Capitulo 3

No captas mis coqueteos PARTE 1

¿Qué es esto? ¿Y dónde se mete? Empecé a trastear con curiosidad aquella máquina de ejercicio cambiando y nivelando las pesas, creo que ya empezaba a entenderla, si aprendía cómo funcionaba, tal vez la usara como recompensa por mi esfuerzo. Sonriente tome otra de las pesas, retirando el sudor de mi frente, sin aviso escuche a alguien decir.

—Qué buenas magdalenas estoy viendo… —pegue un buen salto girándome con rapidez para posar mis manos sobre en mi trasero. Acaso acababa de mirarme el trasero, su sonrisa fue lo primero que capto mi atención, sus dientes blancos relucieron sobre los voluptuosos labios. Le pego un mordisco a su magdalena y entonces supe que se había referido eso, agazape mi mirada, sintiéndome tonta, por supuesto Ángela, que esperabas… un hombre como él no insinuaría nada sobre ti. Apreté entre mi puño el sobresaliente de mi pantalón.

—Ey… ¿Helloooo? Tierra llamando a la luna, ¿estás aquí? —Le miré de nuevo, saliendo de mí ensimismo, con reticencia le solté.

—¿Qué quiere? —increpe ignorándolo para seguir con lo mío.

—Relájate, estrellita, solo pasaba a saludar caras nuevas. No te había visto por aquí. —Indico a gusto con la situación.

—¿Estrellita? —inquirí confusa, mirándole, sonrió con diversión y entonces entendí que sabía quién era yo. Con amargura suspire y propine seca. —Pues, Hola, y adiós…

—Qué carácter… ¿Es toda la familia Haket tan fría? —dijo con un tonillo que me pareció realmente molesto apoyándose al lado de mí, máquina, mientras degustaba sus magdalenas, podía sentir su mirada sobre mí.

—Yo soy Ángela, no la familia Haket. Y te digo que es de muy mala educación, acercarte a una persona desconocida con una frase que se puede dar para malentendidos… —indique viendo de reojo como la comisura de sus labios se alzaron eufórico por lo que acababa de decir, no entendía que era lo que le causaba risa.

—¿Malentendidos? Explícame mejor eso, Ángela… —me giré exasperada topándome con él a tan solo un milímetro. Lamió su pulgar terminándose las últimas migajas de su magdalena y solté nerviosa.

—¡Y-ya sabe! L-lo que dijo hace un segundo.

—¿Qué dije antes? —inquirió inocente, ¿se estaba burlando de mí?

—¡Las magdalenas! No se haga el tonto, supongo que hablaba de la comida. —Indique mientras me reflejaba en sus ojos color miel.

—No. —Indico firme con un tono burlesco.

—¿No?

—Sabes muy bien a lo que me refería. —Pase saliva con dificultad sin entender cómo es que había terminado en tan tonto enfrentamiento.

—No, no lo sé, señor… sea claro —le increpe con dureza ya enojada. 

—Alagaba tu trasero, así o más claro, primor. —Dijo con una sonrisilla, fruncí el ceño propinándole una cachetada.

—¡Pervertido! —increpe agitando mi mano con dolor, le mire posando su mano en su mejilla mientras sonreía satisfecho. —¡Dios mío! L-lo siento, yo no soy una persona violenta. —Indique acercándome a él apurada al darme cuenta de lo que había hecho, esto iba en contra de toda mi ética. ¿Qué me estaba pasando?

—Si, tu mano en mi cara me lo ha confirmado, eres toda una dulzura —mi preocupación se borró al verlo sonreír de nuevo, me estaba tomando del pelo. Se acercó hasta mi rostro y susurro.

—No te preocupes, princesita, a la próxima prefiero un beso de cariño.

—Tonto…  —intento tomar mi mano, pero rápido me aparté asustada. De repente llego Galaxy hasta nosotros y la vergüenza me asolo, estuve a punto de excusarme cuando soltó con molestia.

—¿Qué le dijiste Matthew? Siempre es lo mismo contigo. —Indico Galaxy tomando mi mano lastimada.

—Solo le hice un cumplido, pero supongo que fui muy directo para la princesita. —Dijo con diversión al ver cómo le lanzaba una molesta mirada. 

—Vamos Ángela, vamos a mirar tu mano —índico Galaxy lanzándole una última mirada, reproche aquel hombre, mientras caminábamos a probadores

—Espera un momento… ¿Matt? — indiqué en voz alta sin poderlo evitar, Galaxy me miro llegando a los vestidores de chicas.

—Si, él es a quien le debías entregar el recado. —Explico sentándome en una banca cerca a los casilleros.

—¡¿Es él?! Si lo hubiera sabido ni aceptaba —Galaxy soltó una carcajada, sentándose a mi lado con una cajita.

—Es un mujeriego tonto, pero es un buen chaval, aprendes a quererlo con el tiempo. Simplemente, no tomes sus palabras en cuenta. —Dijo mirando la palma de mi mano, de repente la vi cambiar su expresión con extrañeza, me miro a los ojos observándome con intensidad.

—Ya lo había notado cuando entraste, pero… ¿Usas algún perfume natural? — parpadeé con rapidez y dije rápido.

—Y-yo es que hoy no he podido arreglarme mucho, pero si uso perfume y un poco de maquillaje. No creas que no me arreglo, o que soy descuidada con mi cuidado personal, es solo que hoy —Galaxy tomo mi rostro en sus manos y dijo.

—Cálmate Ángela, solo era una pregunta inocente.

—¿Por qué? Huelo mal… —pregunte con vergüenza sintiendo como mis mejillas se calentaban. Ella rio levemente y acercándose hasta mi oreja susurro.

—La verdad es que te confieso que me gusta tu olor, tal vez… —se separó de mí y yo inquirí con una sonrisa.

—¿Tal vez? Que ibas a decir. —Parecía a punto de decirme algo, pero negó y dijo.

—Olvídalo era una tontería.

—Puede unirse a la fiesta este pervertido —dijo el susodicho mirándonos a las dos mientras se apoyaba a un lado del marco de la salida del vestidor con ese porte chulesco, otra vez y sus malos modales. Dos chicas salieron esbozando una sonrisilla que él devolvió 

—A la única fiesta a la que iras es a la de tu trabajo. —Indico Galaxy con media sonrisa. 

—Sé que estás deseosa por verme sin camisa Galaxy, pero no seas impulsiva. 

—Cállate, Matt… 

—No os preocupéis, las dejaré oleros tranquilas —indico bromista posando sus dorados ojos sobre mí, con una sonrisa sibilina —Pero me gustaría pedirte disculpas Ángela, empezamos de nuevo —indico estirando su mano con amabilidad, mire su mano y con todos los buenos modales que me caracterizan dije.

—Supongo que también me comporte de manera reprobatoria, me disculpo —tome su mano y con un leve apretón presiono, pegue un pequeño grito de queja. Mi mano parecía haberse lastimado más de lo que había imaginado, alce mis ojos para mirarle mientras sostenía con delicadeza mi mano entre la suya

—¿Ángela te duele mucho? —indico Galaxy, preocupada, negué con rapidez y Matt interrumpió con seriedad.

—Por supuesto que le duele, Galaxy tráeme el aceite frío.

—¿Aceite? —inquirí inquieta.

—Para hacerle el amor a tu mano —Dijo sonriendo con diversión mientras sus ojos brillaban de emoción.

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