— Sigo sin entender por qué debo acompañarte, no soy más que un aprendiz.— Se quejó Eidhan, en el auto.
— ¿Y cómo piensas aprender si no experimentas?— Refutó Martín.— Además, me caes mejor que la mayoría de los guardias, harás del viaje algo más entretenido.— ¿Ahora soy el entretenimiento?— Oye, que tampoco se te crezca el ego.El comentario hizo reír a Eidhan.Iban rumbo a Las Ruinas; una base de operaciones muy oculta en la profundidad del bosque a las afueras de Trap Town, también estaba bastante lejos de la reunión que se llevaría a cabo en La Cueva, era exactamente eso lo que buscaban.— ¿Por qué surgió este viaje tan repentino?— No fue repentino.— Le explicó a Eidhan sin quitar la vista del camino.— Solo lo estuve postergando, hasta que ya no pude hacerlo.— ¿Y por qué esperaste tanto tiempo? — Le preguntó él.— Bueno, hay cierta mujer que no estaría de acuerdo con este viaje.— Confesó.— Solo04 abril 2018Ls gotas de lluvia golpeaban fuerte contra el duro concreto, ocultando con ellas, pasos apresurados que acabarían con la tranquilidad de la noche. Una cabellera oscura se agitaba con el trote, su dueño, un joven de no más de 20 años de edad; sus piernas pidiendo a gritos un descanso y su respiración igual a la de un caballo pero aún así no paraba de correr, ¿Por qué?La respuesta se hizo presente al instante; una silueta femenina caminaba hacia él con absoluta paciencia, al igual que en una pasarela. Lo perseguía en total calma, con sus manos metidas dentro de los bolsillos de su abrigo Channel, tarareando alguna canción que vendría a su mente en el momento, acechando. La plaza principal estaba en absoluto silencio, algo obvio al ser más de medianoche. Claro que los vecinos le escuchaban gritar, claro que sabían quién le perseguía y, claro que ninguno le ayudaría. Nadie querría perder el favor de la Jefa de Trap Town. Ahora, ¿Un hombre de su conteztura huyendo de una dam
15 de abril de 2018El trabajo en La Cueva no era cosa sencilla, no señor. Todos los días, desde las 5am hasta las 11pm el trabajo era arduo y scasi sin descansar; desde los establos hasta los jardines, los sótanos, las habitaciones y las bodegas, debía encargarse de todo eso solo. Pero no se quejaba, lo agradecía; sabía que su esfuerzo sería recompensado y además no le faltaba un techo y comida. Aunque todavía no había hablado con la jefa no perdía la esperanza de ganarse su favor, para eso quedó un largo camino sin embargo.El día a día era difícil, siempre debía presenciar actos atroces; a los que estaba acostumbrado pero no dejaba de ser sorprendido por la ferocidad y letalidad de los peones de Trap Town. Desde los más jóvenes hasta los ancianos sois despiadados y determinados pero leales como ningún otro.— Eidhan — Martín se acercó al nuevo peón, del vagabundo que llegó desesperado por asilo no queda más que el recuerdo; es su lugar se haya un hombre alto, moreno y fornido que n
Lianna le dió una sonrisa melancólica y arrancó el auto, no tardó en pisar el acelerador y recorrer a toda prisa los kilómetros que separaban las pitas de la mansión. Trambolineaba los dedos en el volante, no podía ocultar su ansiedad; hasta que avistó las rejas negras de su portón. Sus empleados siempre eficientes no tardaron en abrirlas de par en par para que los autos entraran. Los empleados todos salieron a la entrada para recibir a su señora, era una mujer dura pero le convencieron muchas cosas. Eidhan salió confundido sin entender tanto alboroto, hasta que la vio bajar del vehículo.Semejante mujer no podía ser el terror sanguinario se Trap Town; ese cuerpo tan diminuto pero curvilíneo, su cabello perfectamente atado ya leguas se notaba que dedicaba horas al cuidado de su piel. No, imposible que esa mujer fuera La Jefa y señora de esa casa. Martín se paró al lado de aquella mujer y por su actitud se aseguró que si, efectivamente esa mujer era Lianna Dumont.Los empleados fueron
Sus dientes estaban apretados tan fuerte que tenía desencajar su mandíbula pero, sentía algo de furia. ¿Es que acaso esa mujer creía que él era algún fulano? Él estaba con la que quería cuando lo quería, a cambio de nada más que la mutua satisfacción. En serío había cruzado la línea y lo peor era que no podía gritarlo en su cara, a menos que quisiera perder la lengua. En el camino se topó con varios de sus compañeros y a ninguno le respondió el saludo, estaba enfadado, confundido y bastante ofendido.— Eidhan— Lo llamó Martín.—¿Cómo te fue con la jefa?— preguntó mientras se acercaba.— No creo que haya ido bien, mira su rostro.— le comentó uno de los guardias.Él solo pudo mirarlo con molestia y hablarle a Martín.— ¿Puedo hablarte en privado?— Claro, justo iba a revisar unas propiedades.— posó una mano en su hombro —¿Por qué no me acompañas?— De acuerdo— respondió entre dientes y lo siguió hasta uno de los autos.Ya en camino E
Maldecía su impulsividad, en serio lo hacía. De todas las cosas que pudo pedirle a ese desconocido tuvo que pedir precisamente lo más vergonzoso pero, no es que estuviera pensando con su cabeza; ella era la clase de persona que una vez quería algo hacía lo que fuera para obtenerlo y eso le pasó con él, apenas lo vió lo quiso para ella así fuera por mero capricho. No tenía excusas para su comportamiento, fue un acto impulsivo en un momento de ceguera y ya.Habían pasado 4 días desde que le hizo aquella propuesta y aún no le había dado ninguna respuesta; después de 2 días en Dorado con Martín, regresó y todo lo que le dijo fue que respondería en la fecha límite. Claro que de negarse ella no rogaría, jamás lo hacía. Y, si se negaba pues o tendría que irse o trabajar solamente por comida y techo, nada más.Estaba tecleando con más fuerza de la necesaria pero es que las cuentas y contratos estaban acabando con su cordura; más la situación que Tymothee había desatado dej
Ambos se quedaron viendo fijamente; la tensión se palpaba en el ambiente, era imposible que entre un par de extraños pudiera sentirse de tal manera pero entre ellos podía cortarse con un cuchillo. Su perfume lo tenía hipnotizado y, desde donde la veía, notó algunas cicatrices pequeñas en su pecho; bueno, no podía esperarse de una mujer de la mafia que tuviera su piel impoluta. Aún así era preciosa.— Entonces, le daré mi respuesta mañana al anochecer.Lianna le dio una sonrisa de boca cerrada y se alejó de él, a paso seguro y agitando un poco las caderas salió de su habitación y lo dejo sólo, en toalla y con un fuego ardiendo por su cuerpo difícil de nombrar.***Z city estaba en completa calma, para ser sincero no podía pedir más para esa noche; su oscuro y un poco despeinado contrastaba con la luz de la luna en aquella habitación oscura, su piel morena relucía en sudor y algunas marcas resaltaban en su abdomen. Estaba reclinado en un sofá con l
La mañana era calma absoluta, como siempre, todos en sus asuntos, un día más dentro de La Cueva. Caminaba tranquilamente por el pasillo del último piso, hacia la habitación de su doña y su jefa; la habitación más resguardada de toda la mansión, una a la que solo él tenía acceso además de la jefa. Entró en la habitación sin molestarse en tocar la puerta para encontrarse a la mujer más intimidante de todo Trap Town envuelta en sábanas roncando y babeando como un bebé; el único momento del día en que lucía como realmente era, una alma noble y frágil dañada por el destino que le tocó aceptar. Abrió las gruesas cortinas para que la luz del sol entrara y de inmediato los ojos de Lianna se apretaron en busca de comodidad; se giró y puso un brazo sobre los ojos soltando un gemido de molestia.— Mi señora.— le dijo Martín con burla.— Hora de levantarse, hay una agenda muy larga para hoy.Lianna se frotó los ojos con fastidio, se sentó en la cama como n todo su cab
Ambos se separaron, sorprendidos por ser descubiertos; cuando Sara la miró, volvió a tener 8 años y a estar sentada frente al espejo del tocador mientras ella trenzaba su cabello. — Lili, mi niña. Bajó rápidamente las escaleras y casi corrió hasta ella, sin importar la compostura, la atrajo en un abrazo tan fuerte como podía y respiró varias veces para retener sus lágrimas; habían sido muchos años sin su adorada nana.— Te eché tanto de menos.— Yo también, mi niña.— le dijo Sara frotando su espalda.— Yo también.Luego de un momento poniéndose al día el llamado del deber llegó; Lianna y Martín salieron rumbo al centro de la ciudad, donde se reunirían con el consejo de Trap Town. Ella tenía el poder absoluto de la ciudad, si pero, si no mantenía contentos a los ancianos podían comenzar a conspirar en su contra y esa era una guerra innecesaria en esos momentos.— Los barcos llegarán dentro de poco— comenzó Martín — ¿Estás lista p