Capítulo 11.

Lunes 23 de mayo de 2022.

Narra Peitton.

—¿Cómo ha estado Noah? —Le pregunto a su madre después de llevar unos minutos hablando mientras masajeo mi cien para intentar calmar mi dolor de cabeza.

Estoy retardado y esta cola en el transito parece no querer avanzar.

Pensé que los padres de Noah postergarían el divorcio por la situación que está pasando su hijo, pero por lo que me contó la señora me equivoqué. Tal parece que las cosas se complican cada vez más con su esposo.

No debe ser fácil para mi amigo y debe estar sintiendo que su mundo se le está viniendo encima.

Me causa ansiedad el silencio de la señora, necesito buscar un atajo para esquivar el tráfico porque voy tarde, pero sé que esta llamada es importante. Luego de un pesado suspiro por fin me responde:

—No sé nada de él… —Mi pecho se oprime porque no puedo evitar que la angustia me invada —Justo te llamaba para preguntarte por él y…

—No —Me apresuro a responder —Lo he llamado e ignora mis llamadas y las de nuestros amigos —Cierro los ojos recordando la última vez que lo vi, al salir de la comisaria después de un interrogatorio él… estaba desecho —No tengo idea de cómo está ni dónde.

Escucho cómo la madre de Noah comienza a respirar más rápido y pesado.

—¿Y de Abigail? —Me pregunta en un hilo de voz.

Mi corazón se oprime con solo escuchar ese nombre, el escalofrió recorre mi cuerpo.

—Tampoco —Respondo nervioso —Aun la están buscando.

Hablar de ella logra que mi cuerpo se descomponga. El recordar la última vez que escuché su voz cuando estábamos discutiendo, hace que mi dolor de cabeza se intensifique. 

—No sabía que mi hijo estaba enamorado de esa chica… —La señora guarda silencio y suspira —Por lo que he escuchado en las noticias no es una persona tan buena y…

—La cola avanza —Le miento.

No quiero hablar nada que tenga que ver con Abigail, no por consideración a ella sino por cómo me comporté con Noah. Si pudiera hacer algo ahora lo haría. Me gustaría haberle  dejado el camino  libre a mi amigo desde un principio, cuando me di cuenta que realmente la amaba, pero es tarde. De haberlo hecho tal vez en estos momentos Abigail y él estarían disfrutando de la playa.

Pienso “tal vez” porque conociéndola seguramente ella tuviera otra víctima jugando como lo hizo con Noah.

Para mí solo fue un juego que quise ganar.

Entré rápido a los vestidores para cambiarme. Estaba con treinta minutos de retraso. Sabía lo que me esperaba, si tardaba más, el castigo aumentaría. En la fuerza policial no existen excusas. Debes estar donde se debe a la hora indicada y hacer lo que establezca el reglamento.

Sentí como si un camión pasó por mi cuerpo después del lindo recibimiento que nos dio nuestro superior a los que llegamos tarde. La actividad en la academia pasó con total normalidad.

Pero mientras más avanza el curso siento que estoy en el lugar correcto, a pesar de todo. No fue fácil que mi padre me dejara en paz y aceptara que no quedé en la academia militar. Y es que por más que buscó hacerme entrar con ayuda, afortunadamente al parecer nadie estaba dispuesto a hacer todo lo que el señor Anderson pidiera.

—Y Peitton Anderson —Doy un paso adelante a penas escucho mi nombre —Ustedes cinco estarán conmigo en una clase especial mañana. Los quiero temprano, novatos.

—Sí, señor —Gritamos levantando nuestras manos.

Mientras me dirijo a los vestidores siento una euforia enorme, y eso se debe a que ya estoy ansioso con que llegue el día de mañana.

—Seguro encontraron un cuerpo —Comenta uno de los seleccionados, emocionado.

Muchos considerarán que estamos mal por saber que encontraron un cuerpo de alguien desafortunado, pero es fascinante tener la posibilidad de conocer a una persona después de su muerte; saber qué comieron, dónde estuvieron, descubrir cómo murieron,  y si es el caso, quién lo hizo. Realmente es fascinante.

La rutina el día empieza con normalidad. Le dejo un par de llamadas y mensajes de nuevo para Noah antes de salir de mi casa y no dejo de pensar en dónde podría estar metido.

Agradezco que todo en la carretera está despejado llegaré más temprano de lo requerido, es que no quiero perder ningún detalle de la clase especial.

El sonido del celular hace que desvíe la mirada de la carretera por una milésima de segundo. La preocupación por mi amigo es tan grande que sin pensarlo estuve a punto de tomar mi teléfono, pero al recordar que estoy manejando retomo mi mirada al camino.

—¡Nooo! —Grito cuando un carro de la vía contraria se desvía hacia a mí.

Gracias a mis reflejos puedo desviar el carro para el otro lado. Siento escalofríos en todo mi cuerpo cuando de reojo observo que por unos escasos centímetros me he salvado de ser impactado. Así que entre la impresión me tomo unos segundos para asimilar la situación, respiro profundo, pero en lugar de calma algo peor llega.

Siento cómo mi cara arde pero no porque me hubiese golpead, tengo la sangre hirviendo del enojo.

Me enoja haber pensado en contestar mi teléfono; de haberlo hecho no estaría vivo, por más que esté preocupado por Noah no puedo arriesgar de esa manera mi vida. Agarro mi teléfono para saber quién me llamaba y me enoja saber que pude haber arriesgado mi vida por nada porque mi amigo parece no querer aparecer, es muy egoísta de su parte en no pensar en las personas que lo aman.

Bajo del auto intentando regular mi respiración y calmarme para no golpear al idiota que estuvo a punto de matarme.

¿Cómo carajos pudo desviarse del camino? Espero que no esté borracho porque me encargaré de hundirlo.

Mientras me acerco al otro vehículo me preocupa que nadie se hubiese bajado ni ha arrancado. Apresuro mis pasos ante mi sospecha de que algo malo le pudo haber pasado al piloto.

—¿Señor todo bien? —Grito tocando la puerta pero nadie me presta atentación.

Desde afuera solo puedo ver a una persona con gorra y un suéter largo que le tapa las manos, está sosteniendo el volante con fuerza y no deja de mirar al frente.

Prefiero no perder el tiempo y abro la puerta del vehículo. El aroma a rosas frescas, dulces, inundan mis fosas nasales; el olor me trasmite una paz que se trasforma en ansiedad cuando noto que la persona está temblando sutilmente.

—¿Todo bien? —Le pregunto agarrando una de las manos que sujeta el volante.

Mientras acaricio su mano el recuerdo de Bibiana haciendo esto conmigo en el pasado viene a mí golpeando mi corazón.

Después de unos segundos la persona gira su cabeza y logro mirarla por fin. No puedo evitar perderme en sus hermosos ojos grises con algún tono azulado, ellos me transmiten desespero, incertidumbre y agonía, como si me estuviera pidiendo ayuda a gritos.

Me mentalizo a continuar con mi día con normalidad, la chica desconocida a penas reaccionó se marchó sin haberse disculpado, y mucho menos agradeció el haberme quedado unos minutos, intentado obtener alguna información de un familiar para que la ayudara.  No obstante, cuando entro a la sala de la morgue, a penas pongo un pie en el lugar siento cómo el escalofrió recorre mi cuerpo y se me hace extraño porque esto jamás me había pasado.

La primera vez que entré al lugar lo hice cargado de entusiasmo y mucha adrenalina. Siempre he querido ser médico forense porque no dudé ni un segundo en anotarme en la lista para postularme para esa carrera, es por eso que cada cierto tiempo nos seleccionan para acompañar al médico forense en una autopsia para examinar su reacción ante un cuerpo e ir descartando a los postulantes; pero por mi desempeño y haberme ganado la confianza de mis superiores me siguen trayendo a pesar de haber pasado la prueba.

—Se trata de una femenina desconocida de unos 17 o 25 años… —Expresa el médico forense.

Observo cómo algunos de mi compañeros se ponen blancos de la impresión de ver un esqueleto humano, en cambio yo ya he visto peores cuerpos en el pasado; personas sin ojos, sin una extremidad y hasta sin cabeza. Según el médico tengo madera para esto, por eso él me recomendó libros para que me informase sobre el tema.

—Necesito que me hagas un perfil de la víctima según sus prendas —Me pide el doctor.

Siento el escalofrío de nuevo, punzante por mi columna vertebral. Respiro profundo con disimulo.

Rodeo la camilla para llegar a la mesa pequeña en donde están las prendas de la occisa, y el escalofrío inexplicable recorre mi cuerpo a penas  muevo, con los guantes puestos, las prendas.

—El vestido es costoso y de marca… —Mientras lo miro sucio y embarrilado, la imagen del vestido impecable puesto en un cuerpo esbelto me viene a la memoria cortándome la respiración por un momento.

No puede ser.

Respiro profundo para calmarme, todo debe ser una coincidencia

—La desconocida tenía vida de lujo —Expreso el doctor mientras sigo buscando en sus pertenencias, que son el vestido, una cartera con facturas de cantidades altas y un a… no puede ser.

El sentido auditivo me juega una mala pasada al sentir que lo he perdido. Sin embargo el sonido agudo de una risita que recuerdo me desvanece.

Un compañero tiene que ayudarme a estabilizarme.

­—No es una desconocida —Digo en un hilo de voz —Se llama Abigail Campbell —Finalizo, botando todo mi contenido estomacal en los piel del doctor.

Horas me toma asimilar la situación y que mi cuerpo pueda recuperarse. Después de salir de mi trance unos oficiales me llevaron a la sala de interrogación; tuve que omitir algunos detalles para que ninguno de mis amigos o yo nos viéramos involucrados.

Al salir de la sala de interrogación observo cómo el padre de Abigail entra por la puerta de la comandancia. Poco tiempo después noto cómo se derrumba a llorar.

Realmente me sorprende la reacción del señor ya que durante este tiempo nunca demostró sincera preocupación por encontrarla. Según los informes del caso él alegaba que seguro su hija se había ido por su propia voluntad para llamar la atención. Y aunque ese sería un típico comportamiento de Abigail, lo que se esperaría de un padre es que buscara a su hija entre cielo y tierra.

Veo cómo el señor es llevado a la morgue para identificar a su hija. Por lo que aprovecho esto para salir porque lo menos que quiero es encontrármelo.

Apenas salgo de la comisaria una persona se me viene a la mente. Necesito encontrarlo y estar allí cuando se entere.

Realmente no creí que esto pudiese pasar.

Cuando estoy por subir a mi auto siento la pesadez de una mirada en mi cuello, pero al voltear y mirar a todos lados no veo a ninguna persona.

—Te estás volviendo loco —Susurro restregando las manos por mi rostro.

Antes de hacer andar el carro tomo mi teléfono para enviarles un mensaje a mis amigos.

Yo: Necesitamos vernos.

Espero impaciente el mensaje de respuesta de Noah, pero solo lo recibo de parte de Bibiana y Logan.

Yo: Tengo noticias de Abigail.

Respiro profundo cuando en menos de cinco minutos Noah me llama.

—Dios, amigo… —Los ojos se me cristalizan un poco cuando noto su insistencia —Lo siento.

No le contesto porque sé que se daría cuenta de lo que ha pasado. Y no quiero tenerlo lejos cuando lo sepa. Necesita estar con sus amigos, y yo necesito asegurarme que no hará una locura.

Noah: Nos vemos en el lugar de siempre.

KFM

¡Hola a todos! ¡Gracias por el amor que le dan a la historia! Esperamos ver sus comentarios con sus opiniones al respecto de este capítulo, ¿tienen alguna idea de qué pasó exactamente con Abigail? Por cierto, también queremos recomendarles una historia buenísima de una amiga nuestra, no perderán su tiempo ;) Título : LOS HIJOS DE LA MAFIA Escritora: PANDORA We love u all!

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