Mientras que ella imploraba al cielo que ese hombre la llevará a casa, su corazón latía a toda prisa. No quería ni voltear para ver si aquel sujeto seguía acosándola, esperaba que no. Contaba con que se hubiera ido para cuando Adriel la acercará a casa.Sin embargo, si él le decía que no, no sabía que iba a hacer para no morir en el intento de regresar a su hogar.—De acuerdo, te llevaré hasta tu casa.Ofelia soltó el aliento, se sentía aliviada de no tener que regresar sola. Era una suerte que él estuviera en la construcción a esa hora de la noche. Si no hubiera estado, quien sabe que fuera de ella.—Muchas gracias.—Déjame terminar aquí, y te acompaño —Ella lo ve alejarse y se fija en esa enorme espalda, tan ancha y varonil.Luego parpadea reiteradas veces, fijándose en el resto de aquel monumental cuerpo. Realmente, no lo había detallo muy bien, pero para ser franca, ese hombre era demasia
En cuanto los primeros rayos del sol se filtraron por la ventana, Ofelia parpadeo, no había logrado dormir nada en toda la noche pensando en su pobre hermana. Ella no tenía culpa de nada, y resulta que estaba pagando todas las culpas. La pelinegra baja la mirada, y con ella un par de lágrimas se deslizan por sus mejillas. No tenía idea de lo que tenía que hacer para conseguir que Bruno liberase a Gabriela, Ofelia mira el sillón donde estuvo sentada su hermana horas atrás. Ahora se encontraba completamente vacío, y la casa desolada. El desgraciado de Bruno se había llevado a Gabriela a modo de garantía. Se aseguraba de que ella cumpliera con las órdenes que le impuso, y sabía que llevándose a la joven lograría su objetivo. El problema era que, no tenía idea de cómo le iba hacer para conseguir que Adriel se casase con ella. Ni siquiera lo conocía tanto como para decir que sentía algo por él, simplemente habían tenido encuentros y él había sido amable con ella. Pero de allí, a pensar
Sus palabras no le gustaron para nada, era definitivo que la seguirían a todas partes. Si no acataba las ordenes de Bruno, matarían a su hermana.—Yo voy a hacer lo que me piden, pero necesito saber cómo está mi hermana.—No estás en posición de exigir nada.—Pero quiero saber cómo esta —Suplica. Ella observa como Armando la mira fijamente.—Llevará su rutina como de costumbre, pero no la podrás ver, ni se te ocurra llegar al colegio para buscarla, porque te ira muy mal. Y para tu tranquilidad, nadie le ha puesto una mano encima.No sentía total alivio, pero al menos, estaban cumpliendo su parte. Sin embargo, no se les podía creer a esas personas.—¿Qué pasa si no consigo que ese hombre se fije en mí? Es una persona importante, y yo no soy nadie. No sabemos si está casado, o tiene alguna pareja.En ese momento, Armando se aproximó a Ofelia, inclinándose lo suficiente como para quedar muy cerca de su rostro. El castaño de ojos azules, observa el rostro de Ofelia, quien se incómoda por
¡Que torpe!, que estúpida era. Prácticamente, salió huyendo de una buena ocasión. Tenía la oportunidad de su vida para lograr dar un paso positivo con Adriel, y todo lo había arruinado. Ofelia se quedó detrás de la puerta repasando la idiotez que cometió.Pero es que también, con tantas presiones encima, como iba a pensar con claridad. Eran muchas cosas las que estaban de por medio, mientras que ella tenía que enamorar a un hombre. No tenía sentido que su hermana estuviera en problemas, y ella ligando con un hombre.La pelinegra niega, era lo que debía hacer, le gustase o no…[…] ¿Qué era lo que estaba haciendo?¿Por qué seguía buscando a esa muchacha?Hace un momento sintió la necesidad de besarla, de hecho, estuvo a punto de hacerlo si no hubiera sido porque ella retrocedió despavorida. Intuyo que la pelinegra conocía sus intenciones, pero, ¿porque huir? ¿Alguien la estaría esperando en casa?El CEO lleva la mirada hacia arriba, ¿quizás esa chica
Cecilia abre la puerta de la oficina de Adriel en ingresa en la misma, la mujer observa a su jefe y frunce el ceño al ver que esté ni le presta atención.—¿Se puede saber que has estado haciendo? —Es cuando el rubio alza la mirada.—¿Qué quieres decir? —Ella lanza el periódico de esa mañana sobre su escritorio. Adriel mira fijamente aquellos papeles —. ¿Qué quieres que vea?—Porque no lo revisas tú mismo, si estas en primera plana.El rubio frunce el ceño, suelta el bolígrafo y toma el periódico. En cuanto lo abre, se fija en la primera plana. Adriel abre los ojos por la sorpresa de verse fotografiado en compañía de Ofelia. Justamente, la foto que subieron, era de cuando él le estaba colocando su abrigo sobre los hombros de la pelinegra.—Y eso no es todo, ábrelo por la mitad, te resultará más interesante que esa primera plana.El CEO le hace caso a su mano derecha, y lo abre; en letras grandes, rojas y resaltantes estaba escrito la palabra
Justo en ese instante, escucha un manojo de llaves cerca de la puerta. Eso significaba que el idiota de su jefe pretendía abrir la puerta y dejar entrar a todo ese montón de personas que no conocía para que la ahogaran a preguntas, de las cuales no tenía respuesta.Su corazón latió con prisa… no estaba preparada para nada de eso.La puerta se abrió, y tanto su jefe como la manada de reporteros ingresaron en el vestidor. Sin embargo, lo hallaron vacío. La pelinegra no estaba por ninguna parte, y ellos se encontraban decepcionados por no conseguir una buena historia.—¿Dónde está la muchacha?Le preguntan al jefe que estaba igual que sorprendidos como ellos…[…]Corría a toda prisa por la calle, alejándose todo lo posible del restaurante y de aquel alboroto. ¿Cómo era posible que le estuviera pasando esas cosas? Ofelia se escondió detrás un mural para coger un poco de aire.—Demonios, me he escapado por los pelos.Ahora no podía regresar al
—¡Mierda! Adriel la toma entra sus brazos para acomodarla mejor en el asiento. —Ofelia, ¡Ofelia! Despierta — Habla con voz un poco más fuerte. Pero ella no reaccionaba, sin otra cosa que hacer, el CEO se baja de la camioneta, casi que corriendo le da la vuelta al coche y la saca de allí cargada en sus brazos. […] Estaba sintiendo mucho frío, ¿Por qué sentía tanto frío? Se pregunta Ofelia en medio de su ensoñación. La joven, medio abre los ojos y de inmediato se fija que se encontraba en un lugar que no conocía. De la nada se sienta sobresaltada. —Oye, cálmate —La voz de Adriel la alerto aún más, en seguida lo busco con la mirada —. ¿Te sientes bien? —El rubio estaba a su lado y ni cuenta se había dado de su presencia. —¿Dónde estamos? —En mi casa, Ofelia, te has desmayado en mi camioneta. —¿Me desmaye? —Repite confundida. La joven pelinegra comienza a escarbar en su cerebro el motivo de su desmayo, y como si recibiera una bofetada desprevenida le llega a la mente la razón.
—Señor Armando, la señorita Ofelia se encuentra en el apartamento de Adriel Montero —El hombre alza la mirada al escuchar aquellas palabras.—¿Desde hace cuánto que está allí?—Lleva alrededor de dos horas, señor —Armando afina la mirada, desde el interior del coche observaba la entrada de la mansión de Bruno.—Quiero que vigilen muy bien su salida, y hacia dónde se dirige y con quien anda. No la pierdan de vista, o lo van a lamentar —En esa oportunidad observa al guardaespaldas.—¿Quiere que le notifiquemos al señor Cohen? Nos ha pedido que le comuniquemos todo lo que pase con la pelinegra.—Yo me encargo de eso.Armando sube el vidrio del coche y ordena para que avancen al interior de la casa. Pero en su cabeza rondaba la pregunta de todas las preguntas, ¿Qué demonios estaban haciendo esos dos? Es que si se enteraba que esa maldita de Ofelia se había entregado a ese perro, la mataría; y a su hermana también.Armando ingresa en la mansión de Bruno, detrás de él lo seguía Gabriela en