Capítulo 02.

Narra Logan.

Martes 08 de marzo 2022.

Tallo mis ojos junto a un bostezo después de escuchar mi nombre.

—¡Logan! ¡Mamá tiene algo!

Me levanto lo más rápido que puedo viendo borroso por la sorpresa, pero llego a su habitación. Luce pálida, y cuando la tomo entre mis brazos se desvanece como un papel. Tiene la tensión baja, otra vez.

—Liana, busca la máscara de oxígeno… —Intento mantener la calma recostando a mi madre de la cama.

Mi hermanita me pasa la máscara junto a la bomba y se la coloco al mismo tiempo que pongo tres almohadas bajo sus pies. Y sin que yo le diga nada veo a la pequeña ir a la cocina regresando después con un vaso de jugo.

—¿Está muy dulce?

—Sí… —Sus manitos que sostienen el vaso tiemblan y se me parte el corazón.

Acaricio las batatas de mi madre mientras suelto un suspiro. Ya estoy más que despierto y en este momento cuando la veo abrir los ojos es que me doy cuenta de que estoy sudando frio y que los latidos de mi corazón están acelerados.

—¿Qué estuvo haciendo?

—Nada… ella solo… no quiso despertarte.

Veo el reloj en la mesita de noche y maldigo internamente. De nuevo me quedé dormido. Debo estar en el bar a las 7:30am y son las 8.

Mamá tiene problemas de tensión, y es por ello que al llegar del bar hago todo lo que en casa ella no puede, me acuesto cansado. Últimamente no escucho la alarma. Antes de dormir debo lavar, limpiar, cocinar el almuerzo de todos ya que mamá siempre quiere hacer el desayuno, aunque no le siente bien el frio que suele hacer aquí en Sídney en las mañanas. Ella hace las cosas menos estresantes, aunque yo opino que criar a mi hermana nos terminará dando un buen susto un día de estos.

Liana también lo es todo para mí, pero como toda niña de ocho años lo único que quiere es salir con sus amigos a explorar la ciudad, cosa que mi madre no puede hacer junto a ella. Y yo no tengo el tiempo suficiente. Sin embargo, esa pequeña es muy valiente y no flaquea al estar en un momento de crisis, como el que acaba de pasar.

—Chicos, deben irse… —Mamá habla y asiento tras dejarle un beso en la frente.

Sé que estará bien así que le sonrío a mi hermana para después alzarla y besarle los dos cachetes.

 —Anda, el transporte no tarda en llegar.

Veo a Liana despedirse y escucho la corneta de su transporte. Rápido tomo una ducha, me cambio, y resignado a que llegaré más que tarde subo a mi auto.

¿Novia?

Con qué tiempo…

¿Estudios?

 ¿Y quién llevará la comida a la mesa?

No he querido decirle a Noah y Peitton, pero he estado pensando que resultaría mejor para mi si paso un buen tiempo sin ilusionarme con la universidad para estabilizarme y tal vez estudiar en la nocturna a futuro. Quizá cuando Liana esté más grande, o cuando pueda suplir los gastos de los tratamientos de mi madre.

Suspiro al dar la vuelta en U para tomar la avenida, justo aquí, en esa pequeña casa rosada vive Bibiana. Cuando estábamos en la secundaria solía pasar por ella para irnos juntos, nos hicimos mejores amigos, hasta que algo salió de mi boca y la alejó.

Y es que sí, no todo el tiempo puedo ser el chico correcto que todos quieren. A veces sale esa parte sarcástica, cruda y verdadera de mí que termina hiriendo a las personas. Solo a los que se lo buscan, claro está.

No era mi intención hacer sentir mal a Bibi, fue un error, y haría lo que fuera con tal de que todo sea como antes.

Las letras grafitis de El pez que fuma están apagadas, eso lo hace William al propósito para que los empleados que lleguen tarde sepan que están en problemas.

El día trascurre como los últimos tres días, William se cruza de brazos al verme, no me dice nada pero sé que está comenzando a acumular sus quejas para insultarme al finalizar mi jornada laboral.

En mi bolsillo se encuentra la única solicitud que metí en la universidad. La idea es que mis amigos y yo las leamos juntos. No me quiero ilusionar, pero tampoco me quiero decepcionar.

Veo a los chicos llegar y sé que Peitton ha tenido un mal día porque luce irritado así que me concentro en Noah; irradia fe y seguridad. Sé que quedará en cualquier universidad, es listo y de buen corazón. Y no es que piense que Peitton no sea igual, es solo que últimamente no hemos estado del todo bien.

A veces detesto la sensación de que no tengo todo bajo control, y en el caso de mis amigos sucede con frecuencia. Nuestro grupo se ha desboronado en varias ocasiones y no solo por mi culpa, cada uno termina por agregarle la gota que derrama el vaso. Pero seguimos de pie. Noah siempre termina siendo el intermediario.

—Estoy rezando, Logan. No me ves, pero estoy pidiéndole a las constelaciones que permitan que esta noche sea buena, ¡y que por todos los cielos Peitton no haga ninguna estupidez! Su padre es como un virus, ha estado obstinado por todo.

—La harán falta vacaciones —Comento viendo a nuestro amigo rubio en la mesa tomando una cerveza mientras mueve la cabeza por la música.

—O alocado sexo —Dice, y me sorprende ese comentario ya que no suele hablar de ese tema tan casualmente, pero finjo que lo ignoro —Vendrá Bibi… —Alza la cerveza en su mano para tomarla y asiento sintiendo mi cuerpo tensarse —Y Abigail.

Hago una mueca de fastidio. Allí otra de las razones por la cual mi sarcasmo y crueldad salen sin piedad. Abigail Campbell, la niña rica del instituto, sigue siendo igual de insoportable un año después de salir de él, de eso estoy más que seguro.

—¿Y ella viene por…?

—Es mi amiga —Sonríe —Y de Pei… —Arruga el entrecejo al nombrarlo —Como dije, amigo mío, que Dios nos ilumine.

Lo veo alejarse después de que alza de nuevo la cerveza y la deja en la barra, así que la tomo, desecho lo que queda y William me hace una seña para que ayude a los chicos que atienden las mesas.

Veo minutos después una mano alzada haciendo un ademán entre la multitud y quiero controlar las ganas que tengo de rodar los ojos en cuanto estoy frente a la mesa de los chicos. Con ellos está Abigail, como siempre, siendo una mala persona con dinero.

Descargo mi sarcasmo con ella e ignoro los comentarios de Peitton. Es mejor no llevarle la corriente, si lo hago se pondrá peor. No tengo la culpa de muchas cosas, incluyendo que insinúe siempre que quiero que su padre sea el mío, porque aunque ese señor ha sido una buena persona conmigo sé cómo se comporta con mi amigo, y es evidente que no querría algo así. Eso Peitton parece no entenderlo, y espero no tener que hacérselo entender cuando mi vaso esté lleno.

—La odio, la odio, ¡la odio! ¿Qué se supone que hace ella aquí eh? ¿Nos restregará en la cara que a ella no le hace falta soñar porque lo tiene todo?

Intento calmar a Bibiana cuando se acerca a la barra, pues he tenido que volver al ver que Peitton y Abigail se tardarían más de lo normal.

Su cabello castaño oscuro con ondas por encima de su hombro luce descuidado. Sé que se esfuerza en mantenerse bien, pero como yo, pasa por muchos problemas que se lo impiden. Ella simplemente es una chica maravillosa, nada comparado con la pelinegra que  tiene cara de acabar acostándose con  mis dos mejores amigos.

Por supuesto que no suelo pensar eso de todas las mujeres, pero Abigail Campbell tiene su expediente especial y para nada confidencial.

Y yo detesto todo lo que amenace acabar con mi grupo de amigos. Ningún tercero puede separarnos, fue una de las leyes impuestas cuando teníamos 14 años.

—¡Bien, chicos! ¡Llegó la hora! —La voz de Peitton resuena en la mesa en donde Noah solo se ha limitado a mover con el dedo el hielo de su malteada.

—Vamos, o enloquecerá… —Susurra Bibi, y antes de que se vaya coloco mi mano sobre su antebrazo, haciendo que nuestro contacto me desestabilice.

—Mantén la calma ¿sí?

Ella inhala y exhala con una sonrisa bastante falsa por lo que sonrío y le guiño el ojo. Tras ello, Bibi me regala una sonrisa ahora sincera, pero yo solo me limito a seguirla mientras suelto un suspiro lastimero. Quisiera que las veinticuatro horas del día esa preciosa sonrisa acompañada con sus labios en forma de corazón solo fueran causadas por mí; pero es demasiado despistada para notar que con solo sonreír me hace el  hombre más feliz, y yo demasiado orgulloso para admitir en voz alta lo obvio.

—¡Llegó la hora, pechugones!

—Vaya, ¿qué tomaste eh? —Bibi hace una mueca que aunque es de molestia a mí me parece tierna.

—O qué le dieron… —Abigail sonríe coqueta hacia mí y arrugo el entrecejo observando después cómo Bibiana nos ve.

—Bien, esto será en uno, dos, tres ¿o qué? —Pregunto, un poco apresurado por la mirada de William.

La gente sigue llegando y yo en hora de trabajo charlando. Estaré sin trabajo mañana, eso es seguro.

—Aprobado en Medicina en la Universidad de Sídney  —Ni siquiera me doy cuenta cuando Noah abre su sobre —También en UNSW y la Universidad de Notre Dame.

—¡Felicitaciones! —Bibi lo abrazada seguido de un guiño de Abigail mientras yo le doy una palmada alegre en el hombro.

—Bien…  Psicología…—Bibiana es la siguiente así que muerde su labio rompiendo con algo de desespero el sobre de las solicitudes —Es un no en la Universidad de Sídney… —Siento remover mi pecho por su carita decepcionada pero drásticamente cambia —¡Pero un sí en la Tecnológica y en Nueva Gales Sur!

Todos festejamos con ella el momento, excepto Abigail .

Llega el turno de Peitton y este decide no abrir las solicitudes, por lo que aunque todo se vuelve algo incómodo todos se concentran en mí.

Suspiro. Mis manos tiemblan así que Bibiana me quita el sobre con una sonrisa transmitiéndome algo de fe.

—Escuela de Negocios de Sídney… —Su mirada viaja por todo el papel, como si buscara algo más, y un puñal me atraviesa el pecho —Es un… no. Es un no.

—¿Por qué solo una solicitud, Logan? —Escucho que me pregunta Abigail.

He dejado de escucharlos.

—¡Logan Ellis, pedazo de mediocre! —El grito de William me hace reaccionar —¿Cuántas veces te he dicho que estarás de patitas en la calle por hablar con tus amigotes en tiempo de trabajo, eh negro?

—Sí sí… —No puedo escuchar más, hay una parte de mí que no se encuentra bien y no sé cómo controlarlo.

Tal vez creí que podía ser aceptado, pero no lo fui.

—Logan… ¿estás bien? —Noah se acerca a la barra en donde concentrado limpio las copas.

—Sí.

—Logan… —Al escuchar a Bibi alzo la mirada, lo cual me hace suspirar.

—Me quiero ir.

—Vámonos —Me incita Noah.

—No puedo.

—¡Señor William! —Noah grita atrayendo de inmediato a mi jefe quien me ve, amenazante —Logan se siente mal —William me ve frunciendo el ceño. Él puede esperar cualquier cosa, menos que me vaya por algún  malestar. He venido a trabajar hasta con fiebre de 40º —Le recomiendo que lo deje irse un poco más temprano, ¿entiende la política laboral verdad? Debe velar por la seguridad de sus empleados, mire cómo está de pálido, tiene la mirada perdida, sus manos están tensas  —Dramatiza con sus gestos  —Soy un futuro doctor, señor William, le aseguro que si se queda dos minutos más lo tendrá con un ataque de ansiedad o un desmayo, y ninguna de las dos le conviene.

No me sorprenden las palabras de mi mejor amigo. Sonrío a mis adentros por ello. Este chico es otro nivel de ser humano.

—E-está bien, creo…

—Fue un placer verle de nuevo, señor William. Amo su bar, siga así —Noah me toma de la camisa y me arrastra hasta fuera de la barra.

—Igual de idiota —Musita Bibi con una sonrisa burlona. La miro con complicidad.

—¿Ahora a dónde vamos? —Cuando salimos del sofocante lugar la voz de Abigail me aturde.

—Lo siento chicos, vine solo un momento…—Bibiana habla —Ya saben…

—Te llevo —Me ofrezco.

—Buuuh, ¡aburridos! —Abigail hace un gesto de “perdedores” llevándose dedos a su frente. Los chicos solo ríen.

—No… —Bibi me sonríe de medio lado y su vista viaja a otro lugar —¿Puedo ir contigo, Peitton?

Se me achica el corazón. Ya debería estar acostumbrado.

—Es que… —Mi rubio amigo se rasca la nuca, es obvio que se negará.

—Yo te llevo Bibi, no seas testaruda…

Ni siquiera podemos despedirnos de los chicos porque Abigail se pone en frente de ambos diciéndoles algo que los hace reír por lo cual nos limitados a caminar rumbo a mi auto.

—Hey, Bibi, debes estar feliz ¿no? —Ella asiente con una sonrisa después de tener una mueca —Serás mi psicóloga eh —La codeo un poco haciéndola extender su hermosa sonrisa —Promete no jugar con mi mente.

Aunque desde hace años sin querer ha estado jugando con mi corazón.

—Por la garrita —Ella extiende su dedo meñique y lo junto con el mío.

He estado buscando la manera de decirle a Bibi lo que siento, pero sé que no seré correspondido.

El motor arranca y veo por el retrovisor una escena que por supuesto esperaba. Y es que Abigail acaba de subirse a la moto de Noah con una sonrisa burlona mientras Peitton está de pie con la mano en la puerta de su auto viéndolos con molestia.

Espero que esta chica desaparezca pronto. Ya tenemos suficientes problemas.

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