La pelinegra fue trasladada por los oficiales hasta la estación, en donde seria interrogada conjuntamente con su hermana. A Adriel no le fue permitido llevarla en su coche, puesto que ella era testigo y hasta pensaba que era cómplice de Bruno.Ninguno de los dos se pudieron decir nada, puesto que a ella la alejaron de él casi que inmediato para internarla en un coche del gobierno. Por supuesto que el CEO la siguió hasta la estación, a pesar de que no debía hacerlo. Pero legalmente, Ofelia era su esposa.Cuando la pelinegra ingresa en la comisaria, divisa a su hermana sentada en un sofá con una taza humeante en las manos y la mirada perdida.—¡Gabriela! —exclama corriendo hacia ella.—Ofelia —Dice la menor poniéndose en pie.Ambas se abrazan con fuerza y lloran de la emoción al ver que seguían con vida.—Pensé lo peor, hermana.—Y yo.Adriel las miró desde lejos, al menos estaban juntas y vivas.Al cabo de varias horas de interrogación, y después de que los abogados de Adriel intercedi
—¡Ofelia!La llama con voz alta, más no mandona. Pero nadie aparece, y no era muy tarde como para decir que estuvieran dormidas.Un tanto curioso, comienza a buscar a su esposa en las habitaciones, pero todas estaban vacías. No estaba en ese apartamento, Adriel aprieta la mandíbula.—Nuevamente me ha dejado.Insistía, esa mujer era asombrosa. Ahora no tenía idea a donde ir a buscarla, o quizás sí. Mira la hora en su reloj y se fija que no era hora como para ir a esa parte de la ciudad. Probablemente ellas estaban muy agotadas con todo lo que tuvieron que pasar, no creía que fuese buena idea ir a conversar con ella cuando ambos estaban cansados.Descansaría esa noche, y por la mañana iría a buscarla.[…]—Debimos quedarnos en ese apartamento, al menos íbamos a dormir con todas esas comodidades. Aquí no tenemos nada, Ofelia. Ni siquiera agua —Su hermana se queja, por un lado tenía razón, pero por otro; ella no quería estar en ese lugar.—Lo mejor es que nos regresáramos a casa, ya no qu
—¿A dónde quieres llegar, Adriel? Te estoy dando la libertad que necesitas, de no seguir atado a una mujer como yo; estoy salpicada de todo lo malo que hizo Bruno, tengo muy mala reputación. Si continuo a tu lado, manchare tu nombre de la peor manera. —Tampoco te estoy preguntando por eso —dice dando un paso hacia ella, manteniendo la seriedad en su mirada. —No te conviene que los reporteros te sigan a todos lados por mi culpa, solo porque buscan noticia nueva. Solo traería problemas a tu vida, y mi hermana… ella también está implicada en esto. No es justo todo lo que cause. —No quiero que me digas nada de eso, Ofelia —da dos pasos más hacia la pelinegra, acortando visiblemente el espacio entre ellos. En ese momento, ella traga saliva al ver que él estaba más cerca que antes. Se le estaban terminando las excusas, ya no sabía que decirle a ese hombre para evadir la pregunta principal. —No soy buena compañía, Adriel. Te traicione, te engañe, me acerque a ti con mentiras, hice que…
—¿Cómo es posible que hiciera tantas travesuras, Cristabel? A tu padre no le va a gustar nada de esto. Ofelia intentaba quitar las manchas de marcador de la pared de la oficina de Adriel, su hija sabía que tenía prohibido meterse a jugar en su despacho, pero parecía que eso no le importaba. Ni mucho menos que su padre la regañara, aunque eso no fuese cierto. Esa niña era la luz de los ojos de su padre, Ofelia dudaba mucho que ese rubio le dijera alguna cosa. —Toma esa esponja y ayúdame a limpiar tu desastre. —Pero no quiero mami, quiero salir a jugar con mi tía Gabriela. —Ella está estudiando, usted tiene que hacerse responsable de sus actos. Ahora a limpiar. La pelinegra puso a la pequeña Cristabel de 5 años a limpiar las paredes, era necesario que supiera que no siempre iba a hacer lo que quisiera. Entre su padre y Gabriela, la malcriaban mucho; a esos dos también tenía que darle una advertencia de que no continuaran por ese camino. Ofelia continuaba frotando la pared, pero la
—¡Fantástico! —Vocifera, Ofelia mientras se ajusta el abrigo.El transporte la había dejado tirada a tres cuadras de su casa, tenía que caminar todo el tramo con ese horrible frío que estaba haciendo y siendo tan tarde. No era muy sano andar por las calles a esas horas de la noche, el barrio por donde vivía no era muy bueno que digamos.—Maldito chófer —Clama irrita al tiempo que de su boca salía un espeso vapor blanquecino —. Tengo que caminar demasiado, porque al desgraciado le dio por no querer meterse por mi calle.Ofelia Duran, trabajaba como mesera de una cafetería de Indianápolis (Estados Unidos). La joven de 27 años, cumplía con su labor día a día, por dos razones muy importantes. Para mantener su casa y la más significativa de las dos, su hermana Gabriela, una adolescente de 16 años.Era una buena chica, Ofelia pagaba los estudios de su hermana para que culminara el colegio. Ella quería que la muchacha fuese una buena mujer, y con una carrera. Lo que más deseaba en el mundo,
—¡Adriel!El rubio levanta la mirada de la pila de permisos que tenía que revisar para esa mañana. Sus ojos verdes enfocan a su mano derecha quien ingreso en su oficina.—¿Qué pasa, Cecilia? Estoy muy ocupado está mañana, la verdad es que no dispongo de mucho tiempo que digamos.—Ya lo sé, pero he venido porque surgió un problema con la construcción por la que tanto hemos estado peleando —El corazón de Adriel se estremeció ante aquella noticia.—¿Qué es lo que ha pasado?—Lo mismo de siempre, esos tipos han jodido la maquinaria para que la construcción se demore.—¡Maldita sea! —Musita poniéndose en pie —. Tendré que resolver este problema yo mismo.Todo el tiempo se presentaba un problema diferente con la construcción en la que él estaba involucrado, de hecho, era el promotor de toda la obra. Adriel Montero era un ex político, que luego de terminar su servicio para el gobierno, continúo trabajando por el bien de la ciudad.Como contaba con la colaboración de muchas personas influyent
Ofelia llego al restaurante sin problema alguno, estaba agradecida con el cielo porque nadie estuvo detrás de ella. Su única preocupación era su hermana, dejarla sola no era una opción y menos en su condición. Pero, ¿qué otra cosa podía hacer?, solo confiar en Gabriela que se iría derecho hasta el colegio.Y si esa niña no lo hacía, y ella se enteraba de algo, le iba a ir muy mal.La pelinegra cree que lo mejor hubiera sido contarle la verdad a su hermana, para que estuviera al tanto de la situación, pero luego pensó que quizás no era buena idea. Estaba hecha un lío.[…]Horas más tarde, Ofelia había terminado su turno completo. Ese día salía un poco más temprano, y era bueno, puesto que no tenía que caminar en la noche hasta su casa. La pelinegra abandona la cafetería, ajusta su abrigo, mira hacia ambos lados y toma el camino hasta la parada.Por salir temprano, no tenía opción de transporte. Pero no importaba, porque aún estaba muy claro para caminar por su calle. Sin embargo, eso n
Era increíble que la chica que vio esa mañana estuviera allí, frente de él…—¿Ocurre algo? ¿Alguien las estaba molestando? ¿O es que han venido para interrumpir mi construcción?Ofelia mira asombrada a ese señor, ella no tenía idea de lo que estaba hablando. Con tantos problemas que tenía en esos momentos, que no tenía cabeza para estar analizando lo que ese sujeto le estaba preguntando.—Disculpe, pero ya debemos irnos —Ofelia empuja a su hermana para que retrocediera, y ambas terminaron por echar andar de regreso.—Espera… —El CEO la toma de la mano deteniéndola en el acto. Ofelia mira su mano y luego a ese hombre —. ¿Puedo ayudarlas en algo? —La pelinegra estaba tentativa a contarle lo que estaba pasando, pero se mordió la lengua.—¡Adriel!De pronto aparece una mujer muy guapa detrás del hombre de traje, Ofelia la mira de abajo hacia arriba y la otra hace lo propio, para luego observar como el rubio la tenía sostenida de la mano.Inmediatamente, la pelinegra se suelta del agarre d