Estábamos sentados en el sofá, el uno junto al otro, sin atrevernos a decir nada aún, creo que ambos queríamos alargar el tiempo que nos quedaba juntos.
Agarró mi mano, sin previo aviso, y la entrelazó con la mía, mientras ambos mirábamos hacia ese punto, y luego me besó sobre el hombro, apoyando su cabeza contra la mía.
Levanté ambas manos y las apoyé sobre ambos lados de su rostro, sin dejar de observarle, porque me aterraba la idea que me estuviese mintiendo, que estuviese haciendo todo aquello sólo para lograr llevarme a la cama.
Me puse en pie de un salto, al mismo tiempo que él lo hacía un poco más despacio que yo, observándome, mientras yo lucía desesperada, negando con la cabeza, aterrada de aquella situación.
Volví a prestarle atención, levantando mis manos, de nuevo, apoyándolas sobre su hermoso rostro, quedándome allí, observándole. Él no podía estar hablando en serio, él no podía estar realmente sintiendo algo por mí, ¿verdad?
Pero sabía que las cosas con él eran complicadas, él nunca me aceptaría, tenía demasiado miedo a sus sentimientos, pero al mismo tiempo, estaba aterrado de perderme. Si no se aclaraba él mismo… todo aquello sería complicado para ambos.
Frunció el ceño, molesto, porque sabía que tenía razón con lo que acababa de decirle. Estaba dispuesta a decirle que se marchase de mi casa cuando él habló.
Sonreí como una idiota al escuchar aquellas palabras. ¿Esa era su manera de decirme que quería intentar algo conmigo?Estampé mis labios sobre los suyos, sin que importase nada más, haciéndole reír por un momento sobre mi boca.Bajé mis manos hasta sus hombros y me aferré a ellos, mientras me dejaba envolver por sus labios, sintiendo las suyas en mi cintura.Ni siquiera supe en qué momento llegamos a la cama, pero allí estábamos, sobre mi cama, con él sobre mí, mordiéndome el cuello, respirando fuerte, mientras yo me moría porque me hiciese el amor.El sonido de la puerta nos indicó a ambos que Alfonso y Marta habían vuelto a casa.Tienes que irte – susurré, haciendo que él me mirase divertido, mientras yo me giraba, dispuesta a levantarmeTienes suert
Mi teléfono comenzó a sonar, haciendo que perdiese la sonrisa, y lo agarrase, pues estaba sobre la mesa del salón, casi me pongo a saltar como una imbécil al leer en la pantalla que era él el que me llamaba.Hola – contesté, como una idiota, al escuchar su voz al otro lado del teléfono, llamándome. Lucía tan patética, que sé que Marta se dio cuenta de que algo sucedía conmigo.Paso a por ti en una hora – me dijo, haciendo que una sonrisa tonta se dibujase en mi rostro – te espero en la esquina, no quiero despertar sospechas.Vale – respondí, dispuesta a colgar, pero olvidé la idea tan pronto como le escuché hablar de nuevo.Laura – me llamó, obligándome a hacer un ruidito en señal de que le escuchaba &n
La desesperación que sentía en aquel momento empezaba a ser impredecible y bastante alta, quería acostarme con él, lo deseaba como hacía tiempo que no deseaba algo.Mis manos se aferraron a los cuellos de su camisa y mi respiración creció hasta tal punto que ambos tuvimos que detenernos para coger aire.¿Quieres que subamos? – preguntó, como si le diese miedo decirlo abiertamente, quizás le daba miedo mi reacción. Negué con la cabeza, haciendo que él me mirase sin comprender.Alfonso y Marta están arriba – declaré, haciendo que él maldijese y yo comenzase a reír, divertida.¿Te hace gracia? – preguntó, acortando las distancias entre ambos, acariciando su boca con la mía, sin besarme aún.
Cuando abrí los ojos al día siguiente, él estaba allí, entre mis brazos, y parecía algo totalmente irreal, estar con Borja de aquella manera.Acerqué mi boca a su cuello y le besé, despacio, pues a pesar de todo no quería despertarle. Pero él se movió un poco y se aferró a la mano que lo abrazaba.Deberíamos levantarnos, tenemos que ir a trabajar – le dije, para luego besarle sobre la mejilla, levantando la mano, con la intención de marcharme, pero él me detuvo, aferrándose a ella, para luego besarla suavemente.Hoy debería ser domingo – se quejó, dándose la vuelta, escondiendo su cabeza en mi pecho, ese que estaba desnudo, pues habíamos dormido desnudos la noche anterior.Agarró mi brazo, mientras acercaba su boca, lamiéndolo despa
Me llevé como dos días sin hablar con él, le notaba distante y yo no quería molestarle, no después de lo que había sucedido el lunes, aun así, no podía dejar de estar preocupada, ya que quizás él se estuviese volviendo a replantear aquella extraña relación que teníamos.Aun así, no hice absolutamente nada. Quizás una parte de mí estaba aterrada por hacerlo, quizás temía que al hacerlo él volvería a intentar apartarme de su vida. Tan sólo le di el espacio que necesitaba.Y al tercer día mis amigos me lo notaron, en la hora del almuerzo, que había algo que iba mal en mí. Pero tan sólo actué como si no pasase absolutamente nada.¿Va todo bien, Lau? – preguntó mi amigo, haciendo que dejase de darle vueltas a los macarrones de mi plato, pues no ten&
El día siguiente fue super estresante para mí, y eso que tuvimos poco trabajo, pero estaba tan sumamente histérica por el viaje a Paris, por ir con él, porque las cosas fuesen bien entre nosotros, por tantas cosas, que apenas tuve tiempo de pensar en mucho más. Además, tuve que llamar a los clientes para reprogramar las citas de esa semana.Como os digo, fue un día de locos, tan pronto como acabamos nos marchamos a casa, recogí la maleta, ante unos expectantes Alfonso y Marta, pues con las prisas había olvidado decirles nada, y verme con una maleta… pues había vuelto las cosas un poco incómodas.Me voy a pasar el puente a París – dije, sin más, sin apenas darme cuenta de lo que decía, y sin tener en cuenta que Marta trabajaba en mi empresa, y que por supuesta, ella sabía que Borja tenía negocios allí, al igual que nuest
El viaje fue más rápido de lo que pensé, y con él a mi lado, fue maravilloso. Lo cierto, es que cuando llegamos al hotel, ambos estábamos exhaustos, así que cenamos algo rápido en el restaurante del hotel, y nos subimos cada uno a nuestras habitaciones a dormir.Ante vuestra pregunta, que seguramente os haréis… No dormíamos en la misma habitación, ya que cuando hice las reservas no tenía ni idea de que aquello era un viaje de placer, que no tenía nada que ver con el trabajo. Aún así, me parecía lo más correcto, así no despertaríamos sospechas, si alguien le daba por hojear los viajes de empresa del gabinete.Me toqué los brazos, mientras miraba desde el balcón las maravillosas vistas que tenía desde aquel punto, podía ver toda la ciudad desde allí, y no muy lejos, la Torre Eiffel. Hab&iacut
Fue maravilloso aquel viaje con él, a pesar de que no pudiésemos dormir juntos, por temor a que alguien nos descubriese saliendo de la habitación del otro. Él fue a su reunión por la mañana, y por la tarde me llevó a conocer la ciudad, y fue algo … sencillamente mágico, recorrer la ciudad del amor junto a la persona de la que estaba enamorada.Estuvimos en todos los lugares míticos de parís: el museo del Louvre, la catedral de Notre Dame, el arco del triunfo, para terminar la noche sobre la torre Eiffel, con unas exquisitas vistas que nos hacían parecer minúsculos ante tal espectáculo, con el sol poniéndose a lo lejos, fue algo sencillamente precioso.Entrelazó mi mano con la suya en ese momento, mientras el grupo de turistas a los que nos habíamos unido en aquella aventura en las alturas, se hacían fotos sin parar.He