¿Qué es esto? ¿Y dónde se mete? Empecé a trastear con curiosidad aquella máquina de ejercicio cambiando y nivelando las pesas, creo que ya empezaba a entenderla, si aprendía cómo funcionaba, tal vez la usara como recompensa por mi esfuerzo. Sonriente tome otra de las pesas, retirando el sudor de mi frente, sin aviso escuche a alguien decir.
—Qué buenas magdalenas estoy viendo… —pegue un buen salto girándome con rapidez para posar mis manos sobre en mi trasero. Acaso acababa de mirarme el trasero, su sonrisa fue lo primero que capto mi atención, sus dientes blancos relucieron sobre los voluptuosos labios. Le pego un mordisco a su magdalena y entonces supe que se había referido eso, agazape mi mirada, sintiéndome tonta, por supuesto Ángela, que esperabas… un hombre como él no insinuaría nada sobre ti. Apreté entre mi puño el sobresaliente de mi pantalón.
—Ey… ¿Helloooo? Tierra llamando a la luna, ¿estás aquí? —Le miré de nuevo, saliendo de mí ensimismo, con reticencia le solté.
—¿Qué quiere? —increpe ignorándolo para seguir con lo mío.
—Relájate, estrellita, solo pasaba a saludar caras nuevas. No te había visto por aquí. —Indico a gusto con la situación.
—¿Estrellita? —inquirí confusa, mirándole, sonrió con diversión y entonces entendí que sabía quién era yo. Con amargura suspire y propine seca. —Pues, Hola, y adiós…
—Qué carácter… ¿Es toda la familia Haket tan fría? —dijo con un tonillo que me pareció realmente molesto apoyándose al lado de mí, máquina, mientras degustaba sus magdalenas, podía sentir su mirada sobre mí.
—Yo soy Ángela, no la familia Haket. Y te digo que es de muy mala educación, acercarte a una persona desconocida con una frase que se puede dar para malentendidos… —indique viendo de reojo como la comisura de sus labios se alzaron eufórico por lo que acababa de decir, no entendía que era lo que le causaba risa.
—¿Malentendidos? Explícame mejor eso, Ángela… —me giré exasperada topándome con él a tan solo un milímetro. Lamió su pulgar terminándose las últimas migajas de su magdalena y solté nerviosa.
—¡Y-ya sabe! L-lo que dijo hace un segundo.
—¿Qué dije antes? —inquirió inocente, ¿se estaba burlando de mí?
—¡Las magdalenas! No se haga el tonto, supongo que hablaba de la comida. —Indique mientras me reflejaba en sus ojos color miel.
—No. —Indico firme con un tono burlesco.
—¿No?
—Sabes muy bien a lo que me refería. —Pase saliva con dificultad sin entender cómo es que había terminado en tan tonto enfrentamiento.—No, no lo sé, señor… sea claro —le increpe con dureza ya enojada.
—Alagaba tu trasero, así o más claro, primor. —Dijo con una sonrisilla, fruncí el ceño propinándole una cachetada.
—¡Pervertido! —increpe agitando mi mano con dolor, le mire posando su mano en su mejilla mientras sonreía satisfecho. —¡Dios mío! L-lo siento, yo no soy una persona violenta. —Indique acercándome a él apurada al darme cuenta de lo que había hecho, esto iba en contra de toda mi ética. ¿Qué me estaba pasando?
—Si, tu mano en mi cara me lo ha confirmado, eres toda una dulzura —mi preocupación se borró al verlo sonreír de nuevo, me estaba tomando del pelo. Se acercó hasta mi rostro y susurro.
—No te preocupes, princesita, a la próxima prefiero un beso de cariño.
—Tonto… —intento tomar mi mano, pero rápido me aparté asustada. De repente llego Galaxy hasta nosotros y la vergüenza me asolo, estuve a punto de excusarme cuando soltó con molestia.
—¿Qué le dijiste Matthew? Siempre es lo mismo contigo. —Indico Galaxy tomando mi mano lastimada.
—Solo le hice un cumplido, pero supongo que fui muy directo para la princesita. —Dijo con diversión al ver cómo le lanzaba una molesta mirada.
—Vamos Ángela, vamos a mirar tu mano —índico Galaxy lanzándole una última mirada, reproche aquel hombre, mientras caminábamos a probadores
—Espera un momento… ¿Matt? — indiqué en voz alta sin poderlo evitar, Galaxy me miro llegando a los vestidores de chicas.
—Si, él es a quien le debías entregar el recado. —Explico sentándome en una banca cerca a los casilleros.
—¡¿Es él?! Si lo hubiera sabido ni aceptaba —Galaxy soltó una carcajada, sentándose a mi lado con una cajita.
—Es un mujeriego tonto, pero es un buen chaval, aprendes a quererlo con el tiempo. Simplemente, no tomes sus palabras en cuenta. —Dijo mirando la palma de mi mano, de repente la vi cambiar su expresión con extrañeza, me miro a los ojos observándome con intensidad.
—Ya lo había notado cuando entraste, pero… ¿Usas algún perfume natural? — parpadeé con rapidez y dije rápido.
—Y-yo es que hoy no he podido arreglarme mucho, pero si uso perfume y un poco de maquillaje. No creas que no me arreglo, o que soy descuidada con mi cuidado personal, es solo que hoy —Galaxy tomo mi rostro en sus manos y dijo.
—Cálmate Ángela, solo era una pregunta inocente.
—¿Por qué? Huelo mal… —pregunte con vergüenza sintiendo como mis mejillas se calentaban. Ella rio levemente y acercándose hasta mi oreja susurro.
—La verdad es que te confieso que me gusta tu olor, tal vez… —se separó de mí y yo inquirí con una sonrisa.
—¿Tal vez? Que ibas a decir. —Parecía a punto de decirme algo, pero negó y dijo.
—Olvídalo era una tontería.
—Puede unirse a la fiesta este pervertido —dijo el susodicho mirándonos a las dos mientras se apoyaba a un lado del marco de la salida del vestidor con ese porte chulesco, otra vez y sus malos modales. Dos chicas salieron esbozando una sonrisilla que él devolvió
—A la única fiesta a la que iras es a la de tu trabajo. —Indico Galaxy con media sonrisa.
—Sé que estás deseosa por verme sin camisa Galaxy, pero no seas impulsiva.
—Cállate, Matt…
—No os preocupéis, las dejaré oleros tranquilas —indico bromista posando sus dorados ojos sobre mí, con una sonrisa sibilina —Pero me gustaría pedirte disculpas Ángela, empezamos de nuevo —indico estirando su mano con amabilidad, mire su mano y con todos los buenos modales que me caracterizan dije.
—Supongo que también me comporte de manera reprobatoria, me disculpo —tome su mano y con un leve apretón presiono, pegue un pequeño grito de queja. Mi mano parecía haberse lastimado más de lo que había imaginado, alce mis ojos para mirarle mientras sostenía con delicadeza mi mano entre la suya
—¿Ángela te duele mucho? —indico Galaxy, preocupada, negué con rapidez y Matt interrumpió con seriedad.
—Por supuesto que le duele, Galaxy tráeme el aceite frío.
—¿Aceite? —inquirí inquieta.
—Para hacerle el amor a tu mano —Dijo sonriendo con diversión mientras sus ojos brillaban de emoción.
No captas mis coqueteos parte 2Matt me sentó de nuevo donde estaba con Galaxy hace tan solo unos segundos sosteniendo a un mi mano entre la suya, mis nervios estaban a flor de piel como si una brisa erizara mi piel dándome un fuerte escalofrío, le mire de reojo mientras ignoraba sus dichosas miradas intensas. Cansada ya de su insístete sonrisa pregunté.—¿Qué? Porque me mira así.—Porque me divierte tu nerviosa actitud. Hubieras visto tu cara cuando te dije que le haría el amor a tu mano.—No estoy nerviosa, soy cuidadosa con los extraños que es diferente.—Prometo cuidarte y hacerlo con mucho cuidado —dijo levantando su mano en una solemne promesa mientras sonreía alegre por las tonterías de doble sentido que soltaba. —¿Y por qué tendría que confiar en alguien como voz? —increpe soltando mi mano de nuevo de sus manos. —Lo único que has hecho es molestarme y burlarte de mí, nada profesional de su parte si trabaja aquí —increpe mirándolo mal levantándome.—Okey, tienes razón, me he c
Como no me di cuenta«—Digámosle que tenemos que ir a otro lugar.—Tú crees que se lo crea.—Lo que crea o no, no es de nuestro problema. No aguanto que nos vea con ella ni un minuto más. ¿Has visto su aspecto? Da mucha vergüenza.—Si no fuera porque es una Hakett, te juro que ni le hablaba, son tan diferentes entre kara y ella. —Soltaron unas carcajadas entre ellas. Cuando de repente Abrí la puerta del baño provocando que dejaran de reír asustadas, me acerqué hasta el lavabo fregando mis manos mientras el silencio reinaba en el baño. Las miré y dije.—Oye Angela solo estamos bromeando, así que no lo tomes en cuenta.—No necesitan quedarse conmigo si querían quedar bien, así que precinto de ustedes… ya pueden irse. —Seque mis manos con una toallita cuando una de las chicas propino.—¿Qué? pero quien te crees que eres marrana. —Increpo tomando mi mano para que la mirara, con expresión seria la observe mientras la presión en mi mano crecía bajo su puño, con una sonrisa mordaz.—Crees qu
Como no me di cuenta. Parte 2Ay dios mío, me sentía como una de esas rebeldes incomprendidas por su familia escapando todas las noches para quedar con su novio y luego unos mese darse cuenta que estaba embarazada. Creo… que exageraba un poco, pero estaba muy nerviosa y todo parecía muy malo, este no era mi mundo… era una chica de libros que pasaba sus horas estudiando para algún día ser la mejor. Y ya ni siquiera era una niña, rondaba los 25 debía dar ejemplo de madurez.—¿Están listas para mover el bote? —inquirió Galaxy en voz alta por encima de la fuerte música que retumbaba en nuestros oídos, me miro esperando unas repuesta cuando sentí como aparto mi nerviosa mano del mechón de mi cabello. La miré sorprendida y dije.—¿Qué pasa?—No estes nerviosa Angela, estarás con nosotros todo el tiempo. —Kiara poso una mano en mi hombre, y rápidamente intenta mantener la calma, no quería verme como una tonta.—Y mas le vale que sea así —increpo cruzado de brazos delante de nosotras, capitan
Como no me di cuenta. Parte 3—Vaya… tu sí que eres el alma de la fiesta —Ángela alzo su mirada de la mesa, mostrándome un rostro de mejillas sonrosadas. Esbozo una sonrisa embriagada, alzo su botella de cerveza en alto.—Bienvenido Matthew… —sonreí levemente bajando su mano mientras me sentaba a su lado.—Ahora me siento mal, no era un cumplido exactamente, era sarcasmo lindura. —Río levemente para decir.—Ya lo sé… estoy ebria, más no he perdido mis funciones primarias. Así que te presentaré a mis amigos; Botella número… botella número… ¿Diez? Creo… ya no sé cuánto llevo la verdad —indico soltando con una risilla que me pareció la más genuina. Creo que al menos el alcohol hizo algo bueno en ella, siempre está con una regida expresión, como si todo el tiempo intentara contenerse.—Bueno, por lo menos hiciste nuevos amigos — indiqué burlón.—Ya sé que me veo penosa, no tienes que seguir burlándote de lo aburrida que soy. —Yo no diría aburrida, en palabras vulgares lo definirá como si
De vuelta al mundo real—Gracias… —dijo con ignorancia de lo que estaba provocando, parecía inmersa en su mundo. Hipnotizado la miré sin poder aguantarme las ganas de acercarme hasta sus labios, sentir su aliento cálido sobre mis labios, deslice mi mano por su cadera siguiendo su ritmo lento, pero no pareció tener ganas de alejarse esta vez… Era ella y un deseo voraz. Apoyó su rostro en mi pecho mientras movía sus caderas, podía sentir su suave cabello y el dulzor de su champú de anís, dulce… completamente pegados, inmersos en mi deseo de disfrutarla y su deseo de bailar «Quiero devorarla… quiero hacer la mía» Pose mi mano en mi ojo izquierdo conteniendo la abrumadora fuerza. Ángela se volvió hacia mí, deteniéndose, dejándome a medias de mi fantasía. Tomo mi rostro en sus manos seduciéndome con esa, introducían inocente, no tenías idea de nada, Ángela Haket…—Hazlo… sé que quiere hacerlo. —Puse un mechón en detrás de su oreja mirándola con necesidad.—Voy…—Si, lo sé… yo lo deseo igua
Devuelta a la realidadAntes de salir del baño, entreabrí la puerta buscando a ese descarado, al no escucharlo abrí la puerta al completo tapando mi cuerpo con preocupación, eche una mirada a la habitación y no parecía que hubiera rastro de él, solo había un desorden a su paso y el olor de lo que perecía una habitación de soltero. Embriagada de aquel olor tan intenso, mi respiración empezó a acelerarse sin entender el porqué de mi malestar, caminé hasta su cómoda y lentamente abrí su cajón, sintiéndome una sucia, pero simplemente era más fuerte que yo aquella curiosidad, metí la mano dentro tocando la tela de sus bóxeres… ¿Y si lo olía? Encontraría aquella fragancia que llamaba como una dulce melodía, pase, saliva, con dificultad cuando escuche decir.—¿No recuerdo que tuviera tu ropa interior en mi cómoda? —cerré con fuerza el cajón, sorprendida, me volví hacia atrás con rapidez, viendo su leve sonrisa maliciosa brillar en su rostro —Y-yo… es que… —indique nerviosa tomando un mechón
El dolor de un almaSería mal amiga, si pensara siempre mal de Matt, tantos años a su lado apoyándolo hasta en las decisiones más difíciles de su vida, hasta habíamos escapado juntos como hermanos, y nuestra unión era mucho más fuerte que cualquier otra cosa en el mundo. Le apreciaba, pero le conocía tan bien… sabía el dolor que cargaba, y como le encantaba destruirse a sí mismo. Así que cuando se llevó a Ángela me preocupe. Al despertarme esta mañana y llegar al gimnasio para empezar mi rutina no vi ni Ángela ni a Matt, supe que nada bueno había pasado.—Estás preocupada, lo puedo sentir esta mañana —indico sky con su suave voz. Mire de nuevo la entrada suspirando con malestar.—Imposible no estar preocupada con Matt. Y por lo que me contó paúl, lo pillo mintiéndole descaradamente cuando le pregunto si se había acostado con Ángela.—No podéis intervenir con el deseo interno de las personas. —Indico sky leyendo su libro con atención.—No me quejaría si la mujer con la que se quiere re
El dolor de un alma parte 2 —Ya estamos llegando a la casa vacacional, papá, cuando lleguemos te llamo. —Daniel colgó volviendo a poner su atención al volante, las curvas por las que manejaba se acentuaban cada vez más, y las vistas de un espeso bosque en la carretera se extendía como una tupida alfombra verde.—Vamos a dejar las cosas claras —Índico Daniel, sacándome de mí ensimismo, le miré de reojo.—¿Le dijiste a tu madre sobre las mujeres?—Que pasa ¿Te da vergüenza que lo sepan? —me lanzó una mirada rápida, para decir.—¿Le dijiste, sí o no?—No tienes nada de que preocuparte, puedes seguir fingiendo ser el príncipe delante de todo el mundo. —dije jactándome de lo hipócrita que era. —Príncipe, ya soy por aceptar de nuevo seguir casado a tu lado —me lanzo una asqueada mirada.—Nadie te pone una pistola para seguir a mi lado.—Nadie me obliga, pero aun así lo tengo que hacer. Agrádesele a nuestros padres que tengas siquiera un hombre que te soporte.—¡Respétame, Daniel! —le grit