La tormenta no se apaciguo, más bien, iba en aumento. La lluvia se tornó más reacia, en el cielo parecía que hubiera fuegos artificiales escondidos entre las nubes, más no se lograba escuchar ningún trueno.Por desgracia, la electricidad aun no era restaurada y tanto Adriel como Ofelia estaban bajo el efecto de la iluminación de algunas velas. Hacia un poco de frío esa noche, así que Adriel le facilito un suéter a la pelinegra para que se abrigara.—No parece que quiera dejar de llover —Le dice ella contemplando la tormenta mientras estaba sentada en el sofá —. La lluvia se ha vuelto más agresiva.—Eso parece, pero no te preocupes. Este edificio está muy bien construido.—Es un rascacielos, sería el primero en caer.—Seriamos los últimos en ahogarnos en una inundación —Ella alza la mirada y busca a Adriel, quien le sonreía de medio lado —. Deja de preocuparte, de un momento a otro la tormenta amainara y te llevaré a casa.Ella asiente, y regresa la vista al ventanal del balcón. De pr
Sus pies estaban congelados, ¿Por qué los tenía tan entumecidos? Se pregunta la pelinegra mientras se remueve en la cama, de pronto, siente un bulto tibio a su lado lo que la hace abrir los ojos de par en par.Ofelia observa a un Adriel bien dormido y acurrucado junto a ella; de hecho la estaba abrazando como si ambos fueran bastante íntimos. Las mejillas de Ofelia se encendieron al instante, y en seguida se preguntó, ¿Qué demonios había pasado la noche anterior?Pestañea, y de la nada, lleva la mirada hacia la ventana. Afuera seguía lloviendo, y parecía que seguían estando sin electricidad. Entonces, recordó los estúpidos truenos. Les tenia pavor, no los soportaba, cada vez que llovía muy fuerte era Gabriela la que estaba a su lado en momentos como ese.Pero su rescatador había sido Adriel, la joven observa detenidamente las facciones de ese hombre y siente como su corazón retumba su pecho. Moría de ganas por acariciar su rostro, pero sabía que si lo hacía, podía despertarlo. Era muy
Sus ojos brillaban más de lo usual y eso la ponía sumamente nerviosa. Era un hombre bastante intimidante.—Entonces, tendremos que esperar —Responde a duras penas.—Así es…Se miran por un momento más, hasta que Ofelia retira la mirada. Se sentía tan apenada que no lograba mantenerle la mirada a ese hombre, y si eso continuaba así, no se quería ni imaginar cómo sería cuando estuvieran casados.Después de desayunar, Adriel se internó en su despacho para adelantar trabajo. Debido a que no podía salir de casa, necesitaba leer los permisos que Cecilia le envió. Pero a pesar de estar metido de lleno en el trabajo, el CEO no dejaba de pensar en la mujer que rondaba su apartamento.Ofelia era una mujer que le producía cierto revoltijo en su interior, cada vez que la veía le provocaba besarla, y eso podía llegar a ser un problema, o quizás no… su matrimonio solo sería por contrato, pero, ¿y si sucedía algo más?Aunque ya habían conversado sobre la intimidad, él se preguntó, si lograría soport
La mañana siguiente; la entrada del edificio de Ofelia estaba siendo custodiaba por los hombres tanto de Bruno como de Armando. Pero la joven pelinegra desconocía este hecho, sin embargo; no era tonta y estaba al tanto de que tarde o temprano tendría que ver la cara de alguno de esos dos hombres.Seguida por un sujeto que Adriel dispuso para ella para que la acompañara hacer la mudanza, Ofelia fue acompañada por el hombre hasta su piso. No obstante, antes de entrar en el apartamento, la joven le pide que espere afuera por un momento y este acepta.Ella necesitaba tiempo para guardar las fotos de su hermana antes de que ese sujeto las viera, no quería correr el riesgo de que le fuera a contar todo a Adriel y luego ya no sabría cómo explicar dónde estaba metida Gabriela.Al recoger las evidencias que la pudieran dejar al descubierto, le permitió al hombre entrar en la casa. Ella ya tenía una caja con las cosas de Gabriela, para ella eso era lo más importante.—Señorita, bajare esa caja
No debía especular de esa manera con respecto a Ofelia, lo que correspondía hacer era conversar con Ofelia sobre ese asunto. Quizás no era nada, y solo guardo cosas muy personales y sentimentales.Comprendía que apenas se estaban conociendo y ya se estaban mudando juntos, y como todo aquello era nuevo para él, entendía que debía darle su espacio.—Esto de las relaciones no es para nada fácil —Suelta el aliento.Sin embargo, cabe destacar que lo suyo con Ofelia no era una relación real. Su matrimonio únicamente era un convenio para que ambos ganaran, por otro lado; esa parte inquietante que habitaba en el interior de Adriel, le decía que ese arreglo que hicieron no era del todo completo.Y la razón era porque cada vez que la veía o la escuchaba se aceleraban sus sentidos. Ofelia no le era indiferente, esa mujer le interesaba y mucho.[…]—Señor Armando, se nos hizo imposible hablar con Ofelia. Los hombres del señor Cohen estuvieron al pendiente de sus movimientos.—¿Qué dices?—Vigila
Adriel queda a pocos centímetros de la pelinegra, quien lo miraba con expresión adormilada, pero a la vez demostraba otra cosa.—No tienes por qué disculparte, no es necesario. Yo tampoco tengo porque decirte nada, nosotros…—Ofelia —Adriel la interrumpe.En ese momento, la pelinegra lo mira expectante, y de un momento a otro aquel hombre envuelve su cintura apretándola contra su pecho. El corazón de Ofelia latía con rapidez, sus piernas comenzaron a fallarle y con cada segundo, perdía fuerzas.—Puedes decirme…—Adriel susurra contra sus labios —. Todo lo que tú quieras —Añade, luego besa la boca de la pelinegra con dulzura.Era absurdo pensar que podía resistirse…Ofelia le echa los brazos alrededor del cuello de Adriel, afianzando aquel beso tan apasionado, tan cargado de ternura, tan… es que ya no hallaba otra palabra que lo describiera, únicamente podía agregar que era perfecto.Con los ojos cerrados, confiando plenamente en él, Ofelia siente como Adriel eleva de a poco su cuerpo d
Después de una mañana bastante movida, gracias a las poderosas ganas de Adriel, Ofelia fue liberada de las manos de ese rubio insaciable.Una vez que él se marchó a la oficina, la pelinegra se dispuso a salir esa mañana. Su plan era llegar al colegio de su hermana e intentar verla al menos desde lejos. Se conocía sus horarios, sabía bien sus horas de entrada, salida y receso.Estando lista para salir, Ofelia abre la puerta del apartamento y detrás de la misma, se topa con dos hombres ataviados con trajes oscuros. Ella se asusta, pensando que eran los hombres de Armando, o peor aún los de Bruno.—Señorita Duran, el señor Montero nos envió para que la protegiéramos de los reporteros. ¿Va de salida?Con temor de responder, y dudando un poco de las palabras de aquel sujeto. La pelinegra cierra la puerta bruscamente, su corazón comenzó a latir con fuerza y la angustia hacia estragos en su interior.De pronto, el teléfono principal de la casa comenzó a sonar, Ofelia da un respingo, pero lue
Al cerrar la puerta del apartamento, la pelinegra se derrumba a llorar en el suelo. Hiciera lo que hiciera siempre estaría vigilada por todo el mundo, Bruno, Armando y hasta el mismo Adriel.La diferencia de él era que, quería ayudarla de verdad.Ofelia limpia sus lágrimas y piensa que con llorar no soluciona nada. Necesitaba hacer algo que la ayudara a ella y su hermana a salir libradas de ese problema. Levanta la vista y observa el corredor que conecta con la oficina de Adriel.Hacer lo que estaba pensando iba a ser la peor de las traiciones, pero si no lo hacía, Gabriela moriría.Con pesar, se pone en pie, mientras va recordando las órdenes de Bruno.—“Quiero que te metas en su oficina y busques ciertos permisos que son de mi interés. En esos documentos saldrá el nombre específico de la persona que le cedió los terrenos al imbécil de Adriel”—“¿Para qué quieres que busque eso?, yo no sé nada de permisos”—“Mi interés para que estés en ese apartamento no es para que te acuestes únic