Alfonso y Marta me encontraron en la puerta de la discoteca justo cuando iban a volver a entrar.
Las cosas nunca son lo que parecen, y yo lo había comprobado, con creces, a lo largo de mi vida, y esa vez, no fue la excepción. A pesar de que me sentía devastada, triste por lo que dejaba atrás, no pude evitar sentirme mucho mejor, al darme cuenta de que muchas cosas buenas llegaron después de ello. Esto me hizo darme cuenta de algo, detrás de algo malo, llegan miles de cosas maravillosas, que hace que encuentres sentido a todo lo que parecía que no lo tenía. A veces, hay que sufrir para encontrar el camino.Y eso fue lo que pasó, las cosas mejoraron y en tan sólo un par de meses, Salva y yo volvimos a estar como siempre, como dos grandes e inseparables amigos, logrando que nuestra relación fuese incluso mejor de lo que nunca hubiese sido.Incluso me sentía con ganas de arreglar las cosas con Marta, ya no tenía miedo a su rechazo, a aclarar las cosas con ella, pue
Seguimos observándonos, sin necesidad de decir absolutamente nada, él lucía diferente a mis ojos, parecía haber comprendido algo, algo que yo aún no entendía del todo. Pero que empecé a hacerlo tan pronto como noté sus dedos, rozando mi mano, haciéndole lucir nervioso, aterrado de que le apartase al intentar aquello.Había tenido razón desde el principio, siempre que estaba conmigo, lucía como un niño asustado, aterrado de que le apartase de mí, y justo acababa de darme cuenta de ello.Por primera vez en dos meses me dejé a mí misma pensar en él, en las flores que me había regalado fingiendo ser otra persona, y por primera vez no pensé que fuese una broma. Quizás era la única forma que tenía de demostrarme lo que sentía por mí, sin que yo pudiese rechazarle.¿qué
Estábamos sentados en el sofá, el uno junto al otro, sin atrevernos a decir nada aún, creo que ambos queríamos alargar el tiempo que nos quedaba juntos.Agarró mi mano, sin previo aviso, y la entrelazó con la mía, mientras ambos mirábamos hacia ese punto, y luego me besó sobre el hombro, apoyando su cabeza contra la mía.Alfonso me dijo que estos días te acuestas con bastantes mujeres – aseguré, rompiendo el hielo, porque no quería volver a preguntarle sobre por qué lloraba, así que tan sólo le daría la razón por la que no quería acostarme con él – no quiero ser una más – acepté, mientras él levantaba la boca de mi hombro, apoyando entonces su barbilla, escuchándome con atención – La próxima vez que quieras acostarte conmigo… dímelo,
Sonreí como una idiota al escuchar aquellas palabras. ¿Esa era su manera de decirme que quería intentar algo conmigo?Estampé mis labios sobre los suyos, sin que importase nada más, haciéndole reír por un momento sobre mi boca.Bajé mis manos hasta sus hombros y me aferré a ellos, mientras me dejaba envolver por sus labios, sintiendo las suyas en mi cintura.Ni siquiera supe en qué momento llegamos a la cama, pero allí estábamos, sobre mi cama, con él sobre mí, mordiéndome el cuello, respirando fuerte, mientras yo me moría porque me hiciese el amor.El sonido de la puerta nos indicó a ambos que Alfonso y Marta habían vuelto a casa.Tienes que irte – susurré, haciendo que él me mirase divertido, mientras yo me giraba, dispuesta a levantarmeTienes suert
Mi teléfono comenzó a sonar, haciendo que perdiese la sonrisa, y lo agarrase, pues estaba sobre la mesa del salón, casi me pongo a saltar como una imbécil al leer en la pantalla que era él el que me llamaba.Hola – contesté, como una idiota, al escuchar su voz al otro lado del teléfono, llamándome. Lucía tan patética, que sé que Marta se dio cuenta de que algo sucedía conmigo.Paso a por ti en una hora – me dijo, haciendo que una sonrisa tonta se dibujase en mi rostro – te espero en la esquina, no quiero despertar sospechas.Vale – respondí, dispuesta a colgar, pero olvidé la idea tan pronto como le escuché hablar de nuevo.Laura – me llamó, obligándome a hacer un ruidito en señal de que le escuchaba &n
La desesperación que sentía en aquel momento empezaba a ser impredecible y bastante alta, quería acostarme con él, lo deseaba como hacía tiempo que no deseaba algo.Mis manos se aferraron a los cuellos de su camisa y mi respiración creció hasta tal punto que ambos tuvimos que detenernos para coger aire.¿Quieres que subamos? – preguntó, como si le diese miedo decirlo abiertamente, quizás le daba miedo mi reacción. Negué con la cabeza, haciendo que él me mirase sin comprender.Alfonso y Marta están arriba – declaré, haciendo que él maldijese y yo comenzase a reír, divertida.¿Te hace gracia? – preguntó, acortando las distancias entre ambos, acariciando su boca con la mía, sin besarme aún.
Cuando abrí los ojos al día siguiente, él estaba allí, entre mis brazos, y parecía algo totalmente irreal, estar con Borja de aquella manera.Acerqué mi boca a su cuello y le besé, despacio, pues a pesar de todo no quería despertarle. Pero él se movió un poco y se aferró a la mano que lo abrazaba.Deberíamos levantarnos, tenemos que ir a trabajar – le dije, para luego besarle sobre la mejilla, levantando la mano, con la intención de marcharme, pero él me detuvo, aferrándose a ella, para luego besarla suavemente.Hoy debería ser domingo – se quejó, dándose la vuelta, escondiendo su cabeza en mi pecho, ese que estaba desnudo, pues habíamos dormido desnudos la noche anterior.Agarró mi brazo, mientras acercaba su boca, lamiéndolo despa
Me llevé como dos días sin hablar con él, le notaba distante y yo no quería molestarle, no después de lo que había sucedido el lunes, aun así, no podía dejar de estar preocupada, ya que quizás él se estuviese volviendo a replantear aquella extraña relación que teníamos.Aun así, no hice absolutamente nada. Quizás una parte de mí estaba aterrada por hacerlo, quizás temía que al hacerlo él volvería a intentar apartarme de su vida. Tan sólo le di el espacio que necesitaba.Y al tercer día mis amigos me lo notaron, en la hora del almuerzo, que había algo que iba mal en mí. Pero tan sólo actué como si no pasase absolutamente nada.¿Va todo bien, Lau? – preguntó mi amigo, haciendo que dejase de darle vueltas a los macarrones de mi plato, pues no ten&