Como Romeo y Julieta

El eco de las palabras de Thomas se quedó suspendido en el aire entre ellos, cargado de un peso que Sophia no sabía si podía soportar. La promesa de un amor clandestino, escondida entre las sombras, tenía un matiz tentador y peligroso, como si estuviera abriendo una puerta que jamás podría cerrar.

Sophia lo miró, buscando en esos ojos marrones alguna señal de que aquello era un sueño, algo que podría desvanecerse con la luz del día. Pero Thomas permaneció firme, inquebrantable en su devoción.

—¿Estás seguro de esto? —preguntó finalmente, su voz apenas un susurro.

Él inclinó ligeramente la cabeza, sin apartar la mirada de ella.

—No hay nada en mi vida de lo que esté más seguro. Quiero que seas mi novia. Yo ya te considero así. Mi novia, o no-novia. Eres mi amiga. Mi compañera. Mi apoyo incondicional. Mi confidente. La “tutora” de Xavier. Eres mucho más que una simple persona que sólo quiere lo mejor para mí, que me cuida. Eres mi pilar. Me apoyo en ti. Sin ti yo no vivo.

La convicción
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