CAPITULO 28

—Por Dios, Ana, ¡estás deslumbrante!

Mónica quedó sorprendida por mi aspecto y me sentí conforme. Era exactamente lo que buscaba; dejar con la boca abierta a todos y en especial a ese par que pensaban que tenían todo tipo de derechos sobre mí

—Creo que a esos dos les dará un paro fulminante cuando te vean, querida. —Sonreí al negar con la cabeza. En serio esperaba que fuera así.

—Eso espero, Mónica. Esta noche les daré una lección a esos dos —respondí decidida—. ¿Has hecho lo que te pedí?

—¡Por supuesto! ¿Crees que una idea tan descabellada como la que se te ocurrió, podría salir bien sin mi supervisión? —preguntó demasiado seria para creérselo ella misma y rodé los ojos.

—No seas dramática y mejor dime cómo es el suso

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