The Wolf
The Wolf
Por: Sra. F.J
Capitulo 1

                                                                        Rechazo

—¡Claramente, esa era una chica a la que conocías, Daniel, pretendes que me haga la tonta y finja! —Increpe siguiéndolo de cerca, buscando su rostro que escondía mientras nos dirigíamos a nuestra habitación de hotel.

—Sería mucho pedir que hicieras eso entonces, ser prudente es digno de una buena novia. —Dijo con una leve sonrisa de medio lado, burlándose de mi inteligencia.

—¡Deja de burlarte de mí! Eres un mentiroso manipulador — tapé mi boca con rapidez sorprendida de mí, extraño arrebato, yo jamás había insultado a nadie, ni siquiera estando molesta. Detuvo sus pasos, se giró hacia mí con una expresión de ira, acercándose rápidas zancadas.

—¡Te parece poco todo lo que he sacrificado! Obligándome a casarme con la cerda andante de los Hacket, tú sabes lo que supuso eso a mí, reputación familiar, todo el mundo se burla de mí —aparte mi mirada con dolor al escuchar sus palabras —¿Querías sinceridad? Pues ahí la tienes, primor. Si, me acosté con cuanta mujer se me cruzo por la vista, pero no me culpes… tan solo mírate a un espejo por un segundo, no despiertas ni el más mínimo deseo en ningún hombre Ángela… eres una ballena andante —algunas lágrimas brotaron de mis ojos, volviendo mi mirada aunó de los espejos de aquel pasillo tan elegante. Aparte mis ojos de aquel reflejo y le mire de nuevo temblorosa.

—Estoy harto de ti… quería casarme con tu hermana, y mira con quien termine comprometiéndome, solo porque tu madre me lo pidió, porque de otra manera ni te dirigiría la palabra. —Paso por mi lado dejándome en aquel solitario pasillo, puse mis manos en mis oídos intentando acallar esas malditas voces de mi cabeza.

—¿Señorita Ángela, donde está? —indico en susurros la señorita Rotermaller nuestra ama de llaves. Me estiré en la cama del hotel y un fuerte dolor de cabeza me acoso el cerebro, me quede con dolor abriendo uno de mis ojos.

—Estoy en cama lidiando con una fuerte resaca, ¿por qué susurras?

—Estoy en el salón de actos escuchando el acto protocolario de su madre, está a punto de llamaros para elegir a la persona que la acompañara

—¿Q-q-qué? No, no, no, no… —increpé mirando la hora y sentí que me desmayaba. Me levanté con rapidez corriendo de un lado para otro, como pudo olvidarlo, estoy completamente loca, tiene que ser eso… me estoy volviendo loca. —¡Porque no me llamaste antes! —increpe al recordar que seguía en llamada.

—Señorita Ángela, usted no llega tarde a ningún lado, además… ha esperado este día como nadie más —cerré mis ojos con disgusto porque sus palabras no podían tener más razón. Me senté en la cama mientras recolocaba mis zapatos.

—Lo sé… lo sé… solo ignórame, soy una completa descuidada. Estaré ahí en 30 minutos —colgué, me miré en el espejo arreglando mi conjunto de falda y saco confeccionado, pero como siempre me quedaban ajustados haciéndome ver ridícula, pero ¿por qué? Si hacía solo unos días lo había preparado con mis medidas exactas, aparte mi mirada de aquella ridícula broma y me centré en lo verdaderamente importante, mi futuro… en lo que había estado trabajando desde que nací, lo que significaba llevar el apellido Hacket, había estudiado toda mi vida para llegar aquí. Trabajar al lado de mi madre y en un futuro no muy lejano ser la próxima alcaldesa de Hacket Stown, ya casada con Daniel, solo esperaba una vida tranquila y maravillosa, aunque sabía perfectamente que él no me amaba, tenía el ferviente deseo que me amara con el tiempo, pero creo que espere mucho de algo imposible.

Baje del auto con rapidez y sin esperar ni un segundo camine directo al parlamento donde se estaba convocando la reunión, camine con pasos acelerados siguiendo la voz de mi madre bajo el micrófono. Cuando llegue al salón de actos, me asome por la puerta doble viendo a todo ese público mirar a la mujer elegante que hablaba con seguridad detrás del atril. Respire hondo, sintiendo como el corazón me bombeaba mientras me preguntaba cómo sería capaz de alguna vez hablar con tanta seguridad.

—Este es tu momento, Ángela, no debes temer… no hoy. —Me llene de valor y entre en el lugar llamando la atención de todos, mi hermana ya sentada detrás de mi madre me miro, los murmullos de la gente se hicieron eco en la sala y en mi mente, cada palabra de las personas era como dagas a mi putrefacta protuberancia llamada inseguridad, que crecía y crecía afeándome más. Alce mis ojos donde se encontraba mi madre lanzándome una dura mirada dé desapruebo, mis preocupaciones crecieron preguntándome de nuevo que ¿había hecho mal? De nuevo era quien la avergonzaba. Y sin darme cuenta pisé mal un escalón cayendo de bruces en el suelo, mi madre respiro hondo y encaminándose hacia mí me levanto fingiendo una falsa sonrisa al público. Aprisiono mi brazo con fuerza para luego susurrarme.

—¿Qué haces vestida así? Ni para este nombramiento puedes intentarlo… —nerviosa caminé al lado de mi sombra, la persona que era mi sangre y al mismo tiempo mi rival en todo, ella era todo lo que a mí me faltaba, pero este puesto era mío, tal vez yo jamás tendría la belleza y el carisma de ella, pero tenía la inteligencia y el conocimiento que un puesto así requería, mi madre vería eso a pesar de que no fuera su favorita.

—Disculpen la interrupción, como os decía. Nuestras familias llevan de generación en generación guiando a nuestro querido pueblo de Haket Stown, llenándolos de orgullo con las personas que pones a disposición del pueblo. Hoy es el día que otorgaré el cargo de sub alcalde, preparando al futuro líder de este pueblo —todos aplaudieron mientras la rigidez de los nervios surcaba cada extremo de mí.

—No te escogerá — escuché decir a Kara que también miraba el público.

—No sabes nada, esta vez estoy más preparada que tú —indique manteniendo una imperturbable expresión, no iba a dejar que me afectaran sus comentarios.

—Sé mucho más que tú de nuevo, la escuche… ¿Crees que me importa ese estúpido cargo? Si hoy me escogen es por decisión de Carmila no mía, se enteró de que Daniel quiere el divorcio —me volví con rapidez hacia ella recibiendo su fría expresión.

—Tú le dijiste…

—¿Tú qué crees? —asustada, aparte mi mirada, apretando mis puños.

—Mis hijas Ángela y kara —las personas empezaron aplaudir y vi como kara se levantó con elegancia, la observe de nuevo y me levante con rapidez sintiendo inseguridad de sus palabras. Si era así como ella lo había dicho…. Mi madre puso sus manos en nuestros hombros.

—Una de ellas me ayudará en mis labores como alcaldesa y en un futuro tomará mi puesto y ya tengo mi elección.

—Madre necesito decirte…. —susurre levemente tensa, me lanzo una dura mirada para decir.

—Kara será mi nueva subalterna, quiero que ella aprenda las labores de alcaldesa para que en el futuro se prepare para las elecciones de Haket Stown —apreté mis dientes aguantando las inminentes lágrimas que intentaban brotar. Los aplausos no se hicieron de esperar, mientas la aburrida expresión permanecía como siempre, era el mismo rostro de mi madre.

—Ángela, Ángela… ¡Ángela! —me giré par mirarla mientras mis ojos se llenaban de lágrimas.

—Te estás comportando como una niñita. —Indico ignorando mi evidente dolor, me adelanto para luego seguirla mi hermana.

—Que importa el recato cuando tu propia madre no confía ni una vez en ti.

—¡¿Basta ya Ángela! Llevas haciendo esa pataleta de niña chica desde que entramos en el auto, ¿ahora pregúntate por qué no confió en ti? —dijo deteniendo sus pasos para girarse hacia mí.

—No lo sé madre, dímelo tú. Ni una… ni una sola oportunidad me das para demostrarte que puedes estar orgullosa de mí.

—Deja el victimismo, confió en ti Ángela, pero me vas a negar que no bebiste la noche anterior, te ves deplorable. Sabes la vergüenza que sentí al verte entrar con ese traje que ni te queda, el cabello echo una porquería. —Agazape mi mirada y con rabia propine.  

—¡Mentira! Jamás confías en mí por delante de Kara. Tú sabías lo mucho que me he estado esforzando por obtener este puesto a tu lado, kara no ha hecho nada y aun así la escoges a ella, ¿dime por qué mamá? Soy suficiente dame la oportunidad. —Me miro en silencio con aquella dura mirada gélida.

—Los Golding quieren el divorcio, ha estado contándolo por todo el comité, sabes que detesto esos chismes de intimidad maritales, y más si viniendo de nuestra familia.

—¡¿Y qué?! No es mi culpa que….

—¿Y qué? —propino dura provocando que la mirara.

—Como es posible que me pidas ser mi mano derecha cuando ni siquiera puedes cuidar la imagen de tu apellido, la alcaldesa no solo es buena en sus deberes, sino que debe cuidar tanto su vida íntima, como su vida pública. Jamás debes permitir que ensucien tu buen nombre. Que no puedas cuidar algo tan simple como un matrimonio me hace pensar que no estas listas para un cargo mucho más pesado, así que busca a tu marido, arregla tu matrimonio, y replantéate arreglar tu apariencia, últimamente te veo más gorda que el mes pasado es terrible.

—Así… como si no hubiera desperdiciado meses de mi vida en obtener ¡Ese maldito puesto! —grite como si otra voz saliera muy dentro de mí, una voz que no parecía ser yo.

—¡Esa boca Ángela! No te reconozco, ¿qué te pasa? —entre lágrimas me dirigí hacia mi habitación en silencio, estaba cansada de seguir las leyes de mi madre, de un apellido que no me definía quien era, entonces si no era Ángela Haket la próxima alcaldesa como lo dicta mis ancestros, ¿qué debía hacer? ¿Quién debía ser…? No había respuesta que pudiera calmar el remolino de inquietud dentro de mí, pero si algo había aprendido hoy era que solo seguiría mis propios deseos de ahora en adelante.

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