—Porque no revisas el sobre que acabo de dejar en tu escritorio —Se le había olvidado por completo de ese sobre —. Quiero que lo veas, y leas algo realmente inocente.Adriel frunce el ceño ante el sarcasmo de Cecilia. Mira el sobre para tomarlo luego, abre la carpeta y en él y ve algo que llama su atención.El CEO saca una fotografía que lo deja totalmente sorprendido, pero a la vez tan confundido, que cree por un momento que quizás fuese un montaje.—Yo no soy la mala de la película Adriel, simplemente intentaba protegerte. Y te juro que no lo hacía por los sentimientos que guardo hacia ti, realmente me preocupaba la llegada tan misteriosa de esa mujer.El rubio escuchaba a su asistente, pero la realidad era que su mente estaba enfocada en esa foto. Las palabras de Cecilia se escuchaban de vez en cuando en su cabeza, pero de manera muy lejana. Luego, se concentró en la fotografía por completo, buscando algún indicio que de no fuese real, pero es que era imposible. Parecía bastante a
Adriel frena de golpe en el estacionamiento subterráneo de su edificio, se baja a toda prisa del coche y se dirige al ascensor; sin saludar, sin mirar a nadie.El desespero lo estaba carcomiendo por dentro mientras que el aparato metálico subía piso por piso, en cuanto sonó el timbre indicando que había llegado a su apartamento; casi que él mismo abre las puertas para salir.Pero al hacerlo, Adriel se da cuenta de que los guardaespaldas de Ofelia no estaban en el corredor. Eso no le agrado. El CEO corrió a su casa.—¿Ofelia? —La llamo con voz alta una vez dentro del apartamento —. ¡Ofelia! —pero nada.Se inquietó, y fue hasta su despacho. Todo estaba sumamente ordenado, tal cual como lo había dejado. Fue directo hasta el escritorio y antes de abrir la gaveta, se fija en una nota con su nombre.El rubio la toma y la abre en dos.“Lo siento mucho”Era todo lo que decía aquella nota, Adriel pestañea reiteradas veces, y vuelve a leer aquellas tres palabras tan vacías, tan carentes de sent
—Ofeliaaaaa —Gabriela grita con todas sus fuerzas —. Por favor, nooo —Lloraba sin consuelo alguno.Arrodillada en la arena, la castaña lloraba sin parar, se habían llevado a su hermana e imaginaba lo peor. Nunca más la volvería a ver; y ni despedirse pudieron.La joven escuchaba el sonido de las sirenas a lo lejos, pero ni deseó ponerse en pie para salir de allí. Su dolor era más poderoso que sus ganas de salir de allí, sabía perfectamente que Bruno asesinaría a Ofelia en cuanto ya no la necesitase.Ese era su plan desde un principio, deshacerse de ella de alguna u otra manera pensó al mismo tiempo que varios coches aparcaron violentamente en el estacionamiento.[…]Adriel fue el primero en aparcar su coche en la entrada de la mansión de Bruno, y también fue el primero en bajarse del mismo, y lo primero que nota en aquella casa era a una joven tirada en el suelo y una casa completamente desolada.Esa mujer no era Ofelia, puesto que ella tenía el cabello más oscuro. Sin embargo, no se
La pelinegra fue trasladada por los oficiales hasta la estación, en donde seria interrogada conjuntamente con su hermana. A Adriel no le fue permitido llevarla en su coche, puesto que ella era testigo y hasta pensaba que era cómplice de Bruno.Ninguno de los dos se pudieron decir nada, puesto que a ella la alejaron de él casi que inmediato para internarla en un coche del gobierno. Por supuesto que el CEO la siguió hasta la estación, a pesar de que no debía hacerlo. Pero legalmente, Ofelia era su esposa.Cuando la pelinegra ingresa en la comisaria, divisa a su hermana sentada en un sofá con una taza humeante en las manos y la mirada perdida.—¡Gabriela! —exclama corriendo hacia ella.—Ofelia —Dice la menor poniéndose en pie.Ambas se abrazan con fuerza y lloran de la emoción al ver que seguían con vida.—Pensé lo peor, hermana.—Y yo.Adriel las miró desde lejos, al menos estaban juntas y vivas.Al cabo de varias horas de interrogación, y después de que los abogados de Adriel intercedi
—¡Ofelia!La llama con voz alta, más no mandona. Pero nadie aparece, y no era muy tarde como para decir que estuvieran dormidas.Un tanto curioso, comienza a buscar a su esposa en las habitaciones, pero todas estaban vacías. No estaba en ese apartamento, Adriel aprieta la mandíbula.—Nuevamente me ha dejado.Insistía, esa mujer era asombrosa. Ahora no tenía idea a donde ir a buscarla, o quizás sí. Mira la hora en su reloj y se fija que no era hora como para ir a esa parte de la ciudad. Probablemente ellas estaban muy agotadas con todo lo que tuvieron que pasar, no creía que fuese buena idea ir a conversar con ella cuando ambos estaban cansados.Descansaría esa noche, y por la mañana iría a buscarla.[…]—Debimos quedarnos en ese apartamento, al menos íbamos a dormir con todas esas comodidades. Aquí no tenemos nada, Ofelia. Ni siquiera agua —Su hermana se queja, por un lado tenía razón, pero por otro; ella no quería estar en ese lugar.—Lo mejor es que nos regresáramos a casa, ya no qu
—¿A dónde quieres llegar, Adriel? Te estoy dando la libertad que necesitas, de no seguir atado a una mujer como yo; estoy salpicada de todo lo malo que hizo Bruno, tengo muy mala reputación. Si continuo a tu lado, manchare tu nombre de la peor manera. —Tampoco te estoy preguntando por eso —dice dando un paso hacia ella, manteniendo la seriedad en su mirada. —No te conviene que los reporteros te sigan a todos lados por mi culpa, solo porque buscan noticia nueva. Solo traería problemas a tu vida, y mi hermana… ella también está implicada en esto. No es justo todo lo que cause. —No quiero que me digas nada de eso, Ofelia —da dos pasos más hacia la pelinegra, acortando visiblemente el espacio entre ellos. En ese momento, ella traga saliva al ver que él estaba más cerca que antes. Se le estaban terminando las excusas, ya no sabía que decirle a ese hombre para evadir la pregunta principal. —No soy buena compañía, Adriel. Te traicione, te engañe, me acerque a ti con mentiras, hice que…
—¿Cómo es posible que hiciera tantas travesuras, Cristabel? A tu padre no le va a gustar nada de esto. Ofelia intentaba quitar las manchas de marcador de la pared de la oficina de Adriel, su hija sabía que tenía prohibido meterse a jugar en su despacho, pero parecía que eso no le importaba. Ni mucho menos que su padre la regañara, aunque eso no fuese cierto. Esa niña era la luz de los ojos de su padre, Ofelia dudaba mucho que ese rubio le dijera alguna cosa. —Toma esa esponja y ayúdame a limpiar tu desastre. —Pero no quiero mami, quiero salir a jugar con mi tía Gabriela. —Ella está estudiando, usted tiene que hacerse responsable de sus actos. Ahora a limpiar. La pelinegra puso a la pequeña Cristabel de 5 años a limpiar las paredes, era necesario que supiera que no siempre iba a hacer lo que quisiera. Entre su padre y Gabriela, la malcriaban mucho; a esos dos también tenía que darle una advertencia de que no continuaran por ese camino. Ofelia continuaba frotando la pared, pero la
—¡Fantástico! —Vocifera, Ofelia mientras se ajusta el abrigo.El transporte la había dejado tirada a tres cuadras de su casa, tenía que caminar todo el tramo con ese horrible frío que estaba haciendo y siendo tan tarde. No era muy sano andar por las calles a esas horas de la noche, el barrio por donde vivía no era muy bueno que digamos.—Maldito chófer —Clama irrita al tiempo que de su boca salía un espeso vapor blanquecino —. Tengo que caminar demasiado, porque al desgraciado le dio por no querer meterse por mi calle.Ofelia Duran, trabajaba como mesera de una cafetería de Indianápolis (Estados Unidos). La joven de 27 años, cumplía con su labor día a día, por dos razones muy importantes. Para mantener su casa y la más significativa de las dos, su hermana Gabriela, una adolescente de 16 años.Era una buena chica, Ofelia pagaba los estudios de su hermana para que culminara el colegio. Ella quería que la muchacha fuese una buena mujer, y con una carrera. Lo que más deseaba en el mundo,