Hadas, mariposas y tiaras

A medida que Hope fue creciendo, también aumentaron los gastos de la casa. Así que tuve que tomar un segundo empleo. De lunes a sábados de 9 a 17 trabajaba en la cafetería y los viernes, sábados y domingos en un restaurante de 21 a 2 a.m. El poco tiempo libre que me quedaba lo ocupaba con mi pequeña y Kim. Por suerte a la noche ella se ocupaba de mi bebé. Y siempre podía contar con su abuelo y Tina, que adoraban cuidarla.

Veía a Jenny de vez en cuando, entre sus clases, fiestas y mi trabajo apenas si teníamos tiempo de vernos una vez al mes. Pero el día que lo hacíamos hablábamos durante horas.

Un día mientras estábamos en el parque, Hope miraba cómo un padre jugaba con su hijo y entonces de la nada dijo.

—¿Papá? —su vocecita confundida me estrujó el corazón.

—Papá está muy lej

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