Sus dientes estaban apretados tan fuerte que tenía desencajar su mandíbula pero, sentía algo de furia. ¿Es que acaso esa mujer creía que él era algún fulano? Él estaba con la que quería cuando lo quería, a cambio de nada más que la mutua satisfacción. En serío había cruzado la línea y lo peor era que no podía gritarlo en su cara, a menos que quisiera perder la lengua. En el camino se topó con varios de sus compañeros y a ninguno le respondió el saludo, estaba enfadado, confundido y bastante ofendido.
— Eidhan— Lo llamó Martín.—¿Cómo te fue con la jefa?— preguntó mientras se acercaba.— No creo que haya ido bien, mira su rostro.— le comentó uno de los guardias.Él solo pudo mirarlo con molestia y hablarle a Martín.— ¿Puedo hablarte en privado?— Claro, justo iba a revisar unas propiedades.— posó una mano en su hombro —¿Por qué no me acompañas?— De acuerdo— respondió entre dientes y lo siguió hasta uno de los autos.Ya en camino Eidhan no paraba de suspirar en el asiento del copiloto, mirando por la ventana y golpeando la puerta con sus dedos. Su mirada era rabia pura; Martín solo lo miraba en silencio hasta que se cansó de esperar que él iniciara la conversación.— Entonces...¿Ya me puedes contar qué te dijo la jefa?Eidhan detuvo sus pensamientos y volteó a verlo.— Dijo que podía brindarme la protección que necesito.— Pues eso es algo bueno, muchacho— respondió Martín alegremente.— No entiendo tu mala cara.— A cambio — comenzó a responder Eidhan — quiere que yo sea su acompañante nocturno.La cara de Martín era todo un poema, eso sí que lo había tomado por sorpresa; de antemano podía decir que Lianna era una chica caprichosa y hacía todo lo que estaba en sus manos para conseguir lo que quería. Lo que le sorprendía es que haya tomado interés en Eidhan tan rápido como llegó, cosa que casi nunca pasaba y, no es que el chico no fuera atractivo porque no era así pero Lianna no era de las que perdía el tiempo en esas cosas, entonces, ¿Qué la llevo a decidir que quería a Eidhan?— Pues, ciertamente, no sé qué decirte.— le respondió sin quitar su vista de la carretera.— Lianna puede ser un poco impulsiva e impredecible la mayoría del tiempo.— Pues me causa algo de molestia.— Se sinceró Eidhan — Quiero decir, pudo pedirme cualquier otra cosa pero, no veo la necesidad de llegar a tal extremo.— Siendo honestos. — comenzó Martín — ¿Qué podrías ofrecerle a cambio?— le preguntó — No tienes dinero; estás lleno de deudas y a saber en qué otros problemas te habrías metido.— Le dijo sin escrúpulos — En resumen eres una mala inversión por todos los puntos.Eidhan escuchó atentamente sus palabras y, a su pesar, tenía razón; el no era más que la suma de muchos problemas con pies y cabeza. Sabía que para lograr su objetivo debía sacrificarse, el mismo se lo impuso hace mucho pero, la tal Lianna lo había tomado con la guardia baja. Debía admitir que le molestaba su confianza, la manera en que le hizo aquella propuesta sin siquiera sonrojarse lo sorprendía, una mujer común se pondría nerviosa hasta volverse roja y ni siquiera podría mirarlo a los ojos. Ella no, ella le dijo lo que quería y cómo lo quería sin inmutarse en su presencia, como si le estuviera diciendo lo que quería de cenar.— Tienes razón— le respondió — Y aún así no comprendo porqué tuvo qur pedir exactamente eso.— Volteó a mirarlo — Ella es una mujer que puede tener al que quisiera y se que yo no encajo ahí.— Eso es algo de lo que tú y yo no estamos seguros — No diré que es una santa pero tampoco es una mujer que va de cama en cama.— Aún así.— le cortó — tengo una semana para alistar mis pocas cosas en caso de que decida negarme.— ¿Y quieres dejar ir esta oportunidad? — cuestionó Martín.— Aún no lo sé — fue su respuesta.El silencio se adueñó del auto el resto del camino, mientras recorrían el centro de Trap Town Eidhan notó algo extraño. Todos eran iguales, no en el sentido físico; sino que ninguno parecía tener más o menos dinero que los demás, todos iban metidos en sus asuntos sin estar viendo los errores de nadie, al igual que el día que él llegó a esta ciudad y nadie reparó en su presencia sucia y mugrienta. Los edificios eran construcciones modernas, no eran muy ostentosas pero tampoco eran edificios de bajos recursos, las calles bien pavimentadas hacían notar que La Jefa se preocupaba por sus bienes. Llegaron a un área apartada dentro de la ciudad, desde la carretera se podía ver una finca bastante grande, aún más grande que la que alguna vez el habitó; a medida que se iban acercando notó que Lianna en serio era fan de lo moderno,aquella casa con ventanales inmensos parecía más un resort. Martín aparcó justo frente a la entrada y de inmediato varios sirvientes corrieron a recibirlos.— Bienvenido a Dorada— le dijo Martín sonriente.Bajaron del auto y en cuanto entraron a la casa Eidhan entendió su nombre, toda la decoración era en tonos dorados o parecidos, con la luz de sol era como estar en un Olimpo, todo inmaculado y perfecto. Los sirvientes y guardias iban de un lado a otro no sin saludar a Martín, la calma podía respirarse y era realmente relajante a pesar de lo ostentoso de esa casa.— Veo que La Jefa no escatima en gastos.— Murmuró abstraído en su alrededor.— No cuando se trata de sus propiedades.— Martín le hizo un gesto para que lo siguiera — Para eso estamos todo el día esclavizados, ella incluida.— Pero si ella es la cabeza de todo esto.Martín se detuvo frente a unas escaleras.— Y eso no le quita sus responsabilidades y obligaciones.— Refutó.— Ella es esclava del destino que le tocó.— Comenzó a bajar las escaleras.El piso inferior era un total contraste con el resto de la casa; las paredes eran totalmente negras mate y el suelo de baldosas oscuras le daban un aura bastante tétrica. En contraste a lo inmaculado de la habitación el ruido era bastante fuerte, fue entonces cuando notó a muchos hombres cargando con bolsas negras que parecían ser bastante pesadas; habían mesas distribuídas por toda la habitación con miles de billetes sobre ellas y máquinas para contar funcionando; Eidhan se quedó asombrado, en una sola mesa podría haber hasta un billón ni pensar la suma de todas las demás. Esta mujer en serio no se iba por la sombra con sus negocios, todo estaba perfectamente ordenado y cada quien concentrado en su labor, tratando las cargas y los billetes con delicadeza.— Este es nuestro centro de operaciones principal.— Dijo Martín.— Acá es donde hacemos gran parte de la magia.— ¿La magia?— Si, nuestro negocio es bastante basto.— le dijo Martín. — Estamos casi dentro de todos los mercados; no tenemos ningún límite.— comenzó a caminar entre las mesas — Y todo eso lo ha logrado Lianna desde que asumió el poder.— ¿Tan poderosa es?— preguntó Eidhan, escéptico.Martín volteó a verlo.— No tienes ni idea de lo poderosa que es.***La mansión estaba llena de calma; solo podía escuchar el ruido de los sirvientes yendo de un lado a otro cumpliendo con sus quehaceres. Su espalda estaba tensa y se esforzaba muchísimo para que sus pasos fueran tranquilos y no pisotones como lo que realmente le antojaba; siempre perfecta y calmada, es como la habían educado.Su cabello rojo intenso se movía con su caminar, nunca suelto y hermoso, siempre recogido en una molesta trenza; su piel demasiado pálida estaba algo enrojecida de la rabia. Pero, ¿Qué se creía esa mujer? Solo por ser quien era podía tener al que quisiera, no le parecía justo; si, había escuchado todo lo que la jefa le propuso a su Eidhan y no le gustó nada, en absoluto. Era una total falta de respeto hacia él y hacía ella por supuesto, ninguna mujer decente pediría esa clase de cosas; obviamente la jefa era de todo menos sinónimo de decencia, eso ella lo sabía muy bien. Desde que llegó a esta mansión, cuando ambas eran adolescentes, ella siempre fue la representación de todo lo que quería y nunca tendría pero con un poco más caprichosa y egocéntrica; nunca paraba de recordarle cuál era su lugar con su veneno disfrazado de buenas acciones, ella no caía en sus trucos claro pero aún así no era buen trago en su comida.— Clara, necesito que le digas a la jefa que ya es hora de cenar.—le pidió una de las cocineras.— Por supuesto.— Dijo con una sonrisa amable, fingida.Chasqueó la lengua mientras subía las escaleras con pasó apresurado. Si continuaba en esta mansión era porque no tenía ningún otro lugar a donde ir y, claro ahora por su Eidhan, ese chico la había cautivado con su mirada fiera y sus habilidades, todas y cada una de ellas; no podía dejar que esa mujer se metiera en su cabeza, le haría saber que ella lo ayudaría a salir de cualquier problema en el que estuviera metido sin pedirle nada a cambio.Tocó suavemente la puerta del estudio y esperó hasta que la jefa diera permiso para entrar, cuando así lo hizo puso todo su esfuerzo en quitar su cara de fastidio y entró.— Mi señora, su cena ya está lista.— dijo con voz dócil.— Perfecto — contestó Lianna sin voltear a verla, con su mirada fija en su ordenador— Diles que pongan la mesa, bajo en un momento. Puedes retirarte.Clara salió del estudio sin esperar que se lo volviera a pedir. Ni siquiera era tan suficiente para que ella volteara a verla; bajó las escaleras refunfuñando, su rabia anterior cada vez más creciente. En serio odiaba a esa mujer, no podía simplemente ser agradecida no con ella. Y ahora el solo pensar que podría arrebatarle a su Eidhan la ponía de los nervios.Odiaba a aquella mujer porque ella tenía todo lo que deseaba, todo lo que soñaba y que nunca tendría ni de cerca. Todos la adoraban y respetaban, desde el más anciano hasta el más joven y no entendía el porqué. Pero algo si tenía segura y era que no iba a tener a su Eidhan, ellos estarían juntos por siempre.Eidhan era suyo, suyo y de nadie más. Y se lo haría ver de la manera que fuera.Maldecía su impulsividad, en serio lo hacía. De todas las cosas que pudo pedirle a ese desconocido tuvo que pedir precisamente lo más vergonzoso pero, no es que estuviera pensando con su cabeza; ella era la clase de persona que una vez quería algo hacía lo que fuera para obtenerlo y eso le pasó con él, apenas lo vió lo quiso para ella así fuera por mero capricho. No tenía excusas para su comportamiento, fue un acto impulsivo en un momento de ceguera y ya.Habían pasado 4 días desde que le hizo aquella propuesta y aún no le había dado ninguna respuesta; después de 2 días en Dorado con Martín, regresó y todo lo que le dijo fue que respondería en la fecha límite. Claro que de negarse ella no rogaría, jamás lo hacía. Y, si se negaba pues o tendría que irse o trabajar solamente por comida y techo, nada más.Estaba tecleando con más fuerza de la necesaria pero es que las cuentas y contratos estaban acabando con su cordura; más la situación que Tymothee había desatado dej
Ambos se quedaron viendo fijamente; la tensión se palpaba en el ambiente, era imposible que entre un par de extraños pudiera sentirse de tal manera pero entre ellos podía cortarse con un cuchillo. Su perfume lo tenía hipnotizado y, desde donde la veía, notó algunas cicatrices pequeñas en su pecho; bueno, no podía esperarse de una mujer de la mafia que tuviera su piel impoluta. Aún así era preciosa.— Entonces, le daré mi respuesta mañana al anochecer.Lianna le dio una sonrisa de boca cerrada y se alejó de él, a paso seguro y agitando un poco las caderas salió de su habitación y lo dejo sólo, en toalla y con un fuego ardiendo por su cuerpo difícil de nombrar.***Z city estaba en completa calma, para ser sincero no podía pedir más para esa noche; su oscuro y un poco despeinado contrastaba con la luz de la luna en aquella habitación oscura, su piel morena relucía en sudor y algunas marcas resaltaban en su abdomen. Estaba reclinado en un sofá con l
La mañana era calma absoluta, como siempre, todos en sus asuntos, un día más dentro de La Cueva. Caminaba tranquilamente por el pasillo del último piso, hacia la habitación de su doña y su jefa; la habitación más resguardada de toda la mansión, una a la que solo él tenía acceso además de la jefa. Entró en la habitación sin molestarse en tocar la puerta para encontrarse a la mujer más intimidante de todo Trap Town envuelta en sábanas roncando y babeando como un bebé; el único momento del día en que lucía como realmente era, una alma noble y frágil dañada por el destino que le tocó aceptar. Abrió las gruesas cortinas para que la luz del sol entrara y de inmediato los ojos de Lianna se apretaron en busca de comodidad; se giró y puso un brazo sobre los ojos soltando un gemido de molestia.— Mi señora.— le dijo Martín con burla.— Hora de levantarse, hay una agenda muy larga para hoy.Lianna se frotó los ojos con fastidio, se sentó en la cama como n todo su cab
Ambos se separaron, sorprendidos por ser descubiertos; cuando Sara la miró, volvió a tener 8 años y a estar sentada frente al espejo del tocador mientras ella trenzaba su cabello. — Lili, mi niña. Bajó rápidamente las escaleras y casi corrió hasta ella, sin importar la compostura, la atrajo en un abrazo tan fuerte como podía y respiró varias veces para retener sus lágrimas; habían sido muchos años sin su adorada nana.— Te eché tanto de menos.— Yo también, mi niña.— le dijo Sara frotando su espalda.— Yo también.Luego de un momento poniéndose al día el llamado del deber llegó; Lianna y Martín salieron rumbo al centro de la ciudad, donde se reunirían con el consejo de Trap Town. Ella tenía el poder absoluto de la ciudad, si pero, si no mantenía contentos a los ancianos podían comenzar a conspirar en su contra y esa era una guerra innecesaria en esos momentos.— Los barcos llegarán dentro de poco— comenzó Martín — ¿Estás lista p
— Entonces — Lianna se cruzó de brazos — ¿Quién de ustedes dos me explicara esta sorpresa?El estudio estaba únicamente iluminado por la tenue luz que entraba por las ventanas; había bastante sol para ser las 6 am, hora en la que ella debería estar comenzando su día pero no, estaba recibiendo la sorpresiva visita de Jasper Andersons y su secuaz Nathaniel Scott.— Señor, le dije que no lo tomaría nada bien.— Nathan empezó a cuchichar.— No quiero que hablen entre ustedes.— Ella empezó a imponer su autoridad, después de todo estaban en su territorio.— Quiero que me expliquen por qué su avión aterrizó en una de mis pistas a media madrugada.— No es nada de lo que piensas, Dumont — comenzó Jasper con indiferencia — Hay un tema urgente que debo tratar contigo.— ¿Tan urgente que no podías avisar que vendrías? — arqueó su ceja.— Nathan, ¿Podrías darnos un momento a solas? — Pidió Jasper a su mano derecha.Eso sorprendió
17 de diciembre 1994Inuss; Norte de Black LightLas nubes cubrían todo el cielo, le daban un aspecto fúnebre a las calles. Un pueblo para nada pintoresco, la gran mayoría de las casas tenían más de 100 años; todos conocían a todos pero no eran amigos entre ellos. En una vieja casa de estilo victoriano, ubicada en lo más profundo del bosque Wheller, recorriendo los tétricos corredores iba un joven, un niño de no más de 8 años; caminaba tranquilamente con un par de libros entre sus manos; iba tan calmo que aparentaba incluso mucha más edad de la que realmente tenía. Sus ojos carecían de emociones y su andar era casi robótico.El heredero menor de la familia Rhodes tenía una responsabilidad inmensa sobre sus hombros; con el asesinato de su hermanos mayor ahora él era el próximo en la línea para subir al poder. Debería estar jugando con amigos, yendo a una escuela o incluso en algún campamento; en vez de eso pasaba una cantidad de horas inimaginables encerrad
Jasper había partido hacía 3 días con la promesa de mantenerla protegida del consejo lo mas que pudiera; los días habían transcurrido en absoluta calma y sin ningún evento alarmante, cada quien volvía a su rutina. Martín había terminado de reclutar a los "espías", con excusas diferentes para cada uno. Ally, la cocinera; Pancho, el joven de los establos; Brandon y Salt, dos guardias veteranos en la casa; Marcella, una criada bastante chismosa; y por último Aaron, un mayordomo de la misma edad de Martín, tal vez un poco más. Eso había sido sencillo, lo difícil vendría luego con una interrogante: ¿Y si alguno de ellos era el infiltrado? Pues les tocaría dejarlo a la suerte y, para evitar que llegarán sus planes a oídos del consejo era que había decidido que darían excusas sencillas pero diferentes para cada quien.En cuanto a Eidhan Rhodes, mejor conocido como el Sucio, no tendría nada para decir; luego de que él le confesara su historia comprendió muchas c
Eran las 2:30 am cuando todo el escuadrón entró en el estudio de la jefa; allí los esperaban Lianna y Martín, la tensión podía palparse y no era para menos, la noticia que llevaban consigo no era nada alentadora.— Alex tenía razón — empezó Björn sin perder el tiempo — se ocultan en una caverna a unos cuantos metros del barranco.— Bien. ¿De cuántos hombres estamos hablando — intervino Lianna.La tensión se acentuó aún más, si es que eso era posible, los hombres se dedicaron un par de miradas antes de dirigirse a su líder.— Estamos hablando de un ejército, mi señora — le respondió uno de ellos.— ¿Qué?— Como lo oye— habló Björn.— solamente afuera de la caverna conté alrededor de 50 hombres, bien armados.Lianna se sentó en el sillón frotando sus sienes; esto era grave, tal cantidad de hombres no era para una simple rebelión, estos querían algo mucho más grande. Deseaba con todas sus fuerzas que no fuera lo que su mente