La llegada de la cigüeña

Los primeros días de mayo, con un gigantesco vientre a punto de estallar, me la pasaba casi todo el día en la cama. La espalda me dolía horrores, y apenas si era capaz de caminar unos pocos pasos. Las clases estaban a punto de terminar, faltaba menos de un mes. Y Cristina se ofreció a llevar a Kim al colegio, considerando mi estado de encallamiento.

Solo comía y dormía a partes iguales. El resto del tiempo me la pasaba haciendo pis.

Luego del almuerzo, me fui al balcón a disfrutar del sol en la reposera acompañada de un libro. A los pocos minutos de haberme acomodado me entraron unas ganas incontrolables de hacer pis, como era costumbre. Me levanté con esfuerzo y cuando puse un pie dentro de la casa, sentí un dolor punzante en la barriga, en su parte más baja. Un líquido tibio resbaló por mis piernas y creí que me había hecho encima del dolor. Toqué mi vientr

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