Era increíble que la chica que vio esa mañana estuviera allí, frente de él…
—¿Ocurre algo? ¿Alguien las estaba molestando? ¿O es que han venido para interrumpir mi construcción?
Ofelia mira asombrada a ese señor, ella no tenía idea de lo que estaba hablando. Con tantos problemas que tenía en esos momentos, que no tenía cabeza para estar analizando lo que ese sujeto le estaba preguntando.
—Disculpe, pero ya debemos irnos —Ofelia empuja a su hermana para que retrocediera, y ambas terminaron por echar andar de regreso.
—Espera… —El CEO la toma de la mano deteniéndola en el acto. Ofelia mira su mano y luego a ese hombre —. ¿Puedo ayudarlas en algo? —La pelinegra estaba tentativa a contarle lo que estaba pasando, pero se mordió la lengua.
—¡Adriel!
De pronto aparece una mujer muy guapa detrás del hombre de traje, Ofelia la mira de abajo hacia arriba y la otra hace lo propio, para luego observar como el rubio la tenía sostenida de la mano.
Inmediatamente, la pelinegra se suelta del agarre del extraño y retrocede un paso.
—Siento mucho que hayamos interrumpido en sus terrenos —Y con aquellas palabras, ambas emprendieron la marcha.
—¿Qué fue todo eso? ¿Quiénes son esas mujeres? —Pregunta Cecilia.
—Nada —Contesta mirando a las chicas alejarse.
—¿Han venido para pedir caridad?
—No, creo que no.
El rubio se da la vuelta y vuelve a la reunión con sus empleados…
[…]
—¿Pero que ha sido todo eso, Ofelia?
—Debemos regresar a la casa.
—¡Sí, claro! Con ese montón de sujetos detrás de nosotras. ¿Se puede saber qué diablos fue lo que paso?
—He visto algo en el callejón que no debí ver.
—¡¿Qué dices?! —Pregunta alarmada su hermana, Gabriela se detiene y mira a la pelinegra estupefacta —. ¿Cómo que viste algo? Sabes lo que le hacen a las personas que andan de metiche.
—Yo no andaba de metiche, pase por allí y justamente estaban haciéndole algo a un sujeto. No fue porque quise ver, no seas ridícula, Gabriela.
—Pues estamos metida en serios problemas, espero que lo sepas.
Ni falta que hacía que se lo recordará, era muy consciente de que esos tipos no iban a desistir hasta agarrarlas en cualquier momento y amenazarlas sabrá dios de qué manera para hacerlas callar.
Ofelia estaba muy preocupada… mientras que caminaba hacia su casa, miraba hacia todos lados, buscando ese coche, pero no estaba. En eso mira disimuladamente hacia atrás y ve aquella construcción, divisa como aquel sujeto de traje se reintegra a la multitud. Se preguntó, ¿Quién rayos era?
Si notó que quería ser amables con ellas, hasta sintió que podía ayudarlas, pero luego apareció esa mujer y bueno, lo único que le provocó era irse de allí. La presencia de esa mujer hizo que Ofelia se sintiera incómoda.
—¿Has visto como ese sujeto te miró? —La pregunta de su hermana menor la saco de su estupefacción.
—¿Qué dices? ¿Qué mirada?
—¿No me digas que no te distes cuenta? Pero si era más que evidente como te miró, creo que le llamaste la atención.
—Yo no estoy para esas tonterías, Gabriela. Hazme el favor y deja de hablar pendejadas y camina rápido.
—Debe ser que nunca vas a tener novio —Se queja la castaña entrando en la residencia.
Ofelia mira hacia todos lados antes de entrar en el edificio, se aseguraba que el coche no estuviera por allí. Aunque dudaba que ellos no supieran donde vivía, esa gente sabía absolutamente todo.
Al entrar en el apartamento, Ofelia se fija que su hermana la estaba mirando seriamente…
—¿Qué te pasa?
—No podemos seguir viviendo de esta manera, necesitamos largarnos de este barrio. Un día de estos amaneceremos muertas.
—¿Crees que no lo he pensado? Pero sabes bien que no tengo las posibilidades de hacerlo.
—Si podemos, busquemos un lugar menos peligroso. Vendamos esta casa y salgamos de aquí.
—¿Y quién la va a comprar? Nadie quiere comprar un inmueble por esta calle, y menos con la manada de locos que hay afuera, Gabriela.
—Pues, busca la manera de salir de aquí. Porque con lo que has visto, es más que seguro que esos tipos nos hagan daño. Sabes lo que le pasó aquel sujeto que vio algo en ese callejón, fue a dar al hospital. Eso nos puede pasar a nosotras.
—Ya lo sé… y es por eso que no puedes estar en la calle a altas horas de la tarde, ni la noche.
—¡Esto es increíble!
La castaña refuta toda enojada mientras se mete en su recámara. Ofelia suelta el aliento al verse sola en la sala. De pronto recuerda lo que su hermana le había dicho. Ella no vio nada extraño en la mirada de ese hombre, la estaba observando normal ¿o no?
En eso, siente una sensación extraña en su cuerpo. ¿De verdad le pareció atractiva a ese hombre? Pero si no lo conocía de nada, su corazón comenzó a palpitar un tanto apresurado, lo que la llevo a confundirse.
—Pero qué diablos hago pensando en eso, que tontería más grande.
Ella niega, olvidándose de ese hombre. A fin de cuentas, no volvería a verlo.
[…]
Tira las llaves en la mesa de noche de su habitación, para luego tumbar su cuerpo en la cama. Adriel suelta el aliento contenido y logra relajar un poco su cuerpo. Cierra los ojos e intenta olvidarse de los problemas que tenía encima; con la construcción, los permisos, las personas que intentaban arruinar sus proyectos. Y encima, debía ocuparse de su propia empresa.
Pero entonces, de la nada, surge el rostro de esa chica que se metió en su propiedad llenando sus pensamientos por completo. Adriel abre los ojos, y recuerda aquellos ojos marrones y mirada preocupada. ¿Qué le sucedía?
Luego recordó esa mirada de intranquilidad que tenía, era como si estuviera asustada. Como si alguien la estuviera siguiendo, estaba pálida; se preguntó si estaba metida en problemas. Si no hubiera sido por la interrupción de Cecilia, fácilmente le hubiese preguntado que le estaba pasando.
Quizás, y hubiera podido ayudarla…
Luego se incorporó en la cama, se quedó pensando un momento.
—¿Por qué demonios me gusta meterme en estos problemas?
[…]
El día siguiente amaneció lluvioso y frío, de hecho estaba haciendo un frío de m****a. Por esa razón, Ofelia se abrigo hasta más no poder. Luego de que el transporte se llevará a su hermana al colegio, ella se marchó al trabajo. Ese día tenía una jornada muy larga y cansona, así que, debía armarse de fuerza para soportar tantas horas de pie.
Al salir del edificio, la joven abriga bien su cuerpo. Se cala un gorro y emprende la caminata hasta la parada, esa mañana estaba muy pendiente de que nadie la estuviera siguiendo. Era horrible tener que vivir de esa manera, ¿Pero qué otra opción tenía?
La pelinegra cruza la cuadra que conecta con la construcción del edificio nuevo, y se detiene un momento para ver a los trabajadores hacer su trabajo, aun cuando el roció de la lluvia era molesto. Ella muerde sus labios, al fijarse que el hombre de la tarde anterior no estaba allí, era obvio, con aquella pinta que se gastaba, dudaba que estuviera allí.
Era el dueño, solo iba en ocasiones para supervisar… ella niega y continua su camino, pero entonces; un coche negro frena justo frente de ella. Ofelia se detiene de inmediato, pero con el corazón latiendo a millón.
Ahora si no tenía escapatoria alguna, esos hombres por fin habían logrado agarrarla desprevenida. Pensó que al menos no estaba con su hermana. Solo ella pagaría por su imprudencia.
Como todo sucedía como a cámara lenta, ella miró hacia ambos lados. Posiblemente, tuviera la oportunidad de escapar, al menos por ese día, y conseguir un poco más de tiempo para pensar cómo salir de esa.
Ella hace amago de salir corriendo no más al ver que la ventanilla del coche comenzaba a bajar.
—Espera…Pero sus pasos se detienen cuando escucha esa voz un tanto familiar a sus espaldas, Ofelia se da la vuelta y divisa aquel sujeto que vio el día anterior. Se había bajado del coche y se encaminaba hacia ella.La pelinegra traga saliva al ver la imponencia y elegancia de ese hombre, realmente era muy atractivo. Y aquellos ojos verdes, eran tan cautivadores que la hizo pestañear consecutivamente.Para cuando ya estaba a escasos metros de ella, la pelinegra retrocedió dos pasos, puesto que no comprendía que era lo que buscaba ese sujeto. Muy bello y todo, pero era un desconocido para ella.Adriel se detiene al ver que ella retrocede, y por la expresión de pánico que puso, pensó que lo mejor era no acercarse tanto.—Hola —La saluda un poco tímido —. No sé si me recuerdas. Soy…—¡Si ya sé!, el dueño de la construcción de allá atrás —Ella interrumpe sus palabras, pero manteniendo su distancia.—No quería asustarte —Adriel medio sonríe, se recuesta del capo del coche y la mira tranqu
—¿Qué se supone que quieres que haga con esta noticia? ¿Hablo con los periódicos para que dejen de esparcir rumores como ese?—Eso no servirá de nada, lo mejor que podemos hacer es ignorar la situación.—Está bien, como tus órdenes. Luego no te quejes de las consecuencias de tu inconciencia.Adriel bien sabía lo que podía suceder, que continuaran las habladurías. Pero le tenía sin cuidado lo que dijeran acerca de él, sin embargo; ¿podría meter en problemas a esa muchacha? ¿Y si comenzaban a acosarla? Existía esa posibilidad, quizás tenía que buscarla nuevamente para advertirle lo que estaba ocurriendo, o bueno, la bomba que podía explotar en cualquier momento sobre ese chismorreo.—Cancela mis citas de esta tarde, iré a la construcción para ver cómo marcha todo —Cecilia lo mira seriamente.—Tienes citas importantes esta tarde, no las puedes evadir así como si nada. La compra de esas maquinarias, son imprescindibles para la compañía, sabes bien que tenemos a muchos compradores encima.
Mientras que ella imploraba al cielo que ese hombre la llevará a casa, su corazón latía a toda prisa. No quería ni voltear para ver si aquel sujeto seguía acosándola, esperaba que no. Contaba con que se hubiera ido para cuando Adriel la acercará a casa.Sin embargo, si él le decía que no, no sabía que iba a hacer para no morir en el intento de regresar a su hogar.—De acuerdo, te llevaré hasta tu casa.Ofelia soltó el aliento, se sentía aliviada de no tener que regresar sola. Era una suerte que él estuviera en la construcción a esa hora de la noche. Si no hubiera estado, quien sabe que fuera de ella.—Muchas gracias.—Déjame terminar aquí, y te acompaño —Ella lo ve alejarse y se fija en esa enorme espalda, tan ancha y varonil.Luego parpadea reiteradas veces, fijándose en el resto de aquel monumental cuerpo. Realmente, no lo había detallo muy bien, pero para ser franca, ese hombre era demasia
En cuanto los primeros rayos del sol se filtraron por la ventana, Ofelia parpadeo, no había logrado dormir nada en toda la noche pensando en su pobre hermana. Ella no tenía culpa de nada, y resulta que estaba pagando todas las culpas. La pelinegra baja la mirada, y con ella un par de lágrimas se deslizan por sus mejillas. No tenía idea de lo que tenía que hacer para conseguir que Bruno liberase a Gabriela, Ofelia mira el sillón donde estuvo sentada su hermana horas atrás. Ahora se encontraba completamente vacío, y la casa desolada. El desgraciado de Bruno se había llevado a Gabriela a modo de garantía. Se aseguraba de que ella cumpliera con las órdenes que le impuso, y sabía que llevándose a la joven lograría su objetivo. El problema era que, no tenía idea de cómo le iba hacer para conseguir que Adriel se casase con ella. Ni siquiera lo conocía tanto como para decir que sentía algo por él, simplemente habían tenido encuentros y él había sido amable con ella. Pero de allí, a pensar
Sus palabras no le gustaron para nada, era definitivo que la seguirían a todas partes. Si no acataba las ordenes de Bruno, matarían a su hermana.—Yo voy a hacer lo que me piden, pero necesito saber cómo está mi hermana.—No estás en posición de exigir nada.—Pero quiero saber cómo esta —Suplica. Ella observa como Armando la mira fijamente.—Llevará su rutina como de costumbre, pero no la podrás ver, ni se te ocurra llegar al colegio para buscarla, porque te ira muy mal. Y para tu tranquilidad, nadie le ha puesto una mano encima.No sentía total alivio, pero al menos, estaban cumpliendo su parte. Sin embargo, no se les podía creer a esas personas.—¿Qué pasa si no consigo que ese hombre se fije en mí? Es una persona importante, y yo no soy nadie. No sabemos si está casado, o tiene alguna pareja.En ese momento, Armando se aproximó a Ofelia, inclinándose lo suficiente como para quedar muy cerca de su rostro. El castaño de ojos azules, observa el rostro de Ofelia, quien se incómoda por
¡Que torpe!, que estúpida era. Prácticamente, salió huyendo de una buena ocasión. Tenía la oportunidad de su vida para lograr dar un paso positivo con Adriel, y todo lo había arruinado. Ofelia se quedó detrás de la puerta repasando la idiotez que cometió.Pero es que también, con tantas presiones encima, como iba a pensar con claridad. Eran muchas cosas las que estaban de por medio, mientras que ella tenía que enamorar a un hombre. No tenía sentido que su hermana estuviera en problemas, y ella ligando con un hombre.La pelinegra niega, era lo que debía hacer, le gustase o no…[…] ¿Qué era lo que estaba haciendo?¿Por qué seguía buscando a esa muchacha?Hace un momento sintió la necesidad de besarla, de hecho, estuvo a punto de hacerlo si no hubiera sido porque ella retrocedió despavorida. Intuyo que la pelinegra conocía sus intenciones, pero, ¿porque huir? ¿Alguien la estaría esperando en casa?El CEO lleva la mirada hacia arriba, ¿quizás esa chica
Cecilia abre la puerta de la oficina de Adriel en ingresa en la misma, la mujer observa a su jefe y frunce el ceño al ver que esté ni le presta atención.—¿Se puede saber que has estado haciendo? —Es cuando el rubio alza la mirada.—¿Qué quieres decir? —Ella lanza el periódico de esa mañana sobre su escritorio. Adriel mira fijamente aquellos papeles —. ¿Qué quieres que vea?—Porque no lo revisas tú mismo, si estas en primera plana.El rubio frunce el ceño, suelta el bolígrafo y toma el periódico. En cuanto lo abre, se fija en la primera plana. Adriel abre los ojos por la sorpresa de verse fotografiado en compañía de Ofelia. Justamente, la foto que subieron, era de cuando él le estaba colocando su abrigo sobre los hombros de la pelinegra.—Y eso no es todo, ábrelo por la mitad, te resultará más interesante que esa primera plana.El CEO le hace caso a su mano derecha, y lo abre; en letras grandes, rojas y resaltantes estaba escrito la palabra
Justo en ese instante, escucha un manojo de llaves cerca de la puerta. Eso significaba que el idiota de su jefe pretendía abrir la puerta y dejar entrar a todo ese montón de personas que no conocía para que la ahogaran a preguntas, de las cuales no tenía respuesta.Su corazón latió con prisa… no estaba preparada para nada de eso.La puerta se abrió, y tanto su jefe como la manada de reporteros ingresaron en el vestidor. Sin embargo, lo hallaron vacío. La pelinegra no estaba por ninguna parte, y ellos se encontraban decepcionados por no conseguir una buena historia.—¿Dónde está la muchacha?Le preguntan al jefe que estaba igual que sorprendidos como ellos…[…]Corría a toda prisa por la calle, alejándose todo lo posible del restaurante y de aquel alboroto. ¿Cómo era posible que le estuviera pasando esas cosas? Ofelia se escondió detrás un mural para coger un poco de aire.—Demonios, me he escapado por los pelos.Ahora no podía regresar al