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Capitulo 5. El corazón del CEO

—Espera…

Pero sus pasos se detienen cuando escucha esa voz un tanto familiar a sus espaldas, Ofelia se da la vuelta y divisa aquel sujeto que vio el día anterior. Se había bajado del coche y se encaminaba hacia ella.

La pelinegra traga saliva al ver la imponencia y elegancia de ese hombre, realmente era muy atractivo. Y aquellos ojos verdes, eran tan cautivadores que la hizo pestañear consecutivamente.

Para cuando ya estaba a escasos metros de ella, la pelinegra retrocedió dos pasos, puesto que no comprendía que era lo que buscaba ese sujeto. Muy bello y todo, pero era un desconocido para ella.

Adriel se detiene al ver que ella retrocede, y por la expresión de pánico que puso, pensó que lo mejor era no acercarse tanto.

—Hola —La saluda un poco tímido —. No sé si me recuerdas. Soy…

—¡Si ya sé!, el dueño de la construcción de allá atrás —Ella interrumpe sus palabras, pero manteniendo su distancia.

—No quería asustarte —Adriel medio sonríe, se recuesta del capo del coche y la mira tranquilamente —. Ayer me pareció que estabas en un apuro, por eso, esta mañana al verte por aquí, decidí acercarme para saber cómo estabas.

—¿Por qué haría algo como eso? No me conoce, ni yo a usted.

—¡¿No me conoces?!

El CEO la mira curioso, eso era muy extraño. O se estaba haciendo la ingenua para verle la cara, o de verdad no lo sabía.

—¿Debería? Mire…—Ella ve la hora en su reloj —. Se me está haciendo muy tarde para ir a trabajar, no sé qué es lo que usted quiere, pero créame no estoy interesada.

—¿Puedo llevarla al trabajo? No tengo problema, ya he terminado mi reunión con los empleados.

Era una oferta bastante tentadora, a decir verdad, ya iba demasiado tarde para el trabajo. Si aceptaba el aventón con ese hombre llegaría en cuestión de minutos.

<Pero no lo conozco, ¿cómo demonios me voy a ir con un extraño?>

—¿Y bien? ¿Por qué lo piensa tanto? —Ella vuelve a mirar su reloj, la iban a echar.

—Muy bien, pero solo porque estoy realmente atrasada con la entrada a mí turno.

No tenía más remedio, o se iba con él, o la despedían del único trabajo que la mantenía a flote.

[…]

El camino al trabajo fue en completo silencio, la verdad es que era un poco incómodo que ninguno de los dos dijera una sola palabra… Ofelia quería preguntarle a ese hombre porque estaba siendo amable con ella, pero le daba vergüenza, puesto que se montó en su coche y ni su nombre se sabía.

Ella iba muy rígida en aquel asiento, pensó Adriel, lo único que le había dicho fue la dirección del restaurante donde trabajaba y eso fue todo. Ni volteaba a verlo, se estaba impacientando al no escucharla hablar.

La pelinegra muerde sus labios al divisar a lo lejos el establecimiento donde laboraba. De inmediato, el chófer se detuvo, y es cuando ella no sabía qué hacer.

Al menos dar las gracias, pensó.

—Muchas gra…

—¿Cómo te llamas? —Él la interrumpe.

—Ofelia —Responde insegura.

—Un placer, Ofelia. Yo me llamo Adriel —Prefirió omitir su apellido, para ver que reacción tenía la mujer, pero no asumió ninguna. A cambio de eso, ambos se miraron por un momento fugaz.

—Debo irme, muchas gracias por traerme —Interrumpe el contacto.

Ofelia se bajó del coche de Adriel, y lo único que pudo hacer esté fue mirarla desde su automóvil.

Nunca se había tomado tanta molestia con una mujer, lo cierto es que; siempre se concentró en su trabajo, y no le daba tiempo al romance de meterse en su vida. Lo que menos deseaba era enrollarse la vida con una mujer que luego terminara decepcionándolo, sus proyectos eran lo primordial en su vida, o eso pensaba.

Ofelia camino apresuradamente, pero antes de entrar en el restaurante, echo la vista hacia atrás y notó que el coche de Adriel seguía estacionado en el mismo lugar. Luego arrancó y ella ingreso en la locación.

—¿Y eso que fue? —Se pregunta confundida.

[…]

Al día siguiente…

Adriel revisaba minuciosamente los costos de las nuevas maquinarias que estaban a punto de vender, su empresa consistía en la venta de maquinaria pesada para la construcción de grandes edificaciones. Por esa razón, se le ocurrió la idea de construir apartamentos para las personas de bajos recursos.

Y puesto que él tenía las herramientas para la construcción, no se lo pensó dos veces para ayudar a muchos. Cuando era un político, presto mucho de sus servicios, y no por dejar de ser alguien reconocido iba a dejar de ayudar a muchos o pocos que esperaban de su apoyo.

Mientras que se concentraba en leer las ofertas propuestas, un periódico es tirado bruscamente sobre su escritorio. El CEO mira el habitual, en donde la primera plana resaltaba perfectamente su rostro, luego alza la mirada para ver a su asistente Cecilia. Y a juzgar por su expresión no estaba muy contenta.

—¿Qué es lo que estás haciendo?

—¿De qué hablas? —Contesta tomando el periódico para luego abrirlo. No más al pasar la primera página, el CEO se da cuenta de lo que estaba hablando su asistente —. ¿Esto? —La mira restándole importancia a la noticia.

—¿Por qué has montado a esa mujer en el coche? Mira todo el revuelo que has creado, Adriel. Aparte de ser tu asistente, también soy quien habla por ti en muchas cosas. Mi teléfono no ha parado de sonar desde esta mañana, todo el mundo me pregunta quién es esa mujer.

—¿Y qué le has dicho? —Pregunta pasiblemente.

—¿Cómo me haces esa pregunta? Ni siquiera conozco a esa mujer, como se te ocurrió montarla en el coche. Y de paso, sabiendo que miles de periodistas aun te siguen la pista —La mujer le reclama.

Pero Adriel simplemente leía la cotilla que salió en el anuncio. La verdad es que estaba en muchas páginas del periódico, y Ofelia también salía. Les tomaron fotos cerca de la construcción, y luego cuando ella se bajó del coche para ir corriendo al restaurante.

Para ser sincero, no pensó en las consecuencias de ofrecerse a llevarla a su trabajo. Se había olvidado por completo de los periodistas que seguían siendo una molestia.

Luego lee un anuncio que llamo su atención…

“El flamante y soltero ex político Adriel Montero al parecer se le ha ablandado el corazón, y esta vez no se ha fijado en una típica prototipo de mujer. Se le ha visto con una muchacha bastante sencilla, que al parecer reside por la misma calle en donde este galante empresario tiene proyectos de construcción”

“¿Sera que esta sencilla y humilde mujer, pero también desconocida, se ha ganado el corazón del CEO?”

—¿Se ha ganado el corazón del CEO? —Murmura en voz baja, mientras que una sonrisa se asoma en sus labios.

—¿Eso te causa risa? —Adriel ni siquiera levanto la mirada, y tampoco pensaba responder ya que, ciertamente; si le causaba un poco de risa —. Esto no es broma, esas personas están creyendo que tienes un romance con esta mujer, una muchacha de la que no sabemos nada.

—Que piensen lo que quieran, Cecilia. No debes darle importancia a esto.

—Adriel, no tomes esto a la ligera. Debes evitar estar viéndote con esa mujer, vas a crear rumores comprometedores y eso no es…

—¡Te dije que lo dejes estar, Cecilia! —Demanda mirando seriamente a su asistente —. ¿Eso te queda claro?, te digo que no le prestes atención, ya se les olvidará ese asunto como siempre.

Cecilia lo observa callada, nunca le había respondido de esa manera. Y justamente lo hizo después de haber tratado con esa mujer que ni conocía. A Cecilia le preocupaba mucho el qué dirán de las personas, Adriel fue un buen político del gobierno, ella lo asesoraba en cada paso que daba.

Lo conocía desde hace muchísimos años, sin embargo; a pesar de tener muchos seguidores, también se ganó enemigos y envidiosos. Muchos de esos eran periodistas buscando hacerse famosos, lo metieron en rumores malintencionados y costo mucho sacarlo de embrollos en los que no estaba inmiscuido.

Ahora con la aparición de Adriel en los periódicos con esa mujer misteriosa, volvería a ser la cotilla de la ciudad. Ella quería que fuera reconocido, pero por su trabajo, no por romances de una noche.

Y esa mujer, podría llegar a ser un peligro para la carrera de su jefe. Puesto que era la primera vez que se le veía a Adriel subir a una mujer extraña a su coche.

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