Inicio / Romántica / Trato con un Ex político / Capitulo 4. Meterse en problemas
Capitulo 4. Meterse en problemas

Era increíble que la chica que vio esa mañana estuviera allí, frente de él…

—¿Ocurre algo? ¿Alguien las estaba molestando? ¿O es que han venido para interrumpir mi construcción?

Ofelia mira asombrada a ese señor, ella no tenía idea de lo que estaba hablando. Con tantos problemas que tenía en esos momentos, que no tenía cabeza para estar analizando lo que ese sujeto le estaba preguntando.

—Disculpe, pero ya debemos irnos —Ofelia empuja a su hermana para que retrocediera, y ambas terminaron por echar andar de regreso.

—Espera… —El CEO la toma de la mano deteniéndola en el acto. Ofelia mira su mano y luego a ese hombre —. ¿Puedo ayudarlas en algo? —La pelinegra estaba tentativa a contarle lo que estaba pasando, pero se mordió la lengua.

—¡Adriel!

De pronto aparece una mujer muy guapa detrás del hombre de traje, Ofelia la mira de abajo hacia arriba y la otra hace lo propio, para luego observar como el rubio la tenía sostenida de la mano.

Inmediatamente, la pelinegra se suelta del agarre del extraño y retrocede un paso.

—Siento mucho que hayamos interrumpido en sus terrenos —Y con aquellas palabras, ambas emprendieron la marcha.

—¿Qué fue todo eso? ¿Quiénes son esas mujeres? —Pregunta Cecilia.

—Nada —Contesta mirando a las chicas alejarse.

—¿Han venido para pedir caridad?

—No, creo que no.

El rubio se da la vuelta y vuelve a la reunión con sus empleados…

[…]

—¿Pero que ha sido todo eso, Ofelia?

—Debemos regresar a la casa.

—¡Sí, claro! Con ese montón de sujetos detrás de nosotras. ¿Se puede saber qué diablos fue lo que paso?

—He visto algo en el callejón que no debí ver.

—¡¿Qué dices?! —Pregunta alarmada su hermana, Gabriela se detiene y mira a la pelinegra estupefacta —. ¿Cómo que viste algo? Sabes lo que le hacen a las personas que andan de metiche.

—Yo no andaba de metiche, pase por allí y justamente estaban haciéndole algo a un sujeto. No fue porque quise ver, no seas ridícula, Gabriela.

—Pues estamos metida en serios problemas, espero que lo sepas.

Ni falta que hacía que se lo recordará, era muy consciente de que esos tipos no iban a desistir hasta agarrarlas en cualquier momento y amenazarlas sabrá dios de qué manera para hacerlas callar.

Ofelia estaba muy preocupada… mientras que caminaba hacia su casa, miraba hacia todos lados, buscando ese coche, pero no estaba. En eso mira disimuladamente  hacia atrás y ve aquella construcción, divisa como aquel sujeto de traje se reintegra a la multitud. Se preguntó, ¿Quién rayos era?

Si notó que quería ser amables con ellas, hasta sintió que podía ayudarlas, pero luego apareció esa mujer y bueno, lo único que le provocó era irse de allí. La presencia de esa mujer hizo que Ofelia se sintiera incómoda.

—¿Has visto como ese sujeto te miró? —La pregunta de su hermana menor la saco de su estupefacción.

—¿Qué dices? ¿Qué mirada?

—¿No me digas que no te distes cuenta? Pero si era más que evidente como te miró, creo que le llamaste la atención.

—Yo no estoy para esas tonterías, Gabriela. Hazme el favor y deja de hablar pendejadas y camina rápido.

—Debe ser que nunca vas a tener novio —Se queja la castaña entrando en la residencia.

Ofelia mira hacia todos lados antes de entrar en el edificio, se aseguraba que el coche no estuviera por allí. Aunque dudaba que ellos no supieran donde vivía, esa gente sabía absolutamente todo.

Al entrar en el apartamento, Ofelia se fija que su hermana la estaba mirando seriamente…

—¿Qué te pasa?

—No podemos seguir viviendo de esta manera, necesitamos largarnos de este barrio. Un día de estos amaneceremos muertas.

—¿Crees que no lo he pensado? Pero sabes bien que no tengo las posibilidades de hacerlo.

—Si podemos, busquemos un lugar menos peligroso. Vendamos esta casa y salgamos de aquí.

—¿Y quién la va a comprar? Nadie quiere comprar un inmueble por esta calle, y menos con la manada de locos que hay afuera, Gabriela.

—Pues, busca la manera de salir de aquí. Porque con lo que has visto, es más que seguro que esos tipos nos hagan daño. Sabes lo que le pasó aquel sujeto que vio algo en ese callejón, fue a dar al hospital. Eso nos puede pasar a nosotras.

—Ya lo sé… y es por eso que no puedes estar en la calle a altas horas de la tarde, ni la noche.

—¡Esto es increíble!

La castaña refuta toda enojada mientras se mete en su recámara. Ofelia suelta el aliento al verse sola en la sala. De pronto recuerda lo que su hermana le había dicho. Ella no vio nada extraño en la mirada de ese hombre, la estaba observando normal ¿o no?

En eso, siente una sensación extraña en su cuerpo. ¿De verdad le pareció atractiva a ese hombre? Pero si no lo conocía de nada, su corazón comenzó a palpitar un tanto apresurado, lo que la llevo a confundirse.

—Pero qué diablos hago pensando en eso, que tontería más grande.

Ella niega, olvidándose de ese hombre. A fin de cuentas, no volvería a verlo.

[…]

Tira las llaves en la mesa de noche de su habitación, para luego tumbar su cuerpo en la cama. Adriel suelta el aliento contenido y logra relajar un poco su cuerpo. Cierra los ojos e intenta olvidarse de los problemas que tenía encima; con la construcción, los permisos, las personas que intentaban arruinar sus proyectos. Y encima, debía ocuparse de su propia empresa.

Pero entonces, de la nada, surge el rostro de esa chica que se metió en su propiedad llenando sus pensamientos por completo. Adriel abre los ojos, y recuerda aquellos ojos marrones y mirada preocupada. ¿Qué le sucedía?

Luego recordó esa mirada de intranquilidad que tenía, era como si estuviera asustada. Como si alguien la estuviera siguiendo, estaba pálida; se preguntó si estaba metida en problemas. Si no hubiera sido por la interrupción de Cecilia, fácilmente le hubiese preguntado que le estaba pasando.

Quizás, y hubiera podido ayudarla…

Luego se incorporó en la cama, se quedó pensando un momento.

—¿Por qué demonios me gusta meterme en estos problemas?

[…]

El día siguiente amaneció lluvioso y frío, de hecho estaba haciendo un frío de m****a. Por esa razón, Ofelia se abrigo hasta más no poder. Luego de que el transporte se llevará a su hermana al colegio, ella se marchó al trabajo. Ese día tenía una jornada muy larga y cansona, así que, debía armarse de fuerza para soportar tantas horas de pie.

Al salir del edificio, la joven abriga bien su cuerpo. Se cala un gorro y emprende la caminata hasta la parada, esa mañana estaba muy pendiente de que nadie la estuviera siguiendo. Era horrible tener que vivir de esa manera, ¿Pero qué otra opción tenía?

La pelinegra cruza la cuadra que conecta con la construcción del edificio nuevo, y se detiene un momento para ver a los trabajadores hacer su trabajo, aun cuando el roció de la lluvia era molesto. Ella muerde sus labios, al fijarse que el hombre de la tarde anterior no estaba allí, era obvio, con aquella pinta que se gastaba, dudaba que estuviera allí.

Era el dueño, solo iba en ocasiones para supervisar… ella niega y continua su camino, pero entonces; un coche negro frena justo frente de ella. Ofelia se detiene de inmediato, pero con el corazón latiendo a millón.

Ahora si no tenía escapatoria alguna, esos hombres por fin habían logrado agarrarla desprevenida. Pensó que al menos no estaba con su hermana. Solo ella pagaría por su imprudencia.

Como todo sucedía como a cámara lenta, ella miró hacia ambos lados. Posiblemente, tuviera la oportunidad de escapar, al menos por ese día, y conseguir un poco más de tiempo para pensar cómo salir de esa.

Ella hace amago de salir corriendo no más al ver que la ventanilla del coche comenzaba a bajar.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo