Me encontraba allí, frente a su casa, justo después de haber cogido un taxi, dejándome un dineral en él, sin saber si debía entrar o volver a gastarme otro dineral de vuelta a casa, sin tan siquiera haber hablado con aquello con él. Porque, aunque una parte de mí necesitaba hablar sobre ello, la otra tan sólo quería huir, hacer como si no lo supiese, seguir en aquella relación con él, porque me aterraba perderle, me aterraba que no pudiésemos superar aquello.
Llamé al timbre, armándome de valor, encontrándome de frente con él, y no lo había esperado, pues pensaba que Manu sería el que me abriría. Perdió su sonrisa tan pronto como me miró y supo que algo ocurría.
Lo cierto es que pasé los peores días de mi vida, no salí de la habitación en todo aquel enorme puente, y mis amigos no dejaron de intentar que saliese, pero la verdad es que no quise hacerlo, no quería más preguntas, porque no tenía absolutamente ninguna excusa que poner al respecto. Ni siquiera comí, no tenía ni un poco de apetito, tan sólo miraba el móvil, a diario esperando a que contestase, pero él nunca lo hizo.La puerta se abrió, de golpe, el último día de mi confinamiento, cuando era más que obvio que tendría que ir a trabajar y no sabía como enfrentaría la situación. No tenía ni idea de cómo haría al mirarle a los ojos y no ver absolutamente nada de él en ellos.Alfonso y Marta entraron y yo ni siquiera me inmuté, seguí tumbada sobre la cama, a escasos centíme
Alfonso y Marta me encontraron en la puerta de la discoteca justo cuando iban a volver a entrar.Os estaba buscando – mentí, observando como ellos asentían - ¿dónde está Borja?Se ha largado – respondió Marta, enfadada, para luego dirigir una mirada acusatoria a mi amigo, y entrar en la discoteca de nuevo. Miré hacia mi amigo, en busca de respuestas.Borja estaba al fondo de la discoteca cuando hemos entrado – comenzó mi amigo, contándome aquello que desconocía – estaba completamente borracho cuando he llegado hasta él, pero estaba hablando con un tipo al que no conocía de nada sobre algo, y entonces, cuando he llegado hasta ellos, Borja se ha enfadado por algo que el tipo ha dicho y le ha pegado un puñetazo – explicaba – he intentado separarlos, pero el imbé
Las cosas nunca son lo que parecen, y yo lo había comprobado, con creces, a lo largo de mi vida, y esa vez, no fue la excepción. A pesar de que me sentía devastada, triste por lo que dejaba atrás, no pude evitar sentirme mucho mejor, al darme cuenta de que muchas cosas buenas llegaron después de ello. Esto me hizo darme cuenta de algo, detrás de algo malo, llegan miles de cosas maravillosas, que hace que encuentres sentido a todo lo que parecía que no lo tenía. A veces, hay que sufrir para encontrar el camino.Y eso fue lo que pasó, las cosas mejoraron y en tan sólo un par de meses, Salva y yo volvimos a estar como siempre, como dos grandes e inseparables amigos, logrando que nuestra relación fuese incluso mejor de lo que nunca hubiese sido.Incluso me sentía con ganas de arreglar las cosas con Marta, ya no tenía miedo a su rechazo, a aclarar las cosas con ella, pue
Seguimos observándonos, sin necesidad de decir absolutamente nada, él lucía diferente a mis ojos, parecía haber comprendido algo, algo que yo aún no entendía del todo. Pero que empecé a hacerlo tan pronto como noté sus dedos, rozando mi mano, haciéndole lucir nervioso, aterrado de que le apartase al intentar aquello.Había tenido razón desde el principio, siempre que estaba conmigo, lucía como un niño asustado, aterrado de que le apartase de mí, y justo acababa de darme cuenta de ello.Por primera vez en dos meses me dejé a mí misma pensar en él, en las flores que me había regalado fingiendo ser otra persona, y por primera vez no pensé que fuese una broma. Quizás era la única forma que tenía de demostrarme lo que sentía por mí, sin que yo pudiese rechazarle.¿qué
Estábamos sentados en el sofá, el uno junto al otro, sin atrevernos a decir nada aún, creo que ambos queríamos alargar el tiempo que nos quedaba juntos.Agarró mi mano, sin previo aviso, y la entrelazó con la mía, mientras ambos mirábamos hacia ese punto, y luego me besó sobre el hombro, apoyando su cabeza contra la mía.Alfonso me dijo que estos días te acuestas con bastantes mujeres – aseguré, rompiendo el hielo, porque no quería volver a preguntarle sobre por qué lloraba, así que tan sólo le daría la razón por la que no quería acostarme con él – no quiero ser una más – acepté, mientras él levantaba la boca de mi hombro, apoyando entonces su barbilla, escuchándome con atención – La próxima vez que quieras acostarte conmigo… dímelo,
Sonreí como una idiota al escuchar aquellas palabras. ¿Esa era su manera de decirme que quería intentar algo conmigo?Estampé mis labios sobre los suyos, sin que importase nada más, haciéndole reír por un momento sobre mi boca.Bajé mis manos hasta sus hombros y me aferré a ellos, mientras me dejaba envolver por sus labios, sintiendo las suyas en mi cintura.Ni siquiera supe en qué momento llegamos a la cama, pero allí estábamos, sobre mi cama, con él sobre mí, mordiéndome el cuello, respirando fuerte, mientras yo me moría porque me hiciese el amor.El sonido de la puerta nos indicó a ambos que Alfonso y Marta habían vuelto a casa.Tienes que irte – susurré, haciendo que él me mirase divertido, mientras yo me giraba, dispuesta a levantarmeTienes suert
Mi teléfono comenzó a sonar, haciendo que perdiese la sonrisa, y lo agarrase, pues estaba sobre la mesa del salón, casi me pongo a saltar como una imbécil al leer en la pantalla que era él el que me llamaba.Hola – contesté, como una idiota, al escuchar su voz al otro lado del teléfono, llamándome. Lucía tan patética, que sé que Marta se dio cuenta de que algo sucedía conmigo.Paso a por ti en una hora – me dijo, haciendo que una sonrisa tonta se dibujase en mi rostro – te espero en la esquina, no quiero despertar sospechas.Vale – respondí, dispuesta a colgar, pero olvidé la idea tan pronto como le escuché hablar de nuevo.Laura – me llamó, obligándome a hacer un ruidito en señal de que le escuchaba &n
La desesperación que sentía en aquel momento empezaba a ser impredecible y bastante alta, quería acostarme con él, lo deseaba como hacía tiempo que no deseaba algo.Mis manos se aferraron a los cuellos de su camisa y mi respiración creció hasta tal punto que ambos tuvimos que detenernos para coger aire.¿Quieres que subamos? – preguntó, como si le diese miedo decirlo abiertamente, quizás le daba miedo mi reacción. Negué con la cabeza, haciendo que él me mirase sin comprender.Alfonso y Marta están arriba – declaré, haciendo que él maldijese y yo comenzase a reír, divertida.¿Te hace gracia? – preguntó, acortando las distancias entre ambos, acariciando su boca con la mía, sin besarme aún.