Capítulo 04.

Narra Noah.

Martes 22 de marzo 2022.

—¡Si no saltas es porque el capitán Kowalski está enamorado! ¡Uno, dos, tres!

No salto.

Aunque me esté muriendo de risa, es una risa nerviosa, y mi hermano quien está por Skype lo nota.

—Carajo, Noah Corby ¡¿te enamoraste?!

—Capitán natilla…

Natanael grita: —¡El capitán Kowalski está enamorado!

Veo a los miembros de su brigada pasar detrás de él y algunos me saludan mientras otros parecen decirme: “estás jodido”, con la mirada.

Sacudo la cabeza con una sonrisa mientras él brinca frenético. Hace una hora estaba en combate dirigiendo como el gran capitán que es y ahora parece un niño.

—Ten por seguro que te haré pasar vergüenza cuando consigas a alguien.

—¡Ay por favor, Noah! ¡Estoy que salgo volando por ti! —Dice. Yo también me siento igual, aunque hay un espacio amargo en mi pecho  —¿Y está guapa?

—Es la más hermosa de todas —Suspiro.

—Joder, me quiero enamorar —Finge llorar y luego ve hacia otro lado —¡Hey! ¡Sargento Mace! ¿Quieres ser mi novio?

Mi estómago duele al soltar una sonora carcajada cuando el tal Mace se acerca y de un manotazo hace que el teléfono caiga y la llamada se corta.

Amo a mi hermano. Y espero que algún día pueda conseguirse un chico tan de buen corazón como él.

Los Corby tenemos fama de ser bohemios. Merecemos alguien que sepa valorarnos.

—¿Cómo te ha ido esta semana ma’?

Dos horas más tarde me encuentro almorzando con mis padres en un restaurante casual. Aunque no vivo con ellos solemos vernos seguido, y cuando pasamos más de un día sin hacerlo nos ponemos muy sentimentales. Eso me confirma lo unidos que somos.

—Bueno, la directiva de la clínica hará algunos cambios. Espero no tener dolores de cabeza esta semana —Mamá toma su jugo sin despegar la vista del plato.

Mamá odia cuando no nos miramos a la cara al hablar.

—Ya te veo, futura presidenta del consejo.

Ella ríe y cuando mi padre se le une, ella calla.

 —¿Y tú, Doctor Corby?

Él se alza de hombros y me mira con una media sonrisa.

—Me ha ido mejor…

—Okay… —Suelto una risita nerviosa al ver el panorama de ambos, tan cerca y tan distanciados a la vez —Hablé con Natanael esta mañana. Necesita volver a casa y adoptar. Quiero sobrinos.

Noto cómo intentan sonreír mientras se concentran en masticar. Yo suspiro al ver mí ya frio pedazo de carne, me preocupan. Se me quitó el hambre, así que limpio mis labios con una servilleta, tomo agua y los observo fijamente.

Algo pasa.

—Lo siento, tengo que irme.

Ni siquiera me da tiempo de chistar porque en cuanto mi padre habla, mamá se levanta tras él y me dejan solo en la mesa.

Mi corazón se precipita, tengo un mal presentimiento. Jamás los había visto así.

Nuevo Mensaje.

Abigail <3 : Ups, se ha quedado tu  adorable gorro en mi cartera.

Yo: ¿Se quedó o lo metiste allí?

Abigail <3 : Pasa por mí y descúbrelo ;)

Sonrío como un bobo, con el corazón en la mano y con los nervios de punta.

Yo: No iré si solo nos despedimos tras terminar.

Los dedos me pican mientras veo que está escribiendo.

Abigail <3 : ¿A caso la gente normal no se despide después de acabar?

Yo: No, se quedan acurrucados en la cama disfrutando de la esencia del otro.

Mi corazón explota lleno de nervios.

Abigail <3 : El gorro espera por ti.

Suelto una risa cansada a la vez que el nudo se forma en mi garganta. Lo amargo se extiende, y de pronto comienzo a sentirme molesto por lo que ha pasado desde el día que leímos las solicitudes.

Esa noche Abigail me permitió hacerle el amor. Supe en su mirada que no estaba solo jugando, por cada suspiro tembloroso, lo supe por las marcas de sus uñas que aún arden en mi espalda y también por aquél destello en su mirada al llegar al cielo.

Teníamos un año sin vernos, y nunca habíamos intimado, pero fue especial, y ambos lo sabemos.

Independientemente  de lo que haya pasado con Peitton esos diez minutos fuera del bar, conmigo estuvo el resto de la noche. Esa es la parte de mí que quiere creer que de algún momento a otro me mirará con esos ojos verdes llenos de tantos secretos y me dirá: “tú eres el indicado”. Aunque tenga que tragar mis sentimientos cada que pase algo como lo que sucedió hace unos días…

    Abigail y yo esperábamos en Pancakes on the rocks por sus donas favoritas. La sonrisa coqueta en su cara me hizo saber que, como había pasado tres veces más desde la primera noche, terminaríamos enredados en las pieles del otro. Podría ver a través de sus ojos brillosos mi piel sonrojada, como un chiquillo enamorado, y ella podría ver en los míos esos gestos que tanto me encantaban.

Ella podría ver su verdadero ser a través del mío.

—Vamos, Noah, dilo.

—Lo siento, yo… no puedo… —Los cachetes me dolían de tanto sonreír. Me tenía nervioso su petición. Y es que no suelo decir cosas “sucias”, mucho menos malas palabras. No puedo hacerlo, siento que rompo un código conmigo mismo que jamás se podrá reemplazar.

—Quiero escucharlo, Noah… Dime: “Quiero azotarte como la endemoniada fiera que eres” —Abigail, con la uña perfecta de su dedo índice, hizo una línea desde mi hombro hasta mi muñeca, haciendo que temblara.

Cada cosa de ella, desde su olor, su aura perfectamente planeada para que nadie supiera lo que pensara, hasta la forma en la que su cabello largo tocaba sus curvas. Perfecto todo, todo de ella.

—¿Recuerdas el 18 de marzo hace cuatro años? —Cambié el tema.

Ese día, después de que ella se dedicara a ignorarme en la secundaria, tras mis cartas “secretas” y pedidas a citas sin éxito, la vi en la biblioteca, llorando. Ella no quiso decirme por qué, solo sé que sentí que estaba sufriendo un ataque cardiaco cuando de repente al ver sus ojos verdes tristes, me haló hacia ella.

—Abrázame, por favor, Noah. Abrázame, abrázame. Dime que soy buena, ¡soy una buena chica, Noah! —No paraba de llorar y no pude si quiera permitirme quedar en shock porque de inmediato se me partió el corazón —¿Soy buena, Noah? ¿Es por eso que te gusto?

Parpadeé volviendo a la realidad.

—No respondiste por qué te gustaba… —Abigail recordó sonriendo como casi nunca lo hacía: con nostalgia.

—Y tú me besaste.

—Me dio mucha rabia que no respondieras, pero quería hacerlo. Siempre quiero.

Entonces llegaba ese momento en que la imponente Abigail Campbell se iba, y renacía la chica dulce que con desespero cuatro años antes me besó luego de llorar sobre mi hombro.

—¿Siempre? —Alcé las cejas con una sonrisa.

La chica por fin llegó con nuestras Donas, parecía recién hechas.

—Siempre —Su dona de chocolate estrelló en mis labios sonrientes y sin permiso se lanzó sobre ellos a comerme.

A comerme los labios como tanto amaba que lo hiciera.

—Cuatro descafeinados, por favor.

Nuestra risa cómplice tras el beso se esfumó.

 —¡Hey, chicos!

—Peitton…—Dije entre dientes. Sentí mi pecho hundirse cuando vi el aura radiante de Abigail iluminando el rostro de mi amigo.

—¿Tú por aquí?

—Sí, vine con unas amigas. Dan excelente servicio ¿no? —Cuestionó Peitton clavando sus ojos azules en mí.

Sé tolerante esta vez también Noah Corby. Sé tolerante.

—¿Ah sí?

De repente, la Abigail que todos estaban acostumbrados a ver salió como una fiera, cambiando hasta el tono cálido de sus ojos verdes.

—Sí —Mi amigo sonrió al recibir su pedido —¿Qué harán ustedes?

—Nada, ya me iba. Le estaba diciendo a Noah que necesitaba cambiar de curso. ¡Iré con ustedes!

No quiero seguir recordando ese día.

Espabilo cuando el teléfono en mis manos vibra.

Nuevo Mensaje.

Bibita: ¿Se te antoja salir esta noche? Ya te envío la dirección.

Yo: Sí, por favor.

Termino con el otro jugo que he pedido, tratando de borrar el sabor amargo de mi boca que no solo ha dejado el momento con mis padres, sino que también las cosas que han pasado con Abigail y Peitton.  Exhalo.

Quiero estar con ella a cada momento. Jamás me había sentido así y no sé si sea bueno sentirlo sabiendo que no es sana la situación. Así que mi mente comienza a recordar algo que me orilla a llevar a Abigail conmigo esta noche.

—A veces siento que… no encajo, Noah —Su puchero se formó, lo acaricié con la yema de mis dedos y ella suspiró —Son tus amigos: Logan y Bibiana. He querido desde siempre llegar a sus corazones, no logran comprenderme. Piensan que los desprecio, que me creo inferior y no es así…

No pude ver sus ojos porque estos estaban cerrados gracias a las caricias que le proporcionaba en su mejilla, pero creía en ella.

—No has tenido la oportunidad  real tampoco desde que regresaste. Pero estoy seguro de que serán buenos amigos, solo si… pasan más tiempo juntos ¿no crees?

—Todos juntos, sí —Besó mi cuello, me estremecí —Siempre he querido ayudar a Logan respecto a su madre, pero no hallo la manera —Mi pecho saltó, por la calidez que se sentía conocer esa parte de ella —Mi padre… él…  me dijo que un día llegó a emergencias con ella, me preocupé mucho pero no supe qué hacer. Logan es…

—Complicado.

—Sí…—Sentí su sonrisa bajo mi cuello.

—Te darán una oportunidad, ya lo verás.

Y es por ello que entre una sonrisa, como si antes no me hubiese sentido del demonio, le dejo una nota de voz que en menos de un minuto responde con un rotundo: sí.

Sintiéndome feliz, rezo a las constelaciones para que se alineen y hagan de esta noche la mejor de todas. No puedo esperar el momento en que Bibi y ella sean amigas, no puedo esperar a que Peitton deje su capricho, porque sé que solo es así. Como también sé que no la ha estado pasando bien. Y tal vez por ello es que sigo manteniendo la calma.

Porque soy demasiado buen amigo como para complicar las cosas. Aunque no voy a rendirme con Abigail, él es quien tendrá que retirarse. Lo sé.

Las horas pasan tan rápido como quiero que pasen y de un momento a otro me encuentro viéndome al espejo. Mi piel blanca contrasta con el traje vinotinto y corbata negra que tanto le gusta a mamá.

Me hago una nota mental para hablar con Natanael lo que ocurrió en el almuerzo.

Suspiro al momento en que las partículas de la colonia de Hugo Boss caen en mi cuerpo y recuerdo con una sonrisa los brincos de mi hermano, feliz por mí.

Si supiera en lo que estoy metido me habría prohibido salir con ella.

¿Pero qué sería de la vida sin retos para conseguir sueños? Porque ella se ha convertido en uno. Uno muy especial.

Nervioso, como si fuera la primera vez que nos vamos a ver, estaciono el auto que decidí traer esta vez frente a la mansión Campbell. Y segundos después, tras un cornetazo, sale la hermosa silueta de ella con un vestido rosa brillante ceñido a sus curvas, con el cabello suelto y pequeños tacones fucsias.

Salgo de mi HSV Commodore  de inmediato tras el embeleso y jadeo cuando con una sonrisa brillante tiene la valentía de guiñarme el ojo. Eso no solo hace que no pueda ir tras ella para abrir su puerta, sino que también acelera mis latidos. Me siento tonto.

No obstante un extraño escalofrío recorre mi cuerpo y me quita la idea. Siento la pesadez en mi espalda, tengo el presentimiento de que alguien nos ve desde su casa, así que aclaro mi garganta, casi temblando, y vuelvo a mi asiento.

—Te ves espectacular.

—Gracias, Noah. Tú también luces apetecible.

—No quise…

Ella me chita, coqueta —¿Vamos?

Asiento con una sonrisa. Debo dejar de verla porque si lo hago terminaré manchando mis pantalones vinotinto.

—¿Hay alguien en casa?

—¿Ah? —Ella coloca su mano suave en mi hombro y en lugar de que su masaje me calme solo hace que me ponga más nervioso —¡Ah! No, mis padres trabajan siempre.

Los pensamientos pecaminosos de todo lo que podríamos hacer en cada rincón de esa mansión aumentan al ritmo en que sus dedos con lentitud le mandan descargas eléctricas a mi entrepierna. Yo no soy así.

Quisiera que Abigail se diera cuenta de que para mí no todo es sexo, aunque cuando ella quiere yo no me puedo negar.

—Noah…

—Dime —La veo de reojo mientras su mano juega con mi cabello y mágicamente me coloca el gorro que se ha llevado. Nos sonreímos.

—Será una linda noche.

Es lo que más deseo, porque tengo pensado pedirle que sea mi novia si todo sale bien.

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