El nombre de Ciabel comenzaba con la misma letra con la que empezaba "caos" y precisamente eso era lo que significaba para Damián el tenerla sobre su cuerpo y entre sus brazos. Igualmente, su caso no fue muy diferente. Al fin y al cabo, lo que hizo tan dolorosamente delicioso lo que estaban haciendo era el sentimiento de brevedad, de desespero, de sentir que en un segundo todo desaparecería y, a la vez, de estar bailando bajo un montón de rayos debajo de la tormenta. En este caso, los rayos no eran propiamente eso, sino que se trataba energía disparada entre los dos, en cada toque, tras cada jadeo.El movimiento y la posición no favorecieron nada el vestido corto que la muchacha todavía portaba, así que quedaron a la vista sus muslos. La besó inclinándose hacia ella y obligándola a arquear la espalda.—Me vuelves loco —susurró—. Mereces ser castigada por hacer una cosa como esa. —Sonrió contra su boca. Bajó las manos hasta sus piernas, las sostuvo con firmeza y a partir de ellas la
La pelinegra se apartó despacio del cuerpo del contrario y se recostó boca arriba mirándolo. Todo pasó tan rápido que a esa sensación arrolladora ni siquiera pudo procesar del todo. Sonrió con lentitud.—Eso... —Cerró los ojos estirándose.Damián tomó aire. Se acomodó la ropa y fue directamente hacia el baño. Volvió con papel y se encargó de limpiar el desastre que había entre las piernas de Ciabel. La aludida rio al sentirlo. Al terminar, lanzó los papeles al bote de basura y se tiró a su lado. Durante una buena cantidad de segundos, lo único que hicieron fue ver el techo de la mansión sin hablar al respecto. El problema esencial era, evidentemente, procesar en sus cabezas lo que hicieron solo porque querían.—Me convertí en la amante —dijo en voz baja, con ironía.—Me convertí en infiel —ironizó el otro. Se pasó una mano por la cara y suspiró—. Decidimos ser estas personas, por lo que es esto lo que nosotros buscamos, Ciabel. Debemos tolerar las consecuencias que se nos avecinan
El desayuno transcurrió en silencio. Logan estaba callado, extrañamente concentrado en el desayuno y Ciro todavía parecía dormido, a pesar de que estaba comiendo. Por la mañana, era realmente difícil que alguno de los dos se despertara del todo. Otra cosa en común además de las características físicas.Ninguno dijo nada. Una hora después, se marcharon. Ciabel apenas si saludó a Damián y este casi ni la miró cuando se marchó. La mansión nuevamente permaneció vacía. Estaba seguro de que en menos de lo esperado iban a llegar Clarissa y Demian. Después de todo, los dos adoraban desayunar con él.Se encargó de limpiar todo y sacar la basura del bote, no quedó ninguna evidencia de lo que había sucedido. No estaba muy seguro de qué era lo que pasaría precisamente si su esposa se enteraba del amorío que había tenido. Casi que creía que era algo que estaba esperando de su parte hace mucho tiempo. Al admitirlo, se la imaginaba levantando una ceja con esa coraza que protegía su corazón. Se enco
—¡No puede ser! —chilló Celene apenas la escuchó. Se tapó la boca mirándola con los ojos abiertos y llenos de sorpresa—Te acostaste con él —susurró incrédula con una sonrisa—. Eres el diablo, Ciabel Armstrong.—Shhh. —La empujó con una almohada. Estaban solas en la casa, puesto que Ciro estaba estudiando.Rio bajo mirándola, atenta.—¿Y? ¿Cómo fue? ¿Fue bueno, fue magnífico, estupendo?Puso la mirada en el techo y se mordió el labio inferior.—Fue un desastre. Lo hicimos como conejos, no hubo mucho juego previo ni nada. Solo queríamos una cosa. —Se tapó la cara—. Y no diré más. Solo... —Te sientes culpable por ser una rompe hogares —susurró divertida. Se acostó a su lado y puso la vista en el techo también—. Bueno, mira, si lo ves del lado positivo, por fin lo hiciste con una persona que no tiene tres neuronas en el cerebro. Me agrada Damián, aunque ahora no tanto. Es un infiel —bromeó—. Pero si lo piensas detenidamente, no es infiel, sino fiel, ya que te ha querido a ti durante todo
En su lista de pendientes ya tenía dos grandes cosas para hacer después de que Celene la dejara sola: hablar con Logan y conseguir el número de Damián otra vez para hablar con él nuevamente. Tenían que charlar con seriedad, sin dejarse gobernar por los impulsos que tenían al estar cerca el uno del otro. Con toda la calma y seriedad del mundo, llamó a Logan. La calma que tenía sentada en su sofá y esperando a que este atienda era completamente falsa, cabe destacar. Intentó engañarse a sí misma para no tartamudear durante la llamada. Finalmente, atendió.—¿Cia? ¿Está todo bien? —preguntó con preocupación. Era normal, después de todo era la primera vez que se enojaba con ella y supuso que tenía miedo de que se hiciera daño por eso. Antes había pasado y se sentía muy culpable por ponerlo en esa posición por culpa de su propia mente.—Hola, Logan. Sí, todo bien —dijo bajo—. Solo quería saber si podíamos hablar. ¿Estás en el bufete? No respondió. Rio bajo, divertida e incrédula.—¿No es
Aquella misma noche después de la charla que había tenido con Logan en la cafetería, ya en la cama, justo antes de dormir, comenzó a pensar con detenimiento lo que podría llegar a pasar al día siguiente. Ella estaba preparada mentalmente para eso.Debía hablar con Damián y acordar los términos del vil acto que iban a llevar a cabo. Si es que lo hacían, si es que el castaño no se arrepentía de sus actos y decisiones y decidía que lo mejor era, otra vez, mantenerse alejados el uno del otro. Todo lo que le dijo Logan resonó en su mente durante el resto del día y lo hizo hasta ese momento en la noche. Miró de reojo su teléfono, que estaba sobre la mesita de luz. La rentaba. Dios, lo hacía. Necesitaba llamarlo. Ya eran,sin embargo, casi las diez de la noche y lo único que obtendría de todo eso es que la atendiera Clarissa. No podría.Logan, no muy a gusto, le había dado el nuevo número telefónico del castaño para que lo llamara y hablaran sobre lo que hicieron. Se preguntó si seguía queri
Justo cuando estaba a punto de dar una respuesta medianamente decente, el mundo pareció desaparecer en los ojos de Damián.—C-cía... Creo que algo me está pasando —susurró.Estaba de pie frente a su escritorio, cuando su corazón empezó a latir con tal fuerza que empezó a marearse.—¿Qué? —Me duele el pecho —susurró—. Ciabel....—¿Q-qué? ¿Qué está pasando? Por favor dime qué estás bien —pidió en voz baja.Esa noche fue un martirio para, bueno, básicamente todas las personas que velaban por la seguridad de Damián. Había colapsado.Ciabel no podía dejar solo a Ciro, no solo porque tenía miedo de que se despertara a mitad de la noche y no hubiera nadie en la casa, sino también porque Víctor estaba preso, pero eso no significaba que sus hombres lo estaban junto con él. Tal vez estaba segura y solo exageraba, pero prefería no arriesgarse. Solo dejaba a Ciro en paz cuando estaba en el colegio o con la compañía de Logan Gray. Ese no era el caso, así que en pánico, guiada por su instinto, llam
Logan no había dejado de pensar en Ciabel. De acuerdo, tal vez no la había superado del todo, mas se había resignado a aceptar el hecho de nunca estarían juntos de esa manera, porque el primer amor, su verdadero primer amor, toda la vida había sido Damián. Inclusive aunque no recordara gran parte de las vivencias que compartieron de jóvenes por causa del trauma que había sufrido durante esas épocas. Siempre había sido él.Cuando se enteró que se acostó con Damián la decepción se quedó corta en comparación al sentimiento de asco que lo invadió. No iba a decírselo jamás, por supuesto, pero muy en el fondo sintió asco, repudio. No por ella, la amaba, la admiraba, la quería, pero en lo que se estaban convirtiendo esos dos... Eso no quería.Amaba a sus amigos con el alma y estaba más que dispuesto a asegurar que daría la vida por ellos dos. Sin embargo, la realidad era muy diferente. No, quien casi perdió la vida fue su mejor amigo.Lo peor de todo es que en el momento en que Armstrong lo l