Maldecía su impulsividad, en serio lo hacía. De todas las cosas que pudo pedirle a ese desconocido tuvo que pedir precisamente lo más vergonzoso pero, no es que estuviera pensando con su cabeza; ella era la clase de persona que una vez quería algo hacía lo que fuera para obtenerlo y eso le pasó con él, apenas lo vió lo quiso para ella así fuera por mero capricho. No tenía excusas para su comportamiento, fue un acto impulsivo en un momento de ceguera y ya.
Habían pasado 4 días desde que le hizo aquella propuesta y aún no le había dado ninguna respuesta; después de 2 días en Dorado con Martín, regresó y todo lo que le dijo fue que respondería en la fecha límite. Claro que de negarse ella no rogaría, jamás lo hacía. Y, si se negaba pues o tendría que irse o trabajar solamente por comida y techo, nada más.Estaba tecleando con más fuerza de la necesaria pero es que las cuentas y contratos estaban acabando con su cordura; más la situación que Tymothee había desatado dejó una serie de consecuencias graves. De verdad le impresionaba todo lo que muchas personas podían llegar a hacer por su obsesión al dinero. Pero ella también habia pecado de confiada y ahora devia asumir el peso de las consecuencias. Otro problema reciente eran los constantes ataques que estaba recibiendo; lo que más le enfadaba era que los promotores eran habitantes de Trap Town y eso no podría perdonarlo, se había esforzado mucho para hacer la ciudad que hoy era como para dejarse intimidar por una oleada de inconformes e incompetentes.— Jefa— Damián entró con su tablet en mano.— Nuestros cargamentos desde Asia ya están arribando al continente — le informó —¿Desea que vayamos a su encuentro o esperamos por su llegada?— ¿Qué tanto tardarán en llegar?— preguntó sin dejar de teclear.— Aproximadamente en una semana ya estarán en nuestro puerto.— Pues déjalos seguir.— ordenó.— Claro.— Se detuvo un momento y pensó antes de hablar — He recibido una llamada del señor Andersons. Dice que planea visitarla dentro de un mes.— Cierto, tenemos una reunión pendiente.— meditó.— De acuerdo, ¿Algo más que informar?— No, mi señora.— Entonces puedes retirarte.A veces su carencia de tacto y expresión solía tomar por sorpresa a cualquiera, por suerte contaba con un personal que ya estaba acostumbrado; unos porque la habían visto crecer y formarse y otros porque habían crecido con ella. Una mujer que no se dejaba llevar por sus emociones era mil veces más peligrosa que una impulsiva, ese pensamiento la llevo a reprenderse nuevamente por aquella propuesta.Tengo que ser idiota, en serio...***Dos días habían pasado desde que regresó de Dorado; dos días en los que prácticamente estaba huyendo de la jefa dentro de su propia casa pero aún no tenía respuesta para aquel negocio. O tal vez si la tenía, solo que debía acostumbrarse a la idea, si quería lograr ese objetivo.Había algo que le agradecía a Martín y, era que desde que volvieron de Dorado no había tenido que ir a las bodegas y no por falta de trabajo, sino porque le encargaban otras tareas. Ahora solo estaba en los establos y haciendo algunas rutinas con los guardias. Con su acto de hace algunos días se ha ganado el respeto de algunos y la confianza de otros.La noche estaba comenzando a caer y ya no quedaba mucho que hacer por lo que le habían autorizado ir a asearse y cambiarse para ir a cenar; los pasillos estaban algo desolados aunque eso no era raro a estas horas, ya que muchos estaban aún en sus labores.— Eidhan.— Apretó los ojos con fuerza — Días sin vernos.— posó una manos en su espalda.Se había olvidado de ese detalle.— Carla.— Se giró hacia ella y de inmediato trató de besarlo, la esquivó.—¿Cómo estás?— Te extraño.— He estado ocupado. — respondió vagamente.— ¿Tanto que ya no tienes tiempo para mi?— Se pegó completamente a él, invadiendo su espacio.— No es el momento, ¿Si?— se la despegó. — Hablamos después.Trató de entrar a su habitación pero ella levantó la voz.— ¡¿Es por ella, no?!— ¿Qué?— Por la jefa, por eso ya no quieres verme.— ¿Qué tiene que ver la jefa en todo esto?Carla miró a otro lado y apretó sus manos.— Escuché su conversación.Sin pensar la tomó con fuerza del brazo — ¿Qué tanto escuchaste?— Eidhan, me lastimas.— él la soltó bruscamente.— Solo que ella te pidió ser su amante.Eidhan se frotó las sienes, los que menos necesitaba era una escena de celos injustificada por una persona que no tenía nada que ver con él fuera de la alcoba.— Sigo sin entender el motivo de tu rabieta.Carla lo miró fijamente, ¿Que no lo entendía? ¿Acaso no estaba claro? — O sea, que aceptaras, sin importar ni un poco lo nuestro.— ¿Lo nuestro?— lo tomó por sorpresa, él había sido bastante claro con ella.— Carla, entre tú y yo no existe tal cosa, pensé que habíamos aclarado ese punto.— Aún después de todas esas noches, ¿Aún no significa nada para ti? — Él la miró fijamente, había sido honesto y no iba a retroceder en ese aspecto.— No lo acepto.— Fue lo último que le dijo antes de correr escaleras arriba.Él suspiró y se recargó en la puerta; a veces las mujeres solían ser complicadas o tal vez les gustaba complicar las cosas. Ella no podía decir que la llenó de promesas falsas, bastante se lo había dicho él no era alguien de relaciones, solo buscaba pasar el rato y, ella gustosa había aceptado. Ahora lo que le preocupaba es que en un acto de ira comenzara a hablar de la propuesta de la jefa; no le preocupaba el hecho de que se supiera sino lo que Lianna solía hacerle a los que se les iba la lengua con sus asuntos y, por muy neurótica que estuviera no le deseaba eso a Carla.Dejó de darle vueltas al asunto y entró a su habitación, no perdió el tiempo para quitarse la ropa y entrar a ducharse; los días en Trap Town estaban mostrando sus resultados, sus hombros se estaban poniendo un poco más anchos y sus brazos y piernas más musculosos. Alimentaba su ego y, vaya que era alto. Se quitó toda la mugre que tenía encima y dejó su cabeza totalmente en blanco, no iba a negarlo, se tomó su tiempo durante aquellos minutos de tranquilidad. Cuando acabó se quitó los restos de agua con una toalla y se la envolvió al rededor de la cintura luego salió del baño. Sorpresa que se llevó al ver quién estaba sentada en la silla junto a su cama.— Buenas noches, Sucio.— Jefa— No salía de du asombro. Esta mujer en serio que era atrevida.— Explícame algo — cruzó lentamente las piernas, movimiento que desconcertó aún más a Eidhan.— No tiene tiempo de pensar en mí propuesta pero, ¿Si para coquetear con mi personal?— ¿Disculpe?— ¿Sabes qué son las cámaras de vigilancia, Eidhan?No va a negar que se sorprendió, era la primera vez que la jefa lo llamaba por su nombre, cosa que no había hecho ni el día que se conocieron.— Si, sé lo que son, mi señora.— respondió firme— Lo que no entiendo es el porqué de su pregunta.— Porque, sucio, noté cierto comportamiento extraño mientras revisaba las grabaciones de seguridad.— Se levantó lentamente y caminó hacia la puerta.— ¿Fuiste acorralado, Eidhan?— No, señora.— Ya se estaba poniendo nervioso — Carla y yo solo estábamos conversando.— ¿Conversando?— puso el pestillo en la puerta — Me agrada esa nueva manera de charlar. Permite mucho el acercamiento.— No sé a dónde quiere llegar.— Que espero que tengas una respuesta para mañana con respecto a nuestro negocio.— se acercó hasta él.— Pensé que aún me quedaban tres días.— su voz sonó un poco más ronca de lo habitual.— Pues ahora solo tendrás uno — se paró frente a él, la diferencia de estatura era bastante — Al anochecer, estaré esperando.Ambos se quedaron viendo fijamente; la tensión se palpaba en el ambiente, era imposible que entre un par de extraños pudiera sentirse de tal manera pero entre ellos podía cortarse con un cuchillo. Su perfume lo tenía hipnotizado y, desde donde la veía, notó algunas cicatrices pequeñas en su pecho; bueno, no podía esperarse de una mujer de la mafia que tuviera su piel impoluta. Aún así era preciosa.— Entonces, le daré mi respuesta mañana al anochecer.Lianna le dio una sonrisa de boca cerrada y se alejó de él, a paso seguro y agitando un poco las caderas salió de su habitación y lo dejo sólo, en toalla y con un fuego ardiendo por su cuerpo difícil de nombrar.***Z city estaba en completa calma, para ser sincero no podía pedir más para esa noche; su oscuro y un poco despeinado contrastaba con la luz de la luna en aquella habitación oscura, su piel morena relucía en sudor y algunas marcas resaltaban en su abdomen. Estaba reclinado en un sofá con l
La mañana era calma absoluta, como siempre, todos en sus asuntos, un día más dentro de La Cueva. Caminaba tranquilamente por el pasillo del último piso, hacia la habitación de su doña y su jefa; la habitación más resguardada de toda la mansión, una a la que solo él tenía acceso además de la jefa. Entró en la habitación sin molestarse en tocar la puerta para encontrarse a la mujer más intimidante de todo Trap Town envuelta en sábanas roncando y babeando como un bebé; el único momento del día en que lucía como realmente era, una alma noble y frágil dañada por el destino que le tocó aceptar. Abrió las gruesas cortinas para que la luz del sol entrara y de inmediato los ojos de Lianna se apretaron en busca de comodidad; se giró y puso un brazo sobre los ojos soltando un gemido de molestia.— Mi señora.— le dijo Martín con burla.— Hora de levantarse, hay una agenda muy larga para hoy.Lianna se frotó los ojos con fastidio, se sentó en la cama como n todo su cab
Ambos se separaron, sorprendidos por ser descubiertos; cuando Sara la miró, volvió a tener 8 años y a estar sentada frente al espejo del tocador mientras ella trenzaba su cabello. — Lili, mi niña. Bajó rápidamente las escaleras y casi corrió hasta ella, sin importar la compostura, la atrajo en un abrazo tan fuerte como podía y respiró varias veces para retener sus lágrimas; habían sido muchos años sin su adorada nana.— Te eché tanto de menos.— Yo también, mi niña.— le dijo Sara frotando su espalda.— Yo también.Luego de un momento poniéndose al día el llamado del deber llegó; Lianna y Martín salieron rumbo al centro de la ciudad, donde se reunirían con el consejo de Trap Town. Ella tenía el poder absoluto de la ciudad, si pero, si no mantenía contentos a los ancianos podían comenzar a conspirar en su contra y esa era una guerra innecesaria en esos momentos.— Los barcos llegarán dentro de poco— comenzó Martín — ¿Estás lista p
— Entonces — Lianna se cruzó de brazos — ¿Quién de ustedes dos me explicara esta sorpresa?El estudio estaba únicamente iluminado por la tenue luz que entraba por las ventanas; había bastante sol para ser las 6 am, hora en la que ella debería estar comenzando su día pero no, estaba recibiendo la sorpresiva visita de Jasper Andersons y su secuaz Nathaniel Scott.— Señor, le dije que no lo tomaría nada bien.— Nathan empezó a cuchichar.— No quiero que hablen entre ustedes.— Ella empezó a imponer su autoridad, después de todo estaban en su territorio.— Quiero que me expliquen por qué su avión aterrizó en una de mis pistas a media madrugada.— No es nada de lo que piensas, Dumont — comenzó Jasper con indiferencia — Hay un tema urgente que debo tratar contigo.— ¿Tan urgente que no podías avisar que vendrías? — arqueó su ceja.— Nathan, ¿Podrías darnos un momento a solas? — Pidió Jasper a su mano derecha.Eso sorprendió
17 de diciembre 1994Inuss; Norte de Black LightLas nubes cubrían todo el cielo, le daban un aspecto fúnebre a las calles. Un pueblo para nada pintoresco, la gran mayoría de las casas tenían más de 100 años; todos conocían a todos pero no eran amigos entre ellos. En una vieja casa de estilo victoriano, ubicada en lo más profundo del bosque Wheller, recorriendo los tétricos corredores iba un joven, un niño de no más de 8 años; caminaba tranquilamente con un par de libros entre sus manos; iba tan calmo que aparentaba incluso mucha más edad de la que realmente tenía. Sus ojos carecían de emociones y su andar era casi robótico.El heredero menor de la familia Rhodes tenía una responsabilidad inmensa sobre sus hombros; con el asesinato de su hermanos mayor ahora él era el próximo en la línea para subir al poder. Debería estar jugando con amigos, yendo a una escuela o incluso en algún campamento; en vez de eso pasaba una cantidad de horas inimaginables encerrad
Jasper había partido hacía 3 días con la promesa de mantenerla protegida del consejo lo mas que pudiera; los días habían transcurrido en absoluta calma y sin ningún evento alarmante, cada quien volvía a su rutina. Martín había terminado de reclutar a los "espías", con excusas diferentes para cada uno. Ally, la cocinera; Pancho, el joven de los establos; Brandon y Salt, dos guardias veteranos en la casa; Marcella, una criada bastante chismosa; y por último Aaron, un mayordomo de la misma edad de Martín, tal vez un poco más. Eso había sido sencillo, lo difícil vendría luego con una interrogante: ¿Y si alguno de ellos era el infiltrado? Pues les tocaría dejarlo a la suerte y, para evitar que llegarán sus planes a oídos del consejo era que había decidido que darían excusas sencillas pero diferentes para cada quien.En cuanto a Eidhan Rhodes, mejor conocido como el Sucio, no tendría nada para decir; luego de que él le confesara su historia comprendió muchas c
Eran las 2:30 am cuando todo el escuadrón entró en el estudio de la jefa; allí los esperaban Lianna y Martín, la tensión podía palparse y no era para menos, la noticia que llevaban consigo no era nada alentadora.— Alex tenía razón — empezó Björn sin perder el tiempo — se ocultan en una caverna a unos cuantos metros del barranco.— Bien. ¿De cuántos hombres estamos hablando — intervino Lianna.La tensión se acentuó aún más, si es que eso era posible, los hombres se dedicaron un par de miradas antes de dirigirse a su líder.— Estamos hablando de un ejército, mi señora — le respondió uno de ellos.— ¿Qué?— Como lo oye— habló Björn.— solamente afuera de la caverna conté alrededor de 50 hombres, bien armados.Lianna se sentó en el sillón frotando sus sienes; esto era grave, tal cantidad de hombres no era para una simple rebelión, estos querían algo mucho más grande. Deseaba con todas sus fuerzas que no fuera lo que su mente
Noviembre 2010Todo comenzó cuando meses atrás Danko Dumont excluyó a la familia Baeva del consejo. Era un hombre poderoso pero antes que todo caprichoso; solo porque Sergey Baeva había cometido un mínimo error fue un motivo más que suficiente para excluirlo pues el no aceptaba los errores y, al tener al consejo comiendo de su mano, por supuesto que ellos aceptaron esa decisiónEl clan Baeva se retiró con su frente en alto, no le dieron el gusto de verlos suplicando otra oportunidad y se mudaron hasta el sur del continente. No volvieron a saber de ellos hasta tiempo después, cuando comenzaron los ataques.Al principio eran solo pequeños saqueos a sus bodegas, de inmediato Lianna y Danko sospecharon que era alguien de adentro pues conocía muy bien donde atacar; luego llegó el primer atentado, en el que alcanzaron a asesinar cuatro personas y herir a dos más. Eso los puso en alerta a la expectación de su próximo movimiento, que no se hizo esperar.P