Ofelia llego al restaurante sin problema alguno, estaba agradecida con el cielo porque nadie estuvo detrás de ella. Su única preocupación era su hermana, dejarla sola no era una opción y menos en su condición. Pero, ¿qué otra cosa podía hacer?, solo confiar en Gabriela que se iría derecho hasta el colegio.
Y si esa niña no lo hacía, y ella se enteraba de algo, le iba a ir muy mal.
La pelinegra cree que lo mejor hubiera sido contarle la verdad a su hermana, para que estuviera al tanto de la situación, pero luego pensó que quizás no era buena idea. Estaba hecha un lío.
[…]
Horas más tarde, Ofelia había terminado su turno completo. Ese día salía un poco más temprano, y era bueno, puesto que no tenía que caminar en la noche hasta su casa. La pelinegra abandona la cafetería, ajusta su abrigo, mira hacia ambos lados y toma el camino hasta la parada.
Por salir temprano, no tenía opción de transporte. Pero no importaba, porque aún estaba muy claro para caminar por su calle. Sin embargo, eso no quería decir que no fuese peligroso, en vista de lo que ella había presenciado.
Camina hasta la parada, cuando observa el autobús que la deja cerca de casa. La pelinegra corre hacia el mismo, y logra tomarlo a tiempo. En cuanto toma asiento, mira por la ventana y se percata de un coche que se encontraba aparcado muy cerca de la estación de transporte.
El corazón de Ofelia se agita con fuerza, ese coche era el mismo que había visto aquella noche. Ella abre los ojos y detalla bien el automóvil, descartando la posibilidad de que fuese el mismo, pero era imposible no reconocer ese carro.
Ella se sienta correctamente en su asiento mientras que aprieta sus labios, ¡si la estaban siguiendo! Esos hombres la vieron perfectamente aquella noche, sabían quién era, y donde trabajaba. Y si eso era así, entonces; conocían a su hermana y hasta donde vivía.
El terror estaba barriendo con sus sentidos, significaba que en cualquier momento ella y su hermana podrían…
Ofelia niega, no podía estar pensando en cosas negativas. Ella vuelve la mirada hacia atrás, y se percata que el coche ya no estaba. Mira hacia al frente, era inútil intentar no preocuparse.
Al cabo de varios minutos, la pelinegra llego a su parada. Estaba algo retirada de su casa, pero en unos minutos conseguiría llegar, pero no más al cruzar la primera cuadra, divisa a su hermana hablando con unas vecinas del edificio continúo al de ellas. No era que le disgustase esas chicas, lo que le molestaba era que lo hiciera en la calle y a esas horas.
Debería estar protegida en casa, puesto que hace dos horas había salido de clases… Ofelia apresura el paso hasta donde estaba su hermana, ajena a su cercanía. La pelinegra hace girar el cuerpo de Gabriela, la cual queda sorprendida por su presencia.
—¡Ofelia! —Exclama con sorpresa.
—¿Qué estás haciendo aquí, Gabriela? —Susurra para no dejarla en ridículo ante sus amigas, pero ellas la conocían muy bien, así que todas se dispersaron en el acto.
—Solo estaba conversando, no estaba haciendo nada malo.
—Con que estés aquí afuera, ya es bastante malo. Hace dos horas que saliste de clases, ¿Por qué te has salido de casa?, sabes que es peligroso.
—Siempre es peligroso, todo para ti es peligroso. Debes dejar ese trauma que tienes, te vas a volver una vieja demasiado rápido, Ofelia.
—¿Crees que esto es un juego? —Toma a su hermana del brazo —. Piensas que soy así contigo por joderte la vida, yo te estoy protegiendo, y tú pareces no entender eso.
—Lo único que veo, es que intentas controlar mi vida. ¡Eso es todo!
La pelinegra aprieta la mandíbula, era la típica adolescente rebelde que no entendía cuando estaba rodeada de peligro.
—No vamos a discutir esto aquí, vamos para la casa de una vez.
—Si, como quieras —La joven pone los ojos en blanco.
En cuanto ambas se dirigen al edificio, Ofelia detecta aquel coche que vio cerca del restaurante, estaba aparcado tan solo a unos pocos metros de ellas dos. Ella se detiene y toma a su hermana de la mano, la joven la mira confundida. Pero ella no sabe qué hacer para que su hermana estuviera a salvo.
—¿Qué te pasa? Vamos a la casa de una vez.
—Gabriela…—Susurra.
—¿Qué ocurre? —La castaña frunce el ceño al ver palidez en el rostro de su hermana.
En eso, Ofelia observa que alguien se baja del coche y se queda allí, mirándola fijamente. Su corazón comenzó a latir con más fuerza, temía por su hermana, ella no tenía nada que ver con lo que ella había visto.
—Oye, te has puesto pálida. ¿Estás bien? ¿Vamos a la casa o no?
—No.
Al decir aquella palabra, Ofelia arrastra a su hermana en el sentido contrario. Ambas empiezan a caminar rápidamente, alejándose del edificio y acercándose más a la avenida principal.
—¿A dónde vamos? ¿Qué ocurre?
—Nada…
—Ofelia, ¿Qué rayos te pasa?
La pelinegra no le responde a su hermana, a cambio en eso observa aquella construcción que llevaba en proceso desde hace un tiempo. Aún quedaban muchos trabajadores en el lugar, eran hombres grandes, Ofelia pensó que quizás alguno de ellos pudiera ayudarla o quizás le sirviera para ahuyentar a sus acosadores.
Y como bien sabia, ninguno de ellos pertenecía a la calle donde vivía. Seguramente, no les tendrían miedo a los hombres que estaban detrás de ella.
—¿Por qué vamos a la construcción? ¡Estás loca, Ofelia! Nos van a correr de este lugar.
—Guarda silencio.
Ambas llegaron hasta donde un tumulto de hombres se encontraba en un círculo, ella miró hacia atrás, y se percató de que aquel hombre que se bajó del coche la estaba siguiendo en compañía de otro. Pero al ver que ellas entraron en la construcción, se detuvo en la entrada disimuladamente.
Ella se detuvo cerca de todos los empleados de ese terreno sintiéndose algo protegida, mientras que mordía sus labios al ver aquel sujeto que no le quitaba los ojos de encima. Sabía que eso iba a suceder, solo que no contó que fuese justamente con la compañía de su hermana.
—¿Por qué estas mirando a ese sujeto, Ofelia? ¿Qué has visto? —Su hermana la confronta con voz baja.
—Yo…
—¿Qué fue lo que paso? —La joven la mira preocupada.
—Es que… yo… Gabriela, esto es complicado —Musita la mayor.
—Buenas tardes, señoritas.
Ambas chicas dan un respingo y de inmediato se dan la vuelta. Las dos observan a un hombre bien vestido para estar metido en aquel inhóspito lugar. Al principio su expresión carencia de amabilidad, pero un par de segundos después, cambio su expresión y se volvió un poco más humano.
—¿Qué las trae por aquí? Saben que esto es propiedad privada, ¿verdad? —Las hermanas se miran a la cara y luego lo vuelven a mirar a él.
—Siento mucho que hayamos entrado en estos terrenos, señor. Lo que pasa es que…—Ofelia mira por encima de su hombro para ver aquel sujeto, pero ya no estaba —. Nosotras ya nos íbamos.
Adriel mira a ambas mujeres, pero más que nada, sus ojos estaban puestos en la pelinegra. La castaña era tan solo una niña, asumió que eran familia, puesto que se parecían un poco. Desde que entraron en sus terrenos las diviso a lo lejos, luego las observo detenerse a escasos metros de sus empleados y allí se quedaron.
Le pareció bastante extraño que ellas no dijeran nada, creyó que eran unos de los revoltosos que no estaban conforme con la construcción. Pero simplemente, se quedaron allí paradas conversando. Se preguntó si habían sido enviadas para joder nuevamente la maquinaria.
Tenía que averiguarlo, no se podía dar el lujo de reparar más maquinarias. Por esa razón, salió del círculo en el que estaba metido, y se acercó a ellas cuando ambas estaban distraídas. Y en cuanto se dieron la vuelta, él descubro que la mayor de las dos, ya la conocía.
Bueno, no la conocía, pero si la había visto esa misma mañana. ¡Era la misma mujer!
Era increíble que la chica que vio esa mañana estuviera allí, frente de él…—¿Ocurre algo? ¿Alguien las estaba molestando? ¿O es que han venido para interrumpir mi construcción?Ofelia mira asombrada a ese señor, ella no tenía idea de lo que estaba hablando. Con tantos problemas que tenía en esos momentos, que no tenía cabeza para estar analizando lo que ese sujeto le estaba preguntando.—Disculpe, pero ya debemos irnos —Ofelia empuja a su hermana para que retrocediera, y ambas terminaron por echar andar de regreso.—Espera… —El CEO la toma de la mano deteniéndola en el acto. Ofelia mira su mano y luego a ese hombre —. ¿Puedo ayudarlas en algo? —La pelinegra estaba tentativa a contarle lo que estaba pasando, pero se mordió la lengua.—¡Adriel!De pronto aparece una mujer muy guapa detrás del hombre de traje, Ofelia la mira de abajo hacia arriba y la otra hace lo propio, para luego observar como el rubio la tenía sostenida de la mano.Inmediatamente, la pelinegra se suelta del agarre d
—Espera…Pero sus pasos se detienen cuando escucha esa voz un tanto familiar a sus espaldas, Ofelia se da la vuelta y divisa aquel sujeto que vio el día anterior. Se había bajado del coche y se encaminaba hacia ella.La pelinegra traga saliva al ver la imponencia y elegancia de ese hombre, realmente era muy atractivo. Y aquellos ojos verdes, eran tan cautivadores que la hizo pestañear consecutivamente.Para cuando ya estaba a escasos metros de ella, la pelinegra retrocedió dos pasos, puesto que no comprendía que era lo que buscaba ese sujeto. Muy bello y todo, pero era un desconocido para ella.Adriel se detiene al ver que ella retrocede, y por la expresión de pánico que puso, pensó que lo mejor era no acercarse tanto.—Hola —La saluda un poco tímido —. No sé si me recuerdas. Soy…—¡Si ya sé!, el dueño de la construcción de allá atrás —Ella interrumpe sus palabras, pero manteniendo su distancia.—No quería asustarte —Adriel medio sonríe, se recuesta del capo del coche y la mira tranqu
—¿Qué se supone que quieres que haga con esta noticia? ¿Hablo con los periódicos para que dejen de esparcir rumores como ese?—Eso no servirá de nada, lo mejor que podemos hacer es ignorar la situación.—Está bien, como tus órdenes. Luego no te quejes de las consecuencias de tu inconciencia.Adriel bien sabía lo que podía suceder, que continuaran las habladurías. Pero le tenía sin cuidado lo que dijeran acerca de él, sin embargo; ¿podría meter en problemas a esa muchacha? ¿Y si comenzaban a acosarla? Existía esa posibilidad, quizás tenía que buscarla nuevamente para advertirle lo que estaba ocurriendo, o bueno, la bomba que podía explotar en cualquier momento sobre ese chismorreo.—Cancela mis citas de esta tarde, iré a la construcción para ver cómo marcha todo —Cecilia lo mira seriamente.—Tienes citas importantes esta tarde, no las puedes evadir así como si nada. La compra de esas maquinarias, son imprescindibles para la compañía, sabes bien que tenemos a muchos compradores encima.
Mientras que ella imploraba al cielo que ese hombre la llevará a casa, su corazón latía a toda prisa. No quería ni voltear para ver si aquel sujeto seguía acosándola, esperaba que no. Contaba con que se hubiera ido para cuando Adriel la acercará a casa.Sin embargo, si él le decía que no, no sabía que iba a hacer para no morir en el intento de regresar a su hogar.—De acuerdo, te llevaré hasta tu casa.Ofelia soltó el aliento, se sentía aliviada de no tener que regresar sola. Era una suerte que él estuviera en la construcción a esa hora de la noche. Si no hubiera estado, quien sabe que fuera de ella.—Muchas gracias.—Déjame terminar aquí, y te acompaño —Ella lo ve alejarse y se fija en esa enorme espalda, tan ancha y varonil.Luego parpadea reiteradas veces, fijándose en el resto de aquel monumental cuerpo. Realmente, no lo había detallo muy bien, pero para ser franca, ese hombre era demasia
En cuanto los primeros rayos del sol se filtraron por la ventana, Ofelia parpadeo, no había logrado dormir nada en toda la noche pensando en su pobre hermana. Ella no tenía culpa de nada, y resulta que estaba pagando todas las culpas. La pelinegra baja la mirada, y con ella un par de lágrimas se deslizan por sus mejillas. No tenía idea de lo que tenía que hacer para conseguir que Bruno liberase a Gabriela, Ofelia mira el sillón donde estuvo sentada su hermana horas atrás. Ahora se encontraba completamente vacío, y la casa desolada. El desgraciado de Bruno se había llevado a Gabriela a modo de garantía. Se aseguraba de que ella cumpliera con las órdenes que le impuso, y sabía que llevándose a la joven lograría su objetivo. El problema era que, no tenía idea de cómo le iba hacer para conseguir que Adriel se casase con ella. Ni siquiera lo conocía tanto como para decir que sentía algo por él, simplemente habían tenido encuentros y él había sido amable con ella. Pero de allí, a pensar
Sus palabras no le gustaron para nada, era definitivo que la seguirían a todas partes. Si no acataba las ordenes de Bruno, matarían a su hermana.—Yo voy a hacer lo que me piden, pero necesito saber cómo está mi hermana.—No estás en posición de exigir nada.—Pero quiero saber cómo esta —Suplica. Ella observa como Armando la mira fijamente.—Llevará su rutina como de costumbre, pero no la podrás ver, ni se te ocurra llegar al colegio para buscarla, porque te ira muy mal. Y para tu tranquilidad, nadie le ha puesto una mano encima.No sentía total alivio, pero al menos, estaban cumpliendo su parte. Sin embargo, no se les podía creer a esas personas.—¿Qué pasa si no consigo que ese hombre se fije en mí? Es una persona importante, y yo no soy nadie. No sabemos si está casado, o tiene alguna pareja.En ese momento, Armando se aproximó a Ofelia, inclinándose lo suficiente como para quedar muy cerca de su rostro. El castaño de ojos azules, observa el rostro de Ofelia, quien se incómoda por
¡Que torpe!, que estúpida era. Prácticamente, salió huyendo de una buena ocasión. Tenía la oportunidad de su vida para lograr dar un paso positivo con Adriel, y todo lo había arruinado. Ofelia se quedó detrás de la puerta repasando la idiotez que cometió.Pero es que también, con tantas presiones encima, como iba a pensar con claridad. Eran muchas cosas las que estaban de por medio, mientras que ella tenía que enamorar a un hombre. No tenía sentido que su hermana estuviera en problemas, y ella ligando con un hombre.La pelinegra niega, era lo que debía hacer, le gustase o no…[…] ¿Qué era lo que estaba haciendo?¿Por qué seguía buscando a esa muchacha?Hace un momento sintió la necesidad de besarla, de hecho, estuvo a punto de hacerlo si no hubiera sido porque ella retrocedió despavorida. Intuyo que la pelinegra conocía sus intenciones, pero, ¿porque huir? ¿Alguien la estaría esperando en casa?El CEO lleva la mirada hacia arriba, ¿quizás esa chica
Cecilia abre la puerta de la oficina de Adriel en ingresa en la misma, la mujer observa a su jefe y frunce el ceño al ver que esté ni le presta atención.—¿Se puede saber que has estado haciendo? —Es cuando el rubio alza la mirada.—¿Qué quieres decir? —Ella lanza el periódico de esa mañana sobre su escritorio. Adriel mira fijamente aquellos papeles —. ¿Qué quieres que vea?—Porque no lo revisas tú mismo, si estas en primera plana.El rubio frunce el ceño, suelta el bolígrafo y toma el periódico. En cuanto lo abre, se fija en la primera plana. Adriel abre los ojos por la sorpresa de verse fotografiado en compañía de Ofelia. Justamente, la foto que subieron, era de cuando él le estaba colocando su abrigo sobre los hombros de la pelinegra.—Y eso no es todo, ábrelo por la mitad, te resultará más interesante que esa primera plana.El CEO le hace caso a su mano derecha, y lo abre; en letras grandes, rojas y resaltantes estaba escrito la palabra