CAPITULO 109

Antes de descender del auto, le dejé claro a Ana que luego, continuaríamos lo que fue interrumpido y ella solo me vio aturdida. Le hice prometer que no me dejaría botado durante la noche y que sería mi acompañante durante toda la velada, quedándome más tranquilo, porque no iba a tolerar que Lucas Marshall la estuviera merodeando en mi presencia. Además, le adelanté que tenía una sorpresa para ella y sabía que había pinchado su curiosidad.  

Sin embargo, Ana estaba pensativa. Algo no cuadraba, algo le atemorizaba o la ponía nerviosa. Tal vez fuera el tonto juego que armaron con Max, o tal vez, la cercanía de aquel hombre. Esperaba con toda esperanza que fuera porque lo repelía y no por la idea que había concebido mi mente.

Mis celos y aquella maquinación —que pensaba absurda hasta hace instantes—, cobraron más fuerza cuando

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