró de echarle cerrojo, y suspiro con cansancio, comenzó a descender las escaleras bajo la atenta mirada del personal doméstico, de los cuales algunos trataban de quitar la sangre que había a los pies de las escaleras.— Señor… — lo llamo quien una vez fue su nana.— Ahora no Mimi. — dijo, y continuo su camino al despacho, aun escuchando los gritos furiosos de su hijo.No queria reconocer lo cansado que estaba, mucho menos el miedo que sentía que cada vez se le instalaba más profundo en el pecho, respiro profundo antes de abrir la puerta y trato de colocar su mejor cara de póker, aunque el rubio que lo esperaba lo conocía muy bien.— Creo que necesitas otra copa. — Luc asintió y solo tomo lo que el mafioso le ofrecía.— Bien. — dijo luego de beber el contenido de la copa de un solo trago. — ¿Ahora me crees? Estoy maldito, necesito dar con esa gitana… — pidió entre el desespero y la ira.— Está muerta Luc, lo siento. — el mencionado paso su mano por
Habían pasado dos años desde que Nammi comenzó a trabajar en el club de la reina, dos años en los cuales consiguió el dinero que necesitaba, para cumplir su sueño, ya había adquirido un departamento en parís, pequeño, pero amueblado y cerca de la universidad de diseño, hoy se enfrentaba a su último fin de semana de trabajo en el club, algo que le causaba más nostalgia que hace una semana atrás cuando dejo el hospital.— Pero Valentina, esto es mucho dinero. — dijo viendo el cheque que la reina le acababa de entregar.— Es lo que mereces, aunque aún sigo pensando que te verías muy bien al lado de mis hijos, o al menos siendo la dueña de uno. — la joven solo sonrió y negó con la cabeza.— Por favor, mamá, ya lo intentamos, pero esta mujer no cae por nuestros encantos… creo que le gustan los feos. — se quejó Marco.— Creo que nuestro error fue verla y tratarla como la hermana que siempre quisimos, una que se hiciera respetar y no que se revolcara con tres idiotas y se embarazara.