Jasper había partido hacía 3 días con la promesa de mantenerla protegida del consejo lo mas que pudiera; los días habían transcurrido en absoluta calma y sin ningún evento alarmante, cada quien volvía a su rutina.
Martín había terminado de reclutar a los "espías", con excusas diferentes para cada uno. Ally, la cocinera; Pancho, el joven de los establos; Brandon y Salt, dos guardias veteranos en la casa; Marcella, una criada bastante chismosa; y por último Aaron, un mayordomo de la misma edad de Martín, tal vez un poco más.Eso había sido sencillo, lo difícil vendría luego con una interrogante: ¿Y si alguno de ellos era el infiltrado? Pues les tocaría dejarlo a la suerte y, para evitar que llegarán sus planes a oídos del consejo era que había decidido que darían excusas sencillas pero diferentes para cada quien.En cuanto a Eidhan Rhodes, mejor conocido como el Sucio, no tendría nada para decir; luego de que él le confesara su historia comprendió muchas cEran las 2:30 am cuando todo el escuadrón entró en el estudio de la jefa; allí los esperaban Lianna y Martín, la tensión podía palparse y no era para menos, la noticia que llevaban consigo no era nada alentadora.— Alex tenía razón — empezó Björn sin perder el tiempo — se ocultan en una caverna a unos cuantos metros del barranco.— Bien. ¿De cuántos hombres estamos hablando — intervino Lianna.La tensión se acentuó aún más, si es que eso era posible, los hombres se dedicaron un par de miradas antes de dirigirse a su líder.— Estamos hablando de un ejército, mi señora — le respondió uno de ellos.— ¿Qué?— Como lo oye— habló Björn.— solamente afuera de la caverna conté alrededor de 50 hombres, bien armados.Lianna se sentó en el sillón frotando sus sienes; esto era grave, tal cantidad de hombres no era para una simple rebelión, estos querían algo mucho más grande. Deseaba con todas sus fuerzas que no fuera lo que su mente
Noviembre 2010Todo comenzó cuando meses atrás Danko Dumont excluyó a la familia Baeva del consejo. Era un hombre poderoso pero antes que todo caprichoso; solo porque Sergey Baeva había cometido un mínimo error fue un motivo más que suficiente para excluirlo pues el no aceptaba los errores y, al tener al consejo comiendo de su mano, por supuesto que ellos aceptaron esa decisiónEl clan Baeva se retiró con su frente en alto, no le dieron el gusto de verlos suplicando otra oportunidad y se mudaron hasta el sur del continente. No volvieron a saber de ellos hasta tiempo después, cuando comenzaron los ataques.Al principio eran solo pequeños saqueos a sus bodegas, de inmediato Lianna y Danko sospecharon que era alguien de adentro pues conocía muy bien donde atacar; luego llegó el primer atentado, en el que alcanzaron a asesinar cuatro personas y herir a dos más. Eso los puso en alerta a la expectación de su próximo movimiento, que no se hizo esperar.P
Torrente, una de las tantas propiedades de Lianna y, su mayor orgullo; era un club nocturno al que no sólo acudían sus habitantes sino todo aquel turista o visitante de otra ciudad que quisiera un poco de diversión por las noches. Pese a eso era un club bastante exclusivo, debía ser miembro, invitado o pagar una cantidad escandalosa de dinero si quería disfrutar una noche inolvidable. Y esa noche estaban a reventar, la pista estaba tan abarrotada que ya no se distinguía quién bailaba con quién. Tal y como a ella le gustaba.Claro que debajo de este club, la diversión se acababa y comenzaba el trabajo. No solo era una pequeña productora, sino que también era una de sus cajas fuertes. No había mejor lugar para esconder su dinero que en los lugares más obvios, pues nadie se esperaría que ella escondiera algo valioso en un lugar céntrico tan concurrido.Estaba en una de las máquinas contando dinero cuando uno de los empleados se le acercó.— ¿Qué qui
El golpe del agua fría directa a su cara hizo despertar de golpe al hombre atado en la silla. El pánico lo llenó apenas abrió los ojos, no necesitó mucho tiempo para entender en dónde estaba; lo único que necesitaba saber era quién lo había delatado.— Veo que ya estás despierto, Bohdan.— Habló Lianna desde el final de la sala.— Lianna, creo que estás confundida— trató de soltar las amarras que lo retenían — Liberame para que podamos aclarar esta situación.— ¿Y qué, según tu, hay que aclarar?— No sé lo que te habrán dicho — intentó explicarse — pero puedo explicarme.La única respuesta que recibió fue la risa de todos los presentes en la sala; su nerviosismo fue creciendo al darse cuenta de que era muy probable que no saldría de allí con vida.— ¿Hace cuánto que te aliaste con los del sur, Bohdan?— ¿Qué?— trató de parecer confundido.— Tendré que ponerte al día, parece.Le hizo una seña a uno de sus
— Vamos, Jasper — le dijo el viejo.— ¿En serio pensaste que no me daría cuenta?— No sé de lo que estás hablando, Carson.— Una risilla tensa escapó de él.— ¿Así será entonces?— el hombre hizo una seña para que le llevaran la cuenta.— Yo de ti pondría en alerta al informante.— Le dijo con burla. — Te estaré vigilando, Jasper. Tenlo presente.Y se levantó, dejándolo solo. Hecho una furia.Esperó a que pasara un tiempo antes de abandonar el restaurante. Subió al auto que ya estaba esperándolo. — Al aeropuerto.— ordenó al chófer.Le dejó un mensaje clave a Nathan explicando la situación. Ya luego se encargaría de esto. Antes debía volar a Tokio; sus negocios estaban creciendo bastante bien en esos lados del mundo y no podía descuidarlos.***Como ya era costumbre, cada vez que terminaban, ella se ponía su ropa y salía de su habitación. En total silencio, aunque seguramente ya los empleados estaban sospechando. Poc
No pertenecía a ninguna de las filas; era más bien el perrito faldero de Lianna, siempre que aparecía se pegaba a ella como un chicle, un chicle dispuesto a estrangular a cualquiera que se atreviera a mirar mal a su dueña.— Toc toc.Lianna lo miró un momento desde su escritorio y luego volvió a sus negocios.— Tanto tiempo, Chad.— Saludó sin apartar la vista del ordenador.— Tan hospitalaria como siempre, jefecita.— Sabía cuanto le disgustaba que la llamara así, pero le divertía. — ¿A qué se deben sus nuevos juguetes?— ¿Te refieres a las cámaras?.— Se quitó los anteojos y se recostó en su silla.— Hemos tenido unos cuantos inconvenientes, me pareció buena idea hacer un perímetro en toda la casa.— ¿Se refiere a infiltrados? — Sip.— Respondió sin darle mucha importancia.— Bien...¿Algún trabajo para mí?Y Lianna procedió a darle los detalles; solo él podría hacer un trabajo como este sin dejar rastro a
14 de diciembre 2000La pequeña niña de cabellos oscuros no comprendía porqué sus padres la llevaban a través de esos pasillos con paredes blancas, inmaculadas. El hombre de bata blanca frente a ellos caminaba sin parar de parlotear cosas que ella no lograba comprender.Su madre apretaba su mano con fuerza y la miraba con algo parecido a la tristeza pero, sabía que no era eso, mamá no la quería. Su padre la miraba cada tanto de reojo, con algo de entusiasmo, eso la extrañó un poco; si estaba allí era porque había hecho algo malo, aún no entendía qué era pero le habían hecho saber incontables veces que había actuado de manera incorrecta.— Señor Dumont, no puedo darle un tiempo exacto — explicó el doctor en cuanto estuvieron solo los adultos en el consultorio.— Estos tratamientos suelen ser muy impredecibles y, en una niña como Lianna lo son aún más.— ¿A qué se refiere con "una niña como Lianna"? — cuestionó la madre indignada.— Este trastorno es muy extraño y difícil de tratar; Lian
Cuando se enteró del escándalo sintió algo de pánico. Era como si los problemas y enfrentamientos lo persiguieran a donde fuera.Estaba frustrado porque, aunque trató de unirse a quienes iban a ayudar al pueblo, no lo dejaron alegando que podría herirse de nuevo la pierna y entonces si no saldría victorioso.— ¿Dónde tiene la cabeza, joven?—una señora de edad pero bien conservada se acercó a él con las manos tras su espalda.— Perdón... Estaba pensando en la situación actual.— Si... Realmente son personas desafortunadas- dijo pensativa — Estar en el momento y lugar equivocado para tener un final tan trágico.— ¿Nos hemos visto en algún lado?— preguntó Sara luego de un rato en silencio.— No lo creo, la recordaría.— respondió Eidhan. Sara asintió.— ¿Usted es familiar de Lianna?— preguntó curioso.— ¿Lianna?— Sara alzó una ceja.— Disculpe... La jefa.— Soy algo así como su nana.No pudo evitar reír.— ¿Qué le causa gracia?— Es que no tiene aires de Nana. —confesó Eidhan.— ¿Y cómo de