Sabia es mamá

Sophia sintió que cada paso hacia la sombra del árbol se alargaba, como si el tiempo estuviera conspirando para darle más segundos para prepararse… O para salir corriendo. A su lado, Thomas caminaba con confianza, aunque sus hombros estaban ligeramente tensos. No hacía falta ser un genio para notar que este momento también era importante para él.

Cuando llegaron a donde estaba la mujer, Sophia observó cómo los rayos de sol se filtraban a través de las hojas del árbol, iluminando la figura que tenía delante. La mujer estaba sentada en un sillón reclinable, con un sombrero de ala ancha que le daba un aire elegante y rodeada de otros adultos, posiblemente familiares de Thomas. Sus ojos eran como un espejo más claro de los de Thomas, y aunque su rostro mostraba las marcas del tiempo, su porte seguía siendo el de alguien a quien parecía no pesarle los años que tenía encima. Se dio cuenta que la madre de su novio y él se llevaban apenas una veintena de años, pues más que madre e hijo, aquel
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