Lucas
Oírla decir aquello, fue algo tan asombroso que llenó por entero mi alma, mi corazón y mi vida. La tomé del rostro, besándola con dulzura y tratando de acallar todos sus miedos. Lo que acababa de escuchar era más que suficiente para mí.
La seguí besando de manera tierna, delicada, como si tuviera temor a que sus labios me fueran arrebatados. Profundicé el beso y la escuché gemir sobre mi boca, eso bastó para que mi bestia interior saliera a flote, despertando consigo todo el deseo y las ansias que fueron reprimidos durante este largo tiempo. Sin más, la tomé por la cintura y presioné su cuerpo contra el mío, vehemente. Ana sintió mi urgencia y acompañó el ritmo de mis besos un tanto torpe, temblorosa al principio, hasta que por fin me siguió el viaje. Nuestras lenguas se encontraron y sentí algo extraño en mi
Ana—Cuando por fin obtengas el divorcio, cásate conmigo, Ana —repitió—. Te prometo hacerte la mujer más feliz del mundo. En todo este tiempo que vi cómo te marchitabas día tras día, pensé que todo lo que soñaba a tu lado jamás se cumpliría, pero desde que te vi parada allí afuera, sentí que el alma me volvió al cuerpo y mis esperanzas de una vida a tu lado resurgieron con más firmeza que antes, dejándome la ilusión de que por fin todo lo que anhelo a tu lado, se haga realidad.Me quedé paralizada, lo miré como si se hubiera vuelto loco. Me tomó por sorpresa.Si bien tomé la decisión de dejar atrás mi pasado y darle una oportunidad a lo que la vida me ofrecía de la mano de Lucas luego de escuchar a una sabia mujer como Diana, jamás esperé que él me propusie
Ana4 meses después...—¡Mi amor! ¿Dónde te metiste? —Escuché la voz de Lucas resonar por el lugar, buscándome.Viajó a España por asuntos de trabajo hace una semana y realmente ya lo extrañaba. Sonreí feliz al oír su voz y Diana se acercó hasta mí para quitarme el delantal que llevaba puesto.—Ve, mi niña. No hagas esperar a ese hombre que, si no te encuentra, estoy segura echará abajo el lugar con sus gritos —dijo divertida, invitándome a salir de la cocina, donde la ayudaba a preparar las galletas favoritas de Lucas.—Gracias, Diana... por todo —reí dándole un beso en la mejilla y corrí alegre para unirme a su encuentro.Cuando lo divisé, se despojaba de la sudadera que llevaba puesta, caminé sigilosa dispuesta a saltarle en la espalda y to
DiegoHoy por fin vería a Ana después de diez largos meses. O eso esperaba. Liam me aseguró que con la contrademanda presentada para solicitar el divorcio, y una orden ex parte, Ana no tendría más remedio que presentarse ante el juez. No sabía qué hizo Liam, ni cómo consiguió que pasara de ser el demandado, a ser el demandante, y además de emitir aquello que me explicó, era una orden de emergencia que el juez emitía tras presentar alguna moción en contra de la otra parte.Cuando me propuso hacer aquello, al principio me negué rotundamente porque sería un canalla si la culpaba de abandono de hogar, cuando fue por mi causa que ella se alejó de mí y de todos.La entendía, y por Dios que la comprendía, pero ella tenía que escucharme, saber la verdad y perdonarme por todo el daño que le causé sin habé
AnaEsa misma tarde en que recibí la noticia de que Diego presentó una demanda en mi contra por abandono de hogar, volamos a Londres.No podía creer en su cinismo. Engañarme de manera tan vil, tan cruel, para luego realizar semejante declaración en mi contra, me parecía de lo más bajo. Si tanto le urgía el divorcio para rehacer su vida, seguramente con aquella mujer escocesa, solo hubiera firmado los papeles que Jonás tenía en su poder. Pero acusarme de semejante acto, no lo esperaba de su parte. Estaba furiosa, rabiosa, dispuesta a plantarle una merecida cachetada y escupirle sus verdades en la cara, pero en el fondo sabía que aún no estaba lista para enfrentarlo. Me sentía nerviosa, ida, con mis pensamientos volando en direcciones diferentes que no me llevaban a ningún lugar.Lucas estaba igual o peor que yo, y sabía que tenía inseguri
Nuestros ojos se encontraron y mi mundo se vio envuelto en un caos, me hizo sentir vulnerable, pequeña, sin defensa alguna para protegerme de lo que ese hombre varonil, sensual e imponente, podría causarme. Sin saber cómo, volvió a entrar dentro de mi cuerpo a través de mis orbes y a colarse en mi alma, avivando de nuevo todo, removiendo otra vez cada sensación que su presencia, su aroma, su mirada y su cuerpo, lograban despertar sin que yo pusiera oposición alguna. Entonces supe que, si se lo proponía, caería de nuevo rendida a sus pies y estaba segura que si no huía de él, volvería a lastimarme y a matarme de nuevo.Luego de sostenernos la mirada por unos instantes, Jonás me guio hasta el lugar que nos correspondía, bajo la atenta mirada de Diego, que me ponía los nervios de punta. No dejaría que se metiera de nuevo en mi cabeza ni en mi corazón. Tení
Sus ojos suaves se tornaron oscuros, duros y toscos. El estrecho espacio que había quedado entre nosotros, después que tiré de él para que se pusiera de nuevo a mi altura, desapareció por la cercanía peligrosa y furiosa de su cuerpo. Lo quería herir, lastimar y provocar, para mi desgracia, lo conseguí. Me tomó con violencia de uno de mis brazos, me acercó aún más a su anatomía, mirándome con rabia y miedo al mismo tiempo.—No bromees conmigo, Ana —me advirtió, aguardó que retirara aquellas palabras.Tiré mi brazo para separarme de él, pero lo único que logré fue que apresara una vez más mi cuerpo frágil y pequeño, delante de la montaña que era el suyo en comparación.—No estoy bromeando —respondí desafiante y su semblante me vio dolido, me soltó de repe
Lucas Desde el momento en que todo cambió entre Ana y yo, mi vida se volvió diferente. Tenía un brillo especial que solo ella podía otorgarle y en verdad no la quería perder. Toda esta situación de su divorcio y su encuentro con Sullivan, me tenían aterrorizado, para qué negarlo. Ella aún lo amaba, lo sentía y, por lo mismo, el pánico de que él lograra convencerla de nuevo de volver a su lado, me carcomía por entero.Me sentía cansado, demasiado fatigado, a decir verdad, y no quería someterla a un interrogatorio, ni a mí a una discusión innecesaria. No quería espantarla de mi lado y si ella deseaba irse o quedarse, hiciera lo que hiciera, nada cambiaría la decisión que llegara a tomar.Desde que ambos nos unimos en esta loca aventura, como ella misma rotuló nuestra relación, fui realmente feliz. Sab&i
—Yo… los dejo solos —dijo Mónica y caminó hacia su alcoba. Si quería amedrentarme, lo consiguió, pero no se lo haría saber. No le debía nada y no había hecho nada malo. Solo traté de seguir, igual que él.—Tú querías explicarme lo que había sucedido y enseñarme algo, así que aquí estoy. —Una estruendosa carcajada resonó por el lugar.—¿Es en serio? ¿Aún te importa lo que tenga que decirte? —preguntó irónico y lo miré confundida—. No me hagas reír, Ana. Ya vi con quién me estuviste viendo la cara todo el tiempo. Nada más y nada menos que con nuestro socio; no te dio pena mentirme en la cara. ¡Hacerme pasar por estúpido delante de ese engreído de Marshall, de Mónica, que estoy seguro lo sabía, de ese abogaducho de qui