Lianna le dió una sonrisa melancólica y arrancó el auto, no tardó en pisar el acelerador y recorrer a toda prisa los kilómetros que separaban las pitas de la mansión. Trambolineaba los dedos en el volante, no podía ocultar su ansiedad; hasta que avistó las rejas negras de su portón. Sus empleados siempre eficientes no tardaron en abrirlas de par en par para que los autos entraran. Los empleados todos salieron a la entrada para recibir a su señora, era una mujer dura pero le convencieron muchas cosas. Eidhan salió confundido sin entender tanto alboroto, hasta que la vio bajar del vehículo.
Semejante mujer no podía ser el terror sanguinario se Trap Town; ese cuerpo tan diminuto pero curvilíneo, su cabello perfectamente atado ya leguas se notaba que dedicaba horas al cuidado de su piel. No, imposible que esa mujer fuera La Jefa y señora de esa casa. Martín se paró al lado de aquella mujer y por su actitud se aseguró que si, efectivamente esa mujer era Lianna Dumont.
Los empleados fueron efusivos a recibirla; muchos de ellos l habían visto crecer y converrirse en lo que era ahora, otros le bastante múltiples favores y le agradecían mucho su ayuda. Este era su hogar, esta era su gente pero, entre su gente habitaba algún mañoso traidor que quería verla caer y eso era lo que venía a descubrir, ¿Quién quería verle la cara?.
– Regresen a sus actividades — Les dijo con voz suave.— Ya tendremos tiempo de reunirnos.
Se adentró en la casa seguido de Martín y sus secuaces; subió hasta su despacho observando cómo cada quien regresaba a sus labores, también estaba buscando al nuevo durante nuevo, Sucio le llamaban, y le daría su especial atención un par de días, en estos tiempos nonse puede confiar en cualquiera. Entro en su despacho y se sentó en su silla de cuero, una de sus tantas renovaciones.
— Dile a Max que prepare algo ligero de cenar. — Le posiblemente a Martín.
— Sí, señora.
— Y dile al tal Sucio que venga.
Martín ríe.— Su nombre es Eidhan, señora.
Lianna arquea una ceja.— Pues será sucio hasta que yo lo decida.
Martín salió riendo de su despacho y fue rumbo a la cocina; le informó a Max del pedido de Lianna y se fue hasta las bodegas donde, sabía, estaba Eidhan. Bajó las escalinatas y tuvo que contener las ganas de reír al ver la cara de asco que este tenía, lo comprendía, adaptado a éste trabajo no era cosa fácil, mucho menos hacer el estómago para ello.
— Eidhan.— El aludido volteó a mirarlo.
— ¿Señor?
— Hoy es tu gran día.— No le pasó desapercibido sus ojos brillantes.— La señora ha permitido que vaya a verla.
— ¿De verdad, señor?— Preguntó con emoción.
— Así es.— le respondió con obviedad.—Ve y nonla hagas perder más tiempo.
Eidhan sin esperar otra orden salió corriendo escaleras arriba rumbo a la mansión; al fin era el día. Por fin podría ofrecer un negocio a la jefa. Por fin lograría cambiar su vida.
O eso creía.
***
Lo primero que notó al entrar era el aroma a madera recién pintada; el estudio de la jefa estaba muy bien cuidado, aunque ella no pasara mucho tiempo en él realmente, solo era más una vanidad.
La mujer frente sentada a él tras el escritorio no era intimidante en absoluto pero, su aura era imponente; hacia notar su posicion con solo mirar y eso era de mucho cuidado. ¿Esta sería su oportunidad de ganar su confianza? Eso esperaba porque no le quedó otra opción. Observando con más atención a aquella mujer su atractivo era innegable; una mujer hecha y derecha con todos sus atributos pero, sus ojos podrian ahuyentar a cualquier, mataran cualquier pasion.
— Martín me ha hablado un poco de ti.— Es lo primero que dice esa mujer, mirándolo fijamente a los ojos. — Aunque no entiendo, ¿Cuál es el nivel de tu desesperación?
— Mi señora.— su voz temblorosa le sorprende, ninguna mujer lo intimida nunca — Mi vida corre peligro por culpa de mis deudas; yo solo quiero su protección.
— ¿Quieres? — pregunta Lianna con voz burlona.
— Necesito, sé que solo acá podré encontrarla.
Aunque ella no mostró reacción alguna pero no le pasó desapercibido cómo sus ojos lo recorrieron. La sonrisa burlona en su rostro lo puso nervioso; de esta mujer se podía esperar cualquier cosa pero quería esperar algo bueno. Lianna comenzó, tranquilamente a limar sus uñas, sin prestarle ni un mínimo de atención. Sabía lo que estaba haciendo, él más de una vez llegó a hacerlo; quería desesperarlo hasta que sacara sus verdaderas intenciones pero, él más que nadie sabía mantener sus pensamientos para sí mismo. Se mantuvo el derecho, sin quejarse en ningún momento por estar tanto tiempo de pie, sin apartar la mirada y sin ninguna mueca en su rostro.
— ¿Qué obtendré yo, un cambio de mi protección? — por fin volvió a mirarlo — No creas que será de gratis.— su voz era realmente atrayente, hipnótica.
No dudó ni un solo momento para responder.— Mi vida, mi señora.— Le dijo con voz firme— mi cuerpo y mi alma de ser necesario.
La sonrisa de la jefa lo alertó, se vio satisfecha con su respuesta y no entendió porque eso lo puso tan nervioso; esta mujer era todo un enigma para él.
— Puedo aceptar tu pago — se levantó de la silla y comenzó a rodear el escritorio, su mano rozando la fina madera.— Aunque, te faltarán muchas vidas más para pagarme este enorme favor.— decididamente se acercó a él y se posó justo frente a Eidhan.— Te propongo un negocio, Sucio.
La miró con curiosidad y recelo a la vez — ¿Cuál sería, mi señora?
Lianna juntó las manos con una sonora palmada.— Serás mi lacayo por el resto de tu vida — Eidhan sonrió, eso ya lo estaba haciendo y noble parecía tan complicado.— Y también.— dijo interrumpiendo sus pensamientos — Quiero algo más a cambio. — Posó su mano en su pecho.— Serás mi acompañante por las noches, ya lo he decidido.
— ¿Perdón?— preguntó soprendido y algo asqueado, no es que no fuera atractiva pero noble gustó cómo sonó eso.
— Lo que has escuchado.— lo miro fijamente a los ojos. — De tu parte queda aceptar o no el trato— se alejó de él y volvió a sentarse en su trono, como le gustaba llamarlo — De más está que te explique cuáles serían las consecuencias en caso de que lo rechaces o lo aceptes, tienes una semana para pensarlo, puedes retirarte.
— Si, señora.— salió cerrando la puerta mucho más suave de lo que le habría gustado peroz no podía hacer ningún acto descortés delante de ella, él mismo había limpiado a los que se atrevían.
Sus dientes estaban apretados tan fuerte que tenía desencajar su mandíbula pero, sentía algo de furia. ¿Es que acaso esa mujer creía que él era algún fulano? Él estaba con la que quería cuando lo quería, a cambio de nada más que la mutua satisfacción. En serío había cruzado la línea y lo peor era que no podía gritarlo en su cara, a menos que quisiera perder la lengua. En el camino se topó con varios de sus compañeros y a ninguno le respondió el saludo, estaba enfadado, confundido y bastante ofendido.— Eidhan— Lo llamó Martín.—¿Cómo te fue con la jefa?— preguntó mientras se acercaba.— No creo que haya ido bien, mira su rostro.— le comentó uno de los guardias.Él solo pudo mirarlo con molestia y hablarle a Martín.— ¿Puedo hablarte en privado?— Claro, justo iba a revisar unas propiedades.— posó una mano en su hombro —¿Por qué no me acompañas?— De acuerdo— respondió entre dientes y lo siguió hasta uno de los autos.Ya en camino E
Maldecía su impulsividad, en serio lo hacía. De todas las cosas que pudo pedirle a ese desconocido tuvo que pedir precisamente lo más vergonzoso pero, no es que estuviera pensando con su cabeza; ella era la clase de persona que una vez quería algo hacía lo que fuera para obtenerlo y eso le pasó con él, apenas lo vió lo quiso para ella así fuera por mero capricho. No tenía excusas para su comportamiento, fue un acto impulsivo en un momento de ceguera y ya.Habían pasado 4 días desde que le hizo aquella propuesta y aún no le había dado ninguna respuesta; después de 2 días en Dorado con Martín, regresó y todo lo que le dijo fue que respondería en la fecha límite. Claro que de negarse ella no rogaría, jamás lo hacía. Y, si se negaba pues o tendría que irse o trabajar solamente por comida y techo, nada más.Estaba tecleando con más fuerza de la necesaria pero es que las cuentas y contratos estaban acabando con su cordura; más la situación que Tymothee había desatado dej
Ambos se quedaron viendo fijamente; la tensión se palpaba en el ambiente, era imposible que entre un par de extraños pudiera sentirse de tal manera pero entre ellos podía cortarse con un cuchillo. Su perfume lo tenía hipnotizado y, desde donde la veía, notó algunas cicatrices pequeñas en su pecho; bueno, no podía esperarse de una mujer de la mafia que tuviera su piel impoluta. Aún así era preciosa.— Entonces, le daré mi respuesta mañana al anochecer.Lianna le dio una sonrisa de boca cerrada y se alejó de él, a paso seguro y agitando un poco las caderas salió de su habitación y lo dejo sólo, en toalla y con un fuego ardiendo por su cuerpo difícil de nombrar.***Z city estaba en completa calma, para ser sincero no podía pedir más para esa noche; su oscuro y un poco despeinado contrastaba con la luz de la luna en aquella habitación oscura, su piel morena relucía en sudor y algunas marcas resaltaban en su abdomen. Estaba reclinado en un sofá con l
La mañana era calma absoluta, como siempre, todos en sus asuntos, un día más dentro de La Cueva. Caminaba tranquilamente por el pasillo del último piso, hacia la habitación de su doña y su jefa; la habitación más resguardada de toda la mansión, una a la que solo él tenía acceso además de la jefa. Entró en la habitación sin molestarse en tocar la puerta para encontrarse a la mujer más intimidante de todo Trap Town envuelta en sábanas roncando y babeando como un bebé; el único momento del día en que lucía como realmente era, una alma noble y frágil dañada por el destino que le tocó aceptar. Abrió las gruesas cortinas para que la luz del sol entrara y de inmediato los ojos de Lianna se apretaron en busca de comodidad; se giró y puso un brazo sobre los ojos soltando un gemido de molestia.— Mi señora.— le dijo Martín con burla.— Hora de levantarse, hay una agenda muy larga para hoy.Lianna se frotó los ojos con fastidio, se sentó en la cama como n todo su cab
Ambos se separaron, sorprendidos por ser descubiertos; cuando Sara la miró, volvió a tener 8 años y a estar sentada frente al espejo del tocador mientras ella trenzaba su cabello. — Lili, mi niña. Bajó rápidamente las escaleras y casi corrió hasta ella, sin importar la compostura, la atrajo en un abrazo tan fuerte como podía y respiró varias veces para retener sus lágrimas; habían sido muchos años sin su adorada nana.— Te eché tanto de menos.— Yo también, mi niña.— le dijo Sara frotando su espalda.— Yo también.Luego de un momento poniéndose al día el llamado del deber llegó; Lianna y Martín salieron rumbo al centro de la ciudad, donde se reunirían con el consejo de Trap Town. Ella tenía el poder absoluto de la ciudad, si pero, si no mantenía contentos a los ancianos podían comenzar a conspirar en su contra y esa era una guerra innecesaria en esos momentos.— Los barcos llegarán dentro de poco— comenzó Martín — ¿Estás lista p
— Entonces — Lianna se cruzó de brazos — ¿Quién de ustedes dos me explicara esta sorpresa?El estudio estaba únicamente iluminado por la tenue luz que entraba por las ventanas; había bastante sol para ser las 6 am, hora en la que ella debería estar comenzando su día pero no, estaba recibiendo la sorpresiva visita de Jasper Andersons y su secuaz Nathaniel Scott.— Señor, le dije que no lo tomaría nada bien.— Nathan empezó a cuchichar.— No quiero que hablen entre ustedes.— Ella empezó a imponer su autoridad, después de todo estaban en su territorio.— Quiero que me expliquen por qué su avión aterrizó en una de mis pistas a media madrugada.— No es nada de lo que piensas, Dumont — comenzó Jasper con indiferencia — Hay un tema urgente que debo tratar contigo.— ¿Tan urgente que no podías avisar que vendrías? — arqueó su ceja.— Nathan, ¿Podrías darnos un momento a solas? — Pidió Jasper a su mano derecha.Eso sorprendió
17 de diciembre 1994Inuss; Norte de Black LightLas nubes cubrían todo el cielo, le daban un aspecto fúnebre a las calles. Un pueblo para nada pintoresco, la gran mayoría de las casas tenían más de 100 años; todos conocían a todos pero no eran amigos entre ellos. En una vieja casa de estilo victoriano, ubicada en lo más profundo del bosque Wheller, recorriendo los tétricos corredores iba un joven, un niño de no más de 8 años; caminaba tranquilamente con un par de libros entre sus manos; iba tan calmo que aparentaba incluso mucha más edad de la que realmente tenía. Sus ojos carecían de emociones y su andar era casi robótico.El heredero menor de la familia Rhodes tenía una responsabilidad inmensa sobre sus hombros; con el asesinato de su hermanos mayor ahora él era el próximo en la línea para subir al poder. Debería estar jugando con amigos, yendo a una escuela o incluso en algún campamento; en vez de eso pasaba una cantidad de horas inimaginables encerrad
Jasper había partido hacía 3 días con la promesa de mantenerla protegida del consejo lo mas que pudiera; los días habían transcurrido en absoluta calma y sin ningún evento alarmante, cada quien volvía a su rutina. Martín había terminado de reclutar a los "espías", con excusas diferentes para cada uno. Ally, la cocinera; Pancho, el joven de los establos; Brandon y Salt, dos guardias veteranos en la casa; Marcella, una criada bastante chismosa; y por último Aaron, un mayordomo de la misma edad de Martín, tal vez un poco más. Eso había sido sencillo, lo difícil vendría luego con una interrogante: ¿Y si alguno de ellos era el infiltrado? Pues les tocaría dejarlo a la suerte y, para evitar que llegarán sus planes a oídos del consejo era que había decidido que darían excusas sencillas pero diferentes para cada quien.En cuanto a Eidhan Rhodes, mejor conocido como el Sucio, no tendría nada para decir; luego de que él le confesara su historia comprendió muchas c