Justo en ese instante, escucha un manojo de llaves cerca de la puerta. Eso significaba que el idiota de su jefe pretendía abrir la puerta y dejar entrar a todo ese montón de personas que no conocía para que la ahogaran a preguntas, de las cuales no tenía respuesta.Su corazón latió con prisa… no estaba preparada para nada de eso.La puerta se abrió, y tanto su jefe como la manada de reporteros ingresaron en el vestidor. Sin embargo, lo hallaron vacío. La pelinegra no estaba por ninguna parte, y ellos se encontraban decepcionados por no conseguir una buena historia.—¿Dónde está la muchacha?Le preguntan al jefe que estaba igual que sorprendidos como ellos…[…]Corría a toda prisa por la calle, alejándose todo lo posible del restaurante y de aquel alboroto. ¿Cómo era posible que le estuviera pasando esas cosas? Ofelia se escondió detrás un mural para coger un poco de aire.—Demonios, me he escapado por los pelos.Ahora no podía regresar al
—¡Mierda! Adriel la toma entra sus brazos para acomodarla mejor en el asiento. —Ofelia, ¡Ofelia! Despierta — Habla con voz un poco más fuerte. Pero ella no reaccionaba, sin otra cosa que hacer, el CEO se baja de la camioneta, casi que corriendo le da la vuelta al coche y la saca de allí cargada en sus brazos. […] Estaba sintiendo mucho frío, ¿Por qué sentía tanto frío? Se pregunta Ofelia en medio de su ensoñación. La joven, medio abre los ojos y de inmediato se fija que se encontraba en un lugar que no conocía. De la nada se sienta sobresaltada. —Oye, cálmate —La voz de Adriel la alerto aún más, en seguida lo busco con la mirada —. ¿Te sientes bien? —El rubio estaba a su lado y ni cuenta se había dado de su presencia. —¿Dónde estamos? —En mi casa, Ofelia, te has desmayado en mi camioneta. —¿Me desmaye? —Repite confundida. La joven pelinegra comienza a escarbar en su cerebro el motivo de su desmayo, y como si recibiera una bofetada desprevenida le llega a la mente la razón.
—Señor Armando, la señorita Ofelia se encuentra en el apartamento de Adriel Montero —El hombre alza la mirada al escuchar aquellas palabras.—¿Desde hace cuánto que está allí?—Lleva alrededor de dos horas, señor —Armando afina la mirada, desde el interior del coche observaba la entrada de la mansión de Bruno.—Quiero que vigilen muy bien su salida, y hacia dónde se dirige y con quien anda. No la pierdan de vista, o lo van a lamentar —En esa oportunidad observa al guardaespaldas.—¿Quiere que le notifiquemos al señor Cohen? Nos ha pedido que le comuniquemos todo lo que pase con la pelinegra.—Yo me encargo de eso.Armando sube el vidrio del coche y ordena para que avancen al interior de la casa. Pero en su cabeza rondaba la pregunta de todas las preguntas, ¿Qué demonios estaban haciendo esos dos? Es que si se enteraba que esa maldita de Ofelia se había entregado a ese perro, la mataría; y a su hermana también.Armando ingresa en la mansión de Bruno, detrás de él lo seguía Gabriela en
La tormenta no se apaciguo, más bien, iba en aumento. La lluvia se tornó más reacia, en el cielo parecía que hubiera fuegos artificiales escondidos entre las nubes, más no se lograba escuchar ningún trueno.Por desgracia, la electricidad aun no era restaurada y tanto Adriel como Ofelia estaban bajo el efecto de la iluminación de algunas velas. Hacia un poco de frío esa noche, así que Adriel le facilito un suéter a la pelinegra para que se abrigara.—No parece que quiera dejar de llover —Le dice ella contemplando la tormenta mientras estaba sentada en el sofá —. La lluvia se ha vuelto más agresiva.—Eso parece, pero no te preocupes. Este edificio está muy bien construido.—Es un rascacielos, sería el primero en caer.—Seriamos los últimos en ahogarnos en una inundación —Ella alza la mirada y busca a Adriel, quien le sonreía de medio lado —. Deja de preocuparte, de un momento a otro la tormenta amainara y te llevaré a casa.Ella asiente, y regresa la vista al ventanal del balcón. De pr
Sus pies estaban congelados, ¿Por qué los tenía tan entumecidos? Se pregunta la pelinegra mientras se remueve en la cama, de pronto, siente un bulto tibio a su lado lo que la hace abrir los ojos de par en par.Ofelia observa a un Adriel bien dormido y acurrucado junto a ella; de hecho la estaba abrazando como si ambos fueran bastante íntimos. Las mejillas de Ofelia se encendieron al instante, y en seguida se preguntó, ¿Qué demonios había pasado la noche anterior?Pestañea, y de la nada, lleva la mirada hacia la ventana. Afuera seguía lloviendo, y parecía que seguían estando sin electricidad. Entonces, recordó los estúpidos truenos. Les tenia pavor, no los soportaba, cada vez que llovía muy fuerte era Gabriela la que estaba a su lado en momentos como ese.Pero su rescatador había sido Adriel, la joven observa detenidamente las facciones de ese hombre y siente como su corazón retumba su pecho. Moría de ganas por acariciar su rostro, pero sabía que si lo hacía, podía despertarlo. Era muy
Sus ojos brillaban más de lo usual y eso la ponía sumamente nerviosa. Era un hombre bastante intimidante.—Entonces, tendremos que esperar —Responde a duras penas.—Así es…Se miran por un momento más, hasta que Ofelia retira la mirada. Se sentía tan apenada que no lograba mantenerle la mirada a ese hombre, y si eso continuaba así, no se quería ni imaginar cómo sería cuando estuvieran casados.Después de desayunar, Adriel se internó en su despacho para adelantar trabajo. Debido a que no podía salir de casa, necesitaba leer los permisos que Cecilia le envió. Pero a pesar de estar metido de lleno en el trabajo, el CEO no dejaba de pensar en la mujer que rondaba su apartamento.Ofelia era una mujer que le producía cierto revoltijo en su interior, cada vez que la veía le provocaba besarla, y eso podía llegar a ser un problema, o quizás no… su matrimonio solo sería por contrato, pero, ¿y si sucedía algo más?Aunque ya habían conversado sobre la intimidad, él se preguntó, si lograría soport
La mañana siguiente; la entrada del edificio de Ofelia estaba siendo custodiaba por los hombres tanto de Bruno como de Armando. Pero la joven pelinegra desconocía este hecho, sin embargo; no era tonta y estaba al tanto de que tarde o temprano tendría que ver la cara de alguno de esos dos hombres.Seguida por un sujeto que Adriel dispuso para ella para que la acompañara hacer la mudanza, Ofelia fue acompañada por el hombre hasta su piso. No obstante, antes de entrar en el apartamento, la joven le pide que espere afuera por un momento y este acepta.Ella necesitaba tiempo para guardar las fotos de su hermana antes de que ese sujeto las viera, no quería correr el riesgo de que le fuera a contar todo a Adriel y luego ya no sabría cómo explicar dónde estaba metida Gabriela.Al recoger las evidencias que la pudieran dejar al descubierto, le permitió al hombre entrar en la casa. Ella ya tenía una caja con las cosas de Gabriela, para ella eso era lo más importante.—Señorita, bajare esa caja
No debía especular de esa manera con respecto a Ofelia, lo que correspondía hacer era conversar con Ofelia sobre ese asunto. Quizás no era nada, y solo guardo cosas muy personales y sentimentales.Comprendía que apenas se estaban conociendo y ya se estaban mudando juntos, y como todo aquello era nuevo para él, entendía que debía darle su espacio.—Esto de las relaciones no es para nada fácil —Suelta el aliento.Sin embargo, cabe destacar que lo suyo con Ofelia no era una relación real. Su matrimonio únicamente era un convenio para que ambos ganaran, por otro lado; esa parte inquietante que habitaba en el interior de Adriel, le decía que ese arreglo que hicieron no era del todo completo.Y la razón era porque cada vez que la veía o la escuchaba se aceleraban sus sentidos. Ofelia no le era indiferente, esa mujer le interesaba y mucho.[…]—Señor Armando, se nos hizo imposible hablar con Ofelia. Los hombres del señor Cohen estuvieron al pendiente de sus movimientos.—¿Qué dices?—Vigila