—Espera…
Pero sus pasos se detienen cuando escucha esa voz un tanto familiar a sus espaldas, Ofelia se da la vuelta y divisa aquel sujeto que vio el día anterior. Se había bajado del coche y se encaminaba hacia ella.
La pelinegra traga saliva al ver la imponencia y elegancia de ese hombre, realmente era muy atractivo. Y aquellos ojos verdes, eran tan cautivadores que la hizo pestañear consecutivamente.
Para cuando ya estaba a escasos metros de ella, la pelinegra retrocedió dos pasos, puesto que no comprendía que era lo que buscaba ese sujeto. Muy bello y todo, pero era un desconocido para ella.
Adriel se detiene al ver que ella retrocede, y por la expresión de pánico que puso, pensó que lo mejor era no acercarse tanto.
—Hola —La saluda un poco tímido —. No sé si me recuerdas. Soy…
—¡Si ya sé!, el dueño de la construcción de allá atrás —Ella interrumpe sus palabras, pero manteniendo su distancia.
—No quería asustarte —Adriel medio sonríe, se recuesta del capo del coche y la mira tranquilamente —. Ayer me pareció que estabas en un apuro, por eso, esta mañana al verte por aquí, decidí acercarme para saber cómo estabas.
—¿Por qué haría algo como eso? No me conoce, ni yo a usted.
—¡¿No me conoces?!
El CEO la mira curioso, eso era muy extraño. O se estaba haciendo la ingenua para verle la cara, o de verdad no lo sabía.
—¿Debería? Mire…—Ella ve la hora en su reloj —. Se me está haciendo muy tarde para ir a trabajar, no sé qué es lo que usted quiere, pero créame no estoy interesada.
—¿Puedo llevarla al trabajo? No tengo problema, ya he terminado mi reunión con los empleados.
Era una oferta bastante tentadora, a decir verdad, ya iba demasiado tarde para el trabajo. Si aceptaba el aventón con ese hombre llegaría en cuestión de minutos.
<Pero no lo conozco, ¿cómo demonios me voy a ir con un extraño?>
—¿Y bien? ¿Por qué lo piensa tanto? —Ella vuelve a mirar su reloj, la iban a echar.
—Muy bien, pero solo porque estoy realmente atrasada con la entrada a mí turno.
No tenía más remedio, o se iba con él, o la despedían del único trabajo que la mantenía a flote.
[…]
El camino al trabajo fue en completo silencio, la verdad es que era un poco incómodo que ninguno de los dos dijera una sola palabra… Ofelia quería preguntarle a ese hombre porque estaba siendo amable con ella, pero le daba vergüenza, puesto que se montó en su coche y ni su nombre se sabía.
Ella iba muy rígida en aquel asiento, pensó Adriel, lo único que le había dicho fue la dirección del restaurante donde trabajaba y eso fue todo. Ni volteaba a verlo, se estaba impacientando al no escucharla hablar.
La pelinegra muerde sus labios al divisar a lo lejos el establecimiento donde laboraba. De inmediato, el chófer se detuvo, y es cuando ella no sabía qué hacer.
Al menos dar las gracias, pensó.
—Muchas gra…
—¿Cómo te llamas? —Él la interrumpe.
—Ofelia —Responde insegura.
—Un placer, Ofelia. Yo me llamo Adriel —Prefirió omitir su apellido, para ver que reacción tenía la mujer, pero no asumió ninguna. A cambio de eso, ambos se miraron por un momento fugaz.
—Debo irme, muchas gracias por traerme —Interrumpe el contacto.
Ofelia se bajó del coche de Adriel, y lo único que pudo hacer esté fue mirarla desde su automóvil.
Nunca se había tomado tanta molestia con una mujer, lo cierto es que; siempre se concentró en su trabajo, y no le daba tiempo al romance de meterse en su vida. Lo que menos deseaba era enrollarse la vida con una mujer que luego terminara decepcionándolo, sus proyectos eran lo primordial en su vida, o eso pensaba.
Ofelia camino apresuradamente, pero antes de entrar en el restaurante, echo la vista hacia atrás y notó que el coche de Adriel seguía estacionado en el mismo lugar. Luego arrancó y ella ingreso en la locación.
—¿Y eso que fue? —Se pregunta confundida.
[…]
Al día siguiente…
Adriel revisaba minuciosamente los costos de las nuevas maquinarias que estaban a punto de vender, su empresa consistía en la venta de maquinaria pesada para la construcción de grandes edificaciones. Por esa razón, se le ocurrió la idea de construir apartamentos para las personas de bajos recursos.
Y puesto que él tenía las herramientas para la construcción, no se lo pensó dos veces para ayudar a muchos. Cuando era un político, presto mucho de sus servicios, y no por dejar de ser alguien reconocido iba a dejar de ayudar a muchos o pocos que esperaban de su apoyo.
Mientras que se concentraba en leer las ofertas propuestas, un periódico es tirado bruscamente sobre su escritorio. El CEO mira el habitual, en donde la primera plana resaltaba perfectamente su rostro, luego alza la mirada para ver a su asistente Cecilia. Y a juzgar por su expresión no estaba muy contenta.
—¿Qué es lo que estás haciendo?
—¿De qué hablas? —Contesta tomando el periódico para luego abrirlo. No más al pasar la primera página, el CEO se da cuenta de lo que estaba hablando su asistente —. ¿Esto? —La mira restándole importancia a la noticia.
—¿Por qué has montado a esa mujer en el coche? Mira todo el revuelo que has creado, Adriel. Aparte de ser tu asistente, también soy quien habla por ti en muchas cosas. Mi teléfono no ha parado de sonar desde esta mañana, todo el mundo me pregunta quién es esa mujer.
—¿Y qué le has dicho? —Pregunta pasiblemente.
—¿Cómo me haces esa pregunta? Ni siquiera conozco a esa mujer, como se te ocurrió montarla en el coche. Y de paso, sabiendo que miles de periodistas aun te siguen la pista —La mujer le reclama.
Pero Adriel simplemente leía la cotilla que salió en el anuncio. La verdad es que estaba en muchas páginas del periódico, y Ofelia también salía. Les tomaron fotos cerca de la construcción, y luego cuando ella se bajó del coche para ir corriendo al restaurante.
Para ser sincero, no pensó en las consecuencias de ofrecerse a llevarla a su trabajo. Se había olvidado por completo de los periodistas que seguían siendo una molestia.
Luego lee un anuncio que llamo su atención…
“El flamante y soltero ex político Adriel Montero al parecer se le ha ablandado el corazón, y esta vez no se ha fijado en una típica prototipo de mujer. Se le ha visto con una muchacha bastante sencilla, que al parecer reside por la misma calle en donde este galante empresario tiene proyectos de construcción”
“¿Sera que esta sencilla y humilde mujer, pero también desconocida, se ha ganado el corazón del CEO?”
—¿Se ha ganado el corazón del CEO? —Murmura en voz baja, mientras que una sonrisa se asoma en sus labios.
—¿Eso te causa risa? —Adriel ni siquiera levanto la mirada, y tampoco pensaba responder ya que, ciertamente; si le causaba un poco de risa —. Esto no es broma, esas personas están creyendo que tienes un romance con esta mujer, una muchacha de la que no sabemos nada.
—Que piensen lo que quieran, Cecilia. No debes darle importancia a esto.
—Adriel, no tomes esto a la ligera. Debes evitar estar viéndote con esa mujer, vas a crear rumores comprometedores y eso no es…
—¡Te dije que lo dejes estar, Cecilia! —Demanda mirando seriamente a su asistente —. ¿Eso te queda claro?, te digo que no le prestes atención, ya se les olvidará ese asunto como siempre.
Cecilia lo observa callada, nunca le había respondido de esa manera. Y justamente lo hizo después de haber tratado con esa mujer que ni conocía. A Cecilia le preocupaba mucho el qué dirán de las personas, Adriel fue un buen político del gobierno, ella lo asesoraba en cada paso que daba.
Lo conocía desde hace muchísimos años, sin embargo; a pesar de tener muchos seguidores, también se ganó enemigos y envidiosos. Muchos de esos eran periodistas buscando hacerse famosos, lo metieron en rumores malintencionados y costo mucho sacarlo de embrollos en los que no estaba inmiscuido.
Ahora con la aparición de Adriel en los periódicos con esa mujer misteriosa, volvería a ser la cotilla de la ciudad. Ella quería que fuera reconocido, pero por su trabajo, no por romances de una noche.
Y esa mujer, podría llegar a ser un peligro para la carrera de su jefe. Puesto que era la primera vez que se le veía a Adriel subir a una mujer extraña a su coche.
—¿Qué se supone que quieres que haga con esta noticia? ¿Hablo con los periódicos para que dejen de esparcir rumores como ese?—Eso no servirá de nada, lo mejor que podemos hacer es ignorar la situación.—Está bien, como tus órdenes. Luego no te quejes de las consecuencias de tu inconciencia.Adriel bien sabía lo que podía suceder, que continuaran las habladurías. Pero le tenía sin cuidado lo que dijeran acerca de él, sin embargo; ¿podría meter en problemas a esa muchacha? ¿Y si comenzaban a acosarla? Existía esa posibilidad, quizás tenía que buscarla nuevamente para advertirle lo que estaba ocurriendo, o bueno, la bomba que podía explotar en cualquier momento sobre ese chismorreo.—Cancela mis citas de esta tarde, iré a la construcción para ver cómo marcha todo —Cecilia lo mira seriamente.—Tienes citas importantes esta tarde, no las puedes evadir así como si nada. La compra de esas maquinarias, son imprescindibles para la compañía, sabes bien que tenemos a muchos compradores encima.
Mientras que ella imploraba al cielo que ese hombre la llevará a casa, su corazón latía a toda prisa. No quería ni voltear para ver si aquel sujeto seguía acosándola, esperaba que no. Contaba con que se hubiera ido para cuando Adriel la acercará a casa.Sin embargo, si él le decía que no, no sabía que iba a hacer para no morir en el intento de regresar a su hogar.—De acuerdo, te llevaré hasta tu casa.Ofelia soltó el aliento, se sentía aliviada de no tener que regresar sola. Era una suerte que él estuviera en la construcción a esa hora de la noche. Si no hubiera estado, quien sabe que fuera de ella.—Muchas gracias.—Déjame terminar aquí, y te acompaño —Ella lo ve alejarse y se fija en esa enorme espalda, tan ancha y varonil.Luego parpadea reiteradas veces, fijándose en el resto de aquel monumental cuerpo. Realmente, no lo había detallo muy bien, pero para ser franca, ese hombre era demasia
En cuanto los primeros rayos del sol se filtraron por la ventana, Ofelia parpadeo, no había logrado dormir nada en toda la noche pensando en su pobre hermana. Ella no tenía culpa de nada, y resulta que estaba pagando todas las culpas. La pelinegra baja la mirada, y con ella un par de lágrimas se deslizan por sus mejillas. No tenía idea de lo que tenía que hacer para conseguir que Bruno liberase a Gabriela, Ofelia mira el sillón donde estuvo sentada su hermana horas atrás. Ahora se encontraba completamente vacío, y la casa desolada. El desgraciado de Bruno se había llevado a Gabriela a modo de garantía. Se aseguraba de que ella cumpliera con las órdenes que le impuso, y sabía que llevándose a la joven lograría su objetivo. El problema era que, no tenía idea de cómo le iba hacer para conseguir que Adriel se casase con ella. Ni siquiera lo conocía tanto como para decir que sentía algo por él, simplemente habían tenido encuentros y él había sido amable con ella. Pero de allí, a pensar
Sus palabras no le gustaron para nada, era definitivo que la seguirían a todas partes. Si no acataba las ordenes de Bruno, matarían a su hermana.—Yo voy a hacer lo que me piden, pero necesito saber cómo está mi hermana.—No estás en posición de exigir nada.—Pero quiero saber cómo esta —Suplica. Ella observa como Armando la mira fijamente.—Llevará su rutina como de costumbre, pero no la podrás ver, ni se te ocurra llegar al colegio para buscarla, porque te ira muy mal. Y para tu tranquilidad, nadie le ha puesto una mano encima.No sentía total alivio, pero al menos, estaban cumpliendo su parte. Sin embargo, no se les podía creer a esas personas.—¿Qué pasa si no consigo que ese hombre se fije en mí? Es una persona importante, y yo no soy nadie. No sabemos si está casado, o tiene alguna pareja.En ese momento, Armando se aproximó a Ofelia, inclinándose lo suficiente como para quedar muy cerca de su rostro. El castaño de ojos azules, observa el rostro de Ofelia, quien se incómoda por
¡Que torpe!, que estúpida era. Prácticamente, salió huyendo de una buena ocasión. Tenía la oportunidad de su vida para lograr dar un paso positivo con Adriel, y todo lo había arruinado. Ofelia se quedó detrás de la puerta repasando la idiotez que cometió.Pero es que también, con tantas presiones encima, como iba a pensar con claridad. Eran muchas cosas las que estaban de por medio, mientras que ella tenía que enamorar a un hombre. No tenía sentido que su hermana estuviera en problemas, y ella ligando con un hombre.La pelinegra niega, era lo que debía hacer, le gustase o no…[…] ¿Qué era lo que estaba haciendo?¿Por qué seguía buscando a esa muchacha?Hace un momento sintió la necesidad de besarla, de hecho, estuvo a punto de hacerlo si no hubiera sido porque ella retrocedió despavorida. Intuyo que la pelinegra conocía sus intenciones, pero, ¿porque huir? ¿Alguien la estaría esperando en casa?El CEO lleva la mirada hacia arriba, ¿quizás esa chica
Cecilia abre la puerta de la oficina de Adriel en ingresa en la misma, la mujer observa a su jefe y frunce el ceño al ver que esté ni le presta atención.—¿Se puede saber que has estado haciendo? —Es cuando el rubio alza la mirada.—¿Qué quieres decir? —Ella lanza el periódico de esa mañana sobre su escritorio. Adriel mira fijamente aquellos papeles —. ¿Qué quieres que vea?—Porque no lo revisas tú mismo, si estas en primera plana.El rubio frunce el ceño, suelta el bolígrafo y toma el periódico. En cuanto lo abre, se fija en la primera plana. Adriel abre los ojos por la sorpresa de verse fotografiado en compañía de Ofelia. Justamente, la foto que subieron, era de cuando él le estaba colocando su abrigo sobre los hombros de la pelinegra.—Y eso no es todo, ábrelo por la mitad, te resultará más interesante que esa primera plana.El CEO le hace caso a su mano derecha, y lo abre; en letras grandes, rojas y resaltantes estaba escrito la palabra
Justo en ese instante, escucha un manojo de llaves cerca de la puerta. Eso significaba que el idiota de su jefe pretendía abrir la puerta y dejar entrar a todo ese montón de personas que no conocía para que la ahogaran a preguntas, de las cuales no tenía respuesta.Su corazón latió con prisa… no estaba preparada para nada de eso.La puerta se abrió, y tanto su jefe como la manada de reporteros ingresaron en el vestidor. Sin embargo, lo hallaron vacío. La pelinegra no estaba por ninguna parte, y ellos se encontraban decepcionados por no conseguir una buena historia.—¿Dónde está la muchacha?Le preguntan al jefe que estaba igual que sorprendidos como ellos…[…]Corría a toda prisa por la calle, alejándose todo lo posible del restaurante y de aquel alboroto. ¿Cómo era posible que le estuviera pasando esas cosas? Ofelia se escondió detrás un mural para coger un poco de aire.—Demonios, me he escapado por los pelos.Ahora no podía regresar al
—¡Mierda! Adriel la toma entra sus brazos para acomodarla mejor en el asiento. —Ofelia, ¡Ofelia! Despierta — Habla con voz un poco más fuerte. Pero ella no reaccionaba, sin otra cosa que hacer, el CEO se baja de la camioneta, casi que corriendo le da la vuelta al coche y la saca de allí cargada en sus brazos. […] Estaba sintiendo mucho frío, ¿Por qué sentía tanto frío? Se pregunta Ofelia en medio de su ensoñación. La joven, medio abre los ojos y de inmediato se fija que se encontraba en un lugar que no conocía. De la nada se sienta sobresaltada. —Oye, cálmate —La voz de Adriel la alerto aún más, en seguida lo busco con la mirada —. ¿Te sientes bien? —El rubio estaba a su lado y ni cuenta se había dado de su presencia. —¿Dónde estamos? —En mi casa, Ofelia, te has desmayado en mi camioneta. —¿Me desmaye? —Repite confundida. La joven pelinegra comienza a escarbar en su cerebro el motivo de su desmayo, y como si recibiera una bofetada desprevenida le llega a la mente la razón.